Él es el culpable

Elizabeth Gonzalez Alba | Preparatoria 9

Las once en punto y, como cada noche desde hace tres meses, él se encuentra sentado frente al espejo de su habitación. Su rostro observa con una mirada fría. El viejo reloj de péndulo es el único sonido que se puede escuchar. Hundido en un mar de arrepentimiento en el que su error es su tormento, gira su cabeza y lo ve ahí. Su mente se llena de culpabilidad mientras la escena se repite en su cabeza. Recuerda lo que su amada dijo antes de morir: “él no es el culpable”. Estalla en ira al recordar esas palabras y piensa cómo ella podía defenderlo, después de que él había robado su amor, y entonces el silencio se rompe con una risa que llena la habitación. Enojado, lo observa y se dirige hacia él, se detiene y lo ve ahí, riendo sin mostrar culpa alguna de todas las desgracias que ocasiona. Debería matarlo, piensa. Al final, él es culpable de que asesinara a su amada. Él al robar su amor lo había provocado. Mira su rostro y recuerda cómo su esposa lo acariciaba y le decía cuánto lo amaba. Simplemente no había podido más y con un cuchillo había arrebatado la vida de su esposa. Entonces sus pensamientos se interrumpen y mira al culpable. Está en la cuna y sonríe mientras lo mira.

Camino de la muerte

María Fernanda del Águila Solórzano

Preparatoria Regional de San Juan de Los Lagos

Al conductor de ese autobús no le importó volcarse en aquel barranco. Pronto estarían muertos, pero después de ver cómo se devoraban unos a otros, no podía permitir que el virus llegara a la ciudad.

Inside
Paulina Guadalupe Salas Barreto
Preparatoria Regional de El Salto

Sobre el eterno Valle Celeste

Alvaro Huerta Hipólito | Preparatoria 10

Y cierras tus ojos. Y tapas tu nariz, como esperando algo del otro lado.

Es en ese momento en que la gravedad te vence por completo, el viento golpea con fuerza tu cuerpo y tus músculos se tensan esperando la inminente llegada. Los segundos se vuelven eternos, como si el tiempo se detuviera completamente, y es entonces cuando lo miras. Con tus ojos apenas entreabiertos, miras el horizonte, la plenitud del todo. La inmensidad se ilumina bajo el primer albor de un Sol de verano. El agua majestuosa resplandece ante ti y dejas de caer. Ahora estás volando, como si de un ave magnífica se tratara. Extiendes tus brazos, tus alas, cierras los ojos mientras sobrevuelas por un océano espectacular, y tu sombra naufraga en las olas. La brisa se encuentra acariciando tu piel, el sonido se diluye bajo una inmensa calma y una sensación sin igual inunda tu cuerpo. Miras la eternidad, tan claramente. Nada, jamás ha sido tan valioso. Lo sabes ahora, todo estará bien… pero no es así.

Abres los ojos, y una realidad abrumadora te azota completamente, sigues cayendo. Lo intentas, intentas con todo tu ser regresar a la altura, pero es tarde, estás apresado en tu inevitable destino. ¿Por qué no lo pensaste? Creías estar tan seguro, pero jamás consideraste los segundos a mitad de la caída, ni aquel horizonte en el medio. Si tan solo pudieras regresar a la cima. Es aterrador, tratas de subir, detener tu caída. Luchas contra la gravedad, forcejeas con el aire, pero ya todo está dicho. Una respiración pesada ahoga tus gritos, el silencio sepulcral del océano presagia el final. Tu sombra, cada vez más cercana, aguarda bajo el abismo, esperando. Sigues luchando, sigues luchado, y entonces todo se apaga.

Todo está bien, ¿no?

Nayari Jaqueline Camacho Sánchez | Preparatoria 9

Tengo miedo de lo que pueda llegar a pasar, tengo angustia de todo, tengo temor de mí. ¿Qué pensará de mí, mi yo pequeña? En realidad, no me importa; todo lo hice por y para ella, supongo. 

Nadie me puede culpar. Todo fue muy fácil; ellos son tan manipulables y, ¿acaso yo tengo la culpa? No, así es, tengo razón. 

Aún recuerdo la primera vez que lo hice, sin razón, ¿o sí? No sé, me gusta esta vida, nadie puede negar que estas zapatillas y este bolso me quedan espectaculares, ¿todo está bien, cierto? 

Ya reflexioné, dejaré de hacer todo este engaño. Mañana mismo buscaré un buen trabajo y poco a poco creceré y compraré todo por mi cuenta; es más, ya mismo busco sugerencias de un buen trabajo. 

Él me volvió a escribir, me tiene un nuevo bolso y yo me alegro mucho porque no quiero salir de mi cama para conseguirlo. 

Sé que estoy perdida, pero no mucho, o tal vez sí. Podré engañar a todos, pero yo sé la verdad. Espero que nadie me vuelva a buscar. Bueno, depende. Ya no sé lo que quiero, no soy feliz y tengo miedo. Tal vez un nuevo y brillante collar solucione todo. Estoy segura de que el dinero me dará toda la felicidad que perdí por su misma culpa. Estoy segura de que pronto todo estará mejor, ¿cierto?  

Claro que no sabías que escribía

Alondra Guelaguetza Esquivel Ramírez | Preparatoria 5

Entraste esa noche a mi cuarto. Ay, madre, ya era demasiado tarde; tarde porque mi vida se había ido junto con el Sol de ese atardecer. Lloraste ríos, tantos que casi inundaste mi cuarto. Mi cuerpo inerte sobre la cama, sin alma. Te acercaste y me besaste hasta consumir varias horas de la noche, como si de alguna cerveza amarga se tratase. Levantaste la cabeza y te encontraste con la libreta que fue mía pero ya no me pertenecía más.

“No sabía que escribías”, susurraste leyendo palabras apresuradas y pensamientos en llamas, pero la mayoría de páginas habían sido arrancadas. Volteaste a ver mi tristeza y todo tuvo sentido en tu cabeza. Me quitaste la piel del pecho con el bisturí de tu curiosidad y ahí estaban todos los poemas que faltaban en la libreta.

Páginas que cicatrizaron mi cuerpo roto durante todas las noches que sola había pasado. Y ahora, entre los rayos del amanecer. Madre, tú pudiste ver que ningún poema sirvió de sutura para el abismo de mi corazón. Comprendí que mi alma no tenía cura pues cada poema que le ponía encima se incendiaba o se diluía en la tristeza inconclusa que desangraba en cada latir. Y solo por esa razón me fui. Nadas entre lágrimas y letras, eso no resuelve nada. Ya no me ames, que es tarde para entender por qué escribía cuando terminé sepultada en mi poesía.

Un excelente regalo

Héctor Daniel Bravo Alvarez | Preparatoria 15

Nunca conocí a mis padres. Desde que tengo memoria mi tía me ha criado. Me contó desde que yo era muy pequeño que mis padres murieron en un accidente. Mi tía ha sido mi madre, pero la odio, porque siempre tuvo un gran favoritismo hacia mi primo, comparando nuestras calificaciones, cumpliendo sus berrinches y poniéndose de su lado siempre que tenía una pelea. No pierde oportunidad para decirme que mi primo y yo no somos iguales.

Hoy es navidad, por fin podré hacerla feliz. Le preparé el mejor regalo. Hace unos días la escuché hablar con una de sus amigas y mencionó cómo los ojos de su hijo son perfectos y desearía observarlos todo el día.

Hace 5 minutos terminé mi regalo. Lo dejé junto a su cama, pero ella está gritando, no la entiendo. Yo solo le regalé lo que ella deseaba.

Un multiverso literario

De entre todas las actividades recreativas, la que más disfruto es leer literatura. Al abrir un libro, abrimos una puerta a un mundo nuevo, del que podemos entrar y salir las veces que queramos, libros que podemos leer y volver a leer, y en ocasiones compartir con otros lectores para que nos acompañen en estos viajes. Durante la pandemia me fue posible decir que, aunque estuve desde mi habitación, pude visitar La Habana, recónditas calles londinenses, pueblos mexicanos, épocas medievales, y castillos encantados. Las páginas y las letras se transforman en calles, caminos, y guías que toman nuestras manos y nos adentran al ignoto mundo por conocer.
Sin embargo, existen dos posibilidades, ser el viajero entre mundos o ser el creador de estos mismos. Así que no es posible para mí hablar de la literatura sin mencionar la escritura, artes tan afines y complementarias que, aunque suene obvio, no existiría una sin la otra. El escritor decide qué mundo crear a partir de sus propias experiencias, él decide cómo contar la historia y de qué manera invitar a los lectores, muchas veces escribiendo sobre aquello que más conocen o quizá sobre lo que les gustaría conocer. Los últimos años han sido un viaje constante de emociones para todos los que habitamos el mundo; pasamos de un encierro obligatorio a una reintegración social, las aulas volvieron a llenarse de alumnos y las cabezas, que son cada una un mundo, volvieron a converger y fusionarse en un multiverso de historias.
Los cuentos y microrrelatos que encontrarás en este número, fueron creados por estudiantes que buscan, a través de sus letras, despejar su mente de este mundo caótico en el que vivimos. Algunos de ellos de manera metafórica pueden hablar de sus miedos más profundos como lo podemos leer en “¿Estoy bien?”, algunos otros hablan de sus deseos más insospechados como en “¿Se nace o se hace al vanidoso?”, sin embargo, otros en un sentido literal intentan confiar en nosotros para compartir su alma, como se puede leer en “Sempiterno”.
Bienvenido al número 23 de la revista literaria, creada por y para alumnos de SEMS. Abre las puertas a este multiverso estudiantil. Deja que las páginas te cautiven en este vaivén literario hacia un nuevo mundo, y puede que nos encontremos ahí.

Jorge Alberto Muñoz Santana

Licenciado en Letras Hispánicas, imparte clases en la Academia de Lengua y Literatura en la Preparatoria 5 de la UdeG, y en la Academia de Comunicación del SUV. Amante de la literatura, ha publicado varios cuentos en diversas revistas y en la Antología Mar de Voces. De 2016 a 2020 impartió talleres literarios y de escritura creativa a estudiantes de SEMS. Actualmente tiene un canal de YouTube (JorgeSantana16) donde participa como Promotor de la Lectura, y gusta de hablar de temas paranormales.

¿Por qué mi cuerpo no te quiso?

Mariana Soto Almaguer

Preparatoria Regional de Santa Anita

Lo amé; con un amor visionario, sensitivo, especulativo. Aprendí a ser paciente, aprendí a ser creativa para imaginar cómo sería lo nuestro…Lástima que se escurrió por mis muslos, dejándolos húmedos, viscosos como una clara de huevo, pero con pigmento rojizo.

Irresponsable

Mariana Soto Almaguer

Preparatoria Regional de Santa Anita

No sé si podré perdonarlo. ¡Me dejó plantada durante tres décadas!, hasta que murió y lo enterraron junto a mí.

Bajo la lluvia| Dalia Anyuli Romero Reyes
Preparatoria Regional de El Salto

¿Se nace o se hace al vanidoso?

Daniela Carolina Aguirre Orozco

Preparatoria 5

María Carmen era una mujer bonita, y todo el mundo se lo hacía saber cada segundo de su vida. Pareciera que su único logro en la vida fue haber nacido bonita y que sus facciones fueran agradables a la vista.
Siempre que le preguntaba al novio de turno qué le gustaba de ella, nunca decía que su intelecto o personalidad, se limitaban a expresar que su cara o su cuerpo eran su mayor atributo, a veces haciéndole creer que no tenía ningún otro. Cuando le preguntaba a su padre qué se siente tener una hija tan bonita, el hombre con apenas mirarla decía «un orgullo » estas palabras consternaron a María Carmen, entonces, si fuera fea ¿estaría decepcionado?
Como toda mujer bonita que sabe que es bonita, se casó con un hombre apuesto, bien acomodado socialmente, que apenas y se molestaba en conocerla a fondo. Tuvieron una hija que no era bonita, sino hermosa, la niña más bella que sea haya visto jamás.
Conforme la niña iba creciendo la vida de María Carmen iba cambiando, le gustaba ser mamá, amaba su hija, pero en la calle todo el mundo le decía “pero qué hermosa hija tiene; tu hija es bellísima; tu hija parece muñequilla; tu hija, tu hija, tu hija”. Y ¿qué pasa con María Carmen? Acaso ya no es bonita. Es cierto que el embarazo le hizo perder cabello y aumentar de talla, además que las noches sin dormir le crearon unas grandes ojeras y cada día se veía más cansada desviviéndose por su bebé.
En la mente de María Carmen se empezaron a formular preguntas que no quería contestar, preguntas que con el simple hecho de cuestionarse le hacían sentir mal, pero ¿y si su hija estaba robando su belleza? ¿y si ya no tenía nada más para ofrecer al mundo? ¿y si ya no era amada si no era bella? Estas incógnitas se inmiscuían cada vez más en sus pensamientos, siendo a veces lo único que tenía en mente. Pasó días enteros sin dormir por la culpa, y pronto esa culpa se volvió odio hacia su primogénita, la odiaba por haberle robado su belleza, su única cualidad, para lo que había nacido.
Una noche de insomnio, harta de no poder conciliar el sueño, se decidió, iba a matarla, no podía seguir viviendo de esa manera, no podía ser esclava de su desgracia. Así que, con su almohada en mano, demencia en sus ojos y determinación en su alma, se encaminó a la habitación de su rival. Abrió la puerta lentamente para que el ruido no la despertara y de esa manera alertar a su marido, igualmente caminó muy despacio hacia el costado de la cuna. Con la respiración intranquila y los nervios de punta, vio a esa hermosa bebé que ella había creado, era la cosa más hermosa que jamás había visto. Eso fue suficiente para que dentro de María Carmen comenzara una batalla, después de ver a su hija se llenó de amor y regocijó, pero el odio no había menguado. De repente, sin previo aviso, miró hacia sus manos y noto que ya no había más una almohada, sino una soga y una última carta en la que se leía: Te amo, mi niña bonita.

Hasta ahora

Santiago Paul Aguayo Castillo

Preparatoria 15

El escenario se vuelve viejo por cuanto se ha contado encima suyo: los senderos infinitos se contraen y dejan de serlo, los perros furiosos caen y quedan muertos, los árboles ya no suponen abrigo apto para las inclemencias nocturnas del duelo. Dos, tres, cuatro, infinitas historias se narran paralelas porque el tiempo es indistinguible a los ojos de cobre; se mezclan la utilería, las luces y las vivencias. Se confunden la mente inquieta con la espalda desecha, los pasos al borde de la fuente con las blasfemias profesas, el negativo que expone un suceso traumático con la luna que rinde socorro a quien la busca por fuera de los barrotes blindados, el andar en círculos de a quien la indecisión lo trae domeñado con el de un desaparecido más que, a la muerte y resurrección de la estrellas, por fin habrá vomitado.

Prismal| José Gael Sigarroa Reynoso
Preparatoria Regional de Chapala

El traje

Mayra Estefania Mendoza Díaz

Preparatoria Regional de Santa Anita

Tomo mi traje, lo lavo, lo plancho y lo doblo. Queda todo listo y sé que a mamá le encantará, pues el color negro me favorece. Pronto lo coloco encima de mi cama y emocionado imagino cómo me veré con él, sin soportar la espera tomo la soga y la enredo en mi cuello.

Metamorfosis| José Gael Sigarroa Reynoso
Preparatoria Regional de Chapala

No me dejes pensar

Santiago Paul Aguayo Castillo

Preparatoria 15

La oscuridad no consuela, en ella mi mente vuela. Levanto la cortina con mis fríos dedos y lo que revela la ventana es el mismo cielo enfermo.

El hielo interno me paraliza, las cobijas no lo alivian. Hay certeza en que la mañana me encontrará muerto y esperanza de que mi locura sea el único veneno:

Me siento tan frustrado que me vuelvo loco,
y esa locura me frustra más.

Brillo lunar| José Gael Sigarroa Reynoso
Preparatoria Regional de Chapala

Baño

Montserrat Guzman Gonzalez

Preparatoria 9

Como todas las noches, le doy un baño al bebé antes de ponerlo a dormir.
Tallo su espalda con cuidado, no para de llorar desesperada mientras su piel se derrite.
Tengo que ocultar el bote de ácido antes de que alguien venga.

Pozo

Montserrat Guzman Gonzalez

Preparatoria 9

No podía ser que estuviera aquí, sonriéndome de forma tan dulce, riéndose como si nada hubiera pasado, besándome tan tiernamente.

¿Cómo podría ser? Si yo mismo me aseguré de que su cuerpo se hundiera en aquel pozo.

Prejuicio| Yareli Estefanía Jiménez Garibay
Preparatoria Regional de Ahualulco de Mercado

Perlas

Mayra Estefania Mendoza Diaz

Preparatoria Regional de Santa Anita

Impecables, algo inédito en mi profesión. Relucientes a más no poder, blanco perfecto, que coordinándose con su simpleza y geometría irreprochable logran que destaque cualquiera. Lleno un frasco y me parece espléndido, ahora solo queda colocarlo en el estante y suturar.
-¡Mi mejor paciente en años!, lástima que no aguantó la extracción.

Carnicero



Mayra Estefania Mendoza Diaz

Preparatoria Regional de Santa Anita

-¡Excelente calidad de filete!, lástima que Lucía no aparece, le encantaría.
-No se angustie, si de algo le sirve, condimentada sabe mejor.

 

Prejuicio| Yareli Estefanía Jiménez Garibay
Preparatoria Regional de Ahualulco de Mercado

Lo ajeno al invierno

Alexia Valentina Aguirre Contreras

Preparatoria 9

Ellos no llegarían al invierno. Lo supo desde que cruzaron miradas por primera vez, una tarde a finales de la primavera.
No, no llegarían, porque entonces ya había enterrados secretos e inseguridades a flote. Y cuando olió su dulce aroma a finales de Junio, se dio cuenta que quizá un amor de verano no sería tan trágico. Pero no, definitivamente no llegarían al invierno. Compartieron horas de sol, y quizá algunas horas de luna, pero si se lo preguntas, por supuesto que lo negará todo.
No, no estábamos hechos para el otro. Por eso me sorprendió cuando llegamos de la mano a otoño, mientras la temperatura descendía y compartíamos un dulce chocolate caliente. Las hojas verdes que admiramos en el verano, se destiñeron a un color ocre. Pero no, yo sabía que igual que esa hermosa vegetación, nos secaríamos y caeríamos con las suaves brisas.
No fue su culpa, porque siempre supe que sería efímero, nos enamoraríamos tan rápido y todo acabaría de la misma forma. Y a inicios del último mes, mire sus ojos, su piel, su sonrisa. «No llegaremos al invierno.»
En la cama del hospital, recordé su mirada, su sonrisa, su aroma, horas de sol, horas de luna. No, no llegamos al invierno, pero no fue su culpa, fue mía.