Compartir los apuntes entre nosotros

Las preguntas filosóficas son reflejo de problemas en la realidad. Los problemas tienen la característica de que se mantienen, cambian y en general, se enredan con otros problemas. Incluso, se vuelven invisibles. Los seres humanos estamos lidiando con la realidad cada instante de la vida. Y los problemas son tan complejos que llega el momento en que causan dos cosas: o dejamos de verlos, o caemos en crisis existenciales. Generalmente dejamos de verlos; hacer filosofía es volver visibles los problemas. Sin embargo, es contraintuitivo el quehacer filosófico. Todos huimos de los problemas, ¿por qué querríamos notarlos claramente?

Un problema no puede resolverse si no es visible. Hacer filosofía es un acto de valentía en ese sentido: se trata de iluminar lo que normalmente permanece oculto. Un ensayo filosófico es, precisamente, un esfuerzo por hacer visible un problema y proponer una respuesta. En otras palabras, es adentrarse de lleno en la crisis existencial. Podríamos decir que todos vivimos una crisis existencial común: la búsqueda de sentido en la vida. Sin embargo, solemos evitar enfrentar estas crisis. En cambio, si decidimos abordarlas a través de la filosofía, podríamos estar en condiciones de comprenderlas y, con ello, encontrar algo de sentido.

En esta revista se presentan ensayos filosóficos escritos por nuestros alumnos. Son apuntes personales sobre cómo tratar de darle sentido a la vida. Son intentos por resolver sus propias crisis existenciales. Este texto es también una invitación a la lectura. Leer un ensayo filosófico es asomarse a una manera de entender la vida, de compartir cómo comprendemos ciertos problemas y de intercambiar posibles respuestas.

Hacer filosofía es, en cierto modo, compartir las respuestas del examen. Un examen cuya gran pregunta es cómo encontrar sentido a la vida. Los ensayos de nuestros alumnos son formas de acercarse, comprender y enfrentar los problemas reales que nos provocan sufrimiento. Muchas veces, las crisis existenciales están profundamente ligadas al dolor. Por eso, leer estos ensayos puede ser una manera de entender la vida y, quizá, aliviar ese dolor. A eso me refiero cuando hablo de “pasarnos los apuntes entre nosotros”: ayudarnos mutuamente a encontrar sentido, compartiendo nuestras reflexiones y comprendiendo los puntos de vista de los demás. Conocer la perspectiva de nuestros alumnos puede ser una forma de estar mejor. De estar juntos en la búsqueda.

*Dorian Hernández Vázquez.

*Docente de la Preparatoria de Tonalá «Ruth Padilla Muñoz». Licenciado y Maestro en filosofía, Doctor en Humanidades. Profesor de las materias de Filosofía y Ética. Investigador en ética, epistemología, filosofía de la ciencia y argumentación.

De la inteligencia artificial a la realidad

Alondra Haydeé Figueroa Pérez
Preparatoria 18

Resumen: La tecnología ha ido progresando y avanzando a pasos agigantados infiltrándose en la vida de los seres humanos. Una de las más recientes es la Inteligencia Artificial. En el presente ensayo se buscará analizar y dar respuesta a la posibilidad de que las Inteligencias Artificiales (IAS) tomen decisiones morales y puedan ser regidas a través de las normas de la Ética. Se parte de la definición de moral y ética, resaltando la importancia de la capacidad humana para discernir entre lo correcto e incorrecto, así como la relevancia de la voluntad y la conciencia en nuestro accionar. Así mismo, se pretende dejar en claro las diferencias entre la IA y el ser humano, donde con la ayuda de las ideas de los filósofos Aristóteles y Fernando Savater, me propongo fundamentar mi postura frente a la hipótesis mencionada con antelación: la Inteligencia Artificial no puede tomar decisiones morales.

Palabras clave: Moral, ética, individualidad, humanidad, conciencia, emociones, sentimientos, inteligencia artificial.

En los últimos años, la tecnología ha ido progresando y avanzando a pasos agigantados. Decenas de productos electrónicos han sido creados tras un profundo análisis, cuyo objetivo común en la mayoría de los casos, ha sido el de satisfacer las necesidades individuales de los usuarios pertenecientes a la sociedad moderna.

Una de las más recientes e innovadoras invenciones ha sido la Inteligencia Artificial, también conocida como IA. Entendemos por “IA”, como aquellas herramientas tecnológicas que abarcan las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), las Tecnologías del Aprendizaje y el Conocimiento (TAC), y las Tecnologías del Empoderamiento y la Participación (TEP); que responden a órdenes, y que pretenden emular ciertos comportamientos humanos, intentando compensar o facilitar algunas de nuestras tareas a través de programas computarizados. Por este motivo, a dichos instrumentos técnicos se les han atribuido cualidades semejantes a lo que nosotros podríamos considerar “inteligencia”.

Si bien, es cierto que la tecnología en sí misma ha traído múltiples beneficios consigo, es inevitable que nos cuestionemos sobre si estas “máquinas inteligentes” pudieran llegar a tomar decisiones más complejas, sobre todo en el ámbito ético y moral, dadas sus capacidades.

En el presente ensayo pretendo, tomando como base algunas de las ideas de filósofos como Aristóteles y Fernando Savater, desarrollar un análisis sobre los siguientes cuestionamientos: ¿Es posible que la IA tome decisiones morales? ¿La inteligencia artificial es capaz de regirse a través de la ética o es esta una disciplina exclusivamente humana?

Para empezar, tendríamos que tener una idea clara sobre lo que es la moral y la ética para establecer si realmente es posible que una inteligencia virtual sea partícipe en la toma de decisiones en contextos más individuales, teniendo en consideración diversos factores como las emociones, las vivencias, la cultura, entre otros aspectos de gran valor para la perspectiva humana.

De acuerdo a la Real Academia Española (RAE), el concepto de la Moral se refiere a la capacidad que tiene el ser humano de discernir sobre lo que es correcto o incorrecto a la hora de decidir sus acciones; mientras que, por otro lado, la Ética consiste en la serie de normas que regulan la moral. La Ética y la Moral son conceptos de vital importancia principalmente cuando la ejecución de una acción puede generar un impacto de manera personal o grupal, por ejemplo, cuando una persona le da una moneda a un individuo en situación de calle, la acción la realiza de manera consciente y a voluntad propia, es decir, lo hace a sabiendas de que puede generar un bien en el otro sin que su decisión haya sido impuesta.

Tomando en cuenta el ejemplo anterior, podemos inferir que el ser humano toma decisiones morales con base a ciertos aspectos importantes como lo son: la voluntad del individuo, la consciencia, los efectos prácticos que puede producir en las personas y si su actuar es guiado por principios morales, cualidades con las que no dispone la IA ¿o si lo hace?

Buscando entonces, encaminarnos a las respuestas de las interrogantes mencionadas al inicio, propongo recordemos una frase del pensador Aristóteles compartida en su libro La Gran Moral, citado por Azcárate (s,f):  “…es preciso tener en cuenta que todo conocimiento y toda facultad ejercida por el hombre tienen un fin, y que este fin es el bien” (Aristóteles, volumen 2, 1873).

En el caso de la persona en situación de calle, el “bien” era ayudar al prójimo, sin embargo, esta frase no puede aplicarse en todos los escenarios, ya que no siempre se busca con las acciones generar el bien, o en todo caso, el bien común, pues volviendo al tema de la inteligencia artificial, ¿qué nos asegura que el programador de alguna aplicación o IA tenga una ideología distinta a la nuestra sobre lo que es correcto o incorrecto y use dichos medios con fines malévolos? Nada lo hace, el ser humano no es perfecto. Cada persona, según su contexto y objetivo a alcanzar, es libre hasta cierto punto, tal y como nos lo menciona el profesor y filósofo Fernando Savater en su libro Ética para Amador: “Podemos decir «sí» o «no», quiero o no quiero” “Cuando te hablo de libertad es a esto a lo que me refiero” (Savater, s,f).

Es entonces que, tomando en cuenta la premisa que nos comparte Fernando Savater, nuestra libertad, a la hora de tomar decisiones, se encuentra determinada hasta cierto punto en nuestro “querer”. Sin embargo, una IA carece de este sentimiento u objetivo, no hay un bien que quiera alcanzar, como tampoco es consciente ni tiene voluntad propia, debido a que su programación sólo la limita a ejecutar la orden establecida por su operador y los pensamientos morales que este pueda poseer.

Otras cuestiones muy importantes que deben tomarse en cuenta son la empatía y las emociones necesarias para los humanos a la hora de tomar decisiones morales, cualidades con las que la inteligencia artificial no cuenta, ya que el razonamiento o discriminación entre lo que está bien y está mal, no es realizado de manera emocional ni consciente, y cuando digo “consciente”, hablo de esa capacidad humana de razonar, que, según Aristóteles, adquirimos de manera innata, y que por lo tanto, siendo esta exclusiva de nosotros, individuos pensantes, un instrumento que ha sido programado para ejecutar una tarea y acatar órdenes sin objetar ni empatizar, no sería apto para tomar decisiones de esta índole.

Otro argumento de Aristóteles, citado por Patricio de Azcárate, que apoya el hecho de que la inteligencia artificial no puede tomar decisiones morales es el siguiente: “…nada de esto sucede respecto a las virtudes, porque podrá uno saber lo que es la justicia, pero no por eso se hace justo en el acto”. Entendiendo a través de esta cita que, a pesar de que la máquina haya sido elaborada por un sujeto consciente, y aunque tenga instalado por defecto el concepto de moral, la IA no puede hacer uso de esta, ya que a diferencia de una inteligencia artificial, un ser humano tiene la capacidad de argumentar razones y hacer aclaraciones sobre alguna situación en específico de manera tal vez ilimitada a la hora de tomar decisiones morales, habilidad que una IA no posee o si la posee sería limitada a unas cuantas opciones, sin tomar en cuenta factores emocionales, sociales, culturales, etc. Es por esto que, considero que una inteligencia artificial no debería ser capaz de tomar decisiones morales en cuestiones humanas, ya que carece de raciocinio emocional y la capacidad de discernir entre lo que está bien y lo que está mal para cada persona.

Es posible confundirse al pensar que una inteligencia artificial, por su capacidad multifuncional, pueda simular comportamientos humanos, donde incluso pueda parecer que ésta sea capaz de regirse a través de la ética por sí misma, tomar decisiones o mostrar “emociones” y gestos, sin embargo debemos reconocer que muchas de estas cualidades son exclusivas de los seres humanos, y por ende son imposibles de replicar en su totalidad por las IAS, ya que su actuar está diseñado para llevar a cabo órdenes codificadas sin discrepar u opinar, debido a que esta herramienta carece de opinión, de juicio moral y de vida misma, haciéndola no apta para tomar decisiones morales.

“Porque la vida no es una ciencia exacta como las matemáticas, sino un arte como la música”. (Savater, s,f)

Bibliografía:

Aristóteles. (s,f). La Gran Moral. Recuperado el 19 de abril de 2024, de  http://bibliotecadigital.tamaulipas.gob.mx/archivos/descargas/31000000126.PDF

Azcárate, Patricio. (s,f). Aristóteles, La Gran Moral. Recuperado el 15 de abril de 2024, de https://www.filosofia.org/cla/ari/azc02a.htm

Savater, F. (s,f). Ética para Amador. Recuperado el 19 de abril de 2024, de https://www.escatep.ipn.mx/assets/files/escatep/docs/Docencia/Lectura/Etica-Para-Amador.pdf

El determinismo y la libertad desde una perspectiva científico- filosófica.

Elías Obed Flores Martín
Preparatoria Vocacional

Resumen
El presente trabajo busca abordar la cuestión filosófica de la libertad en contraste con el determinismo, centrándose primero en una descripción general del funcionamiento del mundo físico a partir de teorías científicas centradas en la física cuántica, para después dirigir todo el conocimiento presentado hacia la concepción de la libertad como objeto de la experiencia humana. En el camino son presentadas las ideas de algunos filósofos y científicos varios, con distintas apreciaciones del tema y de distintas épocas, tales como Bauch Spinoza, Max Scheler, Karl Popper y Frank Wilczek. Con el desarrollo del texto se forma una perspectiva personal sobre la libertad en el campo de la antropología, que busca superar las barreras de una enfoque radical, para posicionar a esta nueva interpretación como útil desde el punto de vista de la experiencia humana.
Palabras clave: libertad, determinismo, física, antropología.

La vida humana está inundada de incertidumbre. Constantemente padecemos los efectos de sucesos aparentemente azarosos y con un altísimo nivel de improbabilidad. El simple hecho de que existamos, es una coincidencia que se deriva, a su vez, de otra multitud de ellas. Con este telón de fondo aún difuso, nos planteamos la gran pregunta: ¿el hombre es dueño de su destino o su vida ya está determinada por una fuerza creadora y omnipresente?
Con el desarrollo de la filosofía a lo largo de la historia han surgido diversas corrientes que intentan hilar los factores que conforman nuestra percepción del mundo para conseguir dar respuesta a esta pregunta. De tal forma es como han emanado corrientes opuestas, algunas que abogan por un verdadero y pleno libre albedrío, al tiempo que otras defienden, en cambio, la idea de una perspectiva absolutista y determinista que entrañan la acción de alguna fuerza que prestablece inequívoca e irrevocablemente el presente y el futuro del hombre, muchas veces derivados a su vez, del pasado transcurrido. Además, sería necesario mencionar otros patrones de influencia en la vida del hombre, sobre todo los relacionados con aspectos socioculturales que forman parte definitiva de su esfera contextual.

El determinismo como resultado de la relación causal

Creo vehementemente en el libre albedrío, en la importancia de las normas morales, en la capacidad infinita del ser humano y en el desarrollo personal de un individuo a medida que se desarrolla en las distintas facetas que conforman su vida. No obstante, tampoco es posible ignorar en su totalidad la influencia que ejercen sobre las personas otros factores externos característicos de las sociedades actuales, tales como el contexto sociocultural en el que crecen los individuos, el nivel de solvencia económica, las personas con las que han logrado entablar una relación, etc. De alguna forma es posible advertir que lo que uno es, y lo que podría ser, es el resultado de una mescolanza de factores interdependientes que siguen patrones complejos; sumamente complejos. Sin embargo, desde una perspectiva aún más determinista, quizás nuestros esfuerzos de cambio son en vano, y lo que somos y podemos ser, ya está determinado por una intrincada relación entre todos los elementos del universo que podrían influir en nosotros.
Sabemos que vivimos en un entorno físico en su totalidad1. Dentro de este universo, se llevan a cabo una cantidad infinitamente grande de interacciones entre las partes más fundamentales2. Por lo tanto, si aceptamos la idea de que las interacciones actuales son el resultado de las interacciones materiales anteriores (precepto que nuestro conocimiento científico actual apoya), y que el futuro se deriva a su vez del estado físico actual, deberíamos dar por hecho también de que nuestra libertad como seres pensantes está de alguna forma determinada por el estado material actual que se relaciona directamente con el pasado y el futuro.

Perspectivas filosóficas y la experiencia humana de la libertad

En este punto me gustaría mencionar a grandes rasgos las perspectivas filosóficas que dos grandes pensadores plantearon acerca del destino del hombre. Por un lado, Baruch Spinoza, sin bien pensaba que el destino del hombre sí que estaba preestablecido, defendió una idea opuesta a la voluntad divina. En cambio, él pensaba que este determinismo estaba anidado en el mundo natural, y que todo el universo, incluyendo la conducta humana, estaba definida por las causas anteriores en una cadena causal infinita. Para él, la libertad no se encontraba en el libre albedrío, sino en nuestra capacidad de comprender y obedecer las leyes universales de la naturaleza (Spinoza, 1677). Por el lado opuesto, Max Scheler pensaba que el destino del ser humano estaba estrechamente ligado con su comprensión de los valores, los cuales Scheler dividió en primarios y secundarios según su nivel de importancia. Estos valores coinciden con los que son vistos en análisis de la moral, como la justicia, el amor, o la valentía. Sin embargo, a diferencia de otros pensadores, para Scheler, estos valores eran extrínsecos a la naturaleza humana (Scheler, 1928). Es decir, existían con o sin la apreciación del hombre. De tal manera, el ser humano es dueño de su destino en cuanto se refiere a comprender los valores y acciona según su intuición emocional.
De estas dos ramas principales de pensamiento, se han desprendido muchas otras con matices únicos. Sin embargo, y como fue mencionado en la introducción de este ensayo, si hubiera algo inmutable que gobierna la experiencia humana3, y que ninguna corriente filosófica ha sido capaz de evitar, es la incertidumbre y el desconcierto. A nuestra experiencia sensible, todo parece ser producto del azar, y es extremadamente complicado predecir los sucesos futuros con los aprendizajes que del pasado hemos logrado recolectar. Ya no tratemos de englobar el universo entero. Aún en sistemas cerrados aparentemente pequeños, los matices del destino se acrecientan a un nivel exponencial a partir de ínfimas alteraciones en el pasado.

Los cambios drásticos de la perspectiva científica sobre la libertad

Definitivamente no podría tratar de asuntos azarosos y probabilísticos sin adentrarme, aunque sea un poco en temas de física. En específico, cuando me introduje en la física cuántica, descubrí un punto de unión sumamente valioso en mi interpretación de la realidad; un punto en el que se interseccionan la física y la filosofía, y es que resulta que nuestro conocimiento actual al respecto apunta a que todo comenzó con un desequilibrio cuántico justo en el inicio del Big Bang. Este desequilibrio propició, dicho de manera muy burda y resumida, que el universo se expandiera y diera lugar a las estructuras colosales que hoy vemos y experimentamos a través de nuestros sentidos. Con esta idea, podemos asumir que, si acaso fuéramos capaces de conocer todos los detalles de ese primer desequilibrio, podríamos construir una especie de función de onda que nos serviría para entender el universo, conocer su pasado, el porqué de su presente y lo que le depara en un futuro (Wilczek, 2022). Todas estas consecuencias que se desprenden de esta hipotética función de onda, se relacionan con la materia, y no podemos olvidar que nosotros somos materia. Todo lo que experimentamos, incluso las sensaciones de nuestro cerebro, son el resultado de complejísimas interacciones de materia. Por lo tanto, esta función de onda, conocedora del pasado, presente y futuro, también podría explicarnos a nosotros y conocer todo a detalle. De alguna manera, nosotros no seríamos más que el resultado de nuestro conjunto de materia siguiendo las reglas de esa función de onda inequívoca.
No obstante, es aquí en donde me gustaría mencionar un parteaguas desde el que podremos desprender una nueva perspectiva, no en contra de la planteada en los anteriores párrafos, sino una más completa y con más apertura, como lo llegó a mencionar otro filósofo, Karl Popper (1945), famoso por su expresión liberalista en su obra “la sociedad abierta y sus enemigos”. Para dar el primer paso hacia esta nueva cosmovisión, considero adecuado seguir con una perspectiva mecanicista4 relacionada con la física, para evitar falsas interpretaciones que aparenten contradecir toda la física antes presentada.Y es que precisamente la visión mecanicista parecía muy tentadora al principio, pues surgió “cuando conseguimos mejorar el control y cálculo tanto teórico como práctico de velocidades y trayectorias, [lo que] nos impulsó a creer que nada escaparía algún día a nuestra capacidad de previsión” (Arana, 2001). Aun con la fuerza de esta prometedora explicación de la realidad, se comenzaron a presentar teorías bastante reforzadas por la actividad experimental que apoyaban una interpretación totalmente probabilística y seguramente azarosa de la realidad. El ejemplo más destacable posiblemente fue el principio de incertidumbre de Heisenberg (1927), que describió la imposibilidad para conocer en un mismo momento la posición y la velocidad (momento) del electrón. Como consecuencia de esta teoría, las propiedades cuánticas no tienen valores definidos hasta que son observadas o medidas. Con esta nueva apertura de la ciencia física se nos hace una gran revelación: “en la mecánica cuántica solo podemos hablar de la probabilidad de que la partícula se halle en algún lugar en algún momento” (Baker, 2020).

La conjunción de la ciencia y la filosofía para abordar la libertad

Al comenzar una nueva época anti-mecanicista, que muchos científicos de renombre como Einstein, tuvieron que aceptar en contra de su voluntad (Einstein. 1926), la física tuvo que tomar un nuevo camino, así como la interpretación de la libertad en el campo de la ética antropológica. A partir de lo antes mencionado, se me ocurre que la libertad, antes pendiente de los avances mecanicistas, pudo tomar un nuevo camino, en el que ya no era solo una ilusión, sino una realidad de nuestra experiencia como humanos.
Mi perspectiva podría interpretarse como una visión altruista que busca sanar las diferencias entre la ciencia causal y nuestro libre arbitrio, pero en realidad no es el objetivo central de mis postulados. Creo que la solución para la interpretación de nuestra libertad, se encuentra anidado en un concepto del cual escuché hablar por vez primera en una obra del premio nobel de física Frank Wilczek (2022). En concreto me refiero a la complementariedad. Este autor trata la complementariedad como algo intrínseco a nuestro universo, y hace alusión a cómo la interpretación de un asunto puede ser completamente distinta según el punto desde el que se le observe.

Además, el mismo Wilczek me introdujo a una nueva vista de la realidad, al explicar la utilidad de “distintos niveles de descripción” cuando se trata de interpretar la realidad.
Antes he dado todo un telón de fondo en gran parte constituido por conocimientos de la física con la intención de ahora conectar todo con el punto inicial de este ensayo: la pregunta de si acaso el hombre es libre o está totalmente subordinado a leyes deterministas del universo.
Creo fehacientemente en las relaciones causa y efecto que describen en gran medida nuestra experiencia, de la misma manera en la que no puedo negar nuestra constitución material y física inexorable a nuestra existencia. Pero las últimas perspectivas de la física nos dejan solo dos caminos: o la materia lleva consigo una intrínseca incertidumbre (que rompería inmediatamente como un determinismo plausible) o el universo es infinitamente intrincado como para que sus interacciones jueguen realmente un papel importante en nuestra experiencia como humanos. De nuevo, la concepción de los distintos niveles de descripción aportaría información relevante sobre los fenómenos que nos interesan en nuestra existencia humana, imperfecta y con capacidades limitadas, al tiempo en el que advertiríamos que, por nuestra propia naturaleza, un determinismo radical basado en relaciones causales, no juega un papel realmente importante en nuestra vida.

Conclusión

Conforme los descubrimientos de la mente y científicos en general se hacen más detallados y precisos, podemos vernos tentados a sucumbir a la idea de que nuestras acciones y nuestro destino está predeterminado por fuerzas más allá de nuestro control. Sin embargo, dejando de lado la determinación en la que la ciencia mecanicista nos puede orillar a creer, podemos advertir que nuestra experiencia subjetiva de la vida nos indica que somos agentes activos, capaces de tomar decisiones y asumir la responsabilidad por nuestras acciones.
Desde la perspectiva mecanicista, tan criticada por Popper, podemos pensar que todo se encuentra ya predeterminado, pero no debemos despojarnos de nuestra responsabilidad ética y moral. Incluso si nuestras acciones están determinadas por una serie de factores genéticos, físicos, químicos, ambientales y sociales, seguimos siendo capaces de reflexionar sobre nuestras decisiones, de considerar su impacto y de elegir actuar de manera ética según nuestros principios.
Es en este punto en donde la perspectiva humanista cobra suma relevancia, ya que, aunque podemos debatir interminablemente sobre la naturaleza del libre albedrío y la libertad somos seres humanos que poseemos, en última instancia, como seres subjetivamente pensantes, nos corresponde enjuiciar nuestros actos por cuenta propia desde un punto de vista crítico y asumir la responsabilidad y consecuencias de cualquiera que sea nuestra actitud hacia el mundo que nos rodea.
No obstante, el desarrollo de la ciencia ha jugado también un papel muy relevante, y aunque es prometedor pensar en una descripción precisa y completa de todo el universo, ello resulta ciertamente impensable si nos detenemos a apreciar la verdadera naturaleza del mismo. Es importante abordar nuestros problemas y cuestionamientos sobre los fenómenos que nos rodean, ya sea en la ciencia o en la filosofía, tomando en cuenta los distintos niveles de descripción desde los cuales los podemos observar.
En resumen, aún si la libertad y el determinismo pueden ser conceptos abstractos y complejos de asimilar, nuestra percepción cotidiana y nuestra capacidad de cuestionamiento nos recuerdan constantemente que somos capaces de tomar decisiones significativas con un impacto relevante en nuestro contexto, y es por ello que nuestra libertad, aun si fuere una ilusión, es algo palpable a nuestra vida y debe ser ejercida con responsabilidad, tomando en cuenta los resultados matizados que nuestra percepción del mundo nos puede arrojar.

Bibliografía

Alonso-Bastarreche, G. (2016). Freedom and Destiny according to Max Scheler. (U. d.
Navarra, Ed.) 319-353.
Arana, J. (2001). Determinismo y libertad en Karl Popper. Anuario Filosófico, 119-138.
Baker, J. (2020). 50 cosas que hay que saber sobre física cuántica. Ciudad de México: Paidós.
Einstein, A. (1926, diciembre 4). Letter to Max Born.
Francisca Reyes-Arellano, G. Á. (2021, diciembre 30). Max Scheler y la perspectiva fenomenológica de la libertad. Revista Fe y Libertad, 4(1). doi:10.55614/27093824.v4i2.112
Génova, G. (2021, septiembre 12). El determinismo físico no tiene consecuencias éticas. Retrieved from The conversation: https://theconversation.com/el-determinismo- fisico-no-tiene-consecuencias-eticas-167296
Heisenberg, W. (1927). Über den anschaulichen Inhalt der quantentheoretischen Kinematik und Mechanik. Zeitschrift für Physik, 43, 172-198.
Laplace, P.-S. d. (1814). Ensayo filosófico sobre las probabilidades.
Popper, K. (1945). La sociedad abierta y sus enemigos. Titivillus.
Scheler, M. (1928). Die Stellung des Mneschen. Hamburg: Meiner.
Spinoza, B. (1677). Ética demostrada según el orden geométrico. Madrid: Trotta. Vázquez, A. S. (1982). Ética. México, D. F.: Grijalbo.
Wilczek, F. (2022). Las diez claves de la realidad. Crítica.

La necesidad de contar historias nos acompaña desde siempre. Narrar es parte de lo que somos, aunque hablemos de fantasía o de mundos imaginarios. Encontrar jóvenes que se animan a compartir lo que sienten, lo que piensan, lo que les da miedo o les hace soñar, desde la ficción, es una bocanada de aire fresco. Nos abre la puerta a mundos nuevos, a lo posible.

Porque cuando te cuento algo, también me estoy contando. En cada historia hay un reflejo de quien la escribe y de quienes la leen. Al entrar en esos relatos, nos volvemos parte de ellos. La narrativa es un espejo de lo que deseamos, lo que tememos, lo que soñamos. Es una forma de decir: esto también soy yo.

Contar historias nos conecta con lo humano. Con lo feo, con lo bello, con lo que nos sacude por dentro. Nos recuerda que todavía podemos asombrarnos, que seguimos siendo seres sociales, aunque escribamos a solas.

La ficción es una forma de lanzar al mundo lo que llevamos dentro —deseos, miedos, ideas locas— y transformarlo en palabras.

Nos encanta ver cómo, en los relatos de esta revista, lo fantástico se mezcla con lo real y lo real se vuelve fantástico. Los cuentos y microrrelatos seleccionados condensan mundos completos en pocas líneas. Y aunque a veces se subestime lo breve —porque exige pensar, imaginar, conectar— en estos textos, con un lenguaje directo y potente, se dice muchísimo con poco.

Lo más emocionante de los textos en este número de Vaivén es que confirman algo: leer y escribir nos vuelve cómplices.

 Como dice Ana María Shua:

El microrrelato es un género peligroso: todo tiene que estar ahí, pero con la mayor economía. Como una bomba: pequeña, pero explosiva.

Nos demos cuenta o no, lo que escriben estos jóvenes rompe con la idea de que “los jóvenes no entienden el mundo”. Al contrario: lo ven, lo sienten y lo reinventan. Por ejemplo, podrías, como lector, continuar esta historia:

“Se oyó un golpe seco detrás de la puerta…”

En estos textos observamos que no hay mirada vieja ni repetida. Hay imaginación, hay riesgo, hay juego. Porque narrar también es jugar. Y jugar es otra forma de ver el mundo.

Leamos, pues, a estos jóvenes que usan las palabras para crear, para soñar, para decir “aquí estoy”. Leamos lo que somos y lo que podríamos llegar a ser en esta Caja de Sorpresas.

Los textos que encontraremos en este volumen son eso: explosiones de imaginación, versiones nuevas de lo que ya creíamos conocer, mundos posibles que se sienten más reales de lo que pensamos.

*Carlos G. Amezcua Rosales
*docente de la preparatoria N°8 de la UdeG donde funge como Jefe del Departamento de Comunicación y aprendizaje. Egresado de la carrera de Letras hispánicas de la misma Universidad y Maestro en Metodología de la enseñanza. Entusiasta lector y promotor de la lectura y de la escritura.

Chupacabras

El rating del noticiero va con mala racha. Ya un mes con una cantidad de espectadores así de baja pone en riesgo su trabajo. Vamos a cambiar de reportera porque esta nomás no sirve para nada. Fue lo que escuchó decir a los de la administración la semana pasada. Eso sí que no. Ahorita no estoy en condiciones de andar desempleada. Recuerda haberse puesto las manos en la cintura y morderse los labios. Ahí se le ocurrió algo. 

En esos tiempos, justo después de que los presentadores del noticiero dan los buenos días a todos con «qué lindas mañanas estamos teniendo en este año de 1996», la primera nota con la que empiezan el programa es una cobertura extensa sobre ese monstruo que le anda chupando la sangre a las cabras de los ganaderos. …se reportó un avistamiento donde testigos informan la aparición de cadáveres de animales. Pero ni uno solo ha mostrado a la criatura en un video.

Ella se asegurará de ser de los primeros.

El traje está mal hecho, a las carreras, pero no se puede hacer un buen trabajo con una carta de despido respirándole en la nuca.

—Ahorita se ve feo, pero si lo grabamos de lejos en lo oscurito vas a ver que se la van a creer —insiste el camarógrafo. Él ya está con muchas ganas de irse a su casa.

—Córranle porque traigo calor —la voz de Raúl se oye diferente ahora con la máscara puesta. Fue el único del resto del equipo de cámara que aceptó participar. El traje apenas si le queda, pero no pudo convencer a la persona que tenía en mente para el papel, así que se conforma.

—Mira, Raúl, vete hasta por allá donde se ven esas hierbas. Cuando te gritemos, te mueves un poquito como si anduvieras buscando una presa —a unos cuantos metros del pedazo de tierra de donde están, hay un corral con ovejas que pastan tranquilas —. Vas a estar atento a la señal que te haga para que salgas corriendo como si huyeras de nosotros.

—Órale, va.

Todos en sus lugares. Ella se peina un poquito, se acomoda el vestido y mete la panza porque no quiere escuchar de nuevo por allí algo como: ¿no le has visto la lonja a Sarita? Yo pensaba que andaba embarazada al principio.

Mientras espera a que su camarógrafo acabe de arreglar lo suyo, se imagina lo contento que va a estar su jefe mañana cuando le llegue con el material para el noticiero. Miles de espectadores cambiando de canal en la tele porque resulta que habrá una nota exclusiva: video nunca antes visto. Solo disponible en el que se convertirá en el mejor canal de noticias jamás antes visto. Obviamente todo bajo la atenta cordialidad y astucia de su hermosa servidora.

Se lleva el micrófono con el logo del noticiero a la boca. Mira al camarógrafo y espera la señal que le indique que puede empezar a hablar. Aunque al final lo único que se escucha es un estruendo atronador que le retumba en los oídos. El olor a pólvora lo inunda todo, seguido casi de inmediato por la sensación de viscosidad que deja en la nariz el hedor de la sangre.

Se da la vuelta y ve a Raúl tendido en el suelo, con un agujero en la cabeza y la máscara manchada de rojo, mucho rojo. Un balazo directo al cráneo.

—Señorita, ¿está bien? —Don Chuy, dueño del corral de ovejas que había visto hace rato, se le acerca —. Tenga más cuidado, no debe estar por estos lados tan sola, ¿qué no ve que el chupacabras anda suelto? —en su mano izquierda porta orgulloso su escopeta —. Bueno, andaba suelto, porque ya lo maté.

Astrid Martínez Lares
Preparatoria Regional de Colotlán

Augurio maternal
Ángel Arcos Estrada
Preparatoria de Jalisco
Raíces de amor
Hany Stephania González Bañuelos
Preparatoria Regional de El Salto

Libre albedrio

Entonces sé que puedo hacer lo que quiera, sin el juicio, el castigo o los golpes; mientras escucho su cráneo quebrándose contra la pared.

Fernanda Rodríguez Alonso
Preparatoria 15

El sacrificio de Isaac
Kevin Cristoff Ochoa Delgadillo
Preparatoria Regional de San Juan de los Lagos

Servir y proteger

Estaba afuera de la habitación del hospital. Esperaba pacientemente a que mi compañero terminara de tomarle la declaración a una joven que llegó a emergencias muy mal.

Curioso, me asomé por la pequeña ventana de la puerta; al verla, me quedé paralizado; todo su cabello había sido arrancado salvajemente, llevándose trozos de cuero cabelludo con él, su piel blanca como la nieve está quemada y palpitaba dolorosamente, con un color rojo vivo, no tenía un ojo, la cuenca era oscura como la noche y estaba llena de heridas infectadas qué si te acercabas lo suficiente incluso podrías ver alguna que otra larva y pus. Era deshumano, perverso, grotesco, asqueroso y perturbador. Mi compañero luchaba contra las ganas de vomitar mientras temblaba, intentando mantener la compostura, y yo… yo solo podía pensar en cómo carajos ella logró escapar de mi sótano.

Ytzel Estrada Flores
Preparatoria 8

Suspiro
Ruben Cabrera Rodríguez
Preparatoria 8

La Condesa de las Playas

El día que llegué aquí, estaba soleado, el tiempo quemaba la piel como lluvia de cohetes. No sabía ni en dónde estaba, pero sí para qué estaba. En aquel tiempo se me hacía fácil; era muy joven. “Aquí se viene a trabajar y todo trabajo es honrado”. A lo mejor solo me andaban manipulando.

Las paredes te estrechaban el cuerpo, incapacitándote los pensamientos hasta que llegabas a la habitación, tornándote el cuerpo de luces en medio de ojos brillosos y lujuriosos. “Aquí se viene a trabajar”, pero yo era una chamaca.

El primero que se animó, se me figuró como un pez, con su olor a río sucio, el agua de su sudor y sus ojos viscos de pasión. Fue su acercamiento lo que hizo que los demás cayeran en cuenta de que ese era un festín; y que yo era la entrada. Esas habitaciones eran las playas saladas de Acapulco, llenas de lágrimas de inocencia arrebatada.

Aquí me quedé; me zambullí en esas aguas, me convertí en sirena, atraigo hombres con mi voz; pero no me buscan a mí, quieren a las perlas que traigo conmigo para saciar su precoz apetito.

Brisa Abril Sosa Ortega
Preparatoria 8

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Valentina Limón Rizo
Preparatoria 8

Edición Especial

Esperaba el transporte público, como cada mañana. La ciudad ya hervía en caos. La universidad me asfixiaba; cada mes era una lucha contra los pagos, el hambre y el agotamiento. Mi familia contaba los billetes antes de decidir si cenábamos o no. El gobierno… el gobierno solo existía en Junio. Y entonces lo vi; el cartel estaba pegado en el puente peatonal. “Se solicita auxiliar de almacén. Buen sueldo. Horarios flexibles. No se requiere experiencia.” Era justo lo que necesitaba. Mandé mi solicitud con prisa. Me llamaron al día siguiente. “Preséntate en esta dirección”, dijeron. Fui emocionado, pero también fui ingenuo. 

Cuando llegué a la dirección me sorprendió que fuera un rancho. Pensé que quizá necesitarían ayuda con el ganado, tal vez armar pacas o cualquier otra cosa. No sospeché hasta que me apuntaron a la cabeza con un arma, me dieron una opción: trabajar para el cártel o morir en ese instante. No había elección. Pasé días, meses, años haciendo lo que me ordenaban, con las manos cubiertas de sangre y miedo. Cuando ya no fui útil, me hicieron cavar. Me quité los zapatos y los dejé a un costado. Cerré los ojos y escuché el disparo. El eco se perdió en el rancho, entre la tierra removida y los susurros de quienes me precedieron. Otros llegaron antes que yo y otros llegarían después de mí. Nos convertimos en sombras, en murmullos enterrados bajo el suelo de Teuchitlán. Pasaron años. Años de veladoras consumidas, de puertas entreabiertas esperando mi sombra. Hasta que un día, el colectivo de madres buscadoras al que pertenecía mi madre, me encontró. Desesperadas, removieron la tierra con sus propias manos y encontraron los restos de lo que fui: una bolsa negra, sin nombre, sin rostro. No hubo justicia, solo silencio. Alrededor, cientos de zapatos apilados contaban historias que nadie nunca quiso escuchar.

Bajo el Sol de Teuchitlán

Diego Israel López Bernal
Módulo Cajititlán de la Preparatoria Regional de Tlajomulco de Zúñiga

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Natalia Elizabeth García Gallegos
Preparatoria Regional de El Salto

Flores

Es nuestro sexto aniversario. Cuando nos hicimos novios, nos prometimos regalarnos flores en cada aniversario, pero a ella se le seguían olvidando. Cada año era lo mismo. —¿Qué quieres que haga? – Me decía sarcásticamente. Yo no sabía cómo reaccionar ante su descaro. En el quinto le contesté, con una sonrisa. —No te preocupes, amor, todo tiene solución–. Se me quedó viendo. Un año pasó de todo eso. Hoy estamos festejando el sexto aniversario, un poco diferente. Toda tu familia te trajo flores, no solo yo. 

Perla Dennis de la Cruz Bautista
Preparatoria 15

The flower on the other side
Lileth Michelle Sandoval Robledo
Módulo Juanacatlán de la Preparatoria Regional de El Salto

La casa de la esquina

Recordaba todas las veces que le había dicho a Aranza que no se acercara a la casa de la esquina. Siempre la esperaba del lado opuesto, el que daba a la avenida y me dejaba verla acercarse, con sus rizos meneándose de lado a lado, como si fueran guiados por el columpio de su sonrisa.

Era una muchacha bonita, sé que no solo lo pensaba yo, pues durante nuestra caminata, evitando la esquina, sentía los comentarios de quienes se cruzaban. Podía escuchar las palabras en sus ojos que querían gritar halagos, envidias y acosos.

Yo no le tenía envidia, creo que por eso me quería tanto como para irme a recoger todos los días en la mañana. Ella tenía pocos amigos, sabía que no todos eran genuinos, que se cegaban por su belleza y actuaban en consecuencia. Aun así, era muy amable con todos, eso me daba miedo.

A las muchachas bonitas y buenas, les pasan cosas malas, al menos eso dicen las vecinas metiches que saben qué pasa dentro de las casas. Por eso prefería no ser bonita, ni buena, pero a Aranza le tocaron las dos.

Si no fuera por las cosas que decían, hubiera anhelado ser como ella. Pero nunca lo hice, porque ver cómo no entendía cosas tan simples como que el acercarse a una casa era peligroso, me hacía sentir miedo de vivir así.

A veces me siento culpable, más que nada después de ver a su mamá, porque me imagino qué hubiera pasado si mi camino no se hubiera cruzado con el suyo. Si ella no me hubiera conocido, no hubiera conocido la casa de la esquina, si ella no hubiera conocido la casa de la esquina, no le hubiera pasado nada. O tal vez sí, al fin y al cabo, en mi calle siempre dicen que las chicas bonitas y buenas terminan así. 

En el fondo sé que no fue su culpa.

Afuera de la escuela, a veces, me encuentro a su mamá. Tiene los mismos rizos de su hija, pero ya teñidos para que no se le vean las canas, al menos así era antes de lo que pasó. Antes se acercaba a todos los alumnos para hacerles la misma pregunta, ahora que ya los conoce, al igual que sus respuestas, nada más sigue pegando sus carteles y acomodando los que ya se están cayendo.

Le agradezco en silencio que ya no se me acerque a preguntarme, porque no sé si pueda volverle a decir mentiras. No sé si mi culpa pueda salir en forma de palabras, diciéndole lo que pasa cerca de mi casa, lo que todos sabemos, pero nadie cuenta.

Sé que no soy la única que sabe esta verdad, sé que las vecinas ya murmuran sobre qué le pudo pasar a Aranza, seguramente algunas llegaron a verla llegar por mí cuando salían a barrer sus desgastadas banquetas esperando que, si tenían ojos bien abiertos y las orejas bien paradas, obtendrían su nueva noticia de la semana.

Creo que ellas la vieron, de todo se enteran ¿Cómo no la iban a ver acercarse de más a donde le dije que no lo hiciera?

Sigo sin entender por qué lo hizo, tal vez la curiosidad en forma de gusano le carcomió la cabeza hasta mover sus piernas cada vez más cerca de la casa de la esquina. 

Empecé a preocuparme por ella cuándo me esperaba afuera de mi casa, ya no en la avenida. Ella no entendía la diferencia entre encontrarte en la entrada y ya estar dentro de un lugar del cual no conoces las reglas que todos siguen, del que no sabes los chismes y revuelos, no estaba jugando bajo las mismas condiciones de todos los demás, de los que hacemos oídos sordos cuándo nos conviene. 

Hoy caminé sola a la escuela otra vez, pasé al lado de la casa de la esquina a paso veloz y caminé por la avenida hasta mi destino. Todo se sentía árido, silencioso y vacío, en esos momentos es cuándo más siento su ausencia. Afuera estaba su mamá retocando sus carteles, cada día con la mirada más profunda y con las manos en un extraño estado de temblor y rigidez, la veo desesperada y cansada al mismo tiempo.

Quería acercarme a decirle algo, pero de nuevo me intento decir, que esa casa está en la esquina de mi calle.

Kenya Itzel Navarro Rubio
Preparatoria 5

Eclipse de Marfil
María Isabel Alejo López
Preparatoria de Jalisco
Craquelado
Fernanda Rodríguez Alonso
Preparatoria 15
Siendo un eco
Ana Paola Camarillo Aguirre
Preparatoria 5

Piso lleno de madera

Papá trabajaba muy duro todos los días; siempre dejaba la casa llena de residuos de madera en el piso, producto de su oficio: la carpintería. Fue así desde que nací. No entiendo por qué nunca hizo un esfuerzo por mantenerlo limpio, sobre todo mientras mamá vivía. Hoy que lo maté con una de sus sierras, lo entendí, no limpiaba porque es demasiado cansado.

Danne Odette García Sanroman
Preparatoria 15

La salvación

Un día le pregunté a mi mamá.

—¿A dónde se van los que mueren?

—Algunas personas adultas se van al cielo y otras al infierno, pero los niños chiquitos sin excepción van directo al cielo.

Entonces, cuando llegue a la casa, salvé a mi hermanita de que se fuera al infierno.

Cristina Chávez Ibarra
Módulo Cajititlán de la Preparatoria Regional de Tlajomulco de Zúñiga

Geometría urbana
Paola Guadalupe Limón Ríos
Módulo Juanacatlán de la Preparatoria Regional de El Salto

El jardín de las cartas

En un pequeño pueblo donde el viento olía a jazmín y los días pasaban sin prisa, vivía Elena, una joven que trabajaba en la librería de su familia. Su amor por los libros había nacido en la infancia, cuando su abuela le leía historias al atardecer. Aunque creía en el amor que describían los cuentos, nunca había sentido que su propia vida tuviera una historia digna de ser contada. Un día, mientras ordenaba libros en la trastienda, encontró un poemario viejo con las páginas amarillentas por el tiempo. Al abrirlo, algo cayó suavemente al suelo: una carta cuidadosamente doblada. La tinta estaba desvaída, pero la caligrafía aún era clara:

 “Mi querida estrella, cada noche miro al cielo y pienso en ti. Aún guardo en mis recuerdos tu risa entre los árboles, el aroma de las flores que cultivabas en el jardín de tu madre. No sé si estas palabras alguna vez llegarán a tus manos, pero si lo hacen, quiero que sepas que mi corazón siempre ha sido tuyo. Con amor eterno.” 

Elena sintió que su corazón latía más rápido. No había firma ni fecha, solo aquellas palabras impregnadas de un amor que parecía perdido en el tiempo. La curiosidad la llevó a buscar más cartas entre los libros antiguos, como si aquel misterioso autor hubiera dejado un rastro escondido entre las páginas del pasado. Fue entonces cuando decidió preguntar a los vecinos del pueblo si conocían la historia detrás de la carta. Entre ellos estaba don Ernesto, un anciano que había vivido allí toda su vida. Al ver la caligrafía, sus ojos brillaron con nostalgia. Esta letra… creo que pertenece a Ricardo, el dueño original de la librería, murmuró. 

Ricardo había sido un hombre reservado, amable pero solitario. Murió años atrás sin casarse, y nunca se supo de algún romance en su vida. Pero la carta sugería lo contrario. Elena continuó su búsqueda y, en el proceso, conoció a Mateo, el nieto de Ricardo. Era un joven de mirada tranquila y sonrisa tímida, que había regresado al pueblo recientemente para resolver asuntos familiares. Cuando Elena le mostró la carta, su sorpresa fue evidente. Nunca supe que mi abuelo había amado a alguien… Siempre pensé que había estado solo. Dijo Ricardo

A partir de ese momento, ambos comenzaron a buscar más pistas sobre aquella historia. Encontraron otra carta, oculta en un diario antiguo, donde Ricardo hablaba de una mujer llamada Isabel. Según la carta, ella había sido su gran amor, pero nunca pudo confesarle sus sentimientos. Intrigados, investigaron más y descubrieron que Isabel había vivido en el pueblo, pero se había mudado cuando era joven y nunca regresó. ¿Habría leído alguna vez esas cartas?, ¿habría sabido del amor de Ricardo? Mientras Mateo y Elena seguían la pista de Isabel, su relación empezó a cambiar. Lo que al principio fue una colaboración se convirtió en largas tardes de conversaciones, en risas compartidas entre estanterías y en un sentimiento que crecía en silencio. Una tarde, mientras revisaban un viejo escritorio en la trastienda, encontraron un último sobre sellado. En él, Ricardo escribía: “Si el destino nos separó en esta vida, espero encontrarte en otra. Y si alguien lee estas palabras, deseo que tenga el valor que yo nunca tuve para amar sin miedo.” Elena y Mateo se miraron. Aquel mensaje no solo hablaba del pasado, sino también del presente. Creo que hemos encontrado más que cartas dijo Mateo, tomando suavemente la mano de Elena.

Ella sonrió. A veces, el amor no se encuentra en las historias del pasado, sino en las que comenzamos a escribir sin darnos cuenta.

César Alexis Barragán Guadarrama
Preparatoria 15

Extrañeza
Ayelén Casandra Hernández Gómez
Preparatoria 5