Desenredando la realidad

Dorian Hernández Vázquez*
*Licenciado y maestro en filosofía, egresado del doctorado en humanidades. Es profesor de filosofía y ética en la preparatoria
de Tonalá. Sus intereses académicos son la ética, filosofía de la ciencia, epistemología y argumentación.

Los ensayos filosóficos tienen el objetivo de aclarar problemas. Puede resultar muy sencillo que ese sea su propósito. No obstante, es de las actividades académicas las complejas por hacer. Aclarar problemas no es un trabajo menor. La realidad es compleja por dos razones, por un lado hay demasiados problemas para pensar, y por otro, casi siempre cada problema está enredado con otros más, haciendo complicado no solo pensarlos, sino también resolverlos. Por lo que hacer un ensayo filosófico es de las actividades académicas y humanas más difíciles. Nos hemos acostumbrado a ver la realidad enredada, los problemas que están ahí, frente a nosotros, se han vuelto casi invisibles precisamente por dejarlos ahí, sin pensarlos. Se suele argumentar que, dado que no los resolveremos porque nos rebasan, entonces no hay necesidad de siquiera pensarlos. Partimos de la idea de que están ahí y siempre los estarán. Que quienes los pueden resolver no somos nosotros y solo hay que esperar a quienes pueden hacerlo, lo hagan. Cómo si pensar un problema no basta para solucionarlo.
Es posible que sea cierto, un problema además de ser pensado debe solucionarse. Y entonces la filosofía llega y nos dice que su objetivo no es resolver problemas sino aclararlos. ¿Por qué aclarar problemas y no resolverlos? Una parte de la respuesta es porque, como decíamos, hay problemas que su solución esté en manos de otras personas, por ejemplo, políticos. Pero, no es deseable quedarnos con la actitud de no pensarlos porque no podemos resolverlos. La razón es que, los problemas nos
impactan de forma humana, es decir, aunque los problemas sean difícil de verlos, podemos sentir lo que causan. Muchas veces los problemas causan en nosotros dolor. Y vivimos confundidos pensando en que no tiene sentido pensarlos porque no se pueden resolver. La filosofía afirma que aclarar un problema es más que pensarlo, en otras palabras, cuando aclaramos un problema lo que hacemos en el fondo es desenredar la realidad, y eso causa en nosotros cierta paz que nos permite seguir en el mundo, con más calma, más tranquilidad y más claridad.
Así pues, es tan importante el ensayo filosófico en bachillerato, cuando tratamos de aclarar la realidad desde temprana edad, eso nos podrá ayudar a tener una mejor calidad de vida. Así es que son posibles las competencias en el bachillerato. Los alumnos tratan de aclarar un problema diciéndonos cómo creen ellos que es el sentido y orden de una pregunta. Defienden un punto de vista con argumentos, y el lector encuentra cierta paz al saber que los problemas que le preocupan son entendibles. Entender cómo y por qué suceden las cosas nos ayuda a lidiar con ellas. Por qué las preguntas son importantes y por qué ciertos problemas todos deberíamos pensarlos por su importancia humana. En el fondo, un ensayo filosófico nos ayuda a cumplir el propósito de la filosofía: vivir mejor.

Nota preliminar

Irma Guadalupe Bautista Delgado*
*Licenciada en psicología y maestra en filosofía por la Universidad de Guadalajara. Es docente de bachillerato y participo con poesía en el libro “En la búsqueda del abba”. Dirigió la revista y el taller de literatura “Toquidos a la puerta” en el centro cultural mixcoacalli.

Las palabras se han ido instalando como huéspedes de remotas ciudades,
vienen en tranvía, por la carretera y entre los pies de los que corren. Han
llegado hasta aquí, hemos de seguirlas, de vaciarlas, pasarlas de una en una hasta que formen largos collares que podamos colgar en la noche bajo las lámparas, de árbol a árbol. Siéntate aquí y conocerás los insectos que viven bajo las pieles, escucharás los regaños que sacudieron el alma de los chicos que van aprendiendo a vivir, a entender esto detrás de los miedos; esos miedos que se acurrucan cuando la música favorita no es compatible con los deseos. ¿Quieres que te diga cuántas gotas caen en la madrugada cuando el alma se encuentra perdida?, ¿quieres que tomemos el camino que nos arrojó al olvido?

Aquí hay voces de seres de todos los mundos, debes hojear con lupa, necesitarás quitarte de los ojos la retina donde se fuga la calma, esa que sobre la vista empaña la sinceridad de la locura. ¿Nadie te ha dicho que los
chicos han venido a dejar los aguijones prestados?, que las chicas vienen con los cabellos teñidos buscando abrazos escondidos dentro de los cocos. Leé, deletrea, juega con el azar, que el destino nos pagó la cena por adelantado; te invito en otoño al pie de la playa a contemplar las fuerzas que se nos han escapado entre la rabia.

Puedes elegir en este espacio si vas en barco o en patineta, las bicicletas son más cómodas cuando entre horarios escolares los chicos se enamoran. Ellos se han animado a pedirle a cupido la flecha de lo incierto, se han atrevido a alzar la voz por aquellos que han muerto y que no conocieron; a ellos les debemos éste escenario de magos, poetas y arlequines. ¡Adelante, adelante!, toma un número al azar y las palabras te guiarán hasta tu asiento. Puedes tomar fotos, alzar un copa o llorar, los poetas de este sitio te reservan espejos que brillan a multicolor silencio.

Paraíso

Ernesto Gabriel González Santiago | Preparatoria 7

Blanco cielo me arropa
tela suave de ángel
cayó a mí la nube


En tierra sin suelo
lugar prometido por voces
escondido tras rejas doradas
resguarda mi calma en ayuno

Probando a Dios cada mañana
dosificada benevolencia
ingesto perdón


Un porqué divino
diagnosticado por venas y tics
resurecté para entender

Alejarme de lo banal
del dolor de los besos
marcados en mis muñecas


Nada importó entre arcángeles
los pecados me revocaron
mostrados en pruebas y pelo débil
fui lienzo de un nuevo testamento

Conociendo el Edén
su esencia se impregnó en mí
inocua, insabora, inescapable


Buscando la eternidad
arranqué mis puntadas
salté de estas nubes
con la anestesia
aun en mis alas

Esquina la huesuda

Juan Pablo Vázquez Luna | Preparatoria 7

No encuentro 

La lira sucia ebria

Fotos 

      Luces 

             Sombra

Fresas del entierro 

Tela fúnebre 

Velo del subsuelo

deambulan el alba 

sucia

Gata de viñedo

obscuro 

Andragos

góticos 

   Golfa de negro

(Te) la tiras 

Pared 

 líneas quemadas 

Cigarrillos de

 Cordura pulmonar

Tripas

   Tu suelo

 plumas de algún ruiseñor 

 (vivió las miradas de espiral)

Muerto palmita 

Palmita lento 

Muerto llora 

Putrefacción 

un suelo callado de voces 

Susurrando plomo

vaginas apretadas

Buenas noches 

te esperaré

no estarás 

Pagando la lujuria 

opacando

 memoria

Ayer 

      Una

            Prostituta

L i n fo c i t l á n

Ernesto Gabriel González Santiago | Preparatoria 7

por allá va el germen

mostrando sus prendas nuevas

impregnas de marcas

ADN ajeno

cuidado

peligro

al salir a trabajar

verá la belleza nata y cultivada

en cada pieza de hogar

y con unos          

clicks

y unos 

flash

será la nueva epidemia

guarden a sus niños

jóvenes, susceptibles a la enfermedad

en él ven lo raro, lo extraño

se fascinan en sueños húmedos

con piel y genes de otra tierra

escondan el arte

música nativa

encuadre tradicional

sepias nostálgicas

vendrán a pintarnos de blanco

para el ojo poco entrenado

adiós, germen

esperamos no vuelvas

que hayas disfrutado de tu experiencia

sin muchos aprendizajes

para

ctrl C

ctrl V

gritarás a tu gente del mundo

el horror que es la poca difusión

y lo excelente que quedará

un Resort Spa 

All Inclusive

para dar de comer a tantos

de ambos lados

Conected
Preparatoria Regional San Juan de los Lagos
Dayana Ángel Márquez

Réquiem

Josué Jiménez García | Preparatoria 8

Rompo en llanto
mantenerme es muy complicado,
día, tarde, medio día, noche,
intervalos, compases, claves.
Cada nota siguiente
más tensión.
El círculo de C# me ahorca.
La punta de mi arco
es como una pistola
que intrépidamente
apunta al lado derecho de mi cabeza.
Esté tocará el último disparo
con el ff más súbito del mundo,
para que luego el imprevisto pp
de mi cuerpo caer contra el suelo
sea la dominante
que me deje yacer.
Será extraño escuchar
las corcheas intensas de las ambulancias
que junto con llantos intercalando
en negras y blancas del público,
llegarán a un terrorífico
y desgarrante destiempo.

Brillo | Pamela Abigail Romo Raymundo | Preparatoria Regional de San Juan de los Lagos

ff es fortísimo.

pp es pianísimo.

C# es do sostenido.

Ya no es mi turno

Vanessa Naomi Puga Ayón / Preparatoria 5

El color blanco, un trozo de papel, la textura del mismo, líneas;
no hay espacio para que mis ojos las perciban a todas ellas.
No hay más, no tengo nada que no sea;
una pluma, una piedra y un papel
para plasmar lo que soy, lo que siento.
Al final somos un conjunto de piel y huesos entregados a la tierra,
a los granos de arena que podemos tocar,
que las palmas de nuestras manos y pies pueden tener.
Soy todo y nada, existo o simplemente no,
estamos a una decisión, equilibrados en la cuerda,
una cuerda de hilo delgado que corre el riesgo de soltarse, de soltarme.

Esa es mi cabeza, la que me ilusiona o decepciona,
la que me insista a volar y correr
la que me toma, me estruja y me avienta lejos,
al abandono, a la intemperie,
donde lo único que tengo son mis alas en migajas
que forman parte de lo que fui, de lo que un día existió.
No más sombras, hay ausencia de luz;
no más luz, hay ausencia de luna;
nada nos ilumina, nada se asoma, nada nos conforma, ya nada somos en la memoria.

Una ilustración, una letra, una palabra, un enunciado que…
¿Formará parte de alguien más? ¿Mi existencia será la de alguien más?
No quiero, no puedo, ya no es mi turno.
¿Será el de alguien más?
¿Serán nuestras memorias las de alguien más?
Es que no sé si mi conjunto de piel y huesos a alguien más lo haga sentir,
si lo puedan beber o si logre estremecer.
¿Será acaso el soplo de mi sangre es el que te haga sentir que estoy ahí?

Gone girl | Vania Navarro Gómez | Preparatoria 10

Necro s i s c e l e s t i a l

Víctor Agustín Vázquez Membrila / Preparatoria Regional de Tuxpan

Sobre mi sombra la herejía se verá extinta,

obstaculizando el paso de la luz en la miserable realidad de mis iguales,

buscando indefinidamente la revalidación personal de un ideal irreal

entre las llanuras vacías y estériles de mi pútrida alma en pena.

Renacen las cenizas de lo que alguna vez pude llegar a ser.

Beneficios vacíos he cosechado a lo largo de mi encarnación,

ignorando la divina enseñanza por mero egoísmo e indiferencia, 

anhelando opacar el resplandor auténtico de las desdichadas almas puras.

Alimento un falso sentido inherente que crece dentro de mí,

viviendo con los demonios que me incitan a pecar contra lo divino.

Arremolinados son mis deseos psicóticos por tener más.

Rasgando cada centímetro de mi agrietada y enrojecida piel.

Iracundo y mal oliente es el ser que miro al espejo, siendo 

comido por gusanos y devorado por ratas. El aroma a metal no desaparece e

inevitablemente me arranque la lengua a mordidas por el dolor del castigo

ardiente que mi alma fue condenada a pagar por mi existencia indecente.

Lloro en la oscuridad, no por placer, más bien por dolor.

Una única vela ilumina las curvas desnudas servidas a la mesa,

jactándose de cualquier remordimiento moral, se desencadena el deseo carnal.

Una y otra vez los jadeos retumban en mi cabeza. Lloriqueo entre gruñidos

Ritual sanguinario, excitación inmoral, ultraje infernal, todos pueden mirar.

Inevitablemente el clímax tiene que llegar. El sudor resbala por nuestros cuerpos.

A punto de culminar, la velocidad aumenta, pero esto no conoce un final.

Internamente soy devorado por mis deseos de arrebatar la dicha.

Rabioso como un lobo, incontenible como una hiena, violento sin razón

Aparentemente, ante el juicio final el perdón no he podido encontrar.

Gano peso por mi pecado, mas pierdo mi humanidad con cada bocado.

Untándome de grasa y manteca, mi cuerpo no resiste la tentación.

Llamo a esto un escape de la nauseabunda realidad.

Amorfa y descompuesta es la masa que llamo alimento

Encuentro injusticia en lo que tengo, deseo lo ajeno sin remordimiento,

no puedo salir de este bucle de falacias sin razón aparente, así pues

viviendo de deseos y no de oración, el arrepentimiento ya no es una opción.

Imponiendo mi egoísmo por encima de lo que verdaderamente importante.

Dolor es lo único que percibo, a excepción del olor putrefacto de mi carne.

Incito a mis demonios a tomar el control cada vez que miro la dicha impropia,

amparando la falsa esperanza de haber cosechado la gratitud en el pasado

Pecar es cansado,

escribir lo es más,

rezar es una pérdida de tiempo.

Es mejor no esforzarse. 

Zorros carcomen mi carne.

Aun es muy pronto para levantarme.

Igual de desdichados son todos en este limbo que llamamos tierra.

Normalizamos la inmundicia y nos escondemos de la cruda verdad.

Fingimos ser felices entre las colonias de ratas hambrientas que buscan el calor.

Infinito será pues el sufrimiento al que estaremos todos condenados.

Entrañable será la agonía y la tortura de la que somos merecedores.

Renunciar ya no es una opción, la sentencia ya está dictada en el libro del fin.

Nadaremos entre el excremento y la sangre hirviendo de nuestros hermanos.

Olas de cadáveres cubrirán el horizonte teñido de rojo y del cielo lloverá sangre.

“Hard to let go” | Luz Paola González Torres | Preparatoria 11



Nota Preliminar

Adán Meza Álvarez
*Docente de Asignatura B en la Preparatoria No. 15 del SEMS; Jefe del departamento de Comunicación y Aprendizaje; Responsable del Programa de Fomento a la Lectura y Expresión Escrita. Aficionado a la lectura y a la escritura creativa, ha publicado un par de cuentos en la antología Mar de voces del SEMS.

Expresarse a través de la literatura es una de las tantas formas de crear arte, el escritor, en este caso, moldea las escenas para dar su propia perspectiva de ciertos hechos. Ninguna palabra es casualidad, cada una encuentra su espacio exacto en la hoja para contar lo que se desea. Cada palabra al ser decodificada por el lector crea un momento de complicidad silenciosa, con sensaciones atmosféricas, emociones envolventes, enerando un goce estético único. La literatura es, pues, la razón, el sentir y la habilidad filtradas de manera fina, guiando así, la imaginación del lector en
dirección a lo más sensible: lo más doloroso…, lo más bello de un instante de la vida.
Esas emociones, atmósferas, sensaciones ya viven en cada persona, lo que
diferencia a un individuo común de un escritor, es que este se atreve a
desmenuzarlas por medio del lenguaje, letras ancladas sobre el papel,
corrientemente acompañadas de risas, asombro o marcas de algunas lágrimas.
En esta edición de la revista, conoceremos la esencia del buen realismo,
autoficción con marcos tan variados como el seno familiar; los pasillos de un tren en movimiento; la oscuridad de la noche; las aulas de una escuela, o lo insólito del deseo expresado sobre una cama. En estos espacios se develan historias que transitan por la desesperación de una madre al ver que su hija abrió un sitio para adultos; el arrepentimiento por una vida sin faltas; la incertidumbre del porvenir o el conflicto interno desatado por una crisis existencial a temprana edad.
Los personajes, por otro lado, van desde una mochila representando la tensión cotidiana de la vida escolar; viajeros en altamar viendo el océano como única salida de sí mismos; amantes en un deseo que los lleva a los límites de lo posible; hasta a un personaje ensimismado, cuyo único mérito aparenta ser la valentía de expresarse frente a una hoja de papel.
En cada uno de estos textos encontrarás el vaivén emocional de un estudiante del SEMS, creando literatura.

Lloré

Mariana Macías Rosado | Universidad de Colima

En la radio, una canción que dice mi nombre. Papá sube el volumen del estéreo que grita que no puede más. Mi nombre dicho de una manera en la que nunca lo había escuchado, con una agonía que tiene destreza para envolver el alma, con desesperado amor y ternura, con curiosidad alarmante que procura el cuidado. Tanto impactó, que no he permitido que me abandone. Le conté a mamá de mi melancolía. Como fondo, el piano decidido y la exclamación agonizante de mi nombre, que escogió con ansias, sin inspiración, con revelaciones y epifanías. Al escucharme, recogió y al terminar, me entregó, las manos con uñas rojas mal pintadas y con cuidado, otra vez, los pedazos de mi pobre corazón. Y me di cuenta de que, como ha sabido recoger mi alma, recogerá mi cuerpo, inerte por amor.
Lloré por ella, que me dejó pronto, porque la extraño sin poder recordarla, porque no estaba lista para dejarla. Lloré porque soy feliz, porque debería
serlo, pero no hay manera de negar que el abandono ha caminado junto a
mí, fiel y complaciente. Lloré porque la vida me ha estado abandonando por pedazos desde sabrá Dios cuándo, trozo por trozo, con tortura. Y mamá, que intenta recogerlos en el costal azul marino que rompe y vuelve a coser.
Lloré porque no le pertenezco a nadie. Lloré porque el intrínseco, humano deseo de ser el objeto de adoración y no el adorador, nada más no me abandona.

Observa
Ernesto González Santiago
Preparatoria 7

La mochila

Fernanda Rodríguez Alonso | Preparatoria 15

A las 5 a.m. me caí del sueño, me hundí en el sillón entre libros, apuntes y la computadora, hasta que la alarma sonó a las 6 am, 7 am entro a clases.
El tren parte de la estación, me jaloneó como si me quisiera quedar donde estaba, mis manos agarran la mochila de un muchacho confundiéndola con el tubo, mis pies se aferran al piso del vagón y esta mochila pareciera querer hacer lo mismo que ellos, como si alguien también me tomara de ella para no caer.
Imposible bajar de este tren atiborrado. ¿Por qué esta mochila pesa tanto? ¿Será el litro y medio de agua?, ¿los tres estuches?, ¿los cuatro “toppers”?, ¿el recopilador con las diez lecturas? ¿o el molcajete que metí porque no me dio tiempo de hacer una salsa? o, ¿lo que no dije en la discusión de ayer?… ¿el coraje que le traigo a la vecina?…

El tren casi llega a mi estación, alguien se prepara para salir y voy detrás de él aprovechando el camino que abre entre la multitud. Cruzo el puente sin entender por qué vengo a la escuela; la maestra con la que tengo clase no me cae bien, es tediosa, aburrida, ni se preocupa en tocar los temas de
su materia, porque está muy ocupada hablando de su vida y haciendo comentarios que me hacen preguntarme por qué tiene tantos grupos a su cargo.
Ya en la entrada de la escuela saco de mi cartera la credencial de la prepa, se la muestro al guardia y mientras la trato de guardar me doy cuenta de que le enseñé la tarjeta del Pollo Pepe, ni son del mismo color, pero a él no pareció importarle ese pequeñísimo detalle, me volteo como para echarle una mirada de desprecio, pero no lo encuentro, solo me veo a mí, con las ojeras hasta el subsuelo y con la espalda que parezco camarón; esa mirada de desprecio es para mí. La cartera no cierra, ojalá fuera por el montón de billetes que me cargo, pero es por las notas, dibujitos, una envoltura de Takis hecha bolita, hojas secas y una bolsita de té de tila que traigo por si se ofrece, ah, y claro, la tarjeta del Pollo Pepe… ¿Y eso cómo llegó ahí? Si yo soy
vegetariana ¿Será prudente limpiar está cartera? Llego tarde a la clase. Mis compañeros están dormidos, haciendo dibujitos, o mirando el trayecto que sigue una cucaracha, yo creo que no me perdí de nada. Nos dice que va a
subir las tareas a Classroom. Tareas. En plural; deja trabajos como si enseñara. No entendí lo último que dijo, le pregunto a Daniel, no está seguro de lo que escuchó de la clase, pero sí se enteró de cómo obtuvo su posgrado, Arteaga hasta anda babeando la mesa, y Raquel fue al baño y aún no ha regresado, ¿otra vez diarrea? -Maestra, ¿puede repetir lo último por favor?”… “¡Doctora!” – Es lo único que responde, no repite nada. Para la siguiente péguese el título de su posgrado en la frente. En el receso les entrego su comida a unos compañeros, no porque me caigan bien o los quiera mucho, me la encargaron y me la pagaron, propina aparte. Yo saco y me como el sándwich que tiene más lágrimas que jitomate, el que hice casi en el camino, sabe mal, saladísimo, pero me está rugiendo la tripa y se me andan cerrando los ojos; ya no rindo con una hora de sueño. Llega Lucía y recuerdo que le traje su libro, llevo todo el semestre con él y tengo que aceptar que no lo voy a leer. Después de recibirlo le pregunta a Arteaga que cómo está… ¿Qué respondería yo si alguien se preocupara en hacerme esa pregunta? Con los párpados tan pesados como esta mochila, la motivación a la altura de mis ojeras y con el cuerpo cada vez más encogido… pero a mí nadie me preguntó. Se acaba el receso. Tomo mis ganas de ir a la siguiente clase, son tan livianitas, ojalá así estuviera mi mochila, hablando de ella, también me la tengo que llevar… pesa tanto como si yo misma me hubiera
metido en ella. Traigo tres “toppers” menos, el otro ya no trae comida, traigo un libro menos, he estado tomando de mi agua. ¿Y pesa más?, ¿por qué? Antes de llegar al salón Daniel me detiene, me dice que el profesor mandó un mensaje; no va a haber clase. Pero si yo me desvelé haciendo la tarea de esta materia, ya caminé hasta este lado del campus. Bueno, iré a casa a dormir, pero no descansé anoche por hacer la tarea, pero porque cancelaron la clase ahora me puedo ir a dormir. Por esta clase he estado cargando las diez lecturas, pero ahora puedo ir a casa a descansar.
De regreso el tren no va tan lleno, sin embargo ahora mis brazos no pueden sujetarse, mis piernas no pueden soportarme, esta mochila me va aplastando, me encojo cada vez más. La mochila va dejando líneas de agua por el suelo mientras arrastro los pies por el camino, ando en cuclillas, entro a gatas a mi casa. Me dejo caer, me safo de este bulto que cargo en la espalda ¡¿Por qué?! ¡¿por qué pesas tanto?! Saco todo lo que trae dentro, trato de voltearlo para que nada quede en su interior, ni siquiera lo puedo
levantar del piso, ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! Entre más cosas saco esto pesa más y más, mientras, yo me hago más pequeñita y ligera, el cansancio me empuja dentro de ella.
No había sacado todo.

Mi espacio | Pamela Abigail Romo Raymundo | Preparatoria Regional San Juan de los Lagos

La muerte

Renata Ramos González | Preparatoria Regional de San Juan de los Lagos

En la sobra eterna, la muerte observa,
tranquila y fría, como sombra vieja.
se abraza el alma en sus brazos negros
y en su abrazo, la vida se desarma.
¿Qué hay más allá de este último suspiro?
¿Acaso un éter sereno o un abismo?
La duda nos consume, la certeza es incierta,
en la entrada de la muerte, la verdad despierta.
Como hojas al viento, caemos al final,
en el silencio eterno, se debilita el mortal.
La noche nos envuelve, el día nos desvanece,
en la danza macabra, la existencia perece.
En el corazón de la oscuridad,
luce la esperanza, frágil claridad.
Quizás tras la muerte, un nuevo amanecer,
donde el alma libere, su último querer.
En el río del tiempo, flotamos sin rumbo,
hacía el océano infinito, donde encontramos el adiós.
Pero en la memoria, permanece el eco,
de aquellos que partieron, dejándonos un hueco.
En la sobra eterna, la muerte observa,
tranquila y fría, como sombra vieja.
se abraza el alma en sus brazos negros
y en su abrazo, la vida se desarma.
¿Qué hay más allá de este último suspiro?
¿Acaso un éter sereno o un abismo?
La duda nos consume, la certeza es incierta,
en la entrada de la muerte, la verdad despierta.
Como hojas al viento, caemos al final,
en el silencio eterno, se debilita el mortal.
La noche nos envuelve, el día nos desvanece,
en la danza macabra, la existencia perece.
En el corazón de la oscuridad,
luce la esperanza, frágil claridad.
Quizás tras la muerte, un nuevo amanecer,
donde el alma libere, su último querer.
En el río del tiempo, flotamos sin rumbo,
hacía el océano infinito, donde encontramos el adiós.
Pero en la memoria, permanece el eco,
de aquellos que partieron, dejándonos un hueco.

“Black”
Melanie Yamile Hernández Mendoza
Preparatoria Regional de Tlajomulco de Zúñiga

La tierra

Vanessa Naomi Puga Ayón | Preparatoria 5

La tierra también siente,
la tierra también ríe,
la tierra también llora,
la tierra también anhela.
¿Sabes qué anhela la tierra?
Un profundo y prolongado silencio,
un silencio por los que ahora habitan bajo ella.
Una eternidad de paz y armonía.
Un último disparo.
¡No más sangre!, ¡no más muertes!,
¡no más fuego!
Por la noche, entre sollozos, lloró, oró y rogó
por menos almas abatidas,
más corazones animados,
las paces entre los unos y los otros
de la misma especie.
La tierra también espera,
la tierra también sueña,
la tierra también ama,
la tierra también odia.
¿Sabes qué odia la tierra?
Las granadas y los bofetones que recibe de los
cuerpos al caer,
los profundos hoyos en zig zag que la atraviesan
como “resguardo”,
la muerte de uno, la muerte de muchos,
el miedo penetrante
de que se vuelva la muerte de todos.
Por la noche, entre el cielo, las nubes y la tierra,
las charlas
amenas se vuelven, comparten la misma visión,
las paces entre los unos y los otros
de la misma especie.
La tierra también habla,
la tierra también calla,
la tierra también evade,
la tierra también escucha.
¿Sabes que escucha la tierra?
Cómo discuten por falsas sospechas,
cómo las bombas le aturden,
cómo asesinaron a más de un grupo que del otro,
cómo hay más perdida que ganancia.
Por la noche, entre la tormenta y los estruendos
la tierra se acongoja, una última esperanza,
las paces entre unos y otros de la misma especie.
La tierra también muestra,
la tierra también oculta,
la tierra también da,
la tierra también recibe.
¿Sabes que recibe la tierra?
Una historia con un final,
una lluvia que reconforta,
un suspiro de alivio,
unos pasos ligeros.
Por la noche, entre besos y abrazos
la tierra se alegra, la luz se hace ver,
las paces entre los unos y los otros
de la misma especie,
se hacen realidad, ¡Ya no existe una guerra.

Tacto 0. Adiós hermano

Josué Jiménez García | Preparatoria 8

Avísenme si buscan mi alma,
probablemente esté platicando con la tuya.
Dando vueltas a mi cama,
perdiéndome en el techo.
Abrazando mi almohada, para pensar que,
por un soplo tú te encontrabas ahí.
Gasté miles de horas esperando tu regreso.
Aguardé como un niño, dormía con el teléfono en la mano,
ansioso de tu llamada.
Cuando duermo, te espero y me decepciono al despertar
lejos de ti.
Duermo temprano y me despierto tarde;
como si las horas de sueños fueran a acortar el camino
sin ti.
¿Sigues vistiéndome como tatuaje o ya has intentado
tallarme de ti?, -me pregunté.
Te pienso siempre que cae el sol, siempre que hace fresco.
Te pienso cuando escribo,
te huelo en cada cigarro,
te bebo en cada sorbo de café.
Antes de dormir, al despertar.
Te pienso tanto, que lo único que no puedo hacer es pensar.
Preguntándole a la Luna si sabe si tú también me
extrañas.
Me he vuelto violento,
cuando habló solo grito y
cuando grito solo sé decir tu nombre.
Tu nombre en mi boca,
y el nudo en la garganta.
No soporto el alboroto de tu ausencia,
quiero regresar a tus silencios que calmaban el ruido en mi mente.
Gritos en mis sueños, me das la espalda.
Y hoy, 18 de octubre, cerca del día de muertos,
bebiendo un café de olla en tu taza,
mientras miro tu foto,
sé que sabes que mis pulmones no danzan a tu tempo.
Me da risa las noches que salgo a buscar a mi fiel amigo,
porque sé perfectamente, que te estoy buscando.
Extraño sus oídos dispuestos a abrigar mi llanto.
Esa boca que siempre sabía qué decir.
Extraño los brazos que me hacían sentir seguro,
pero no extraño lo fácil que era amarte.
Ni siquiera arrancarme el corazón
te hizo una mala persona,
te conocí, no como los demás
te conocí a tu manera,
-una- que sólo a mí me dejaste.
Te conozco y
terminé de hacerlo cuando te fuiste.
Jamás pensé que fueras un problema,
hasta que conté cada lágrima después de tu ausencia.
Quería odiarte,
pero recuerdo esa sonrisa que con melodioso canto me cobijaba.
Ojalá decir que no eras para tanto,
que ignorar tus sencillos ojos,
cuando en realidad a lo único que no podría ser indiferente, es a tu profunda
mirada.
Te quiero, no con una carta,
ni con rosas, ni siquiera una disculpa,
sólo te quiero a ti, extrañamente,
quiero que mi vida vuelva a ser mía.

Poema para ella

Hugo Daniel Mina Zamora | Preparatoria 15

Desde mi cielo pude ver
como tu alma se desvanecía
sin ti todo quedó en silencio
por favor no me digas que te vas
en el templo del adiós te esperaré
era el fin del camino
en tu funeral estaré contigo
por favor hazme un sitio entre tu piel
te traeré el horizonte
solo no entres al callejón del infierno
escucharás el violín del diablo
que entonará una melodía
mis demonios despertarán
aún amanece gratis allá, -dijiste
bajo los sueños dormidos te ocultaste
yo entre sueños diabólicos, desperté
es hora de marchar a un mejor lugar
no queda si no batirnos
mañana empieza hoy
en nombre de Dios te espero
juro que siempre te voy a amar
la voz dormida en ti quedó
el pacto que tuvimos se marchó
hasta que tu muerte nos separe te decía
por fin el ángel caído me escuchó
si te vas me pondré triste
de nada sirvió la conquista a tu corazón
vuela alto sin miedo a nada
algún día moriré siendo de ti
recuerdo que sacabas mi lado salvaje
entre hechizos, pócimas y brujería que vimos
al viajar
sigue la luz hasta el final del túnel
buscaré el libro de las sombras
lo leeré en el lago donde fuiste mía
extraño esos días
cuando bajo mi piel dormiste
fue un amor brujo lo que ocurrió
y ahora espera en el cielo que pronto estaré
que nunca te falte un te quiero
entre nosotros hubo más que una intención
dama negra, dama del amanecer
mujer amante, me diste tu querer
en un lugar donde te pude ver
dame tu amor, siempre te imploré
ahora no sabes cuanto cabe en un adiós
te guardo un beso por si lo llegas a querer
el hombre de la mirada triste por ti voy a ser