Desenredando la realidad

Dorian Hernández Vázquez*
*Licenciado y maestro en filosofía, egresado del doctorado en humanidades. Es profesor de filosofía y ética en la preparatoria
de Tonalá. Sus intereses académicos son la ética, filosofía de la ciencia, epistemología y argumentación.

Los ensayos filosóficos tienen el objetivo de aclarar problemas. Puede resultar muy sencillo que ese sea su propósito. No obstante, es de las actividades académicas las complejas por hacer. Aclarar problemas no es un trabajo menor. La realidad es compleja por dos razones, por un lado hay demasiados problemas para pensar, y por otro, casi siempre cada problema está enredado con otros más, haciendo complicado no solo pensarlos, sino también resolverlos. Por lo que hacer un ensayo filosófico es de las actividades académicas y humanas más difíciles. Nos hemos acostumbrado a ver la realidad enredada, los problemas que están ahí, frente a nosotros, se han vuelto casi invisibles precisamente por dejarlos ahí, sin pensarlos. Se suele argumentar que, dado que no los resolveremos porque nos rebasan, entonces no hay necesidad de siquiera pensarlos. Partimos de la idea de que están ahí y siempre los estarán. Que quienes los pueden resolver no somos nosotros y solo hay que esperar a quienes pueden hacerlo, lo hagan. Cómo si pensar un problema no basta para solucionarlo.
Es posible que sea cierto, un problema además de ser pensado debe solucionarse. Y entonces la filosofía llega y nos dice que su objetivo no es resolver problemas sino aclararlos. ¿Por qué aclarar problemas y no resolverlos? Una parte de la respuesta es porque, como decíamos, hay problemas que su solución esté en manos de otras personas, por ejemplo, políticos. Pero, no es deseable quedarnos con la actitud de no pensarlos porque no podemos resolverlos. La razón es que, los problemas nos
impactan de forma humana, es decir, aunque los problemas sean difícil de verlos, podemos sentir lo que causan. Muchas veces los problemas causan en nosotros dolor. Y vivimos confundidos pensando en que no tiene sentido pensarlos porque no se pueden resolver. La filosofía afirma que aclarar un problema es más que pensarlo, en otras palabras, cuando aclaramos un problema lo que hacemos en el fondo es desenredar la realidad, y eso causa en nosotros cierta paz que nos permite seguir en el mundo, con más calma, más tranquilidad y más claridad.
Así pues, es tan importante el ensayo filosófico en bachillerato, cuando tratamos de aclarar la realidad desde temprana edad, eso nos podrá ayudar a tener una mejor calidad de vida. Así es que son posibles las competencias en el bachillerato. Los alumnos tratan de aclarar un problema diciéndonos cómo creen ellos que es el sentido y orden de una pregunta. Defienden un punto de vista con argumentos, y el lector encuentra cierta paz al saber que los problemas que le preocupan son entendibles. Entender cómo y por qué suceden las cosas nos ayuda a lidiar con ellas. Por qué las preguntas son importantes y por qué ciertos problemas todos deberíamos pensarlos por su importancia humana. En el fondo, un ensayo filosófico nos ayuda a cumplir el propósito de la filosofía: vivir mejor.

¿La muerte le da sentido a la vida?

Ana Roberta Macías Rodríguez
Preparatoria Regional de Jocotepec

Resumen
A través de las ideas de algunos filósofos, y de la manera en que
viven las personas con sus pensamientos y temores, se puede decir
que la muerte le da sentido a nuestras vidas. Principalmente porque
nos damos cuenta, de que todo lo que vivimos, como las
oportunidades que se nos presentan día a día y que en ciertas
ocasiones se rechazan por temor a fracasar, o también por el miedo
a la muerte. No todo es para siempre; estudiar la preparatoria llega a
su fin, una carrera universitaria, un empleo, o hasta el matrimonio
llega a su fin con el divorcio, por ende, la vida llega a su fin, pero no
sabemos si con la muerte es que llegamos a nuestro último fin y así
empiece una nueva vida.
Palabras clave: Vida, muerte, ser humano, cuerpo, alma.

¿La muerte le da sentido a la vida? Tras una extensa
búsqueda de reflexiones que tienen algunos filósofos sobre
la muerte, se puede comprender de cierta manera que la
realidad que muchos se niegan a aceptar y a reconocer es
que la muerte le da vida a la vida. Al principio, puede ser
difícil comprender y aceptar, y más aún si el ser humano en
cierto punto de su vida no piensa en la muerte como alguna
compañera con la que se va a encontrar en el futuro,
demostrando que realmente no está viviendo. Muchos
pueden tener como crítica que es ridículo que la muerte le dé
sentido a la vida y más aún cuando se sabe que la muerte es la
que le pone fin al tramo donde ‘cuerpo y alma’ están juntos.
Con el paso del tiempo, se entendía que la filosofía
era el cuestionarse todo aquello que nos rodeaba, estudiando
a la vez si todo aquello que conocemos es o no algo real.
Cada filósofo tiene su propia opinión o creencia sobre lo que
es la muerte. Al momento, puede parecer que nunca se va a
saber cuál es ‘la realidad’ de la muerte, ¿es la transformación
del cuerpo a la materia?, ¿es acaso el fin de todos o una forma
de dejar este mundo para conocer otro?, ¿la muerte es una
nueva oportunidad o el perturbo de todas las malas acciones
que realizamos en vida? La respuesta está en lo que nosotros
queramos creer. El concepto que tenemos de lo que es
para nosotros “la muerte” será el concepto que tenemos de
lo que es “la vida” y la forma en la que tomaremos la
muerte para darle sentido a nuestras vidas.
Para poder comprender si la muerte le da cierto sentido
a la vida, tendríamos que preguntarnos ¿qué es la muerte?,
y ¿qué es la vida? Puede que la mayoría de las personas entendamos
que la vida es poder pensar y respirar, estar consciente de
lo que nos rodea y de lo que somos; a la vez como sentir, reír,
amar, odiar, desear y llorar, todo aquello que tenga que ver
con emociones y sentimientos. En la analogía, la vida es la
escuela, en la que siempre recibiremos castigos por no hacer
las tareas como se debían de hacer, es quizá la forma en la que
podemos aprender, y dependiendo la clase de vida que obtuviste,
o los docentes que te impartieron clases, será la forma
en que veas al mundo y verás las cosas que estén bien o mal
para ti. La vida siempre estará llena de oportunidades y con
ellas de decisiones que con el paso del tiempo te podrán
enseñar grandes lecciones.
Para Aristóteles, la vida es “aquello por lo cual un ser
se nutre, crece y perece por sí mismo”, Bernardo (1999).
Mientras para Sócrates, “la vida era para él una fábula o una
narración complementada por experiencias, opiniones y
vivencias” Fernández (2017). Ahora, ¿qué es la muerte?, al
escuchar “muerte” el concepto que viene a la mente es “fin”, el
fin de poder ver a los que queremos, fin de poder ser nosotros
mismos y fin de todo aquello que conocemos. Y es por esa
misma razón por la que le tenemos tanto miedo a la muerte,
porque en realidad no la conocemos, nunca hemos estado en
ella y siempre lo desconocido es algo que nos causa temor.
Por su parte, el filósofo Martin Heidegger apuntó “Reflexionar
sobre la muerte es reflexionar acerca de nuestras vidas”, y
“Rechazar la muerte, hasta el extremo, es negarse a vivir”
Corominas (2021). Por lo tanto, la teoría sobre el sentido que
le da la muerte a la vida.
Para Aristóteles la muerte significaba que ‘el alma y el
cuerpo’ se separan, porque no podía ver un alma sin un cuerpo.
Mientras que para Sócrates la muerte era la oportunidad de
reencontrase con personas que ya habían muerto y por qué no,
con personas que iban a morir (Lambert Ortiz, 2018), se tuvo
clara su teoría porque, como se sabe, Sócrates fue condenado
a morir envenenado por cicuta, por haber corrompido a la
juventud y de impiedad a los dioses, por lo que aceptó su
injusticia, y hasta ese momento vivió tranquilo sin mostrarle
temor a la muerte.
Algunas personas en algún punto de su vida se
cuestionan acerca de qué es para ellos vivir o morir, reflexionan
si la muerte es el fin de la vida y llegan a tenerle miedo, de tal
manera que deciden vivir su vida: cómo, cuándo y dónde
quieran. Puede que, al tomar decisiones, cometen muchos
errores, y viven con las siguientes justificaciones: “es mi única
vida”, “pueda que mañana muera” entonces, ¿por qué no hacerlo?
La realidad es que no todos se cuestionan qué hay más allá, o
si tal vez, sea hoy el último día de vida. Pero puede ser hoy el

primer día de otros mil días más de vida. Por lo tanto, creo
que debe de haber una balanza entre vivir como queramos
y vivir como se debe.
Muchas personas le temen a la muerte mientras
que hay otras que no, quizá esperan recibir a la muerte como
Sócrates lo hizo. No siempre la vida es bella, y no todos
desean vivir a los noventa años, como he mencionado.
La vida es una escuela. En ocasiones, tu escuela se
encuentra en muy mal estado, quizá tus docentes no te
educan de una forma correcta; te dejan hacer y pensar lo
que quieras, sin enseñarte que está bien y que está mal, y
encuentras a personas que quieren demostrar que lo que
sabes, está bien, y en realidad está mal, y puedes entrar en
un estado de confusión, ¿por qué no sabes que hacer? A
veces esas personas que realmente te van a ayudar llegan
tarde, para ese punto tú quizá, ¡ya arruinaste tu vida! Y eso
es algo muy difícil de solucionar. En el supuesto de que
hiciste algo ilegal y te das cuenta que no estuvo bien, te
arrepientes y no quieres entregarte a las autoridades porque
sabes lo que te espera: si te entregas y prefieres vivir en
libertad sin dañar a más personas, pero en ese punto, te das
cuenta de que la muerte no es la peor cosa del mundo. La
peor cosa del mundo es vivir con culpabilidad y remordimiento.
Judith Butler, en una entrevista virtual de Lavaca,
en el 2020 se cuestionó sobre los requisitos que hay que
tener para vivir la vida, Butler se basa en las condiciones que
existen sobre la salud y todo aquello que nos rodea,
también menciona que siempre y cuando existieran los seres
humanos en un pedazo de tierra, la tierra iba a dañarse
(Anónimo, 2020). Pudiera ser que no tiene sentido que la
muerte le da a la vida, con el daño de la tierra, pero el punto
es, en relación con la pregunta que se hizo Butler: “¿Cuáles
son los requisitos de la vida?” Los requisitos que la vida nos
exige, supongo que son: respeto, responsabilidad, bienestar,
salud, dinero, etcétera, pero con cuál de ellos se vive mejor
o será que se necesita la abundancia de todo lo anterior
para vivir plenamente. (Butler, 2015).
Entonces, ¿la muerte le da sentido a la vida? Esto
es una pregunta no tan común, es algo que no pensamos tan
seguido, quizá en la vida diaria nos preguntamos ¿Qué voy a
comer?, o ¿iré al gimnasio hoy?; o cuando empezamos a
cuestionarnos sobre cosas existenciales como: ¿Quién soy?
o ¿Qué debo de lograr en este tramo llamado vida?
Esta última pregunta, mucha gente se la plantea
cuando se encuentra en un punto de su vida un tanto
desmotivada o deprimida. Porque cuando una persona se
encuentra feliz, no le importa nada más que disfrutar de
ese momento. En cambio, cuando vemos que nuestro
alrededor es un caos, es donde comenzamos a sobre pensar
ciertas cosas, hasta reconocer y considerar a la muerte
como una motivación. Comenzamos a hacer cosas que no
hacíamos antes por miedo a morir o a fracasar, pero después
de preguntarnos que le da sentido a la vida, nos damos
cuenta que los riesgos y la toma de decisiones precipitadas
es lo que verdaderamente le da sentido a la vida. Es donde preferimos
hacer las cosas y disfrutarlas antes que morir preguntándonos
¿Por qué no lo hice?
En conclusión, algunas personas miran a la muerte como una
motivación para seguir avanzando y hacer la mayor cantidad de
cosas, antes de que llegue su “hora”. La motivación hace que
avancemos para terminar grandes proyectos, pero debe de haber
algo, y “ese algo” es no dejar que la muerte arribe sin antes haber
terminado tareas personales o proyectos. La muerte sí le da
sentido a la vida, porque en caso contrario no terminaríamos las
cosas que nos proponemos, no valoraríamos el poder despertar
un día más y poder hacer todo por nosotros mismos.

Referencias de internet
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HTTPS://WWW.MEMORIA.FAHCE.UNLP.EDU.AR/LIBROS/PM.398/PM.398.PDF
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MUERTE SEGÚN TRES FILÓSOFOS: CHARDIN, HEIDEGGER Y MORIN. RECUPERADO DE
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LAMBERT ORTIZ, C. (2018, 8 DE NOVIEMBRE). VALENCIANA. RECUPERADO DE HTTP://WWW.
SCIELO.ORG.MX/SCIELO.PHP?SCRIPT=SCI_ARTTEXT&PID=S2007-25382019000100213

Nuestra visión del mundo a través de la lupa de las redes sociales

Sandra Denisse Gabrielle Caballero González
Preparatoria de Jalisco

Resumen
Este ensayo busca analizar de qué manera las redes sociales han
influido en la sociedad, específicamente cómo han influido al
ampliar la brecha entre las generaciones cohabitando nuestro
entorno, cambiando nuestras formas primitivas de socialización.
Aspectos como lo son el contacto físico, por nuevas formas
digitales utilizadas principalmente por la Generación Z y los
llamados Millennials, y cómo han creado una perspectiva nueva para
cada persona mediante el condicionamiento utilizando algoritmos,
que más que brindarnos información para fomentar nuestro
pensamiento crítico, buscan que nos mantengamos más tiempo
utilizando los servicios de las redes sociales. Este proceso ocurre
mediante el uso de nuestra información para llevarnos a consumir
solamente las cosas que nos gustan, haciéndonos caer en un espiral
que confirma nuestra postura ante la vida sin la opción directa de
conocer diferentes ideas, ni de abrirnos a personas nuevas y
diferentes y, sobre todo, llevándonos a una comunicación unilateral
que no nos aporta nada.


Palabras clave: redes sociales, cosmovisión, brecha generacional,
algoritmos, condicionamiento, polarización social.

En promedio, durante el día utilizamos 151 minutos de nuestro
tiempo navegando por las redes sociales (Statista, 2023). El
filósofo griego, Teofrasto decía, “El tiempo es la cosa más
valiosa que una persona puede gastar”; y parece que gastamos
aproximadamente un 10% de nuestro día usando nuestras redes
sociales. Las redes sociales han sido de gran impacto en el
fenómeno de la globalización. Ahora podemos conocer otras
ideas del otro lado del mundo. Conocemos noticias en cuestión
de segundos, desaparecen las fronteras físicas y así todo llega
a nosotros de forma inmediata.
En el caso de la generación actual, por ejemplo, los
llamados nativos digitales, son conocidos por su inconformidad,
por su poca tolerancia a la frustración y, al mismo tiempo, se les
reconoce su interés por los temas sociales que nos envuelven o
aquejan. ¿Es qué el consumo de redes sociales ha creado una
brecha generacional tan amplia con las otras generaciones?
¿Será qué la cosmovisión de la sociedad actual es el resultado
del uso de las redes sociales?
El escritor George Orwell decía “Cada generación se
imagina a sí misma más inteligente que la generación anterior,
y más sabia que la generación que vendrá después”. La amplitud
de la brecha generacional entre la generación más actual y las
anteriores que aún conviven en una misma sociedad tiene una
notable relación con los avances tecnológicos. Estos han crecido
exponencialmente, y las similitudes que se tenían entre generaciones
se han ido perdiendo rápidamente a medida que
surgen estos progresos.
Hasta hace unas décadas las condiciones de vida eran
muy similares de una generación a otra, como la Generación
Silenciosa (1925-1945) y la de los Baby Boomers (1946-1964)
caracterizados por su responsabilidad y por su arduo trabajo.
En la actualidad, con el progreso tecnológico, las diferencias
entre las circunstancias de vida son muy dispares entre las
últimas generaciones. Podemos analizar la diferencia principal
en sus medios de comunicación, que para la generación Z o los
centennials desde temprana edad lo han sido las redes sociales.
A pesar de que los millennials también se caracterizan
por un gran uso de las redes sociales, estos no crecieron con
ellas como uno de sus principales medios de comunicación
como las conocemos actualmente. Para los millennials la
principal diferencia entre las generaciones, es que crecieron
con un contacto social bilateral, para convivir les era preferible
reunirse físicamente, tendían a formar más relaciones personales
en su día a día y no dependían tanto de la tecnología.
Por su parte, los centennials optan por formar relaciones sociales
digitales, y muchas de estas son unilaterales, no les aportan mucho
pues realmente no conocen a la persona con la que interactúan;
o éste ni siquiera sabe de su existencia, como es el caso de los
influencers o famosos.
Los centennials tienden a reunirse digitalmente, la
socialización cara a cara pasó a un segundo plano. Para el sociólogo
y filósofo polaco Zygmunt Bauman, “Todo es más fácil en la
vida virtual, pero hemos perdido el arte de las relaciones sociales
y de la amistad”. Justo como lo dice Bauman, especialmente la
generación Z tiende a formar “grandes cosas” en la vida
virtual: poseen muchos seguidores; buscan record de “likes”;
interacciones, ganancias económicas, etcétera. Pero cuando
se trata de socializar de forma interpersonal, de crear conexiones
fuertes entre personas o simplemente de convivir con
su entorno, parece resultarles más difícil; esto como resultado
principalmente del uso excesivo de las redes sociales.
En suma, las considerables diferencias entre generaciones,
se deben en gran medida, al uso excesivo y masivo de redes
sociales por parte de las últimas generaciones.
Ahora bien, ¿será que su influencia es tan excesiva como
para impactar la cosmovisión de la sociedad actual?, el filósofo
francés Alain enunció «Se dice que las nuevas generaciones son
difíciles de gobernar. Eso espero», y podemos afirmar que cada
generación va alzando la voz para pedir mejores condiciones de
manera más constante. En épocas anteriores, los temas
controversiales eran vistos como tabúes, en la actualidad
gracias a la información en las redes es más fácil abordar esos
temas y dar opiniones al respecto.
La psicóloga Begoña Albalat Peraita, en un artículo para el
periódico BBC, explica que las nuevas generaciones son menos
individualistas que las anteriores pues se preocupan por
problemas globales, en lugar de por los particulares, llegando a
sentir una responsabilidad excesiva. Observamos el origen de

estas situaciones justamente en las redes sociales, pues
promueven la conversación de forma global y ya no solo
ven los problemas desde un enfoque limitado, si no que
buscan, promueven, difunden o participan de una solución
para todas las personas.
Por otro lado, nuestra perspectiva del mundo se está
volviendo muy sesgada. Si bien se habla de temas globales y se
buscan soluciones, las redes han sido una plataforma para
fomentar la creación de ‘bandos’. En la política, por ejemplo, hoy
más que nunca vemos una polarización social. Observamos
particularmente en Estados Unidos, dónde la división es muy
marcada entre ‘republicanos’ y ‘conservadores’; o en México
las conocidas posturas de ‘izquierda’ y ‘derecha’. La política
dejó de ser un tema común solo para adultos, pues hoy en día
vemos a personas de todas las edades opinando al respecto en
las redes sociales.
Además, a estas generaciones que han crecido con una
fuerte influencia de las redes sociales se les adjudica unalto
grado de ansiedad social; el incremento de enfermedades
mentales desde temprana edad; también una menor capacidad
de atención y menor tolerancia a la frustración. En un
futuro cercano o inmediato, se avecinan graves problemas con
los que tendrán que lidiar estas generaciones. Debemos tomar
en consideración el efecto de la programación de las redes
sociales. Utilizar las redes tiene ventajas conocidas: el alcance
masivo de información; la comunicación instantánea; la conexión
con el mundo (una excelente herramienta); ¡sí no fuera por
el problema en el que se están convirtiendo los algoritmos!
Estos algoritmos han sido creados para mantenernos
más tiempo expuestos a la pantalla, ¿de qué manera?
Utilizando toda la información que recibe de ti para saber qué
mostrar. Además de un sistema de condicionamiento por
medio de falsas recompensas (interacciones) que generan
dopamina en nuestro cerebro, manteniéndonos adictos a las
redes, comprobando que ‘cuando el producto es gratis, es
porque tú eres el producto’. Nos enseñan información de
nuestro interés, generan una forma de ver las cosas para cada
persona, dándonos y generando un sentido de falso conocimiento.
El dramaturgo George Bernard Shaw pensaba que “el falso conocimiento
es más peligroso que la ignorancia”. Al enseñarnos lo
que queremos ver, las redes sociales nos hacen pensar que
tenemos la razón, creando en nosotros un sesgo de confirmación
a nuestra percepción de las cosas y evitando en gran medida el
uso del pensamiento crítico. “Mucha gente usa las redes sociales
no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al contrario,
para encerrarse en lo que llamó zonas de confort, donde el único
sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son
los reflejos de su propia cara”, decía Bauman al respecto. Con
esto podemos afirmar que las redes sociales constituyen una
gran parte de la cosmovisión de la cultura actual, mediante
estos algoritmos van formando la perspectiva de cada persona
hasta polarizar la sociedad.
En conclusión, las redes sociales no sólo han ampliado
la brecha generacional mediante una transformación en las
formas de socialización y en la manera en la que la humanidad ve
las cosas, también como han influido abrumadoramente en la
formación de las perspectivas de nuestras generaciones actuales
mediante algoritmos que amenazan en convertirnos en adictos a
las redes sociales y perjudican nuestra capacidad de pensamiento
crítico, condicionando así a las personas mediante la ilusoria
sensación de recompensas y los sesgos de confirmación que nos
llevan a no reconocer nuestra propia ignorancia. Para finalizar,
recordemos lo que Sócrates decía, “La verdadera sabiduría está
en reconocer la propia ignorancia”, y es lo que les falta a los
nativos digitales que viven bajo el yugo de las redes sociales.

Referencias de internet:
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DIEGO RUZZARIN. (2019, 9 ENERO). LA VERDADERA TOXICIDAD DE LAS REDES SOCIALES
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THINKWITHGOOGLE. (2019, NOVIEMBRE). GENERACIÓN Y Y Z: CARACTERÍSTICAS Y
DIFERENCIAS. THINK WITH GOOGLE.

Exploraciones existenciales: en busca del sentido en la era moderna

En la búsqueda incesante de respuestas a las preguntas más profundas que la humanidad ha enfrentado a lo largo de la historia, la filosofía ha sido una herramienta invaluable para explorar y reflexionar sobre cuestiones esenciales relacionadas con la existencia, el sentido de la vida y la búsqueda de un propósito significativo. Una corriente filosófica que ha desempeñado un papel destacado en estas exploraciones es el existencialismo. Dicha corriente se centra en las cuestiones de la libertad, la elección, la autenticidad y la responsabilidad individual en la creación de significado en la vida. Los existencialistas abordan preguntas profundas sobre la existencia humana y plantean que la vida carece de un significado intrínseco.

Preguntas como: ¿quién soy?, ¿por qué estoy aquí?, ¿qué hago aquí? son interrogantes que en algún punto de nuestra vida nos han afligido y muchas veces sin siquiera llegar a una respuesta. Los siguientes ensayos abordan estas cuestiones fundamentales desde diferentes perspectivas filosóficas, ofreciendo una mirada crítica a la vida contemporánea y las motivaciones humanas.

Valentina Rentería Fonseca explora la agitación de la vida moderna, donde las personas se ven atrapadas en una carrera interminable detrás de responsabilidades y objetivos materiales. Posteriormente, Samantha Nashiely Diaz Reyes cuestiona la búsqueda del sentido de la vida y cómo muchas personas lo asocian con la acumulación de riqueza, fama y felicidad. Para concluir, Hansel Gael López Angulo, a través de la obra Crimen y Castigo de Dostoievski, nos invita a considerar la importancia del amor y las conexiones personales en la búsqueda del sentido de la vida.

En conjunto, estos textos plantean preguntas fundamentales y nos instan a examinar nuestras vidas y a reflexionar sobre lo que realmente da sentido a nuestra existencia. Nos desafían a alejarnos de la búsqueda obsesiva de objetivos materiales y a explorar cómo las relaciones, el amor y las experiencias cotidianas pueden proporcionar un propósito profundo a nuestras vidas. En última instancia, nos invitan a embarcarnos en un viaje filosófico de autoexploración y reflexión sobre la naturaleza de la existencia humana en un mundo moderno en constante evolución.

Sofía Nataly Martínez Armenta*

*Estudiante de Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara. Tiene un diplomado en la enseñanza del español como lengua extranjera y ha participado en proyectos de difusión cultural y programas de docencia para extranjeros.

Más allá del individualismo

Valentina Rentería Fonseca | Preparatoria 5

Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2023

Resumen

El presente trabajo explora la cuestión del reconocimiento intersubjetivo con base en el pensamiento de los existencialistas Lévinas, Sartre y Beauvoir. En concreto se centra en la búsqueda del yo en el otro como un problema que no sólo culmina en comprender la identidad propia, sino que también puede tener distintas consecuencias éticas según la respuesta dada. La postura elegida, por ejemplo, es impactante en el marco de los derechos humanos. ¿Cómo reconocerse en el otro pese a la diferencia? No es un proceso sencillo pues incluso presenta obstáculos que se nos escapan de las manos, pero en general se resuelve dejando de lado el punto de vista egocéntrico para abrirse a los demás y darse cuenta de todo un mundo plural, en el que nos basamos para construir nuestra identidad. La forma en la que nos relacionamos con nuestro entorno puede decir mucho sobre nosotros mismos, aunque no lo parezca.

Palabras clave:

Yo, otro, existencia, autoconocimiento, reconocimiento, identidad, relación ética, subjetividad, alteridad, derechos humanos.

¿Quién soy yo? es la pregunta que el ser humano se ha formulado en el intento por comprender su existencia. Disciplinas como la Filosofía, la Psicología y la Sociología se han empeñado en definir el concepto del yo para, de alguna manera, lograr responder tal cuestionamiento. Una de las propuestas más prominentes a nivel histórico es la individualista, que hace énfasis en la independencia del individuo de su contexto. Entonces, ¿somos seres totalmente aislados los unos de los otros? Biológicamente, la respuesta es no. La humanidad como especie ha subsistido y se ha desarrollado gracias a su carácter social.

Parece difícil, si no es que imposible, ignorar por completo la presencia de los otros en nuestro día a día. Incluso estando en la más profunda soledad, su existencia puede aparecer implícita en forma de un recuerdo. Vivimos cara a cara, buscando comprendernos entre nosotros, quizá movidos por la simple curiosidad. No obstante, ¿podemos distinguir algo subjetivo en lo ajeno? O, en otras palabras, ¿es posible reconocer mi yo en el otro? Suena bastante paradójico; sin embargo, en el presente escrito se sostendrá que lo es, con ayuda del análisis teórico planteado por el existencialismo. La relación ética con los demás es lo que me permite comprender mi condición y la del otro, dar pie a la reflexión de mi subjetividad.

En primera instancia, el yo no surge de la nada. Tampoco posee una esencia ya determinada o fija. De otro modo, ¿seríamos verdaderamente libres? Cada quién es producto de una construcción individual dada a partir de experiencias que va concibiendo a lo largo de su vida. «Es necesario partir de la relación concreta entre un yo y un mundo» (Lévinas, 2002). Desde el momento en que nacemos empezamos a relacionarnos con nuestro alrededor, formando así una identidad propia que nos mantiene interconectados en la mutualidad. Sin un otro, no habría un yo, y viceversa.

Experimentamos la existencia de los otros en la cotidianidad, de frente e indirectamente, pues recibimos su influencia en nuestra propia subjetividad. Entonces, ¿por qué dudar que el otro está presente en el mundo como uno mismo? Puede que el yo sea lo único cognoscible hasta cierta medida, pero en el momento que empezamos a conjeturar hipótesis sobre la realidad o consciencia de los otros, los concebimos como simples objetos. El otro se diferencia de una piedra porque actúa libremente en el mundo, mientras que la piedra está en él de manera pasiva. Es la existencia de los demás la que nos mueve a reconocerla; a reconocernos en ella.

Ahora, el otro no puede ser representado como un espejo que proyecta o refleja al yo; buscar la similitud o esperar encontrar a alguien meramente idéntico a uno mismo es una lucha en vano, pues cada sujeto es poseedor de una identidad singular que lo vuelve auténtico e irrepetible. Pretender la imposición de una perspectiva única es en esencia problemático puesto que implica la negación de toda individualidad, además de que concluye en la comprensión limitada de la realidad, ya que la fragmenta. Es el caso del mentalismo, en donde las personas se ven reducidas a dinámicas estigmatizantes y excluyentes debido a sus características mentales, lo que termina quitándoles cualquier pizca de dignidad.

Entonces para reconocerse en el otro de manera efectiva, surge la demanda de aceptar la heterogeneidad y respetarla para mantener una relación ética. Hacerlo nos permite salir de la burbuja de la mismidad y empezar a valorar un contexto sumamente diverso y amplio, de manera que ello nos facilite el entendimiento de nuestra propia condición. ¿Te ha ocurrido que, mientras entablabas conversación con alguien, te diste cuenta de ciertas creencias u opiniones que tenías infundadas? Esto se debe a que hacerle frente a la alteridad (referida a la condición de ser diferente) en la praxis constituye una parte fundamental en el proceso del autoconocimiento, pues supone las fronteras de la identidad y, simultáneamente, evoca la meditación de las ideas: nos invita a experimentar nuestra subjetividad.

Conviene subrayar que practicar la alteridad no significa la negación de los intereses naturales, sino que requiere de un equilibrio entre las necesidades propias y las del otro; el yo no se agota en la interacción previamente mencionada. «El Otro no se me opone como otra libertad» (Lévinas, 2002). En resumen, no hay una lucha entre individuos por el control o el poder, sino que se trata de una relevancia moral clave. Considerar que aspectos tales como la justicia, la libertad, la incertidumbre, el dolor y la búsqueda de la felicidad son universales en la experiencia humana es imprescindible entonces para repensar el impacto que podrían tener nuestras decisiones.

En vista de esto, reconocerse en el otro es indispensable para garantizar, promover y proteger los derechos humanos fundamentales, mismos que cumplen la característica de ser inalienables y nos son otorgados por el hecho de ser humanos, independientemente de factores como la raza, género, origen étnico, religión, entre otros. Asimismo, da pauta para una mejor identificación de los casos en que no son respetados.

Pero no podemos negar que la forma en la que procesamos la información siempre se verá mermada en mayor o menor grado por sesgos cognitivos, o sea, errores inherentes y sistemáticos en nuestro pensamiento que derivan de la tendencia de nuestro cerebro de simplificar el mundo. Éstos nos pueden presentar obstáculos significativos al momento de concretar la búsqueda del mismo en los demás. Por ejemplo, el sesgo de confirmación provoca la validación de las creencias propias, mientras que las opuestas las toma como equivocadas. En estos casos es adecuado mantener una actitud abierta y pensar críticamente para discriminar tales inclinaciones.

Finalmente, el concepto del yo es complejo, pues además de consumar una multiplicidad de factores, en torno a él giran variedad de perspectivas según histórico-sociales. Reconocer el yo en el otro es valorar la existencia de otros individuos que, a pesar de la diferencia, comparten una misma característica en común: la humanidad. Además, es por medio de las relaciones sociales que nos desarrollamos en cierta medida, entonces ¿por qué decir que no a una dinámica saludable? La diferencia no debería ser un motivo para oponernos, sino para enriquecernos los unos a los otros.

BIBLIOGRAFÍA:

Lévinas, E. (2002). Totalidad e infinito. Salamanca: Ediciones Sígueme.

¿Será que es así?
Débora Valentina Amaro Verdugo
Preparatoria 9

Sísifo, el nuevo hombre moderno

Hansel Gael López Angulo | Preparatoria 8

Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2023

Resumen

El filósofo argelino Albert Camus alguna vez proclamó que “al final uno necesita mucho más coraje para vivir, que para quitarse la vida”. El personaje mitológico de Sísifo es quizá uno de los personajes más cercanos al hombre actual. Todos los días, Sísifo, como el hombre moderno, está condenado a subir su gran peñasco sobre la montaña, lo que el filósofo argelino definió como absurdo. Me pregunto si Sísifo alguna vez se cuestionó acerca del sentido que tenía su tarea, porque el hombre moderno nunca lo ha hecho. Con ello, en la escritura de este ensayo quiero comprender cuál es ese coraje que proclamaba Camus y cuáles son los factores que contribuyen. ¿Todos los seres humanos estamos dotados de ese don o solamente son algunos los que gozan de esa habilidad? Reflexionaremos acerca de la constante necesidad de encontrarle sentido a la existencia y cómo es que se vende este ideal a la sociedad moderna como si fuera un propósito o una tarea a cumplir del ser humano. Además, se discutirá acerca de cuál es el eje al que deberíamos dirigir nuestra vida para dejar de empujar peñascos por la montaña, condenados a la eternidad.

En este ensayo mi tesis es: ¿podemos llegar a comprender el sentido de nuestra existencia? Mi propósito es establecer un análisis del comportamiento del hombre moderno; deseo establecer una relación entre sus pensamientos y él mismo para comprender qué es lo que puede llevarle a preguntarse sobre el sentido de su existencia. De ahí, quiero llegar a reflexionar acerca del significado del “sentido de la vida” y cómo es que nos debemos de regir para disfrutar de nuestro paso por este mundo.

Palabras clave:

Sentido, vida, existencia, sociedad moderna, hartazgo, absurdo.

El hombre moderno vive rápido. No puede perder ni un minuto de su día ya que tiene miles de pendientes, situaciones, menesteres que cumplir. Ha olvidado pararse a contemplar los rayos del sol, las estrellas, el aire fresco que lo rodea por la mañana. Su profesión son las responsabilidades que tiene que cumplir sea quien sea al que tenga que sobrepasar. No descansa, ha olvidado por completo la existencia de los fines de semana. Lo que tiene en mente es ganar dinero; cree que puede comprar tiempo, un verdadero amor, amistad, familia con él. Ya no le importa nada; el hombre moderno se ha querido convertir en Dios y lo ha cumplido. Después de su trabajo, llega cansado a casa. Duerme. Abre los ojos y el primer pensamiento que le llega a la cabeza es: ¿qué es lo que hago aquí? ¿Cuál es la razón de mi existencia?

Decir “sentido de existencia” es definir aquel motivo que nos hace darle una razón a nuestra vida. Actualmente, muchas personas tienen como sentido de vida el ganar dinero, la fama, las mujeres, su familia, o llegar a ser felices. Este concepto, para algunos, llega hasta ahí, como si tuvieran una elección que tomar al instante; sin embargo, su significado llega a ser temporal. Solo es momentáneo, y no abarca todos sus días (como es que debería de ser). Muchas de las veces, a mis compañeros de clase les pregunto cuál es la razón por la cual se levantan por las mañanas, pero sus razones son inconsistentes. Algunos responden “mi madre”, pero días después llegan a clase molestos porque han discutido con ellas; otros, “su futuro”, pero aún no tienen claro a lo que se quieren dedicar. Carece de sentido que el hombre moderno siga fingiendo las razones de su existencia, cuando nunca ha parado a preguntárselas.

¿Por qué no puede parar a cuestionarse su existencia? La razón es fácil: no tiene consciencia de ello. La cultura misma y los medios de comunicación le han vendido cómo es que debe de ser, qué es lo que debe de pensar, cómo debe de vestirse, qué debe de llegar a ser. El hombre moderno no es libre, está atado a innumerables situaciones que le impiden tener conciencia propia. Le han vendido lo que debe de sentir, aunque tiene un corazón propio. A posteriori, no parará de trabajar hasta convertirse en quien le han dicho que debe de ser, cueste lo que cueste. Pareciera, pues, que cuando desea preguntárselo necesita que otras personas se lo resuelvan por él. Con ello, llegan los coaches motivacionales, los libros de autoayuda, las enseñanzas de un fraile que vendió su coche lujoso. Llena su mente y su cuerpo de información que le hace creer que siguiendo lo que hizo o dijo alguien más pueda llegar a encontrarle sentido a su vacía existencia. Se hace creer que las cosas materiales pueden contestar a la pregunta que cuestiona su razón de vivir.

El crítico literario Terry Eagleton en su libro El sentido de la vida explica que:

El sentido de la vida no es la solución de un problema; consiste, más bien, en vivir de un cierto modo. No es metafísico, sino ético. No es algo separado de la vida, sino algo que hace que vivir valga la pena (lo que equivale a decir que es una cierta calidad, profundidad, abundancia e intensidad vital). Así entendido, el sentido de la vida es la vida en sí, vista de una cierta manera (2008).

A mis dieciocho años y con mi poca experiencia de vida, estoy de acuerdo con la premisa de Terry Eagleton. ¿A qué se refiere Eagleton cuando afirma que “El sentido de la vida no es la solución de un problema (…) sino algo que hace que vivir valga la pena? (2008). Encontramos nuestro sentido cuando descubrimos lo que hace que nuestra experiencia humana valga mucho la pena. Al contrario del pensamiento moderno, este motivo no se encuentra ni en la fama ni en los billetes. La respuesta se encuentra en las pequeñas cosas, en cosas que muchas de las veces pasamos desapercibidas. ¿Qué son esas pequeñas cosas? La risa entre amigos, una buena charla, la comida que nos gusta, una buena compañía, un sueño cumplido, un descanso pleno. Podría seguir la lista, pero cada uno de nosotros sabrá bien algunos otros ejemplos que pueda agregar.

¿Por qué los ejemplos hacen que vivir valga la pena? Porque reafirman la existencia del ser humano. Y cuando digo reafirmar, me refiero a que vuelve a sentir que no es una máquina preestablecida, es una persona. Ha vuelto a humanizarse, sabiendo que el paso agigantado de la globalización y el consumismo intervienen para que sea alguien insensibilizado.

Encontrar el sentido de nuestra vida no es una tarea a completar ni un recetario que podamos seguir. No viene en algún instructivo, ni en un programa de televisión, ni mucho menos en una película protagonizada por Will Smith donde vende computadoras. Así como afirma el escritor Gustavo Bueno en el libro El sentido de la vida:

El sentido de la vida no está previamente dado ni prefigurado, ni puede estarlo, puesto que le es comunicado a la vida por la propia persona, a medida que ella se desenvuelve. Esta es la razón por la cual los ‘sentidos de la vida’ son múltiples, diversos entre sí, de diferente alcance y nivel moral o estético; es la razón por la cual hay sentidos verdaderos (auténticos) y hay pseudosentidos o vidas falsas (ficticias, alienadas) (1996).

Afirmó la premisa de Bueno: el sentido de la vida no puede prestablecerse, no es lo mismo para cada persona. ¿Hay diferentes sentidos de vida? Es correcto, las pasiones, lo que le hace que vivir valga la pena, como hablaba Eagleton, variará entre personas. Para algunas personas, su motivo es el arte, o el pensamiento, o desean vivir inmersos entre los libros. En mi caso personal, las historias de cada libro que pasa por mis manos me reafirman lo mucho que me gusta vivir, ese coraje del que hablaba Camus. Tengo una amiga cercana que lo que hace que su existencia merezca la pena es el modelaje, la moda, las pasarelas. Es su vida, y noto en ella sus ojos brillosos cuando me habla de su pasión. No olvido una tía cercana que desde que desaparecieron a mi primo, el motivo que la hace existir es la esperanza de encontrar a su hijo, y que ninguna madre más tenga que sufrir el calvario de pasar una desaparición en México. El amor de madre es lo que la mantiene viva.

Querido hombre moderno, el sentido de la vida no lo encontrarás en Internet. No podrás pagarlo como suscripción mensual. El sentido de la vida tendrá que trabajarse en cada uno de nosotros, buscarlo, encontrarlo y no soltarlo.

Crimen y Castigo, la famosa obra de Dostoievski, es uno de los libros que me han marcado como persona y en mi vida lectora. Durante el libro seguimos las huellas y pensamientos de Raskolnikov, el personaje principal, así como su vida, sin sentido y absurda; hombres alcohólicos que gastan el dinero para mantener a sus familias en botellas de vodka, prostitutas que se convierten en personas con moral, madres de familia que solo les importa la fama y fortuna, olvidando a sus hijos indefensos.

Hacia el final de la obra, Raskolnikov, después de revelar su crimen y pasar el resto de sus días en la cárcel de Siberia, se da cuenta de una cosa importante. No es el mismo que antes, no encuentra sentido en que los demás se diviertan y él no, desea recuperar su libertad. Y se compara con Sonia, su pareja, que al entrar ella al reclusorio la reciben con cariño y admiración todos los reclusos. Antes de dejar el plano terrenal, Sonia se sienta al lado de él, le toma la mano, y ha recordado que su amor, el amor verdadero, lo mantenía vivo.

Mi tesis ha sido verdadera: el sentido de la vida se puede comprender cuando el amor es el que nos rige; hacia las personas, los lugares, los momentos. Ahí encontramos aquellas razones que hacen que vivir valga la pena. Ahora bien, dejemos de vivir una vida apresurada, de creernos dioses, de creer que las respuestas se encuentran en las cosas materiales. Tenemos las respuestas en la punta de la nariz y no nos damos cuenta.

Empecemos a ser como Raskolnikov, a entender que el amor es lo que nos mantiene vivos. Ese debería de ser el sentido de nuestra vida.

BIBLIOGRAFÍA:

Bueno, G. (1996). El sentido de la vida. Seis lecturas de filosofía moral. Oviedo: Pentalfa Ediciones.

Eagleton, T. (2008). El sentido de la vida. Barcelona: Paidós.

Cogito, ergo sum

Samantha Nashiely Diaz Reyes | Preparatoria Regional de Tlajomulco de Zúñiga

Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2023

Resumen

Si habláramos de existencia, tendríamos que cuestionar lo que existe en nuestro universo o en nuestras mentes, aquellos pensamientos que se llegan a reconocer entre sí, que llegamos a ser capaces de poder ser conscientes de la existencia de otros, algo que hace real nuestra propia existencia, pues, tal como dice René Descartes: “Cogito, ergo sum” (“Pienso, luego existo”). ¿Pero realmente necesitamos pensar para existir? Pues, aunque no pensemos, seguimos existiendo. Las personas que están tan ocupadas que no se pueden dar el tiempo de pensar en su existencia, ¿dejan de existir? Claro que no, incluso las hace igual de importantes que todos nosotros, pues para existir solo debemos ser personas pensantes y partícipes de una realidad sujeta a cambios, algo que el ser humano no podría comprender con solo leerlo, pues tendemos a aceptar todo lo que nos venden como real y falso sin darle realmente un análisis profundo. No nos gusta cuestionar nuestra existencia y origen.

Palabras clave:

Existencia, pensamiento, realidad, imaginación, verdad.

Podemos decir que lo que existe lo imaginamos, pensamos y vemos, y lo que no existe lo cuestionamos. Entonces, nos podríamos preguntar: ¿existe algo más que lo que existe? No, simplemente todo ya existe. ¿Cómo lo sabes si no lo puedes imaginar? Creamos respuestas incompletas para una pregunta tan compleja. ¿Cómo soy consciente de que existo? Según René Descartes “cogito, ergo sum”. Sé que existo porque cuestiono mi propia existencia; ser consciente de mi existencia me hace existir. El imaginarme seres mitológicos o irreales los hace existir dentro de nuestra propia mente. Pero, ¿qué tal con lo que no podemos imaginar? ¿Deja de existir?

Quisiera dar una respuesta de lo que es real y lo que es falso, pero la respuesta es tan extensa que hasta la hace falsa. No hay respuesta para aquella pregunta tan subjetiva: “lo real es lo que se ve y se siente, más allá todo es falso”. Pero qué tal si no. Eso es lo que hace que al día de hoy nuestra religión sea lo más importante para nosotros. Siempre que tratamos de cuestionar la existencia de algún Dios, nos preguntamos: ¿y si…? Podemos cuestionarnos todo lo que nos ponen como real y falso, pero nunca en lo que creemos fielmente. Dice El Economista que, en el mundo, 6 de cada 10 personas son religiosas, según una encuesta mundial de las casas especializadas WIN y Gallup International, que exploró las creencias de más de 66,000 personas en 68 países en todo el mundo. Entonces… ¿qué pasa con esas 4 personas que deciden no entregar su alma a un Dios todopoderoso? ¿Las vuelve conscientes de lo que no pueden ver o sentir? Pues claro que no lo podremos ver, pero sí pensar, y algo que se piensa ya lo hace existente en la mente de cada persona. Dios no puede existir, pero tampoco inexistir, pues por existir en los pensamientos de las personas ya lo hace real y partícipe de este mundo. Que algo exista en la mente de una persona, ya lo hace existente, incluso si tú no lo puedes imaginar.

Lo que existe y lo que no existe forma parte de la vida cotidiana. Llega a ser tan necesario lo que no existe que decimos “debería existir”, suponiendo que sería de gran ayuda para todos nosotros, algo que solo a nosotros se nos podría ocurrir. Entonces todo lo que existe en la actualidad fue el pensamiento de alguien más, intentando crear algo que él o ella necesitaba. Y si fuera toda la realidad, ¿quién la habría creado? El ser humano ha sido capaz de crear toda la realidad que le rodea. Sin seres humanos, nadie sería capaz de ver qué sería de lo existente, pues somos nosotros los que hemos creado toda la realidad que conocemos hoy en día. El propósito de que exista nuestra realidad es satisfacer nuestro propio deseo y necesidad, de buena o mala manera. Aquellos conceptos que buscamos, nosotros los hemos creado, les hemos dado forma a nuestra comodidad y satisfacción.

Dennett lleva años sugiriendo que la conciencia no es real o al menos no es fundamental, es un efecto mayormente ilusorio del cerebro (que sí es real). Como dice el filósofo Thomas Nagel en su reseña, Dennett lleva 50 años en un proyecto de desencantamiento del mundo humano, usando la ciencia para liberarnos de lo que él considera son ilusiones. Este desencantamiento es la expulsión de todo espíritu fuera de la máquina biológica, de todo fenómeno (principalmente la conciencia) que no encaje con la visión científica materialista. Dennett, como Dawkins, considera que nos está liberando de la ignorancia y del pensamiento mágico; otra lectura diría que su desencantamiento nos deja en un mundo sin ningún encanto, sin ningún significado, simplemente como robots o, usando sus propios términos, como ilusiones del usuario, vagas, efímeras y mayormente inexistentes fabricaciones de la maquinaria cerebral.

Para plantearnos el por qué existimos, deberíamos preguntarnos: si no fuéramos conscientes de nuestra existencia, ¿existiríamos? Un bebé no es consciente de que existe, mas sabe lo que quiere y necesita. Entonces para plantearnos una mejor respuesta, debemos pensar que existimos porque las posibilidades han llegado hasta ese punto, un punto que no tiene un fin. Nos cuestionamos la existencia, pero nunca hasta dónde vamos a existir, hasta qué punto los seres humanos dejaremos el universo y a dónde nos iremos. Nuestros pensamientos abordarán en otra mente y o universo, y a eso no le tenemos miedo, pues no nos cuestionamos el punto en el que dejemos de existir y seamos conscientes de que no existimos. Y entonces para imaginarnos algo que no existe, primero debe de existir para luego dejar de existir.

Para Hanna Arend, la unidad de ser y pensar supone la coincidencia preestablecida de la esencia y la existencia, a saber, que todo lo que puede ser pensado existe y que todo lo que existe debe ser racional en virtud de su nivel cognoscitivo. Somos las personas más hipócritas, nos encanta jugar con los significados.

Para muchos, nuestra existencia es real porque la cuestionamos, pero si alguien que padece de esquizofrenia jura y afirma que existe algo más que lo que vemos o sentimos, solo le decimos “loco”. Si esa persona se cuestiona la existencia de lo que él o ella percibe como real, ¿lo hace existir? Claro que no. Si no existe en nuestro espacio tiempo, entonces, no existimos porque nos cuestionamos nuestra existencia, existimos porque otros están para afirmala. ¿Pero cómo sabemos que esas personas son conscientes de que existimos? Pueden ser solo nuestro propio pensamiento tratando de hacer que existamos, entonces estamos pensando y no existiendo, estamos ligados a un pensamiento con existencia propia que al mismo tiempo es consciente de la existencia de otros pensamientos, como si todos los pensamientos estuvieran interconectados a un mismo lugar donde se reúnen todos y somos conscientes de que existen las personas de nuestro alrededor con un pensamiento propio, pues somos solo un cuerpo pegado a una mente que necesita de un pensamiento para existir o se vuelve un cuerpo que los demás pensamientos no reconocen como otro pensamiento. Siempre decimos: “qué loca esa señora que le habla a las plantas, como si pudieran escucharla”, pues somos conscientes de los cuerpos que no tienen un pensamiento. Entonces, todos los pensamientos se reconocen entre sí y forman parte de un solo grupo que llega a ser tan parecido como diferente a lo que pensamos u opinamos; cada mente es un mundo, pero nunca sabremos si todas las mentes tienen un mundo.

Las cosas existen porque en nuestros pensamientos existen. Que sea real es algo muy diferente. Que algo por sí solo pueda ser pensado lo hace existente, mas no real. Tendría que existir en nuestro espacio tiempo y cumplir con las características que deben cumplir dentro de la ciencia para que fuera tomado en cuenta como algo real, y no solo como un término que se le da en nuestro pensamiento, pues nunca sabremos cómo se verá a los ojos de alguien más, ya que solo estamos conectados a una sola realidad, sin nunca poder observar el punto de vista de otros pensamientos.

Vivimos solo una realidad presente; no podremos ser conscientes de cuántas ya hemos vivido o si hemos vivido más de una. Nuestro pensamiento jugará con nuestra propia mente para borrar toda la información que pudiéramos saber, para no cuestionar si realmente estamos existiendo o pensando. He aquí donde yo les quiero hacer una pregunta: ¿sus pensamientos los controlan o ustedes controlan a sus pensamientos? Si analizamos la pregunta diríamos: “nuestros pensamientos nos controlan”, pero si tu propio pensamiento fue el que te hizo decir eso y llegar hasta esa conclusión, ¿entonces no existe algo más que solo un pensamiento acompañado de una realidad que nuestro propio pensamiento le dio un significado, donde nosotros mismos estamos dándole un propósito? Sea o no real lo que vemos, está siendo existente por nuestra propia mente que lleva consigo un pensamiento tan complejo y tan fácil de entender para todos.

Con tantos significados nunca podremos llegar a una conclusión. La pregunta de la existencia es tan difícil y compleja de responder, que preferimos resumir en lo que René Descartes ya nos había contado, pues cada que nos ponemos a cuestionarnos, nos surgen demasiados caminos por los cuales inclinarnos. Nunca llegamos a una conclusión, simplemente a un fin, el fin a una pregunta sin responder, una pregunta que seguirá siendo por muchos siglos: “Cogito, ergo sum”.

Un crisol de verdades es la contemplación filosófica

María Adriana Sotelo Villegas*

*Poeta y docente en la Universidad de Guadalajara, imparte clases de filosofía desde hace 31 años. Ha publicado en revistas literarias y científicas. En la actualidad, es jefa de la Unidad de Vinculación del Sistema de Educación Media Superior.

“La filosofía debe ser estudiada, no por las respuestas concretas a los problemas que plantea, sino por el valor de los problemas mismos.”

Bertrand Russ

El 2020 marcó una nueva realidad para la humanidad, con una pandemia que dejó muchas interrogantes en los sobrevivientes de este fenómeno mundial, sobre todo en jóvenes que, ante las crisis existenciales, generaron nuevas y viejas verdades contradictorias ante la incertidumbre del futuro.

Por ello, este año arrancó con nuevos retos, al manifestar que la presencialidad traería nuevas perspectivas en los contextos actuales, tanto para las y los estudiantes de bachillerato como para sus docentes, que han tenido la oportunidad de plantearse nuevos problemas con sabores añejos. Así, nace una nueva convocatoria para encontrarnos filosofando, entre diálogos y debates, en los cuales la lectura, la revisión, el análisis y la discusión de los temas fue fundamental para dirimir las diferencias en el proceso de las temáticas propuestas en la nueva edición de ensayo filosófico.

A través de los ensayos elaborados por las y los estudiantes del SEMS, se han logrado mantener las más serias preocupaciones relacionadas con el ser, con su mortalidad y trascendencia, con los retos que la vida impone y con algunas sospechas que genera el futuro. Y es que se cumple el propósito filosófico de reflexionar para comprender, de asimilar para proponer o juzgar para revelar nuevas incógnitas sobre la condición humana y los conflictos concebidos por ella.

Ante la diversidad, no es extraño observar como desafío las nuevas formas de convivencia, los cuestionamientos que nacen sobre la construcción social de nuevas identidades, preferencias o maneras de expresar la sexualidad humana. Por ello, ha sido estimulante encontrar en el contenido reflexiones como la de Nelly Guadalupe, alumna de la Preparatoria Regional de Amatitán: “Es tu libertad y solo tú debes aceptar la responsabilidad de tus acciones como individuo en la sociedad”. Esto motiva a pensar en la posibilidad de formar individuos con una conciencia social más comprometida, incluyente y proactiva.

De tal manera, la filosofía tiene un valor más allá que su utilidad, en la formación de las y los jóvenes que transitan la adolescencia con tantas observaciones de su entorno. Filosofar es liberar el espíritu humano en la formación de prejuicios contra otros seres humanos, es ganarle a la desesperanza o al miedo que generan las redes sociales o la narrativa del consumismo y la cultura de masas. A través de la reflexión filosófica, se experimenta la evolución del pensamiento, mediante medios dialógicos que se encuentran de forma natural y orgánica cuando se comparten para reparar las diferencias. 

Perspectiva de una adolescente acerca de la vida

Evelin Michelle Catedral Larios

Preparatoria 16

Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2023

Resumen

La vida es tan significativa, con múltiples conceptos. Pero realmente importa lo que tú creas, cómo llevas tu vida y cómo es que la vives día con día, puesto que cada persona puede llegar a darle un enfoque diferente. En la vida siempre habrá dudas y preguntas de lo que esto significa, pero este escrito muestra el enfoque de la existencia sobre la filosofía y la perspectiva de una adolescente en el tema, con apoyo de frases filosóficas y cómo se interpretan estas en la actualidad, dando un punto de vista distinto de lo que se creía en la antigüedad. Las dudas aumentan cada vez más; por eso, debes detenerte a mirar lo que trasciende en esta vida y si realmente la estás viviendo o solo estas deteniéndote por lo poco que se cree o crees en ti.

En el presente ensayo se documentará un tema particularmente interesante: la vida. A lo largo de la historia, filósofos de la antigüedad (Seneca, Sócrates) y de la actualidad (Judith Butler) han dado su perspectiva de lo que es la vida. Es así que la incertidumbre de la existencia surge cada vez más, pero, ¿cuáles son estas dudas? Estas preguntas sirven para conocer e indagar los misterios más grandes del universo como: ¿qué es la vida?

Dudas como esta han invadido a millones de personas a lo largo de la existencia humana. No solo a los filósofos, sino también a cualquier persona, pues todos en algún momento nos hemos detenido a pensar si las cosas que hacemos tienen sentido. Este ensayo, pues, indagará en la opinión y reflexión de los filósofos y la perspectiva de una adolescente.

La perspectiva de los filósofos se conoce a través de frases y libros que marcaron su trayectoria en filosofía; no obstante, conocer el pensamiento de una adolescente deja una incertidumbre aún más grande, ya que se intentan interpretar dichas frases y preguntas que hay acerca de la vida, como lo es conocer la relación entre el tiempo y la vida. Y es que la existencia es muy instantánea, porque el tiempo que tenemos es muy poco y la vida es muy corta.

La vida es tan impredecible y tal vez lo único que le da sentido es la muerte. Eso piensa una adolescente, que su vida cobrará sentido una vez que llegue la muerte digna ante ella y pueda descubrir que solo era un simple cuerpo existiendo. Sus dudas quedarán inconclusas, creyendo que tenía una buena vida, cuando lo único que ella fue es un simple cuerpo. Viendo que todas las decisiones repercutieron despiadadamente en tu destino, tal vez las elecciones que tomemos no sean las correctas, pero todas, ya sean buenas o malas, llevan a un lugar, quizá mejor, quizá peor.

Solo es cuestión de indagar en la curiosidad de lo que sucederá porque el sentido de la vida es la transcendencia. Es importante marcar la diferencia y poder vivir plenamente, pues la vida es lo que trasciende mientras esperamos afrontar la muerte de una buena manera. La trascendencia de la vida es tan desconocida que nunca se podrá saber qué pasará después; solo queda estar tranquilos y preparados para lo que la existencia nos pueda enseñar, para dejar este mundo con la mejor enseñanza posible. “La verdadera sabiduría nos llega a todos cuando nos damos cuenta de lo poco que entendemos acerca de la vida, de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.” (Platón, 2017).

El pensamiento de un filósofo tan particular como lo fue Sócrates tiene tanta verdad en una frase tan corta, pues deja un razonamiento sobre lo que es entender la vida.

Y como no todo es resolver la duda sobre la existencia, surge la incertidumbre de conocer si la verdadera sabiduría llega cuando entiendes la vida, a ti mismo y lo que te rodea. Es por ello que, más que dar una respuesta ante dichas preguntas, se formulan aún más preguntas para indagar entre aquellos pensamientos o cuestionamientos sobre la vida y lo que sucede mientras esta dura. “Mientras nosotros posponemos, la vida acelera” (Séneca, 2018). 

Otro filósofo particular fue Séneca que, con tan solo seis palabras, sembró el pensamiento de que entre menos nos atreviéramos a intentar algo nuevo, a crear vivencias y a descubrir lo que realmente nos apasiona, más rápido se nos iría la vida, ya que no sabemos cuánto tiempo estaremos aquí.

Es impactante cómo la vida se nos va sin hacer nada de lo que realmente queremos; por ello, es momento de levantarse y empezar a vivir el poco o mucho tiempo que nos queda. “Tampoco creo que la literatura nos pueda enseñar a vivir, pero las personas que tienen preguntas sobre cómo vivir tienden a recurrir a la literatura” (Butler, 2020). El criterio de esta filósofa es de los que más impacto puede llegar a generar, ya que esta frase no solo habla de la vida y cómo se vive, sino de la literatura, su importancia, su relación y por qué se recurre a ella. Es de las mejores frases sobre la relación de la literatura y vida.

Su pensamiento es revolucionario, con un enfoque más adentrado a cómo se vive y de qué manera se contribuye al pensamiento y la cotidianidad, ya que no es solo vivir para ti, sino vivir para hacer el cambio. Aunado a esto, consultar la literatura, el vínculo creado entre la existencia y el impacto que genera una frase, un libro, un escrito, puede enseñarnos cómo se vive y, no menos importante, cómo podríamos vivir.

En la filosofía la vida es un suceso tan maravilloso o fatal que cada quién la interpreta a su parecer y lo único cierto es que siempre existirán esas dudas, ya que nadie tiene el conocimiento absoluto para resolver todos aquellos cuestionamientos. No obstante, los filósofos dedican su vida a solucionar estas dudas.

Hablar de la vida es toda una incógnita, solo sabes lo pasajera e insignificante que es. Pensar como una adolescente es tan confuso y doloroso, todos los días se levanta con mil pensamientos y preguntas. El razonamiento de la vida duele, tener que detenerse para sentir ese golpe de la realidad y ver que tus 17 años solo han marcado sucesos fatales que tal vez después o quizás nunca cobren sentido, pues diariamente analizas cómo se podría generar un cambio desde la perspectiva propia de vida. Aunque muchas veces ni tú conozcas el porqué de las cosas, intentas hacerte un ser de cambio, sobrellevando lo que puede ser la vida. No todo se trata de aprender a vivir; la existencia se va en un abrir y cerrar de ojos, en la sola preocupación de lo que sucederá mañana o lo que se espera que hagas después. Lo único cierto de la vida es lo inesperada que puede llegar a ser.

La vida no se basa en dedicar toda tu trayectoria a darle un sentido porque, como millones de personas dicen, la vida es muy corta, y realmente sí. Nuestra existencia es tan pequeña en la historia que no todos logran hacen el cambio y aunque tratan de buscar el significado de su vida, nunca lo pueden encontrar; se queda un vacío que nunca se puede revolucionar. Algunas historias de vida son tan tristes que nadie imagina que haya cosas tan crueles en este mundo; sin embargo, es momento de tomar conciencia de la existencia, levantarte, amar lo que tienes y agradecer lo que llegará a ti, trabajando constantemente en lo que te apasiona e inspira a poder vivir plenamente.

Bibliografía:

Butler, C. (2020). Cuerpo, memoria y representación. Ciudad de México: FCE.

Platón. (2017). Apología de Sócrates. Ciudad de México: FCE.

Séneca. (2018). Sobre la brevedad de la vida. Ciudad de México: FCE.

Tropicalidad noctura | Pablo Daniel Franco Gonzáles. Preparatoria 9

¿Nuestra identidad virtual determina nuestro valor?

Diana Valeria Reyes de la Torre

Preparatoria Regional de Huejuquilla el Alto

Módulo Mezquitic

Paticipante del Encuentro Filosófico del SEMS 2023

Resumen

Las redes sociales, como efecto de la globalización, son herramientas y espacios en los que en la actualidad nos comunicamos con otras personas, socializamos y exploramos el mundo y sus diferentes facetas. Se nos dice que creemos una cuenta en redes para socializar, para conocer otras personas, explorar, compartir nuestra vida y mostrarnos ante el mundo. Nunca vemos a las personas detrás de sus cuentas en redes sociales, sin embargo eso no nos impide idolatrarlas o embelesarnos con lo que nos comparten de ellos y “sus vidas”. Los seguidores que obtenemos o de los que llegamos a formar parte, pareciera que son el contador de nuestro valor y merecedores de reconocimiento. En realidad, la  cantidad no es el símbolo de tu valor;  con ella solo puede indicar un nivel de  popularidad. Una persona vale por su ser, sus acciones, su empatía, algo que esas cifras no demuestran.

Abramos con la pregunta que dio lugar a la inquisición de este ensayo: ¿el valor de las personas aumenta por la cantidad de followers que tenga en sus redes sociales?

Mi respuesta inmediata ante tal interrogante sería evidentemente que no, pero como en filosofía no es suficiente una negación tan contundente, es necesario introducir la constante incógnita: ¿por qué?

Bueno, yo la contestaré con otra: ¿por qué un número en un espacio digital, supuesto reflejo de la realidad, determina el valor de una persona?

Comencemos definiendo qué es valor. “Cualidad o conjunto de cualidades por las que una persona o cosa es apreciada o bien considerada” (Oxford Languages, 2022).

Entonces, valor es equivalente a las cualidades de una persona. Victor Kuppers de cierta forma expresa algo similar en esta ecuación: V= (c+h) * a. (Global Contact, 2017).

Es decir; Valor es igual a c (conocimiento), más h (habilidad), multiplicado por a (actitud). Entonces, el conocimiento, la habilidad o experiencia, y la actitud otorgan, en conjunto, valor a una persona, pero, en un medio digital como lo son las redes sociales, la cantidad de seguidores es un retrato a todo detalle de estas cualidades.

Las redes sociales y la globalización en conjunto han derribado fronteras territoriales y llevado la comunicación e interconexión a todos los rincones; son parte importante, por no decir principal, en la forma en que percibimos el mundo y la realidad que nos rodea. Por consiguiente, forman parte de nuestra interacción con los demás y la forma en que nos perciben. Es un espacio donde tenemos el control de lo que decidimos mostrar de nosotros; de lo que queremos consumir y cómo consumirlo, donde se puede crecer o aumentar de followers conforme creas más contenido y muestras más. Con solo ser una persona reconocida o famosa se crea un perfil con una mayor interacción. El mundo existe por las imágenes que se muestran en la pantalla. Conocerlo tal como se muestra, teniendo un objetivo y público establecidos, en vez de verlo como lo que realmente es, la urgencia por lograr el mayor alcance posible, confunde la cantidad de followers con el valor de la persona, y eso no es lo mismo.

Actualmente, la persona con más seguidores en instagram es el futbolista Cristiano Ronaldo con más de 576 millones. Distinguido y reconocido atleta, es una persona de mucho valor, pero no por su cantidad de seguidores, sino por la dedicación y determinación en su carrera profesional, por los reconocimientos que crearon su popularidad, la cual lo convirtió en una figura celebre y le dotó una cantidad abrumadora de seguidores. Entonces, como en la mayoría de los casos, ese número evidencia la fama o visibilidad de una persona. Pero, ¿estamos realmente percibiendo a ese individuo a través de las redes sociales o es en realidad la identidad que se forma a partir de la información que se nos proporciona de él la que está siendo valorada?

En un arquetipo más cercano (nosotros mismos) lo que expresamos y transmitimos por redes sociales no es del todo un cúmulo de lo que somos;  es solo un rose en lo superficial, un realce aparente de nuestra realidad. Nadie es 100% sí mismo en redes sociales. Incluso a veces son dos identidades diferentes en mundos diferentes, virtual y real, porque lo que se muestra es el resultado de un filtro de calidad y privacidad. Como usuarios solo mostramos ese 10% de nosotros y de los momentos en los que hacemos cosas interesantes, nos vemos bien, queremos llamar la atención; donde nos mostremos emocionantes o fuera de lo ordinario. Pero no nos pongamos a atacar a las redes por eso, ya que eso es lo que son y para lo que las utilizamos, después de todo sería muy incómodo mostrarte como eres todo el tiempo. “Hemos pasado de los medios emisores a los medios dialogantes (blogs, foros colectivos, redes sociales) que permiten a los individuos del mundo entero compartir, discutir y entretenerse sin verse en ningún momento” (Lipovetsky, 2023).

Ahora el objetivo de la divulgación y seguimiento en redes sociales abre la posibilidad de entrar en el mundo de las celebridades, el vedetismo es la regla a toda publicación, mostrar los realces de una vida, no de años sino de instantes, donde la identidad toma forma de la aparente y diminuta fracción del espacio-tiempo del individuo, donde pareciera que la vida no fuera una montaña rusa con altas y bajas sino una pendiente en ascenso a lo perfecto y estético. En palabras de Lipovetsky: “El mundo mismo ha entrado en el sistema de la celebridad. Lo que no se convierte en imagen y no se mediatiza, no existe” (2023).

Los followers no solo son un impostor del reconocimiento sino también un agente y pase seguro a la farándula y a la difusión como persona y como marca en el mundo digital; por ende, a la herramienta personal hostigante de publicidad que ocupa nuestra atención a diario, que implanta en todo usuario la necesidad de saber más, enterarse más y todo al instante para estar al tanto del mundo globalizado que se refleja a través de su pantalla.

Retomando la reflexión de Lipovetsky: “se busca menos un vínculo comunitario que la embriaguez de los contactos y las <<amistades>> renovadas sin cesar, el contacto infinito, la apertura a todas las posibilidades y a los encuentros, el juego con la propia identidad, <<otra vida>>” (2023).

Entonces bien, si sabemos que lo que una persona es en redes sociales es el fruto de lo que quiere mostrar y no su persona en realidad, no nos tomemos a pecho ni nos evaluemos con base en el fantasma de nosotros mismos, que toma lugar como nuestra carta de presentación al mundo globalizado. Nuestro valor no surge de nuestra visibilidad y popularidad en redes sociales, es más que eso; surge de nuestro conocimiento, experiencia y actitud, aunque tu valor no sea del conocimiento de todos. No todo lo valioso es centro de atención.

Bibliografía:

Anónimo. (2017). Obtenido de Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=OnPZNqtplsQ

Lipovetsky, G. (2023). La cultura-mundo. Barcelona: Anagrama.

Oxford Languages. (2022). Consultado en: https://languages.oup.com/google-dictionary-es/

Retos de la filosofía

Actualmente vivimos tiempos muy complicados donde la información, aunque infinita no genera confianza del todo o cuando nos preguntamos porque suceden las cosas, las tendencias en redes sociales o medios van determinando una nueva idea de validación y eso hace que cuestionarnos el origen de los conflictos en la vida cotidiana o los hechos por sí mismos, cuando nos confrontan día con día a los seres humanos.
Por ello la Filosofía una excelente forma de generar un sistema de investigación, discusión y reflexión sobre el conocimiento producido por las personas, entonces, se tiene la oportunidad por medio del Ensayo Filosófico realizar introspección con los estudiantes al cuestionar la realidad y el orden de las cosas. Así mismo se cumple con el propósito de construir argumentos que den explicaciones sobre los problemas que surgen existiendo.
Los retos que enfrenta la sociedad con su entorno natural o los problemas clásicos de la filosofía es una constante en la construcción de la realidad a pesar que es tan cambiante y compleja, sin embargo, como es el caso de los siguientes textos realizados por Regina Victoria Olivares Giffar y Guillermo Saúl Iberri Enríquez ambos estudiantes de la preparatoria Jalisco nos exponen sus puntos de vista sobre temas tan complejos como: en relación entre la culpa y el sobreviviente o la extinción de lo humano por la comodidad que nos da la automatización tecnológica
Sus ensayos nos provocan pensar en la violencia extrema o las situaciones límites que cambian las perspectivas de las personas actualmente también en las formas de coexistir en sociedad, no solo como se sobrevive en ellas, sino todo el complejo moral y psicológico del sobreviviente.
Entonces la filosofía nos da forma de entender la información producida los mecanismos del orden y el control en los juegos del poder en la sociedad. Por ello los planteamientos de Regina Victoria y Guillermo nos exponen dilemas o conflictos que surgen cuando la mente humana confronta con responsabilidad la vida o existencia.
Los ensayos de los estudiantes nos hacen reflexionar con cierto grado de profundidad en su búsqueda del privilegio o comodidad nos esclaviza a tal punto que rasgos deshumanizantes tan imperceptible que sentimientos, propósitos y objetivos van conformando un símbolo de felicidad o libertad, entonces, la explotación de la naturaleza o la esclavitud en las personas se genera sin medir las consecuencias.
Cabe indicar que una actitud de sospecha siempre habita en el pensar filosóficamente, por ende, es natural no aceptar las verdades absolutas para salvar las dudas inmediatas o declinar absolutamente al pensamiento dogmático que pueda interferir en la evolución ser humano, es rasgo natural de la filosofía o sospechar de todo lo que ello implique, incluyendo sus deseos infinitos ante una condición humana tan limitada.

María Adriana Sotelo Villegas

Poeta y docente de la Universidad de Guadalajara, imparte clases de filosofía desde hace 29 años. Ha publicado en revistas literarias y científicas. En la actualidad, es jefa de la Unidad de Vinculación del Sistema de Educación Media Superior.

De hombre a máquina y de máquina a esclavo

Guillermo Saúl Iberri Enríquez

Preparatoria de Jalisco

Resumen

Este ensayo tiene el principal propósito de demostrar cómo el ciudadano promedio del siglo XXI se rige no por sus decisiones sino por los intereses de la sociedad, dando como resultado individuos que son incapaces de ejercer su libre albedrío de una manera íntegra y completa y el por qué esto es un claro ejemplo de deshumanización en nuestra sociedad, la sociedad del siglo XXI no busca el bienestar de las personas, sino que solo busca el producir y consumir de manera constante e ininterrumpida acosté de cualquier individuo

Palabras claves: sociedad, libertad, trabajo, humanidad, automatización

Como individuos de la sociedad actual gozamos de muchas libertades, como por ejemplo ir a donde queramos, estar con quien queramos y hacer lo que queramos, ¿pero es esto siempre así? Podemos hacer esto cuando deseemos o solamente cuando nos den la libertad de hacerlo, y más importante aún ¿quién nos da la libertad de hacerlo? ¿Somos nosotros o alguien más? Todo esto me lleva a la siguiente pregunta ¿Es realmente la sociedad del siglo XXI libre? Según Platón “la libertad está en ser dueños de la propia vida” entonces, ¿se podría decir que el hombre no es realmente libre? En la sociedad actual se sufre de la mecanización del hombre, este concepto deriva de la deshumanización lo cual quiere decir que al ser humano se le retiran características, acorde a este y se le agregan otras características ajenas al mismo como bien podrían ser los de una máquina o un animal. Nuestra sociedad actual sufre de esta nociva conducta por parte de múltiples entidades laborales de diferente índole, la sobreexplotación del trabajador tratándolo como si fuera una máquina sin sentimientos, propósitos y objetivos, la poca empatía de las empresas, hace que estas menosprecien e incluso no tomen en cuenta las libertades de sus empleados, es una cosa que con el paso del tiempo se ha ido normalizando he incluso glorificando, es menester entender que estos comportamientos se dan en gran parte de los ambientes laborales y por no decirlo de otra forma en casi todos, así que si, la sociedad del siglo XXI no es libre al ser esclava del sistema que ella misma perpetua por medio de sus acciones al igual que de su nula conciencia al trabajar ciegamente por y para entidades de mayor fuerza, “La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento”(Han,2010, la sociedad del cansancio). Pero esto va más allá de la sobreexplotación de los trabajadores, esto va más dirigido a la falta de empatía y la automatización que se va generando en torno a este tipo de ambientes al igual que los problemas que estos acarrean en la sociedad, una persona que deja de ser considerada como un ser humano siente eso mismo, que ya no es un individuo, que simplemente se ha vuelto un objeto más en este mar convulso y caótico que llamamos sociedad, esto desemboca en una variedad de problemas y complejos para el individuo en cuestión, como por ejemplo estrés, ansiedad, depresión, insomnio entre muchos otros “Un estudio de la OIT acerca de las políticas y programas de salud mental concernientes a los trabajadores de Alemania, los Estados Unidos, Finlandia, Polonia y el Reino Unido muestra que la incidencia de los problemas de salud mental está aumentando, hasta el punto de que uno de cada diez trabajadores sufre depresión, ansiedad, estrés o cansancio, que en algunos casos llevan al desempleo y a la hospitalización.”(Organización Internacional del Trabajo [OIT], 2000)

 El estar en una sociedad laboral tan frenética e imparable hace que la mayoría de las personas no se preocupen por su salud ni física, ni mental, incluso llegando al punto de ir en condiciones de malestar con tal de no perder un día de trabajo, ya que en consecuencia estos se verían con recortes en el sueldo laboral que los cargos superiores les impondrán, y esto demuestra una vez más que las empresas no ven al hombre ni a la mujer como personas, sino simplemente como un par de manos obligadas a trabajar por la necesidad monetaria de una empresa, por el deseo de una productividad incesante que pueda sostener el peso del consumo materialista de la sociedad contemporánea de la que irónicamente formamos parte, y esa también es otra parte de suma importancia para entender el fenómeno de la mecanización y la sobreexplotación laboral, es necesario entender que muchos individuos buscan a través del trabajo ganar la tan preciada recompensa monetaria no solo como una necesidad sino como una recompensa que puede hacerlos felices, pero como bien es sabido la felicidad es relativa, ya sea porque una persona se puede ir de viaje, puede comprar el último modelo de celular en el mercado o satisfacer el gusto que sea, todo esto solo conduce a una necesidad más, a volver a repetir los círculos viciosos de trabajo, paga y finalizar con la recompensa solo para que siga así, y si bien podría sonar como un comportamiento natural de la sociedad esto no es nada más que la mecanización en su máxima expresión, esto es por qué la sociedad es víctima de la sociedad y por qué el no trabajar en exceso para muchos es sinónimo de no tener lo que se desea, incluso si es a costa de tu salud, tiempo y estabilidad mental.

De esta manera vemos el panorama completo, vemos como el humano mecaniza al humano dándole complejo de máquina para luego rebajarlo a ser un esclavo más del programa laboral, un programa frío, inhumano con el único propósito de satisfacer a la sociedad para que esta misma pueda cumplir su meta de satisfacer al sistema laboral, es un ciclo de trabajo que se basa en el consumismo, en el deseo y en el desgaste para conseguir lo que se anhela “La sociedad de trabajo y rendimiento no es ninguna sociedad libre. Produce nuevas obligaciones. La dialéctica del amo y el esclavo no conduce finalmente a aquella sociedad en la que todo aquel que sea apto para el ocio es un ser libre, sino más bien a una sociedad de trabajo, en la que el amo mismo se ha convertido en esclavo del trabajo. En esta sociedad de obligación, cada cual lleva consigo su campo de trabajos forzados.” (Han ,2010, la sociedad del cansancio)

Es por eso que la sociedad en la que nos encontramos hoy en día no es una sociedad que nos da un libre albedrío o una libertad como tal, no es una sociedad que se base en el bienestar de sus ciudadanos ni tampoco que se preocupe por los mismos, es una sociedad que posee el único propósito de sostenerse a sí misma con la fuerza del trabajo y con el consumo ingente y descuidado de sus insumos, mientras nos vende la falsa idea de libertad, porque al final del día la mejor prisión es la que no parece una y la sociedad actual con todos los beneficios que implica vivir en ella es eso, una prisión que mecaniza a sus individuos haciéndolos carentes de todo ápice de autonomía más allá de lo que la misma sociedad quiere que piensen, sientan y hagan.

 No cabe duda que estamos en presencia de una sociedad de producción, consumo automatización y que sobre todo es incapaz de ser totalmente empática, estamos en presencia de una sociedad que ha olvidado todo remanente de verdadera libertad y que lo ha suplantado con una libertad artificial basada en el consumismo y la obtención de bienes materiales costosos para sentirnos bien con nosotros mismos mientras esta falsa libertad nos da la sensación de ser dueños de nosotros mismos cuando en verdad siempre estamos a merced de las órdenes de la sociedad laboral, cuando en verdad estamos bajo el manto opresivo de una sociedad que vigila cada uno de nuestros movimientos y castiga aquellos que se equivocan, una sociedad donde la disciplina se reemplaza por miedo, la libertad por engaño y la felicidad por una complacencia materialista insípida.

Pero ¿no hay ningún modo de volver a ser libres en esta sociedad que solo ve por los intereses materiales y no por los humanitarios? Esto solamente lo dirá la misma sociedad, el día que la sociedad recobre el verdadero sentido de la genuina libertad y de la felicidad verdadera más allá de una felicidad basada en lo material, ese día seremos una sociedad completamente libre sin ataduras ni cadenas, una sociedad que le da más importancia a su lado humano y no una sociedad que lo da todo a su artificial lado mecanizado.

Llegado el momento nuestra sociedad llegará a un punto de no retorno donde será más factible abandonar nuestra libertad, nuestros sueños y esperanzas y sucumbir al sistema de una manera abrupta y sin más opción, sin embargo, sólo si la sociedad decide liberar a la sociedad ese día jamás llegará y el ser humano podrá recuperar su humanidad, su destino y su felicidad, básicamente lo que nos hace libres y nos aleja de ser máquinas y esclavos

Bibliografía:

Han, B. (2010). La sociedad del cansancio (Spanish Edition). Herder Editorial.

Organización Internacional del Trabajo. (2000, 10 octubre) Un informe de la OIT estudia la salud mental en el trabajo enAlemania, Estados Unidos, Finlandia, Polonia y Reino Unido. Recuperado 8 de septiembre de 2022, de https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_008592/lang–es/index.htm

Angustia| Valeria Mendoza Bautista
Preparatoria de San José del Valle de Tlajomulco de Zúñiga

La culpa ante un hecho de sobrevivencia

Regina Victoria Olivares Giffar

Preparatoria de Jalisco

Resumen:
En el siguiente ensayo se responde a tres preguntas que hablan acerca del cómo es que el sobrevivir a un suceso traumático la gente pueda sentir culpa, así de también entender por qué ellos reaccionan de esta manera a ese tipo de situaciones y del por qué se dice que si sobrevivieron es porque tenían un motivo o una meta como tal, todas estas ideas planteadas en el escrito dado, junto con la filosofía principal de dos personas que dieron un gran aporte a esos temas de la vida. Hablando de cómo es que esta sensación de culpa llega a los seres humanos y del cómo esta de cierta forma podía ser evitada si se viera desde otra perspectiva a la situación sobrevivida, se dan varias definiciones de esta y se logra exponer de forma clara y concreta las ideas sobre la supervivencia, el sentido de la vida y la culpa.
Palabras clave: Culpa, supervivencia, vivir, individuo, traumáticas.

Según Freud, la culpa es como un dolor psíquico que se impone el propio individuo por haber traicionado al otro y por poner en riesgo su amor. Mientras que, por otro lado, la supervivencia según Darwin es lo que hace un individuo de una determinada especie para adaptarse al medio, dando así que el mejor adaptado es que el que sobrevive. Se conoce que el ser humano ha tenido que enfrentar estos dos conceptos a lo largo de su vida, por medio de situaciones traumáticas. En este ensayo se quieren contestar tres preguntas que tienen que ver con este tema.

¿Cómo las personas responden a situaciones traumáticas de supervivencia?, ¿por qué la gente se siente culpable al sobrevivir a ese tipo de situaciones? Y ¿por qué se nos dice que si sobreviven es porque tienen una “meta” como tal? Siendo como tal la segunda pregunta el tema más central de este ensayo.

Se dice que la gente al tener este tipo de eventos traumáticos en su vida puede llegar a tener un síndrome conocido como “la culpa del superviviente”. Este síndrome es una alteración emocional que se desarrolla en personas que han vivido este tipo de hechos traumáticos y de los cuales han puesto en peligro sus vidas y/o la vida de alguien más cercano a ellos que termina con un suceso de muerte hacía esa otra persona y no hacía uno mismo. Este caso lo podemos ver tanto en

situaciones pasadas como la segunda guerra mundial o el 9/11, así como en la actualidad con la pandemia del Covid-19 o la guerra entre Rusia y Ucrania. De esta manera se puede responder a la primera pregunta de este ensayo, en donde se pregunta cómo es que las personas responden a ese tipo de situaciones traumáticas de supervivencia, y aunque esta reacción no podría ser como tal algo general (o sea que se de en todas las personas), llega a ser una de las reacciones más vistas en este tipo de personas. Pero ahora que se sabe de esto, se puede plantear la segunda pregunta, que es ¿por qué la gente siente culpa por haber sobrevivido? Se tiene entendido que la gente puede llegar a tener un síndrome, esto como un causa- efecto de la situación, pero ahora debemos plantearnos el porqué de este sentimiento. Hay muchas razones tanto psicológicas como filosóficas pueden dejar en claro el por qué. Según el filósofo Karl Jaspers existen cuatro tipos de culpa: la criminal, la política, la moral y la metafísica, cada una se implicaría con la responsabilidad individual o colectiva, así como para evitar que se trivialicen las discusiones y que esta se generalice peligrosamente, o también inculpando a los inocentes o exculpando a los culpables. El ser humano ha crecido en un entorno donde el error, la distracción, la falta de atención e inclusive al no cubrir las expectativas propias, provocan ese sentimiento de culpa, aunque en el fondo deberíamos de conseguir cambios motivados no por el miedo a las consecuencias, si no que deberían de ser por asumir responsabilidad y crecimiento personal.

Desde el punto de vista religioso, el perdón llega a ser clave fundamental para la liberación de la culpa, sería la oportunidad de quedar limpio de culpa por medio de la fe, con este modo se puede entender que la liberación de la culpa constituye un punto neurálgico en el intento de la comprensión de la realidad de todo pensamiento filosófico y religioso. Aparte de ese punto, la gente siente culpa porque siente que la situación fue injusta, “¿por qué yo sí y ellos no?”, es una duda que posiblemente la mayoría de supervivientes se hace, pero también se puede decir que otras personas pueden llegar también a pensar esto, aunque ellos no hayan tenido que estar dentro de esa situación de supervivencia. A lo que llega a comentar Karl Jaspers, el pueblo también puede asumir algún tipo de culpa política y moral por no haber hecho algo para haber evitado esos crímenes creados por los otros, además

de sentir que es su responsabilidad y solo hacer como si nada hubiese pasado (lo cual es un factor malo en respecto al sentimiento de culpa, que podría ser la evasión).

Por lo que se puede entender con toda esta información, las personas como tal, pueden sentir culpa porque moralmente y/o éticamente sentimos que lo que hacemos se siente incorrecto, un punto de vista que se puede pensar, es que los supervivientes sientan esta culpa porque no pudieron ayudar a los otros, porque no pudieron hacer que ellos sobrevivieran, pero por otro lado de la situación, ellos no pudieron tener el control de ninguna de esas situaciones traumáticas, uno nunca sabe que puede pasar, pero tampoco podían poner la vida de ellos en juego, es aquí en donde la supervivencia y el sentido de la vida podrían entrar. Se tiene entendido, que para vivir se necesita de cierta forma un motivo, un sentido, ya que eso provoca que la gente pueda ver más allá de su propia vida. El filósofo Viktor Frankl comentaba que la gente de los holocaustos si sobrevivían era porque tenían una meta. Con esto se puede hablar respecto a la última pregunta, ¿por qué se dice que si sobreviven es porque tienen una “meta” como tal? Esta pregunta viene más a base de un pensamiento que el mismo Viktor tenía, al haber sobrevivido a varios campos de concentración por tres años, pudo crear un método terapéutico conocido como la logoterapia, la cual está basada en el sentido o propósito existencial. Frankl decía que muchos de los prisioneros del campo de concentración creían que la oportunidad de vivir ya se le había terminado, sin embargo, la realidad es que se les estaba presentando una oportunidad y un desafío, que si bien, podría convertirse en una experiencia de victorias, la vida es un triunfo interno o bien, que se podría ignorar el desafío y limitarse a vegetar. “Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud hacia la vida. Tenemos que aprender por nosotros mismos y, después, enseñar a los desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros” dicho por Viktor Frankl. Un ejemplo que pone él y que ayudaría a responder la pregunta es cuándo cuenta acerca de dos compañeros del campo de concentración, los cuales ya no esperaban nada de la vida. A uno de ellos le quedaba un hijo a quien adoraba y que lo esperaba en el extranjero, mientras que, al otro, le esperaba una publicación muy

importante que debía de concluir. El padre debía aceptar que nadie le reemplazaría y el científico que nadie podría finalizar su obra. Dos casos distintos que tienen metas y responsabilidades diferentes: una actitud de amor y una actividad creativa. Son porqués de sus respectivas existencias. “El hombre que se hace consciente de su responsabilidad ante el ser humano que le espera con todo su afecto o ante una obra inconclusa nunca podrá tirar su vida por la borda”, concluye Frankl.

Para Viktor Frankl, él logró sobrevivir porque encontró que el verdadero sentido de su vida era estar feliz por estar vivo. Con esto se puede entender que la clave de la supervivencia consistía en asumir el sufrimiento del campo como un reto a superar y encontrarle un sentido. La supervivencia es un tema del cual se puede pensar mucho, porque depende mucho de cómo la veamos, como dice Frankl, tratar de tenerle un sentido a la vida, podía ayudar a lograr tener una nueva oportunidad, además de hacer ver cómo es que la gente si sobrevivía era porque tenían un motivo para un futuro inseguro. En una conclusión de estas tres preguntas, se puede decir, que las personas al pasar por este tipo de eventos traumáticos pueden sentir culpa, pueden sentir que ellos al no haber ayudado a detener las muertes de los demás se llegaran a sentir mal, por ello, ellos llegaban a pensar que no se merecían salir adelante, pero algo que Karl Jaspers dejo en claro, es que la culpa no era algo ni bueno ni malo porque esta solo cumple una función junto con la ley y la ética, la cual sería regular el comportamiento humano. La culpa dependerá mucho del punto de vista de cada persona, ellos escogerán cómo tratar este sentimiento de culpa. En otro aspecto, sabemos que los efectos que causan esta supervivencia podrían ser algo distintos si ellos pudieran ver la supervivencia como Viktor Frankl la veía, que era tratando de encontrar un motivo que ayudara a esa persona a salir adelante, aunque su futuro fuera uno incierto. Tratando de decir, que el verdadero sentido de la vida para poder lograr una buena supervivencia es poderse sentir feliz por estar vivo como lo pensaba Frankl, ya que al vivir con esa culpa solo estarían condenándose a sí mismos, por acciones de las cuales nunca pudieron tener control.

Bibliografía:

Yuste, J. (2020, 1 junio). Quien encuentra sentido puede soportarlo todo: la sabiduría del filósofo Viktor Frankl – Cultura Inquieta. Recuperado 11 de septiembre de 2022, de https://culturainquieta.com/es/pensamiento/item/16854-quien-encuentra-sentido-puede-soportarlo-todo-la-sabiduria-del-filosofo-viktor-frankl.html

Los problemas coinciden

Dorian Hernández Vázquez*

Uno pensaría que, mientras más viejo se va haciendo, le van interesando problemas acordes a su edad. Pero de ser cierto esto, todas las personas de la misma edad reflexionarían sobre problemas similares. Estas hipótesis son fáciles de poner a prueba; basta con mencionar en un salón de clases de bachillerato los temas que al profesor le preocupan. Si notara que los alumnos no están enterados, la afirmación se cumpliría. De igual modo, si les preguntara a los alumnos sobre sus temas de interés, es posible que el maestro no tuviera idea de ellos o una muy vaga.
Cuando trasladamos la cuestión a la investigación filosófica, la cosa empeora. Los problemas filosóficos son muy curiosos; por un lado, pueden coincidir entre investigadores porque alguien los puso de moda. Quizás, hubo un autor con ideas y argumentos lo suficientemente fuertes para mover la reflexión hacia una dirección. Por otro lado, cada quien trabaja sus temas de interés, y las discusiones filosóficas pueden versar en persuadirnos sobre cuáles son los problemas relevantes. Pero, nuevamente, los temas encuentran pensadores según el criterio de la edad. Sin embargo, está sucediendo algo a lo que debemos prestar atención: los problemas coinciden sin importar el criterio ni la edad; es decir, estamos reflexionando sobre las mismas cuestiones. ¿Por qué? ¿Qué ha pasado que en todos los niveles educativos y de investigación existe un interés generalizado sobre temas tan similares?
En los siguientes ensayos filosóficos notaremos esta intuición. Por ejemplo: Ander Santos Ponce sostiene que, en la actualidad, no tenemos la posibilidad de ejercer nuestra voluntad. La publicidad capitalista, el internet y los algoritmos, nos despojan de la ilusión de practicar la voluntad consciente y, para ser libres, debemos dominar el conocimiento y la voluntad. También, Danna Sánchez Robles afirma que, si nos preguntamos si es necesario que el arte tenga un compromiso social, es muy probable que la respuesta sea no, y pone muchos ejemplos de ello. El arte es un medio para representar la realidad, el cual es valorizado según ciertos valores éticos; por lo tanto, el arte tiene el objetivo de darle mantenimiento a la cultura y a la historia. Por último, Alexis Martínez Benítez nos dice que vivir en un mundo consumista ha robado nuestra identidad y ha mercantilizado lo que somos, nos hace ajenos a nosotros mismos. No somos lo que consumimos ni lo que participamos del espectáculo. La autenticidad es posible si nos resistimos al consumismo.

*Licenciado en Filosofía y maestro en Estudios Filosóficos por la Universidad de Guadalajara, es profesor en la Preparatoria de Tonalá desde 2015. Imparte las asignaturas de filosofía y ética, así como la de comprensión de la ciencia. 

La guerra entre la publicidad y la libertad

Ander Emiliano Santos Ponce

Preparatoria de Jalisco

Resumen
A lo largo de este ensayo, buscaré demostrar cómo el sujeto común no tiene la posibilidad de ejercer su voluntad, dado que las hordas de publicidad enviadas por el mundo capitalista en el que vive no solo lo rozan, sino que lo dominan por completo. Aunado a esto, propongo la necesidad de generar conocimiento para librarse del dominio de la industria publicitaria.
Palabras clave:
Libertad, publicidad, conocimiento, voluntad, consumo.

¿Qué tanto hemos cambiado desde que llegó el Internet a nuestra vida cotidiana? ¿El Internet y las redes sociales se han apoderado de nuestra conciencia? Me atrevo a decir que la sociedad —aquella que desde una pequeña pantalla puede acceder a grandes mares de información— está contaminada por una falta profunda de libertad. Dice Herbert Marcuse que:
La cultura industrial avanzada es, en un sentido específico, más ideológica que su predecesora, en tanto que la ideología se encuentra hoy dentro del propio proceso de producción […] Los productos adoctrinan y manipulan; promueven una falsa conciencia inmune a su falsedad. Y a medida que estos productos benéficos son asequibles a más individuos en más clases sociales, la adoctrinarían en la publicidad y se convierte en modo de vida (1993).
Las páginas web nos conocen, y nos conocen muy bien. Nos conocen tanto que son capaces de acertar antes que nosotros si padecemos una enfermedad o estamos en un estado irregular. Así de poderosos son los algoritmos, que se nutren constantemente con nuestra información. Su comportamiento es similar al de una persona con la que convivimos habitualmente; la diferencia radica en que estos algoritmos nos monitorean todas las horas del día, todos los días, apropiándose continuamente de nuestra información y nuestra vida. El problema radica en que un algoritmo nos terminará conociendo más de lo que lo hacemos nosotros mismos. Y esto me recuerda las palabras de Sun Tzu: “Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla” (2003).
Me pregunto entonces: ¿cuánto peligro hemos de correr si, en nuestra travesía en un mundo que avanza tan rápido, no se nos permite conocerlo ni conocernos? ¿Nos enfrentamos a un enemigo extraño e incontrolable?
Practicar la voluntad logra el conocimiento propio; las opciones se revelan cuando se les reconoce. De la misma forma; para que exista libertad, es necesario dominar estos dos factores: conocimiento y voluntad. Por ende, cuando se ausenta uno de ellos, podemos decir que se genera una deficiencia en el manejo de la libertad. Y eso es justo lo que padecemos del mundo tecnológico.
Para poder funcionar económicamente, y debido al alcance que tienen, las redes sociales y las páginas web ofrecen servicios de publicidad. ¿Y de qué manera pueden tener certeza de influir en los usuarios si no es a través de la información que ellos mismos proveen? No es coincidencia que, cuando buscamos artículos en la web, nos bombardeen con publicidad relacionada en todas las plataformas que usamos —especialmente en Facebook—. Cuando nos damos cuenta de esto es que cobra mayor sentido el hecho de que existan modelos de negocios que aparentemente no tienen rentabilidad. Pero, pensándolo a profundidad, nos será obvio: no puede haber mayor negocio en las plataformas gratuitas que la recopilación y venta de la información de sus usuarios.
Por consiguiente, todos los días somos víctimas de la publicidad en las redes sociales, y esa publicidad nos hace desear cosas. De esa manera, la publicidad a la que somos sometidos no es únicamente mercantil, sino también política y social, lo que puede contribuir a crear una visión tergiversada de la realidad en la mente de las personas. La publicidad nos manipula, de modo que el marketing es experto en crearnos necesidades. Su objetivo es conseguir la venta de un bien o un servicio a cualquier costo. No obstante, en el camino que debe tomarse para crear aquella carencia, se encuentra casi siempre con la ansiedad y el desasosiego del consumidor. Y así pensamos en historias de personas que se han vuelto compradoras compulsivas.
Vivimos en un mundo tecnológico donde tenemos acceso a mucha información, ya sea para el entretenimiento o el conocimiento. En este ambiente moderno en el que somos bombardeados por estímulos sensoriales de todo tipo, las redes sociales son, según las estadísticas presentadas por Amazon en la base de datos de Alexa (2021), las plataformas en las que las personas pasan la mayor parte de su tiempo en Internet. Y es normal, ya que las redes sociales generan, de manera rápida y sencilla, vínculos sociales importantes que han cobrado mucha fuerza en estos tiempos de pandemia. Pero eso no es todo: el Internet proporciona servicios prácticos que buscan facilitar la existencia del humano: comida a domicilio, paquetería instantánea en moto, pornografía y plataformas de películas y series son solo algunas de las cosas que las personas pueden conseguir fácilmente. Y, claro, en todas las plataformas que ofrecen estas posibilidades hay cientos de anuncios publicitarios, porque la economía capitalista genera que el espectador se mantenga consumiendo todo el tiempo.
En cierta medida, las redes sociales aprovechan nuestra falta de libertad para tomar decisiones por nosotros, sobre todo si estamos ya acostumbrados a que nos den lo que nos gusta. Sin embargo, nos encontramos en una situación donde todo lo que nos enseña la publicidad no es más que un truco, un viso de libertad que nos hace creer que elegimos lo que queremos, cuando realmente un algoritmo lo está eligiendo por nosotros. Esto no solamente nos limita en voluntad, sino también en opciones, pues las únicas opciones que tenemos son las que la publicidad y sus algoritmos quieren que tengamos. De esta manera, es innegable que las redes sociales limitan nuestra libertad y nosotros nos damos cuenta.
Pero, aunque nunca podamos conocernos ni conocer lo que nos rodea por completo, esto no debe ser algo que limite el que continuamente busquemos enriquecer nuestro conocimiento. Es así que una persona ignorante de sí misma es menos libre que aquella que se conoce más. Saber esto nos ayudará a reconocer que la publicidad busca hacernos ignorantes para que compremos, sin dudar, lo que promociona. Las redes sociales nos brindan estímulos placenteros para hacernos ver por más tiempo la publicidad, pero es necesario que estemos conscientes de ello para poder sobreponernos. El Internet está lleno de información que nos puede dañar si lo usamos inadecuada o descuidadamente. En cambio, si lo utilizamos bien, el Internet podría ayudarnos a ser mucho más sabios y, con ello, ganarle la guerra a la publicidad y conseguir, por fin, nuestra libertad.

Bibliografía:

Alexa, an amazon.com company (2021). Top cities in Mexico. Recuperado de la base de datos de Alexa, an amazon.com company.

Marcuse, H. (1993). El hombre unidimensional, ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada. Barcelona: Planeta-Agostini

Sun Tzu. (2003). El arte de la guerra. Biblioteca Virtual Universal. Consultado en: https://biblioteca.org.ar/libros/656228.pdf

 


Crucial vital| Joscelyn Margarita López Ruelas. Preparatoria Regional de El Salto