Preparatoria Regional de Etzatlán Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2020
Resumen
Se aborda el tema de la muerte: cómo se percibe en algunas situaciones, en conjunto con las afectaciones que pueden tener las personas; la importancia de la conciencia sobre dicho tema y su aceptación, añadiendo en qué momento es posible que el hombre esté listo para procesar todo lo que conlleva; importantes pensamientos de filósofos en el proceso de la vida como preparación para la muerte; además de una pequeña introducción sobre la conciencia de la muerte en la prehistoria, junto con las cuestiones que se pueden generar sobre si una persona ajena al tema es mucho más feliz que aquella que ha llegado a comprender lo que representa; la esencialidad del proceso de madurez y cómo el llegar a tal estado ayuda en la liberación del pensamiento y el alma para aceptar la muerte como algo que forma parte de todos.
Tan temida, aclamada como el origen de tantas dudas y el sentido de la vida, la muerte es un tema por el cual todos se han sentido atemorizados más de una vez, pero como mortales, ¿en qué momento consideramos adecuado comenzar a pensar que lo único que tenemos asegurado es la muerte en la vida? ¿Estamos preparados para el fallecimiento de un ser querido o el propio? Es lo que a continuación se expone. Desde la prehistoria, los rituales fúnebres comenzaron como sepulturas, dando así un sentido e importancia a la muerte. Como es bien sabido, con el paso del tiempo, el humano evolucionó y, con ello, su razonamiento. Antiguamente, los filósofos plasmaron sus pensamientos e ideas sobre el sentido que para ellos tenía la vida, con todo lo que conlleva y, por supuesto, la muerte.
Ahora bien, ¿aquellas personas, al tener presente el posible fin de sus vidas, la disfrutarían menos en comparación con aquellas que no son conscientes de ello? Pongamos en contexto el planteamiento anterior. La primera persona descrita pasaría una etapa de su vida asimilando que, en determinado momento, ella y las personas a su alrededor morirían; no obstante, las consecuencias de ir más allá sobre esta idea serían que, durante el resto de su vida, no tendría temor por su muerte, y al llegar el momento, la aceptaría pensado en todas las cosas que hizo durante su vida y que, por consiguiente, le permitieron disfrutarla sin remordimientos. Por otro lado, aquel que vive cegado de dichas posibilidades, pensará de vez en cuando y con gran miedo sobre la muerte, sin poder aceptar que, no importando lo que haga, le alcanzará en algún momento. Por tanto, lo correcto es dejar de poner resistencia y aceptar la muerte como algo que forma parte de nosotros, para tener un flujo libre en nuestras vidas; separarnos de ella, como lo hacemos durante nuestras vidas para llegar a una prestigiosa universidad. El tenerla presente nos puede cambiar positivamente:
“y es evidencia que la muerte no solo deja a uno pensativo, sino que lo vuelve pensador» (Morín, 2003).
Me atrevo a decir que no es fácil pasar por todos los pensamientos planteados anteriormente; sin embargo, son necesarios para poder comprender no solo la filosofía de la muerte, sino también de la vida y de todas las maravillas que nos presenta. Según Epícuro en su carta a Meneceo, a “la muerte misma, por su propia naturaleza, hay nada que temer porque nunca coexistimos con ella: mientras estamos nosotros, no está la muerte; cuando llega la muerte, dejamos de estar nosotros” (Epícuro, 1995). La cita anterior no se refiere a que debamos vivir sin pensar en la muerte para no preocuparnos, sino que disfrutemos la vida, teniendo conciencia de ella para eliminar todo temor. Por otro lado, Sócrates dice que:
“no puede darse una ocupación más conveniente para un hombre que va a partir bien pronto de este mundo, que la de examinar y tratar de conocer a fondo ese mismo viaje, y descubrir la opinión que sobre él tengamos formada”.
Ambas tesis se complementan, ayudando así a construir la conciencia sobre la muerte, su comprensión y aceptación de la misma, sin atemorizarnos sino liberarnos, además de permitir el goce de la vida en sí para llenar el alma de aquello que resulta esencial. Un ejemplo de esto puede ser una ama de casa, con dos hijas pequeñas y marido, la que repentinamente es diagnosticada de un cáncer terminal y a la que le quedan aproximadamente nueve meses de vida. Tanto para ella como para las personas que la rodean sería una noticia sofocante, mas no se quedarían parados sin hacer nada, sino que descartarían la idea de perder a aquel familiar, intentando todo lo posible para retrasar la muerte, por lo menos un año. Mientras, la persona se sumergiría cada día en una profunda depresión y desesperación por ver llegar aquello que por su mente jamás se había cruzado.
Sin embargo, todo esto sería un proceso que fortalecería pensamientos y lazos, ya que todas las personas que pudieran encontrarse cerca de ella tendrían la noción de que, sin importar qué hagan, todos morirán. Así pues, se puede pensar que, después de algún tiempo, el humano llegue a ver la muerte solamente como la liberación del alma o el término de un ciclo natural para el cual se preparó arduamente durante su vida, sin guardar temor sobre lo que pueda haber después de ella. De no ser así, no se encontrará preparado en ningún sentido para su muerte, cosa que podría llevarlo a vivir en constante negación sobre algo inminente, perdiéndose así gran parte de su vida. Sin embargo, es posible que tiempo después abandone tal estado de negación, puesto que la comprensión de la muerte (sin mencionar otros procesos de la vida) llega con la madurez.
Uno de los primeros acercamientos que puede darse al ser niños es cuando se pasa por la muerte de un pariente, en la cual rara vez uno se para a pensar por qué sucede semejante cosa, y las razones por las cuales las demás personas se ven tan afectadas. De hacerlo, el pequeño pasa por una etapa de desconcierto al no poder comprender un tema de semejante magnitud, razón por la cual lo olvida y no es sino hasta que el individuo alcanza la madurez cuando se está preparado para llegar a una paz interior en la que recibe a la muerte como un igual, haciéndolo mucho más fácil para él y todos aquellos que lo rodean.
Sobre lo que sucede con el alma después de morir, es aún más difícil de comprender, por lo que a veces me gusta pensar como Platón: “es probable que sus almas entren en cuerpos de animales pacíficos y dulces, como las abejas, las avispas, las hormigas; o que vuelvan a ocupar cuerpos humanos, para formar hombres de bien” (Platón, s.f.). Él aliviaba, de una forma simple, las dudas sobre lo que acontece después de la muerte, dejando así en nuestras manos la cuestión de si hay una vida posterior.
Bibliografía
Epícuro. (1995) Obras. España: Atlaya. Platón. (s.f.) Platón, Fedón o del alma. Biblioteca digital. Savater, F. (s.f.) Las preguntas de la vida. España: Atlaya.
En su máxima expresión, felicidad | Ximena Elizabeth Parra González. Preparatoria Regional de Etzatlán
En honor al día de Muertos | María José Gómez Buelna. Preparatoria 9.
No cabe duda de que el año 2020 representó para el ser humano un período de crisis, en el cual se vio sometido a un constante proceso de incertidumbre. El desarrollo del COVID-19 por todo el mundo dejó de manifiesto la vulnerabilidad a la cual nos encontramos sometidos. Si bien es cierto que durante la historia de la humanidad se ha pasado por diversas pandemias, el que en este mismo momento nos esté sucediendo a nosotros, que seamos los protagonistas directos, envuelve de un cariz distinto nuestra vida y nuestra realidad. La pandemia vino a representar una especie de situación límite, aludiendo a la visión del filósofo Karl Jaspers, una situación que se vive como algo inevitable y que genera una alteración en el discurrir cotidiano. Es así, entonces, cómo la conciencia de esta situación límite nos coloca de frente a la Filosofía. Al ser un momento de crisis, en el que se pone en cuestionamiento, no sólo la realidad sino el sentido básico de la vida, se establece el germen de la reflexión filosófica. Parecería paradójico, pero es precisamente en estos momentos de crisis, de incertidumbres, de dudas, de fragilidades, cuando se hace inevitable la reflexión. Ni siquiera es necesario forzarla, por su naturaleza racional el ser humano está dotado de esas cualidades racionales y críticas cuando se ve enfrentado a una realidad que le interpela. Es así cómo el fenómeno de la pandemia y todo lo que ha traído como consecuencia se convierte en nuestro objeto de análisis filosófico. Quienes se habían acercado a la filosofía sólo a partir de los textos se encuentran con una realidad que los obliga a volverse pensadores de la misma. Ya no se trata de discurrir sobre lo que otros pensaron sobre su época, sino que ahora tenemos ante nuestros ojos una realidad que nos exige ser analizada, pensada y al mismo tiempo transformada. Y obvio esta nueva realidad que se nos impone incluye la propia existencia humana. Frente a esta situación de sospecha y de perplejidad en que hemos sido colocados, nos encontramos frente a un espejo que nos cuestiona sobre el sentido de la nuestra existencia, hoy más que nunca se nos ha hecho conscientes de lo frágil y vulnerables que somos, sabemos que vamos a morir, nos hemos dado cuenta de nuestra finitud. Al modo en que Heidegger nos explica acerca de cómo al tomar conciencia de la muerte, también debemos tomar conciencia de la vida. La discusión filosófica ha llegado a los hogares, a las familias, a los jóvenes y no tan jóvenes, a los especialistas en la filosofía y a los que no lo son. Consciente o inconscientemente la sociedad se ha hecho preguntas filosóficas que nos han enseñado a determinar lo que es verdaderamente importante para nuestra vida y que se han originado directo de las consecuencias de la pandemia. La muerte, el sentido de la vida, la felicidad, la libertad, el amor, el miedo, el cuidado, el trabajo, la educación, la violencia, las formas de control político, el problema de la verdad y el papel de la ciencia en la sociedad, son ahora temas visiblemente discutidos desde el campo reflexivo, crítico y racional. El confinamiento, por ende, ha conllevado una nueva manera de socializar, de convivir, de vernos frente al otro y de ver al otro. Inmersos en el ambiente familiar, nos hemos percatado de que los procesos de convivencia y de relación, por muy cercanos que éstos sean, implican al mismo tiempo un dejo de conflicto que en algunas ocasiones recaen en conductas violentas hacia los sectores socialmente más desprotegidos: mujeres y niños. En tiempos de incertidumbre, la filosofía, y más específicamente la actividad filosófica, se convierte en un valioso instrumento problematizador del mundo, pero al mismo tiempo esclarecedor de la nueva realidad que nos ha tocado afrontar. Hoy más que nunca la filosofía debe ser entendida como una actividad analítica, reflexiva y crítica que nos lleve a replantear nuestro lugar en la sociedad y en el mundo. Bienvenidas, por tanto, todas aquellas reflexiones producidas por las nuevas generaciones de jóvenes pensantes, quienes son y serán los responsables de interpretar y transformar la realidad.
Silvia Patricia Arias Abad*
* Estudió filosofía y la maestría en estudios filosóficos en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara. Es docente de la Preparatoria de Tonalá Norte.
Módulo Tecalitlán de la Preparatoria Regional de Tuxpan
Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2020
Resumen
Las cifras de feminicidios crecen cada día más y no se toman cartas en el asunto. Todos los días, de ocho a nueve mujeres son asesinadas por el hecho de ser mujeres. ¿Dónde está la seguridad del país? Las mujeres no pueden salir seguras a la calle por miedo, es peligroso que anden solas. Buscan ser escuchadas y lo representan con iconoclasia, que no es lo mismo que vandalismo. No quieren seguir así, no quieren vivir con miedo. Muchas veces callan agresiones de su pareja por miedo. ¿Por qué tienen miedo?, tienen que levantar la voz y no quedarse calladas. El gobierno no hace nada por protegerlas, las denuncias, ahora por la pandemia, se están dejando de lado. ¡Quieren estar seguras! ¡Ni una más!
En los últimos años se escucha mucho acerca de los feminicidios, como cada día crecen las cifras de muertes de mujeres. Esto ha ocasionado grandes protestas, no sólo nacionales, sino también mundiales. Este año fue el primero en que el 8 de marzo, las mujeres no salieron, no asistieron a la escuela, no trabajaron, no existieron. Esto fue para que se valorara la importancia que tienen dentro del país. Este tema es muy interesante, porque todos tenemos madre, primas, sobrinas, y amigas, ¿imaginas que un día alguna de ellas falte? ¿Este problema ha aumentado mucho últimamente? Ya que ha estado mucho en tendencia, pero ¿realmente qué se conoce al respecto? ¿Por qué se les mata? ¿Saben cuál es el problema? ¿Por qué se les matan? ¿por el sólo hecho de ser mujeres? o ¿por qué los antepasados decían que tenían que estar para servirles a ellos y a su disposición? Las mujeres, en el transcurso de la historia, han comenzado a abrir los ojos, a empoderarse y no dejarse mangonear por ningún hombre, ¿y esto ha ocasionado el enfado y la molestia de los hombres que siguen con los ideales de nuestros antepasados?
Desarrollo
El feminicidio es el asesinato de una mujer por el sólo hecho de serlo. ¿Por qué tiene sentido distinguir y estipular el feminicidio y no sólo de homicidio calificado con agravantes? A lo largo del tiempo se ha cuestionado por qué se denomina feminicidio y no sólo homicidio calificado. Esto es porque a las mujeres se les viola, golpea y mata por el hecho de ser mujer. Ese es el motivo, por eso se denomina feminicidio. ¿La forma en la que se manifiestan grupos feministas opaca el motivo por el cual lo hacen? Darío Gamboni escribió un libro que se llama La destrucción del arte en el que explica la diferencia entre vandalismo e iconoclasia. El vandalismo no tiene razón de ser, no tiene motivo por el que se hace, sólo son destrozos y ya. “La iconoclasia es el rechazo a una imagen o un monumento y a lo que esto representa” (Gamboni, 2014). Entonces, no hay razón para rendirle culto a un monumento, a imágenes que representan libertad y justicia, cuando las mujeres no tienen libertad ni justicia. Y su destrucción es totalmente válida, ya que no las representa. Se sabe que se ha intentado de todo, y la iconoclasia ha resaltado más para que se les escuche. ¿Acaso el feminicidio no tiene gran importancia, como para ser escuchadas? ¿El feminicidio se ha naturalizado a través de una cultura de violencia? Los feminicidios se han naturalizado a través de la cultura de violencia, por las creencias que tenían los antepasados sobre la superioridad de los hombres sobre las mujeres. Incluso en la actualidad los medios de comunicación constantemente denigran la figura femenina, lo que ocasiona que al escuchar o ver temas donde se menosprecie a la mujer el mensaje se va al subconsciente, creando ideas de “normalidad” acerca del trato que se le debe dar a la mujer. ¿En qué medida los medios de comunicación influyen en la percepción del feminicidio? ¿Por qué se les dan un papel de inferioridad? ¿Por qué a las mujeres? ¿Por qué a los casos de feminicidio no se les da la debida importancia que merecen? Además, un estudio publicado por El Sevier, dio a conocer por qué algunas mujeres callan por mucho tiempo la agresión que les hacen sus parejas. “Los factores del microsistema (autoculparse, preocupación por la familia, preocupación por los hijos) fueron los factores más comunes que reforzaron el silenciamiento de las mujeres independientemente del país de origen. Los factores del macrosistema (expectativas sociales, normalización de la violencia, valores religiosos, políticas de inmigración) siguieron en la segunda posición” (Bijaya Pokharel, ELSEVIER, 2020). Esto da a conocer el miedo que sienten por sus parejas. ¿Qué se tendrá que cambiar para terminar con estas creencias? No tienen por qué vivir con miedo, al contrario, deberían sentirse seguras con la pareja que tienen. ¿Se valida la falsa idea de que las mujeres son corresponsables de esa fatal agresión sólo por repetir el lenguaje sexista? ¿Hemos pensado cómo la mujer es copartícipe de la violencia de género? También son partícipes, por los comentarios despectivos que hacen hacia otras mujeres; por ejemplo, “tenías que ser vieja”, “es que eres vieja”, “si un hombre no puede, menos una mujer”. Este tipo de comentarios menosprecian el poder femenino. Algo común que se escucha es que la mujer provoca a los hombres con la forma de vestir, ¿Quién les dijo eso?, la forma en que cada persona viste da a conocer su identidad, lo que lo caracteriza. No porque una mujer use un short, quiere decir que está buscando que la violen. Son ideas absurdas que la sociedad busca como justificación a las acciones que cometen los hombres, para justificar muertes de mujeres. Así pues, ¿se justifica la doble injusticia que viven las víctimas, en vida y después de muertas, al hacerlas corresponsables y juzgarlas? ¿Realmente es más complicada la procuración de justicia en temas de violencia de género por la pandemia? “Arsenia y Araceli esperaban que los feminicidas de sus hijas estuvieran sentenciados a finales de 2020, pero el virus estancó todos los procesos; las fiscalías están fallando, sólo ven casos “urgentes”, lamentan abogados” (Gamboni, 2014). Por la problemática que trajo la pandemia los casos de feminicidios no se han resuelto, el virus truncó más la agilización de los casos. “La procuración e impartición de justicia no han cumplido con lo necesario para continuar operando durante la pandemia por coronavirus. Las fiscalías de muchos estados interrumpieron sus actividades, estableciendo guardias con poco personal para dar continuidad sólo a las situaciones urgentes, lo que paralizó las investigaciones que se realizan.”, señaló el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Entonces, ¿el feminicidio no es urgente? ¿Desde cuándo se ha visualizado el feminicidio en México? En diversas publicaciones como Ciudad Real, de Rosario Castellanos, “instrumentos de esta alienación incluyen códigos severos de cortesía, el machismo y otras formas de estereotipos sexuales, la codicia y, sobre todo, las barreras lingüísticas” (Anónimo, 2020). Dice la crítica Mary Gómez Parham en Álbum de familia, el segundo tomo de sus obras completas incluye, además de sus tres cuentarios, los relatos inéditos «Crónica de un suceso inconfirmable», «Primera revelación» y «Tres nudos en la red». En un análisis del texto hecho por Mary Gómez Parham, comenta que «nuevos elementos como la homosexualidad y el feminismo-como-política aparecen […] para explorar nuevas formas de lidiar con el viejo problema de la alienación. Recordemos que estas obras fueron publicadas en 1960” (Anónimo, 2020). ¿La influencia de los medios de comunicación puede favorecer a la equidad de género y como consecuencia a visualizar el problema? Como el caso de Osiris Méndez, de 19 años, y que es una superviviente de violación e intento de asesinato ocasionado por un Uber, en Guadalajara, el 25 de junio de 2019. Habló públicamente con detalle sobre su violación, cómo el hombre la amenazó. Ese sujeto está en la cárcel por la insistencia que dieron al caso los medios de comunicación y la variedad de pruebas que tenían (semen, firmas, el coche y nombre). ¿Será por eso que muchas veces creemos que las desapariciones aquí no pueden pasar, que el feminicidio aquí no pasa? ¿Ante las estadísticas actuales de feminicidios en México, el estado actual está impartiendo justicia hacia las mujeres que han sido víctimas de tan atroz agresión? Esta situación de inseguridad es real, los datos diarios dan evidencia de este grave problema nacional. Todos los días, de ocho a nueve mujeres son asesinadas por el hecho de ser mujeres. Ya no es seguro salir a la calle, subirse a un taxi o salir solas por la noche. Las mujeres no pueden estar seguras en un país que no toma cartas en el asunto; que vive con misoginia, con costumbres patriarcales, con gobiernos que no hacen caso a sus peticiones expresadas en el cada día más frecuentes manifestaciones, un gobierno que profundiza la herida de muerte al justificar las violaciones como “desahogo sexual”. Es necesaria la justicia por todas las mujeres que no regresaron a casa, por todas las que han sido acosadas, violadas y asesinadas. Necesitan salir seguras a la calle, sin miedo de que un hombre les haga daño, de que ahora sean ellas las que no vuelvan a casa.
Conclusión
En México no se están tomando cartas en el asunto sobre los altos casos de feminicidios, no es justo que las mujeres no puedan salir con tranquilidad a las calles y que vivan con miedo. Es, pues, aceptable la forma en la que se manifiestan las feministas, porque es una forma de expresar el rechazo que tienen hacia una estatua que no las representa. Se busca la igualdad, que no se les menosprecie, que no se les señale por el hecho de ser mujer, que no se critique su forma de ser y de vestir, que puedan salir seguras, sin miedo. Luchan por tener un gobierno justo, que defienda sus derechos, que tenga seguridad el país; que no existan el feminicidio, la misoginia y que se terminen las costumbres patriarcales. ¿Será suficiente Levantar la voz hasta lograr estar seguras, ser escuchadas y pedir: ¡Ni una más!? ¿Las costumbres patriarcales pareciera que están renovándose al grado de provocar la muerte a las mujeres, por el sólo hecho de ser mujeres que han decidido empoderarse? ¿Serán suficiente los cursos de la nueva masculinidad para terminar con esta gran injusticia? O ¿será porque en el fondo aún no se logra construir una sociedad de respeto por el otro que eres tú y que soy yo?
Bibliografía
Anónimo O. (2020). El Universal. El Universal: https://www.eluniversal.com.mx/nacion/como-la-pandemia-por-covid-19-ha-frenado-la-justicia-para-feminicidios. — (2020). Obtenido de Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Rosario-Castellanos — (2020). Obtenido de ELSEVIER: https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/ pii/S1359178919301752 Gamboni, D. (2014). La destrucción del arte: iconoclasia y vandalismo desde la revolución francesa. Madrid: Cátedra. Pokharel, B., K. H. (s.f.). Feminismo. Obtenido de Youtube: https://www.youtube.com/ watch?v=3XE cfyIWZUw
Módulo Atequiza de la Escuela Regional de Educación Media Superior de Ocotlán
Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2020
Asfixiada |Sergio Toscano Aceves. Preparatoria Regional de El Salto
Resumen
Los valores morales están en crisis, porque la mayoría de padres en nuestra sociedad actual no han puesto como principal prioridad el inculcárselos a los jóvenes. La falta de valores ha hecho de los hombres y las mujeres, seres humanos contaminados y corrompibles. La praxis de valores ha dejado de inculcarse en las familias, por ende, entre las personas no los viven ni transmiten de generación a generación. Estamos viviendo una realidad en que la mayoría de jóvenes vivimos al borde de un desastre moral. Desafortunadamente, el hombre utiliza los valores para su beneficio personal, convirtiendo estos en subjetivos, ocasionando que los jóvenes sean rodeados e influenciados por adultos deshonestos, agresivos, intolerantes, petulantes, sin dominio propio e insolentes; trayendo consecuencias devastadoras, por ejemplo: la toma de decisiones erróneas y malas actitudes, como tener relaciones sexuales a temprana edad e irrespetar la autoridad, ya sea civil, escolar o familiar.
Muchos ya no siguen los sueños y valores de sus padres, sino que absorben todo lo que ha sido distorsionado por una sociedad y cultura enfermiza, la cual los lleva a la inmoralidad. El gobierno afirma que la solución es una mejor educación, dice que con más programas preventivos la sociedad mejorará. Los educadores opinan: la solución es más dinero, si invertimos más dinero en nuestras escuelas, formaremos mejores niños. Los activistas creen que la solución es la impartición de justicia, declaran que debemos erradicar la injusticia y la opresión. Otros sugieren que necesitamos más policías, castigo corporal, más cárceles, oportunidades de empleo, más programas sociales. Muchas de estas posibilidades son buenas pero al sólo enfocarse en los síntomas se queda corto y no resuelve la crisis en la que están los valores morales. Nuestro problema es mucho más profundo que la fácil disponibilidad de armas o drogas; desafía a los programas preventivos y las soluciones sociales. Este es un problema que no se solucionará nunca a menos que identifiquemos su origen y tratemos sus causas. Debemos profundizar, mirar más allá tratando las causas fundamentales. Los valores se construyen por el principal agente social: la familia. Por lo tanto, los jóvenes deben ser educados con la mejor aplicación de la enseñanza sobre los valores desde casa; para forjarles estos de manera que no sean tan fáciles de ser influenciados por lo malo y de esta forma se evitan embarazos no deseados, abortos, violaciones y asesinatos, los cuales se viven, en nuestra sociedad actual. La sociedad en la que vivimos se ha encargado de confundir a los jóvenes por medio de la cultura. Como resultado, aceptan falsificaciones acerca de la verdad, la justicia, el amor y el dominio propio por causa de las nuevas ideologías que han surgido en la sociedad y cultura actual.
Pero ¿por qué los jóvenes están aceptando falsificaciones? Porque están viendo sus opciones a través de lentes defectuosos; han aceptado una perspectiva relativista de los valores y no les permite ver la diferencia entre lo bueno y lo malo, entre lo falso y lo auténtico. De acuerdo con el filósofo y escritor Josh McDowell (2011) “muchos de los jóvenes creen que se puede justificar el hecho de mentir a un padre, que el engaño les puede ayudar a salir adelante o que el robo les puede ayudar a vengarse”. Pero dirá usted: “¿no se dan cuenta de lo equivocados que están o del dolor que ocasionan?” No, la mayoría de ellos no se da cuenta, porque desde su punto de vista todo es negociable. Si las circunstancias lo exigen, piensan que sus acciones se justifican. De acuerdo con el escritor Bob Hostetler (2011) “piensan y viven en base a una perspectiva distinta, una perspectiva que considera las acciones buenas y malas algo dinámico y cambiante”. Pero esta forma de pensar les engaña, haciéndoles creer que las decisiones malas son “buenas”. De acuerdo con el filósofo y escritor Josh McDowell (2011) “en consecuencia, aceptan lo falso, y piensan que están consiguiendo lo auténtico”. La mayoría de las falsificaciones que ellos aceptan ofrecen “beneficios” inmediatos, mientras que las decisiones correctas parecen ofrecer beneficios a largo plazo. Los antivalores se presentan en paquetes muy atractivos en nuestra cultura e incluyen una satisfacción de promesa inmediata. Por otra parte, las decisiones correctas (los valores morales) frecuentemente requieren posponer la satisfacción inmediata y esforzarse más para alcanzar los beneficios a largo plazo. Por eso tantos optan por los antivalores morales, porque ofrecen gratificación instantánea. De acuerdo con el escritor Chip Ingram (2015) “demasiados jóvenes están sufriendo consecuencias de haber escogido sustitutos dañinos”. Josh McDowell escribió en uno de sus libros:
Hace tiempo una adolescente llamada Mónica escribió una carta poética pero devastadora. Decía:
“Las relaciones sexuales me han dado las emociones más solitarias que he vivido. Me han dado el temor como regalo y la vergüenza como vestido. Me han cegado los ojos con falso amor y me han dejado una profunda herida en el corazón…”
(2015).
Los jóvenes quieren lo auténtico. Necesitan adultos con valores morales. Ellos buscan confidentes para sentirse escuchados y comprendidos. Desde lo profundo de sí mismos piden consejeros con valores objetivos para poder ser guiados a todo lo que es correcto. Quieren el sentido de protección, de amor, paz y justicia. Necesitan adultos que los motiven a tener dominio propio. No estamos impotentes para contrarrestar los valores inmorales de la sociedad y la cultura, y comenzar a cambiar nuestro mundo. Después de todo podemos inculcar valores en los jóvenes en medio de una “generación malvada”. Podemos contrarrestar a la sociedad y reforzar los cimientos derrumbados de los hogares. Podemos enfrentarnos a la locura de una sociedad que se revela contra Dios. A pesar de que la defensa de estos no será fácil, sí vale la pena; pero ¿por qué se revela contra Dios? ¿Cómo enfrentarlo? ¿Cómo defender los valores en medio de una generación que todo corrompe y distorsiona? No es complejo, aunque es extenso. Toda esta sociedad actual se revela contra Dios porque ha distorsionado el orden en que creó las cosas. Ha corrompido a la humanidad, especialmente, a los jóvenes. Ha causado la pérdida de identidad e integridad. Provocó la búsqueda en lugares equivocados. Motivó a seguir pasiones perversas. Les dejo un vacío tan profundo que los llevó a la depresión. Destruyó miles de familias. Estoy segura que podemos esmerarnos en hacer lo que es bueno, agradable y correcto. Insto a los padres de familia que no tengan miedo de corregir a sus hijos. Los jóvenes quieren hacer lo que es correcto, quieren obedecerlos y amarlos. Padres: no se sientan intimidados, nadie nace con el conocimiento de saber hacer las cosas de manera perfecta. En esta sociedad siempre habrá personas que querrán seguir estancadas, vivir mediocremente. Sin embargo, hay esperanza. Los valores morales son indispensables para que los jóvenes puedan ver más allá del presente. Los valores les harán entender que su designio es cósmico, es mucho más vasto, es eterno. Es cierto, somos seremos humanos con la capacidad de razonar, así que, razonemos y apliquemos los valores en casa. Practíquenlos todos los días en su vida cotidiana e inculquen a través de su ejemplo como padres. De acuerdo con el escritor y líder Lucas Leys, “Dios creó en nosotros la capacidad de razonar” (2016). Al poner en práctica el razonamiento para aplicar los valores no se trata de querer, sino del hacer. Dios nos dio voluntad para hacer las cosas. Padres: tengan la voluntad de aplicar los valores en sus jóvenes. Jóvenes, no todo es pragmático, hay cosas que se logran con sacrificio y este trae resultados a largo plazo. No vendan su identidad e integridad como algo barato, no escuchen a la sociedad ni a la cultura, tampoco se amolden a ella. Sean diferentes, honren a sus autoridades, protejan a los indefensos, sean agradecidos, honestos, responsables, respetuosos, amables y sabios. Piensen a futuro y esmérense por dar un mundo lleno de buenos valores a sus hijos y nietos. En fin, esto no sólo es un beneficio a largo plazo, los valores morales nos harán madurar como seres humanos. Quejarnos no ayuda en nada; recuerda: hay tres tipos de personas: los que no saben qué está sucediendo, los que ven suceder las cosas y los que hacen que las cosas sucedan. Es difícil no compararnos con otros y decir que hay personas peores, lo auténtico consiste en enfocarnos en Dios y no en quienes nos rodean. Aún quedan generaciones con integridad, personas quienes inculcan a su descendencia (hasta la cuarta y quinta generación) los valores; ellos no son el ojo del público, no son reconocidos ni admirados ni idolatrados; son personas como tú que decidieron ser antisociales, firmes, sabios. Los exhorto a no rendirse, perseverar con amor, paciencia. Sigamos ejemplos de virtud, integridad, dominio propio, templanza y sabiduría. Es cierto, estamos siendo bombardeados por todo tipo de inmoralidad; sin embargo, que la mayoría haga una cosa o esté de acuerdo con algo no significa que sea correcto. Aprendamos a distinguir entre lo bueno y lo malo, somos responsables de nuestras propias vidas y no las ajenas a nosotros.
Bibliografía
Ingram, C. (2015) Choque Cultural. El Paso: Mundo Hispánico. Leys, L. (2006). No me metan en la bolsa. Buenos Aires: Mundo Hispánico. Mc. Dowell, J. (2011) ¿Es bueno o es malo? El Paso: Mundo Hispánico.
Módulo San Agustín de la Preparatoria Regional de Tlajomulco
Participante del Encuentro Filosófico del Sems 2020
Resumen
Dialogaremos cómo la violencia de género y el feminicidio se han normalizado en nuestra sociedad, a través de ámbitos personales, sociales y familiares. Cómo es que desde nuestra niñez hemos adoptado y perpetuado los tan marcados roles de género, debido a que literalmente todo lo que nos rodea los representan: los medios de comunicación, la escuela, nuestros familiares y amigos. Al igual de cómo hemos naturalizado y romantizado en algunos casos las agresiones hacia las mujeres, quienes pueden terminar en situaciones lamentables como lo es el femicidio, y cómo este se termina distorsionando completamente en algunos casos. Aunque algunas veces no lo parezca, vivimos en una cultura de violencia en la que los más inofensivos actos pueden condenar a una mujer de por vida. Es primordial distinguir la importancia de erradicar ese conjunto de ideas y comportamientos misóginos, ya que se han vuelto a nivel mundial un problema que perturba a todos los sectores de la sociedad
Introducción
Desde que era pequeña he escuchado diversas frases, que son tan comunes en nuestra sociedad, como: “Es su culpa por cómo iba vestida”, “no debía estar en la calle a esas horas”, “ella se lo buscó por provocarlo”, “seguro hizo algo mal o le hizo enojar”, “eso le pasa por decir que no”, “quién la manda a salir de fiesta y emborracharse”. Entre muchas otras más, las cuales responsabilizan a la víctima y justifican las acciones del victimario. ¿Cómo es posible que actos tan atroces sean culpa de otros tan inofensivos? No fue hasta que tuve las herramientas necesarias para informarme, que me di cuenta de que todo eso es erróneo. Se debe a que el feminicidio se ha naturalizado a través de una cultura de violencia, y es justo de esto que me gustaría compartir y discutir.
Desarrollo
El feminicidio es la cumbre de la violencia ante la mujer, pero antes de eso hay agresiones presentes, las cuales se derivan de ideas y comportamientos, que surgen de la interdependencia de factores personales, familiares y sociales, los cuales son los detonadores de la naturalización de la violencia. El machismo, la misoginia y la masculinidad tóxica son algunos ejemplos, y estos los tenemos tan arraigados (ya que es la forma en como nos criaron) que en algunas ocasiones resulta difícil distinguir cuando nosotros mismos estamos perpetuando conductas misóginas, aún más detectar cuando estamos en un círculo de violencia. El concepto feminicidio, en todas sus variantes, abre un campo de análisis en torno a la violencia extrema que priva de la vida diariamente a mujeres de todas las edades en el mundo. Las ubica en el marco de dominación masculina orientada por el deseo sexual de control sobre el cuerpo y la libertad de las mujeres, e identifica la complejidad de instituciones hegemónicas que lo disimulan, toleran o justifican o incluso atenúan su gravedad mediante la prevalencia de legislaciones penales que justifican estos crimines (Romero, 2014). Desde siempre hemos visto normal el hacer comentarios grotescos acerca de las mujeres, y sea por sus acciones o manera de pensar. Nos venden la idea de que las mujeres son sumisas y que desempeñan un papel específico en la sociedad; el de ser una buena esposa y madre. Nos representan como un objeto de consumo, las cuales no pueden tomar sus propias decisiones sin un hombre. He crecido escuchando a mis familiares, e incluso a la fecha a algunos conocidos frases despectivas y limitantes hacia nosotras, y pareciera que no se percatan de la gravedad de sus palabras, ideas como:
“Tú no puedes hacer esto porque eres mujer”, “tú dedícate a tu hogar e hijos”, “las mujeres pertenecen a la cocina”, “apártate, esto es cosa de hombres, mejor haz algo de comer”, “su opinión no vale porque es mujer”, “cállate y obedece a tu esposo”.
Hasta llegar a algunas peores como el culpar a las víctimas, literalmente nos dicen que nosotras buscamos que nos asesinen. La representante de la Organización de las Naciones Unidas en México, Belén Sáenz, comentó que en el país siete de cada 10 mujeres y niñas menores de edad han sufrido un episodio de violencia de género en su entorno social y cotidiano. También dijo en una entrevista con CNN que la violencia contra la mujer mexicana está “extremadamente normalizada” y que es una de las principales razones por las cuales México es uno de los países con más feminicidios en el mundo. Pero, si es nuestra culpa, por cómo vestimos, o por la hora en que salimos, ¿Cómo es que se le atribuye la culpa a una niña? Simplemente es porque no la hay. “No hay nada que una persona diga o haga que dé permiso para que otra persona la lastime, controle o invada -ni su cuerpo ni su mente” (Plata, 2015). Cuando los feminicidios son por parte de una pareja o expareja, es común escuchar que es su culpa por relacionarse con ese tipo de personas, o por no saber escoger pareja. Pero es realmente difícil percatarse cuando se está dentro de un circulo de violencia, sobre todo cuando te romantiza esta, por lo cual es muy complicado salir de ese tipo de relaciones. Nos han metido en la cabeza, a través del amor romántico que el amor lo soporta todo, nos han enseñado a ser sensibles y susceptibles y perdonar absolutamente todo, porque “no es la gran cosa”.
Los factores más comunes para silenciar el maltrato que las mujeres experimentan en las relaciones íntimas, son vergüenza propia, preocupación por la familia y los hijos, y, en segundo lugar las expectativas de la sociedad, normalización de la violencia y valores religiosos
(Bijaya Pokharel, 2020).
Toda la vida nos han repetido que “el hombre llega hasta donde la mujer quiere” y esto no es así, el hombre llega hasta donde él quiera sin importar lo que la mujer quiera, y es que acaso ¿ellos no se pueden responsabilizar sobre sus acciones? Parece que siempre, sin importar qué, la culpa va a ser nuestra, y es por esto fácil entender por qué las mujeres se callan, puesto que tienen miedo a ser juzgadas y rechazadas, además de que muchas veces viven manipuladas o amenazadas por sus cónyuges.
Casi 40% de las mujeres asesinadas en el mundo han muerto en manos de sus parejas.
(Who, 2013).
A menudo los medios de comunicación hacen referencia a esto, atribuyéndoselo a los celos o el alcohol o, como ya vimos, los distorsionan y clasifican como “crímenes pasionales o historias de amor”. Lamentablemente ese problema prevalece en todo el mundo, el hecho biológico, el haber nacido mujer nos encadena a una vida llena de vulneraciones y a ser constantemente inferiorizadas. Investigaciones desarrolladas por organismos nacionales e internacionales, por universidades y por partidos políticos, evidencian que las distintas formas de violencia contra las mujeres son ejecutadas en todo el mundo. Mujeres de todas las nacionalidades, niveles económicos, educativos y edades parecen compartir una experiencia determinada por su género, la opresión y la violencia. No importa el país, entorno social, económico, cultural o político cuando de identificar los daños físicos, emocionales, psicológicos, económicos y sociales que marca la experiencia de la vida de las mujeres se trata (Montiel, 2009). Los medios de comunicación juegan un papel muy importante, al constituirse como una fuente de educación para la sociedad, junto con la familia y la escuela. Sus mensajes pueden alterar o fortalecer las costumbres y comportamientos, y tienen una gran influencia en la perspectiva del lector. Estos han tenido una gran influencia en la naturalización de la violencia.
Mi vida, mi poesía favorita | María Fernanda Soto Plascencia. Preparatoria Regional de El Salto.
Para el premio Nacional de Ciencias Exactas, la astrónoma María Torres Ruiz: El lenguaje es relevante porque constituye la forma en la que se entiende el mundo, entonces cuando vemos que en los medios se utiliza de forma irresponsable, en general, sabemos que esto genera efectos. Cuando se trata de prácticas machistas, esto es aún más importante y hace que pensemos como sociedad en cómo evitar que esta forma de actuar traspase a lo cotidiano. Si bien no podemos decir que los medios de comunicación determinan la violencia de género, sí se encargan de reforzar estereotipos continuamente.
Estudios como los del Servicio Nacional de la mujer (Sernam) han indicado que “los medios refuerzan estereotipos de género en el uso de las imágenes y contenidos de sus discursos, destacan la presencia masculina en espacios públicos y de las mujeres en espacios domésticos y familiares”. ¿Cómo es posible que no crezcamos asignando roles dependiendo el género que tengamos? Si los vemos tan reforzados en todo lo que nos rodea, cuando vemos películas, series, telenovelas, anuncios o incluso cuando escuchamos música. Todo el tiempo nos están encasillando, poniendo a las mujeres en desventaja. Es peor aun cuando hablamos de feminicidios, puesto que manipulan la información, dando un contexto completamente diferente. Como ya mencionamos, los femicidios suelen distorsionarse, no los cuentan como un hecho, sino que crean una historia, la cual encasillan como crimen de amor, o hacen que la responsabilidad recaiga sobre la mujer. Un ejemplo en el que se distorsiona el mensaje y se intenta poner en duda la reputación de la mujer es el siguiente: “Mata ex concubina de un disparo. La mujer asesinada departía con un grupo de amigos en una terraza”, “tenían separados unos siete meses” (El Nacional, lunes 6 de junio de 2016). Deja en la interpretación de los lectores que ella es la culpable, cuando ella tenía el derecho a disfrutar de su autonomía después de tener meses separada. Deja entrever que ella se los buscó por su comportamiento. Así como este hay muchos más, en algunos se intenta abordar confusamente el hecho histórico y otros intentan justificar al feminicida. Los medios de comunicación inciden en las percepciones de los lectores como fuente creíble de los hechos de violencia contra la mujer, pero si el abordaje de los feminicidios y de los casos de denuncias por violencia son asumidos e interpretados desde un sistema de creencia cultural que distorsiona, desculpabiliza al agresor y cosifica a la mujer en los estereotipos tradicionales de subordinación e inferioridad ante el hombre, se estará contribuyendo a normalizar los feminicidios y la violencia basada en el género (Mármol, 2017). Es necesario, pues, erradicar todo tipo de violencia de género, movilizarnos para hacer conciencia, hablar con familiares y amigos, para cambiar la educación y la forma en cómo se ven las cosas. Utilizar nuestro privilegio y transformarlos en enseñanzas, por ejemplo; cuando se hacen chistes que “inofensivamente” perpetúan la violencia hacia la mujer, por más sutiles que sean. Debemos creerles a las víctimas, no juzgarlas y acompañarlas en su proceso. Otra opción sería la abolición de género, para no encasillar a nadie y reducirles a sus genitales. Si bien en nuestra persona inicia el cambio, los medios de comunicación son de suma importancia. Se ha detectado un efecto protector en las noticias, cuando están enfocadas ya no en los crimenes, sino en las medidas frente a la violencia contra las mujeres y los feminicidios (relativas a leyes, declaraciones y entrevistas). En el caso de Costa Rica, por ejemplo, al ser aprobada la Ley de Penalización de la Violencia contra las mujeres en 2007, se produjo un importante descenso en las cifras de feminicidio, prácticamente la mitad en años anteriores, explicable sólo por la entrada en vigencia de la Ley y la amplia difusión en los medios. Se debe cuidar el contenido que se transmite y comenzar a viabilizar el reconocimiento y respeto a los derechos de las mujeres.
Conclusión
Después de haber planteado todo esto, nos podemos dar cuenta que la naturalización de los feminicidios, que surgen de la violencia de género, los tenemos presentes en cada ámbito de nuestra vida, ya sea social, familiar, político o personal. Podemos caer en cuenta de esto observando y analizando las acciones, noticias e ideas de la sociedad, ya que vivimos en una cultura que normaliza la violencia. Te puedes percatar de esto prestando atención a tu entorno cuestionándote todo lo asumido como verdad y verlo desde la perspectiva de género. Tenemos que ver más allá, educar y responsabilizar, para que las nuevas generaciones tengan una nueva mentalidad.
Bibliografía:
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Algunos de los que hemos decidido tener en la filosofía tanto la fuente de trabajo, entretenimiento y forma de vida, estarán de acuerdo conmigo en que a veces envidiamos la valentía intelectual con la que nuestros alumnos son capaces de defender filosóficamente un punto de vista. Nos muestran que con una idea bien fundamentada e ingenio argumentativo se obtiene un texto interesante de leer. Basta sólo que como lectores estemos dispuestos a dialogar con los escritos, y pensar problemas de suma importancia. Espero poder trasmitir la emoción que me causó leer los ensayos aquí publicados. Invito al lector a prepararse a filosofar y preparar sus mejores argumentos para la discusión. En “Eutanasia como libertad”, Cristian Daniel identifica una contradicción que nos determina en nuestra libertad, a saber, la manera en la que nos educan. Por lo tanto, debemos cambiar el discurso educativo. Si esto se cumple, entonces, podríamos notar que la muerte es quizá el suceso más importante de la vida y, así, Daniel sostiene que la eutanasia es la mayor expresión de libertad. En otro ensayo, “Paridad de género en la educación”, Andrea Leticia nos ofrece un panorama general del problema de las diferencias y consecuencias de las diferencias de género. La tesis que Andrea defiende aquí es que, por medio de la educación, podemos cambiar el paradigma que determina nuestra manera de entender los géneros a partir de las habilidades y no hacerlos pelear como si de una competencia se tratase. También encontramos en “La eutanasia, ‘derecho a no morir’”, que Stephanie Rivera sostiene que cuando pensamos en el fenómeno de la eutanasia como problema, parece que inevitablemente llegamos al punto de estar a favor o en contra; propone que, si ese es lo que pasa necesariamente, entonces, debemos entender el problema para tenerlo claro y así poder discutir sobre ello. Por último, en “Equidad, ¿por qué?”, Karla Jiménez habla sobre el problema de la equidad de género realizando distinciones filosóficas sobre cómo abordar el problema, dentro de las cuales destaco el concepto de “sociedad discapacitada; hace referencia a la incapacidad social de entender la equidad de derechos. La tesis que defiende Karla es contundente: lo primordial a buscar no es la equidad de género, sino la equidad social, si conseguimos esta última, inevitablemente tendremos la de género.
Dorian Hernández Vázquez*
* Licenciado en filosofía y maestro en estudios filosóficos por la Universidad de Guadalajara, es profesor en la Preparatoria de Tonalá desde 2015. Imparte las asignaturas de filosofía y ética, así como la de comprensión de la ciencia.
Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2019
Resumen
Este escrito analiza, argumenta y defiende el tema de la eutanasia y lo plantea como una forma de libertad, incluso como su máxima expresión. En su desarrollo se tocará un tema que en nuestra sociedad se considera tabú: la muerte, y el poder de decisión sobre la misma, abarcando cuestiones interesantes como el cristianismo, revisando tanto los puntos negativos que dejó en la sociedad actual, como también los puntos buenos que ha forjado, y cómo esta visión se nota en el discurso de nuestra sociedad. Todo esto pensando filosóficamente y argumentando ideas que apoyan mi tesis, para entender mejor que en la vida nosotros decidimos quiénes ser, cómo actuar y, más importante, cómo terminarla. Daré mi opinión como cierre general y compartiré mi forma de pensar y mis ideales respecto de la gente que me rodea.
Cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar cambia todo en este mundo.
Mercedes Sosa
La sociedad, en el transcurso del tiempo, se ha visto envuelta en un sinfín de cambios, tanto en su forma de actuar como de pensar. Y podemos darnos cuenta de esto por el solo hecho de que ninguno de nosotros pensamos igual a nuestros padres o abuelos; la sociedad ha cambiado. Siempre hay quienes aportan nuevas perspectivas sobre las ideas y acciones que, aunque al principio parezcan locuras, después se convierten en un nuevo pensamiento, y eso es lo que quiero hacer en este ensayo. Pretendo tocar un tema que por lo general no se nos permite hablar, procurando que sea más normal y deje de ser visto como tabú. Tal tema será la eutanasia. La pregunta guía que utilizaré es la siguiente: ¿tiene el ser humano derecho a decidir su propia muerte? Ante esto partiré de una idea sartriana que es muy conocida, la cual dice que
“el hombre está condenado a ser libre” .
(Sartre, 2018: 16)
Esto es: la vida del ser humano se hace por las decisiones que toma a lo largo de su vida; sin embargo, en nuestra cultura poco se nos permite analizar y decidir sobre nuestra muerte, pues la consideramos como algo que está fuera de nuestra elección. No obstante, yo considero que la muerte es uno de los sucesos más importantes de nuestra vida —si no es que el más—, pues, como diría el filósofo alemán Martin Heidegger: “somos seres para la muerte” (2016: 274), y por eso creo que también debería ser una opción de la cual podamos decidir. A continuación lo explico mejor. Para esto, continuemos con una cita del filósofo francés Michel Foucault, quien dice:
(…) Supongo que en toda sociedad la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar sus poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad (2005: 14).
Es decir, que en toda sociedad se usa el poder del discurso para inculcar ciertas creencias o costumbres seleccionadas, señalando qué se puede decir y pensar y qué no, por lo tanto dominan las decisiones de las personas. Así, en nuestra cultura se nos enseña que todo ser humano, al crecer, tiene el derecho a elegir lo que quiera ser, y cómo lo quiera hacer. Eso está bien, y se lo debemos a los derechos humanos, que fueron los que sentaron las bases de la libertad que entendemos hoy en día. Sin embargo, aquí hay una contradicción, porque por un lado se nos dice que somos libres, pero por el otro se nos priva de la libertad de pensar sobre la muerte y, más específico, sobre el momento de nuestro final. Esta contradicción nace de un mismo discurso: las creencias del cristianismo. El cristianismo decía que todos tenemos derecho a tener nuestras decisiones, pero que todos somos hijos de dios y que él nos dio libre albedrío. Sin embargo, este mismo discurso dice que la vida nos pertenece, pero sólo él (dios) tiene la decisión de cuándo quitárnosla. Ahora bien, nos dice también Foucault que el fundamento de todo discurso es el autor, pero no pensado como una persona, sino como una idea que le da coherencia. Él dice lo siguiente:
(…) [Hay que pensar] Al autor no considerado, desde luego, como el individuo que habla y que ha pronunciado o escrito un texto, sino al autor como principio de agrupación del discurso, como unidad y origen de sus significaciones, como foco de su coherencia. (ibidem: 29-30).
Entonces, si seguimos con esta idea, se supone que el autor del discurso es dios. Sin embargo, desde Nietzsche se tiene la idea que dios está muerto (2003: 131), lo que nos permite tomar lo bueno del discurso del cristianismo: que el ser humano es libre, y también poder pensar nuevas cosas, en este caso, la decisión de nuestra muerte. Con base en esto, y respondiendo a la pregunta inicial, afirmo que el ser humano tiene derecho de elegir su propia muerte, y más cuando las condiciones en las que vive ya no son las óptimas. De ahí que considero a la eutanasia como un derecho. Antes de definirla quiero comentar los puntos en contra de la eutanasia. Entre los más importantes están los que ya he mencionado, que tienen que ver con las creencias religiosas (centrándonos en el cristianismo y en su discurso), y el otro desde el punto ético de los doctores, que afirma que los doctores están para salvar las vidas y no para quitarlas y, por lo tanto, si realizan una eutanasia no están cumpliendo con su deber. Sin embargo, no podemos juzgar estas acciones como inmorales igual que constatar un hecho, como decir “el edificio tiene 10 pisos”, porque nos basamos en un discurso vigente para para decir si algo es inmoral o no. Por lo tanto, aplica lo que ya he dicho sobre los discursos. Definiendo la palabra, tenemos que es “intervención deliberada para poner fin a la vida de un paciente sin perspectiva de cura” (Real Academia Española, 2019), o también “muerte sin sufrimiento físico” (ibidem). Por razones de extensión no me dedicaré a analizar los dos tipos que existen, porque pienso que atajando su fondo, ambas quedan justificadas. Cuando digo “ambas” me refiero a que usualmente se consideran dos tipos de eutanasia: la activa y la pasiva. La primera es cuando existe la intervención directa de un tercero, y la pasiva es cuando por omisión al paciente se le deja morir. Como mencioné antes, la muerte es el acontecimiento más importante de nuestra vida, ya que es la cúspide de la misma; por lo tanto, deberíamos poder elegir sobre ella, y por eso desde un principio se debería ver con más naturalidad. Ante esto propongo que nuestra educación, o en términos de Foucault, el discurso en el que nos educamos, debe cambiar. En este caso, lo que propongo que se debe modificar es que hay que entender a la muerte de otra manera, dejar de verla como un tema inmoral y fuera de nuestro entendimiento; educar a nuestros hijos que decidir el momento en el que queremos morir no es algo malo, sino una decisión más de la vida, y que hacerlo nos provee de madurez mental, y más cuando nuestras condiciones físicas nos hacen vivir en sufrimiento y tristeza. Esto diferencia la eutanasia del suicidio, puesto que la eutanasia decide terminar la vida de una forma pacífica y dialogada con nuestros seres queridos, dejando todo en orden, estado bien con sigo mismo y con los demás, dejando la vida sin remordimiento. Y así, si ya hemos dialogado, no sólo en ese momento, sino desde antes, con nuestra familia, sabremos que, por un lado, si es eutanasia activa, estamos haciendo bien las cosas, y si es pasiva, que nuestros familiares están haciendo bien, y en cualquier caso se evitaría que aquellos que estuvieron involucrados puedan ser acusados de cometer un crimen. Entonces, la eutanasia es la expresión máxima de la libertad humana, pues al decidir sobre la muerte estamos tomando una decisión sobre la vida. Por eso, dice Sartre:
“en el punto de partida no puede haber otra verdad que esta: pienso, luego soy; esta es la verdad absoluta de la conciencia captándose a sí misma.” (Sartre, 2018: 24).
Esto significa que no podemos “ser” sin pensar antes, y no podemos pensar completamente sin pensar en nuestra propia muerte; por eso sólo pensando en nuestra propia muerte podemos ser completamente libres. En este escrito he hablado acerca de que el discurso tiene el poder de estructurar una ideología, diciendo lo que podemos hacer y lo que no, lo que se puede pensar y lo que se puede ser, pero que cuando se deja de tomar en cuenta y su discurso pierde vigencia, podemos pensar libremente cosas que no se podían. Entonces, si podemos decir que dios está muerto, o sea, que un discurso ya no está vigente, por lo tanto la eutanasia debería dejar de ser visto como un tema inmoral y que debería de ser un derecho. En este sentido hay que decir que somos seres que aprenden, que se adaptan, que pueden orientarse hacia donde nuestra mente nos guíe, es decir, que somos seres libres, pero no lo somos completamente si no empezamos a considerar que la muerte es parte de nuestro ser, que no hay nadie más que nosotros para decidir lo que queremos hacer y, sobre todo, para decidir cómo terminamos con nuestro camino: si lo terminamos pronto o decidimos alargarlo un poco más “hasta que nos llegue la hora”. Lo importante es que nadie nos niegue la decisión, y que muramos felices y en paz con nosotros mismos.
Cristales de verano | Mónica Yaneth Beltrán Díaz. Preparatoria de Tonalá.
Bibliografía
FOUCAULT, M. (2005). El orden del discurso. Buenos Aires: Fábula Tusquets. HEIDEGGER, M. (2016). El ser y el tiempo. México: Fondo de Cultura Económica. NIETZSCHE, F. (2003). La Gaya Ciencia. México: Edivisión. SARTRE, J. P. (2018). El existencialismo es un Humanismo. México: Éxodo. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. (2019). Diccionario de la Lengua Española. [Versión 23.2 en línea.] Consultado en: https://del.rae.es
Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2019
Vivos | Braulio Gutiérrez Ayón. Preparatoria Regional de Tlajomulco de Zúñiga.
Resumen
Paridad, igualdad o equidad de género, machismo y feminismo son conceptos que han estado sonando. Eventualmente, se puede recordar que hace cerca de un siglo la mujer no tenía voz ni voto, y ni mencionar siglos anteriores, porque ella, como si de moneda se tratara, estaba aún más devaluada. Hoy en día cada vez se aprueban más leyes en pro de la igualdad de derechos entre ambos sexos; sin embargo, el país todavía no está preparado mentalmente para vivir la igualdad pues, así como existen hombres machistas, también existen mujeres que discriminan a su propio género, el otro extremo que maltrata a su pareja, al igual que hombres que agreden e incluso asesinan mujeres sólo por pertenecer al género femenino. Lo anterior sin duda se debe a la educación que cada persona ha recibido, y para llegar a la equidad primero se debe cambiar la mentalidad.
Durante cientos de miles de generaciones se ha vivido una problemática que afecta a toda la sociedad, puesto que ha venido dañando la integración y la convivencia de las familias; esta problemática es la desigualdad de género a la que las mujeres han sido sometidas. En el caso de México, el gobierno aparenta una conformación basada en el principio de la paridad de género. Dicen cada día aprobar leyes que favorecen a la equidad, pero, ¿en verdad sucede?, ¿realmente son las mujeres tratadas con igualdad?, ¿es verídica la paridad?, ¿es la sociedad un factor influyente en los roles que debe desempeñar el hombre y la mujer? En México, ¿es necesario alcanzar la paridad de género para el crecimiento y desarrollo de la mujer? Con este trabajo se pretende defender la neutralidad entre los géneros femenino y masculino, dejar en claro que uno no es más que otro sólo por ser hombre o ser mujer y que, si bien existen habilidades propias de cada sexo, se deben reconocer como tal y no tratar de opacar o entrar en competencia. Si se buscan escritos del siglo xviii hacia atrás en los que se mencione a la mujer como un ser pensante con las mismas capacidades del hombre, lo más cercano y halagador para el género femenino que se puede encontrar es algo parecido a lo siguiente: Las mujeres
“ni son expertas, ni pueden ni desean serlo en ningún arte, que les falta el ingenio, que los libros salidos de su pluma son todos fríos y bonitos como ellas, que les falta razón para sentir el amor e inteligencia para saber describirlo” (Rousseau, 1758).
Para entonces existía una mínima cantidad de mujeres no analfabetas y una cantidad aún menor de mujeres con profesión, porque se decía que la escuela era sólo para los hombres, y ¿quién lo decía?, por supuesto que ellos; las leyes eran escritas por hombres y para hombres, no les convenía tomar en cuenta a las mujeres:
“Deben aprender muchas cosas, pero sólo las que conviene que sepan” (Rousseau, 1763).
En la actualidad, existe mucha polémica acerca de si las mujeres deben tener los mismos derechos y obligaciones que el hombre y de si son físicamente capaces de lograrlo. Por una parte, debido a su fisiología, sólo las mujeres pueden dar vida y amamantar a su niño en sus primeros meses. Sin embargo, necesitan también del padre para que se pueda dar lo antes mencionado, por lo tanto, los padres deben contribuir al cuidado y crianza de sus hijos. En el caso del hombre, cuenta con una fisiología apta para desempeñar trabajos pesados, debido a que tiende a desarrollar más músculo en las extremidades que la mujer, pero esto no quiere decir que la mujer no pueda laborar en áreas que requieran intelecto, y que deba quedarse en su casa; al contrario, es necesario tener presentes las habilidades innatas de una mujer en una oficina, en un salón de clases, en un quirófano y en todo lugar; por ejemplo: a la mujer le puede ser difícil el trabajo de albañilería por el esfuerzo que requiere, pero no significa que no le sea posible o no lo deba hacer; sin embargo existe la opción de ser la arquitecta a cargo de la obra así como lo podría ser un hombre. Si de creatividad y cuidado se trata, la mujer toma el puesto, pues debido a su instinto maternal, siempre está buscando la organización dinámica en todo lo que hace, desde tomar una simple nota, hasta encargarse de un trabajo y tres hijos a la vez, así la mujer adquiere habilidades de liderazgo. Volviendo con el instinto maternal con el que una mujer nace, y que poseerá, aunque nunca sea madre, una mujer siempre va a ser más comprensiva, paciente y calmada, incluso madurará más rápido que el hombre; mientras que éste es más rudo y descuidado. Es obvio que el género define la percepción del mundo; no obstante, existe un factor más importante que define la percepción, que es la educación, crianza y ejemplos recibidos en el desarrollo del individuo.
“Varón pensante, mujer acompañante. Tal distinción es puramente artificial producto de una educación discriminatoria dentro de una sociedad patriarcal” (Wollstonecraft, 1792).
Sin duda, la sociedad mexicana está educada para que las mujeres atiendan a los hombres y para que todo lo que ellos hagan bueno o malo sea bien visto e irreprochable, mientras que la acción de ellas siempre será cuestionada y puesta en duda, los resultados de esta educación son falsos roles a seguir, además de cientos de estereotipos con una mentalidad equívoca. Muestra de ello está en los censos realizados en el año 2018, con motivo de las campañas políticas en todo el municipio de Tamazula de Gordiano, con la intención de generar estadísticas entre los candidatos a la presidencia municipal. De los cinco candidatos, dos eran mujeres; uno de los puntos de la encuesta pedía que el ciudadano describiera si podía o no ser presidente (a) cada uno de los candidatos (as); como era de esperarse, las candidatas sólo tuvieron aproximadamente un 20% de aprobación. Lo impresionante fue que ellas tuvieron más aceptación de los hombres, que dijeron que si su mamá los había sacado adelante con poco recurso, una mujer podía hacerse cargo de un municipio, mientras que la mayoría de las ciudadanas respondieron que la mujer servía para la casa y que no tenía nada que hacer en esas cosas del gobierno. Por supuesto, muchos varones contestaron lo mismo. En una sociedad con tal percepción del mundo, por más leyes que se aprueben a favor de la equidad y la paridad de género, es imposible que la mujer se pueda desarrollar, primero, porque le enseñaron a que no importa si no va a la escuela, pues al final se va a terminar casando y va a tener hijos. Para eso no se necesita una carrera, es más, ni siquiera el bachillerato. Una niña a la que hacen pensar así, por lo regular abandona los estudios y se convierte en mamá adolescente. Ella a su vez lo transmite a sus hijos y así sucesivamente, esas niñas adultas no son capaces de defender sus derechos porque tal vez no saben que los tienen. De esta manera se crea la perfecta sociedad desigual. La única forma en la que la mujer pueda crecer y desarrollarse como tal es cambiando la mentalidad y percepción de las personas, para ello es necesario una nueva forma de educar a los niños, pues de esa manera empezarán a crearse generaciones renovadas ideológicamente hablando; dichas generaciones serán capaces de aceptar en cualquier trabajo o actividad a ambos sexos. Por lo tanto, es indispensable la paridad y la deconstrucción de género para poder alcanzar una nueva idea de humanidad; sólo así se evitará la violencia y discriminación por el hecho de ser hombre o mujer.
Bibliografía:
MEDRANO, C. (2019). Vaivén. Consultado en: http://vaiven.sems.udg.mx/ hay-la-obligacion-moral-de-ser-solidarios-con-todo-el-mundo/ ROUSSEAU, J. (1758). Carta a D’Alembert. Ginebra: Tecnos. — (1763). Emilio, o De la Educación. Ginebra: Alianza. WOLLSTONECRAFT, M. (1792). Vindicación de los derechos de la mujer. Texas: Taurus.
Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2019
Resumen
En este escrito analizaré desde mi punto de vista los motivos de por qué es importante la equidad de género, pues hoy en día, y a pesar de toda la información y acontecimientos surgidos a través de la historia, se puede notar una gran diferencia y discriminación entre hombres y mujeres, de los cuales éstas últimas resultan ser las más aisladas de privilegios laborales e ideológicos. Cabe resaltar que en una sociedad no sólo es necesario hacer valer la equidad hombre-mujer, sino también tomar en cuenta sus ideologías y preferencias sexuales, sus capacidades y creencias, así como sus conocimientos. En lo que a nosotros respecta, es aportar a una sociedad llena de equidad, justa y exigente a lo que le corresponde, pero también responsable a dar de sí para su bienestar propio y de los demás.
Palabras clave: Feminismo de igualdad, feminismo diferencial, patriarcado, feministas.
Históricamente, y de manera constante, hay una distinción en todos los aspectos entre hombres y mujeres, lo cual me lleva a analizar la realidad del mundo en el que vivimos, aunque pocas veces nos damos cuenta, y esto sólo cuando vivimos de cerca o en carne propia un caso o similar. Pareciera que no contamos con la capacidad de hacer equitativos los derechos, obligaciones y por nombrarlo así, los privilegios que debemos gozar por el hecho de ser humanos. La razón de la equidad es no diferenciar entre hombres y mujeres para alcanzar metas y hacer valer los derechos humanos con los que se supone debemos contar desde el momento en que nacemos. El hecho de ser iguales entre hombres y mujeres claramente no se refiere a un dato biológico, puesto que nos queda más que claro que somos muy distintos entre nosotros. Las personas merecemos tratos sin distinción en nuestros derechos y obligaciones según nuestro género; somos seres pensantes, con razonamiento, como lo define Aristóteles en su teoría “el hombre es un animal político”. Ambos géneros tenemos la capacidad de aportar, pues somos capaces de idear, razonar y pensar nuevas cosas por igual; no es necesario ser hombre para dedicarse a la mecánica automotriz, ni es necesario ser mujer para ser diseñadora de modas. ¿Qué tipo de derechos buscan las mujeres? Antes que nada, es la lucha contra las pocas oportunidades que se le dan en distintos ámbitos, principalmente en el laboral, que es en el que la mayoría de nosotras buscamos destacar para poder llevar una vida digna y que alcance nuestros ideales y para más que eso. ¿Debe tener la mujer los mismos derechos y obligaciones que el hombre? A esta pregunta se podría responder de una manera sencilla; ¿Por qué no los tiene? Realmente pienso que sí los debe tener; sin embargo, no es el caso. Si fuera tan sencillo resolver la falta de equidad ante la sociedad, la lucha que día a día tienen las mujeres prácticamente seria vana. Desde tiempos remotos se ha visto a la mujer como el sexo débil en cuestión intelectual, pues no se le da importancia a los planes, estrategias o teorías elaboradas por una mujer, pero además está el aspecto físico. Desde la prehistoria se creía debido a que la complexión de una mujer no era suficiente para trabajos que requerían mucha demanda física, pues los hombres naturalmente eran más robustos, grandes y fuertes. Así comenzó la distinción tan marcada por la que hemos pasado por generaciones. A medida que avanza el tiempo y nos vamos considerando seres capaces de llevar a cabo tareas iguales, nos damos cuenta de que la igualdad entre mujeres y hombres va más allá de un feminismo diferencial. Es importante hacer conciencia desde pequeños que lo que podemos realizar no es por lo que somos exteriormente. Las mujeres feministas buscan eliminar el patriarcado, denominación que se le da a una sociedad dominada por hombres, o más bien que se deja gobernar por hombres y en las que se le toma como superior entre las mujeres. En algún momento del crecimiento de la sociedad en la cultura mexicana, el patriarcado llegará a ser inexistente, pues hemos notado que ha ido evolucionando el esquema de la familia; ya no sólo el hombre trabaja y mantiene a la familia. Sin embargo,
“Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas» (Wollstonecraft, 2004).
Esta frase alude exactamente a lo que se busca en el feminismo de igualdad, ya que, como bien dice, no se busca superioridad, sino una equidad igualitaria para ambas partes, y el objetivo es que mantengan un mismo status. Cabe señalar que no es necesario resaltar a un género en específico y aunque sabemos que por diferentes culturas es marcada la distinción entre hombres y mujeres lo que se busca con esto es lograr que más mujeres sobresalgan por su trabajo, por su conocimiento y sabiduría, pues muchas veces somos las mismas mujeres quienes nos reprimimos y tememos al éxito por el qué dirán, pues la sociedad nos marca los roles a seguir y, si se rompen, por lo general provoca un “desequilibrio” en algunas de sus partes. Considero que debido a la naturaleza y a los roles que tenemos que seguir según la sociedad, hemos creado una imagen estereotipada de lo que hace una mujer. Para muchos hombres, las actividades que tenemos las mujeres son llevadas a cabo principalmente en casa, mientras que las actividades destinadas a ellos son generalmente fuera, incluso en cualquier campo, desde un obrero, hasta profesiones extensas, como lo son medicina o ingenierías, y nosotras lo creemos así. Debido a que es lo que nos enseñan, sentimos la responsabilidad de mantenernos en ese rol. Pero también hay que considerar la siguiente frase:
«No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente» (Woolf, 2016),
la cual nos impulsa a hacernos una idea de que tanto hombres como mujeres somos igual de capaces, pues ambos tenemos comunión en algo:
«La igualdad es una necesidad vital del alma humana. La misma cantidad de respeto y de atención se debe a todo ser humano, porque el respeto no tiene grados» (Weil, 1956).
Espina marcadas en mi piel | Juliana Marlene Andrade Valle. Preparatoria Regional de El Salto.
La sociedad debería considerar que al decir “equidad social” no es que todos seamos exactamente iguales, sino que se toma la igualdad del ser racional y garantiza las mismas oportunidades a hombres y mujeres, cada uno con sus características, tomando en cuenta situaciones diferentes que tienen como tal. En conclusión, lo que se debe buscar no sólo es una equidad de género, sino una equidad social en la que se tomen en cuenta las diferentes circunstancias de cada individuo, según sus características, etnia, religión o clase social, esto para formar una sociedad más productiva y con mayor estabilidad en cuanto a economía, seguridad política y bienestar igualitario. Si tanto hombres y mujeres dejáramos de ver el feminismo o el patriarcado como una sola competencia nos daríamos cuenta de que ahí está la base del equilibrio en una sociedad, tendríamos una paz y bienestar ciudadano y una marcha igualitaria en derechos. El feminismo de igualdad es un proceso en el cual se busca la conciencia de los demás en cuanto al trato de seres humanos como tales. Lo único que debería interesar es el bienestar común e individual. La equidad no es responsabilidad sólo de un sector específico de la sociedad, sino de todos como parte de ésta.
Bibliografía:
Anónimo. (2019) “La teoría política de Aristóteles.” Consultado en: https:// www.unprofesor.com/ciencias-sociales/la-teoria-politica-de-aristoteles-522.html Anónimo. (2019) Real Academia Española. Consultado en: https://www.rae.es/ Cruz, F. (2019). Feminismo diferencial. Consultado en: https://www.academia.edu/13249130/Equidadegenero Meyer, H., Weil, S. (1956). Oppression et liberté. París: Books Abroad. Woolf, V. (2016). Una habitación propia. Barcelona: Planeta. Wollstonecraft, M., Tood, J., Butler, M. (2004). The works of Mary Wollstonecraft. Charlottesville: InteLex Corporation.
Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2019
Resumen
El tema de la eutanasia ha sido unos de los más controversiales en todo el mundo, ya que da origen a una gama de posturas cuyas perspectivas cambian dependiendo el punto de cada individuo, desde las religiosas; se dice que Dios es el dueño de la vida y él dispone cuándo se entra y sale de ella o cuando la persona decide que cada individuo gravemente enfermo (en cuyo caso no existe un tratamiento curativo y que es mortal, sea o no a corto plazo) puede decidir cuándo y cómo morir. Sin embargo, se deben de aclarar algunos aspectos, ya que se pueden definir dos puntos: estar en contra o a favor. La eutanasia se divide en diferentes tipos: voluntaria, no voluntaria, involuntaria, pasiva o activa y también se incluye si es correcto o no su aplicación.
¿Qué es la eutanasia? La palabra “eutanasia” se deriva del griego eu, que significa “bueno” y thanatos, que significa “muerte”. Esto quiere decir buena muerte sin sufrimiento.
La eutanasia es el acto que pone fin a la vida de un enfermo terminal a su solicitud o de quienes lo tienen a su cuidado. Puede clasificarse en varios tipos. Por ejemplo, la voluntaria, que es aquella en la que el paciente acepta que se suspendan los tratamientos que le prolongan la vida o solicita que le suministren medicamentos para que se produzca la muerte. O la no voluntaria, cuando la persona no puede elegir por sí misma entre la vida y la muerte; por ejemplo, cuando sufre un accidente que lo vuelve permanentemente incompetente, y no alcanzó a manifestar si la deseaba o no. Es decir, la involuntaria es aquella en que el paciente no otorga su consentimiento. Por otra parte, existe la eutanasia activa, que es aquella en la que existe una acción positiva a producir la muerte, por ejemplo, pastillas del sueño o administrar una inyección. La eutanasia pasiva es producida por la omisión de los tratamientos, medicamentos o alimentos que prolongan el proceso de morir. Estas son las más usuales para pacientes enfermos incurables y atormentados por el dolor. Se trata de un tema polémico que requiere un análisis profundo. Aunque para muchos sea fácil decir, «cada uno tiene derecho sobre su vida, y, por tanto, puede decidir si terminarla o no». El respeto a la voluntad del paciente es importante haciendo valer así su derecho a la libertad. Aquí se entra ya en un debate más filosófico, porque se podría cuestionar qué tan libre es el deseo de esa persona de poner fin a su existencia. Lo que actualmente se practica es la “distanasia” o separación de la muerte y prolongación del acto de morir. Cuando al enfermo, mediante sondas, cánulas e instrumentos se le mantiene en un vivir biológico, prácticamente artificial, se está violentando la naturaleza y lo que el hospital hace es lucrar con el sufrimiento del enfermo y de los familiares, si estos pueden sostener el gasto. En México esto aún no es legal pero recientemente se dio a conocer que el gobierno que encabeza el actual presidente de nuestro país buscará promover el derecho a una muerte digna en todo el país.
El gobierno de López Obrador no tiene la mínima intención de legalizar la eutanasia, sino de ampliar en todo el país la ya existente Ley de Voluntad Anticipada (LVA). No en vano, luego de numerosos debates esta opción de tener “una muerte digna” solamente es legal en pocos países: Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Colombia (El periódico, 2017).
El ser humano tiene derecho de decidir sobre su propia muerte, ya que es dueño de su vida. Si una persona ya no quiere estar en el mundo sufriendo puede tomar sus propias decisiones. Es importante que existan debates para buscar la legalización, pues en muchos casos personas de bajos recursos, así como la tercera edad, padecen enfermedades incurables y terminables, que los mantienen en un gran sufrimiento, alargando su dolor y sufriendo múltiples consecuencias al no ser la eutanasia una práctica legal. Por otra parte, no debería ser legítimo obligar a vivir a alguien que no quiere hacerlo. Cada uno tiene derecho a elegir por sí mismo qué hacer con su vida y en caso de que la persona no pueda decidir, la decisión les correspondería a las personas más cercanas a ellas. ¿Para qué hacerla sufrir hasta el día de su muerte? Se debe tener consideración por ellos. Son personas que en realidad la requieren y no lo están haciendo para complacer a los demás, lo piden por su bienestar mental y físico. Así como toda persona tiene derecho a la vida, debería de ser válido tener derecho a la muerte. La vida no es una obligación, nadie ni nada te obligó a nacer. En su libro de Ética, Pedro Chávez Calderón da unos puntos importantes sobre la eutanasia, como que “el enfermo tiene derecho de pedir que se termine con su vida” (Chávez, 2014), que “el mal padecido debe ser incurable” (ibidem) y que “la enfermedad debe producir un sufrimiento progresivamente intenso, por lo mismo, insoportable” (ibidem). Ponerle fin a la vida no es un tema ligero, es algo que al hacerlo no hay vuelta atrás. No es una decisión momentánea, es algo que se debe de pensar muy bien. Implica un análisis profundo y concientizar sobre las consecuencias que podrían existir. Por esto, la muerte siempre ha sido un miedo inminente que amenaza la vida y todo lo que se tiene certeza de poseer; la eutanasia contribuye a aminorarlo. Abordar el tema de la eutanasia no ha sido fácil, puesto que muchas de las referencias analizadas han permitido recordar de forma viva experiencias, tanto propias o de familiares próximos, en los momentos en que se ha tenido que enfrentar enfermedades graves y dolorosas de seres muy queridos. Para muchos es rechazable el privar a cualquier persona de asumir lo más serenamente su proceso de muerte. Por ello, ante un enfermo terminal, con dolor físico o sufrimiento moral, lo más justo es acompañarlo respetando su decisión. Ellos lo que más necesitan es el apoyo de las personas que los rodean para poder afrontar esas difíciles decisiones. El mundo ya no es como antes, ahora todo va evolucionando y no deberían de juzgar a las personas por sus decisiones; al contrario, debería de haber apoyo y entre todos respetar nuestros derechos, no privarles a las personas enfermas sus peticiones. Ya para finalizar, es conveniente agregar la frase del australiano Bob Dent, quien fue la primera persona en hacer uso de la legislación que permitía la eutanasia: «si usted no está de acuerdo con la eutanasia voluntaria, entonces no la use, pero por favor no me niegue el derecho».
Bibliografía:
Chávez, P. (2014) La ética. (Primera edición). México: Patria. Chávez, P. (2004) Eutanasia ética. México: Grupo Geoimpresores. Lantigua, I. (2019). “Eutanasia: muerte digna, suicidio asistido, ¿cuál es la diferencia?”. Consultado en: https://www.elmundo.es/sociedad/2015/10/01/560d2c93ca4741da2a8b4579.html Reyes, M. (2006). “Eutanasia, la muerte dulce.”. Consultado en: https://www.uv.mx/universo/207/infgral/infgral05.htm Singer, P. (1995). La eutanasia. Compendio de ética. Madrid: Alianza Editorial.
Hebras obscuras | María Josefina Ramos Cedillo. Preparatoria Regional de Etzatlán.
El Estado que emerge al final de la historia es liberal en la medida que reconoce y protege, a través de un sistema de leyes, el derecho universal del hombre a la libertad.
Fukuyama (1989). El fin de la historia
Si hay algo en la modernidad que nos pueda parecer rotundamente trascendente es la percepción que sobre el mundo tenemos las distintas sociedades. La concepción de la libertad como categoría epistemológica nos ha llevado a plantearnos una gran singularidad de cómo entenderla en el campo social, la libertad como responsabilidad, identidad, autonomía, participación, etc. Con esa perspectiva se presentan las ideas de los tres ensayos que participaron en el Coloquio de Filosofía del Sistema de Educación Media Superior de la Universidad de Guadalajara.
Andrea Baltazar Díaz nos presenta su reflexión en torno a la participación de la mujer en la sociedad moderna y con ello la importancia de su reconocimiento por parte del Estado y de la sociedad misma para cambiar los esquemas tradicionales que sólo han obstaculizado la identidad femenina y limitado su participación en ciertos roles sociales. El ensayo “La época del reconocimiento” propone respuestas plausibles a la pregunta que dirige la redacción del ensayo: la equidad de género como reconocimiento social no resuelve el problema, pero se ha logrado gracias a la participación de la mujer en distintos campos. Es más productiva, por ejemplo, en el campo laboral, además que la equidad de género no trata de la superioridad de un sexo sobre el otro, sino del reconocimiento de sus características a partir de las capacidades de cada individuo.
En los dos ensayos siguientes se abordan una serie de preguntas interesantes sobre la libertad de elegir vivir o morir a partir de cierta circunstancia. Por ello, la eutanasia se convierte en el tema central de esas reflexiones. En qué condiciones y en qué momentos de la vida humana el hombre puede decir o solicitar al Estado que le permita finalizar su vida, no sólo es un acto de adhesión natural sino también de empatía, de compasión con el otro. Desde la construcción social el dolor traducido en sufrimiento es negativo y desde esa construcción hay que evitarlo, pero si la condición natural del hombre está ligada a esa experiencia sensible, entonces ¿por qué es mala?
Siguiendo esas ideas, Daniela Naveja, en su ensayo titulado “Eutanasia ¿piedad o delito?”, plantea las preguntas: ¿es moralmente lícito permitir el dolor y la agonía de una persona cuando se puede hacer algo para terminar con éste?, ¿la vida a base de dolor sigue siendo vida?, ¿estamos obligados a vivir o podemos decidir en qué momento dejar de hacerlo? A la primera pregunta, la respuesta sería que sí es licito, puesto que el término es jurídico; hay algunos estados-nación que permiten evitar el sufrimiento a través de la eutanasia pero es el inidividuo u otro quien solicita esa práctica. De aquí que se pueda distinguir una eutanasia activa y una pasiva. La primera correspone a la decisión del sujeto involucrado, y la segunda a la decisión de algún pariente.
En el ensayo que presenta Cristian Sevillano, titulado “La eutanasia como sinónimo de una muerte elegida”, se encuentra una reflexión que va desde los antecedentes históricos hasta la concepción moderna de la eutanasia, haciendo una distinción clara entre la eutanasia activa y la pasiva (voluntaria o no voluntaria). La pregunta rectora del ensayo cuestiona quién tiene la capacidad de decidir sobre la vida del otro. El ensayista propone algunos elementos que deben ser considerados con la salvedad de evitar el dolor, el sufrimiento y dar una muerte digna. En esos tres ensayos encontramos una reflexión de sentido común que en el campo de la filosofía se hace singular y apremiante por su trascendencia en la vida de las sociedades modernas.
Héctor de Jesús Rivas Pérez*
* Nacido en Tapachula, Chiapas, egresó de la licenciatura en Filosofía y de la maestría en Ciencias Sociales de la Universidad de Guadalajara. Es profesor de tiempo completo Asociado C en la Preparatoria 18, y en la actualidad funge como Coordinador académico en esa institución. Está interesado en temas como los derechos humanos, la migración centroamericana, la vulnerabilidad y riesgo en poblaciones migrantes, la filosofía latinoamericana, la filosofía de la liberación, la antropología social y la interculturalidad.
Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2019
RESUMEN
En la vida diaria nos encontramos con diversos casos que nos dejan con la inquietud sobre si en verdad podemos decidir sobre la vida y la muerte. Conozco un caso de una persona con un familiar muy cercano que nació discapacitado, a quien los médicos no le han dado muchas esperanzas de vida, puesto que con el paso del tiempo su estado de salud ha empeorado, así como sus dolores aumentarán. Ese paciente les dijo a sus padres y hermanos que, si la eutanasia fuera legal en su país, se la aplicaran; que si llegaran al caso de que también perdiera conocimiento sobre sí mismo, que no le hicieran vivir a la fuerza, que sólo quería una muerte rápida y sin dolor, porque no quería ser una carga para su familia. Según Aristóteles: “la buena vida debe enfocarse al bien individual y al bien de la comunidad” (Aristóteles). Esto resulta un dilema en la actualidad, pues en la cultura mexicana nos enseñan a sufrir y a no tomar decisiones en lo relacionado con nuestra ética y moral. Culturalmente no estamos preparados para aceptar ese tipo de temas.
-El silencio. Kevin Yahir Ortega Nolasco. Preparatoria Regional de El Salto.
A la eutanasia se le describe o considera como la muerte dulce, la muerte tranquila o la muerte llena de paz, que todos los enfermos desahuciados merecen tener. “Del latín eu que significa lo bueno, y thanatos, es decir, “la buena muerte”, podemos definirla como la acción u omisión por parte del médico u otra persona, que tiene la intención de provocar la muerte del paciente terminal o altamente dependiente, por compasión y para eliminarle todo el dolor” (Postigo y otros, 2006). Por un lado, la eutanasia voluntaria, “como su nombre lo indica, tiene comocterística que se lleva a cabo con el conocimiento expreso del paciente” (Guerra, 2013). Por otro, la eutanasia no voluntaria es referida como “la que se practica no constando con el consentimiento de paciente” (Tomás y Garrido, 2007).
La eutanasia es un fenómeno que se comenzó a practicar en diversas culturas hace años, incluso se ha globalizado en algunas otras en la edad contemporánea. Por ejemplo, en la antigua Grecia se comenzó a pensar sobre el buen morir que se inclina a un fallecimiento digno, en particular sobre la ética y la moral. También consideraban que ese método de muerte, cuando los enfermos terminales lo elegían, sucedía porque eran personas sumamente fuertes de mente (Guerra, 2011).
Mi perspectiva hacia la eutanasia voluntaria es que puede resultar una buena opción, ya que el paciente decide sobre lo que quiere y lo que no; si quiere morir de una manera rápida, sin dolor y sin sufrimiento. Considero que al inclinarse por esa opción se quiere evitar alargar el sufrimiento, así como también el no padecer los dolores de la enfermedad y no ser una carga para sus familiares o personas cercanas a él. “Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera: sin idea del suicidio, hace tiempo que me hubiera matado” (Cioran, 1997). Quienes se deciden por esa opción son los que se tomaron el tiempo de pensar sobre qué tan buena puede ser su muerte y al fin descansar y sobre qué tan mala puede ser durante sus últimos suspiros de vida. “El deseo de morir fue mi única preocupación; renuncié a todo por él, incluso a la muerte” (Cioran, 1952).
A la eutanasia no voluntaria no la considero adecuada, porque si la aplican a un paciente que aún puede decidir y no se lo consultan, los médicos no estarían ejerciendo la ética profesional. ¿Quién puede decidir sobre la vida de otro si aún tiene sus facultades mentales en buen estado? Si, por otro lado, el paciente ya no está consciente de sí mismo y no tiene ninguna esperanza de vida o las pocas que tiene lo harán pasar la situación de una manera difícil y dolorosa, el que le apliquen la eutanasia lo consideraría una decisión correcta e inteligente. El familiar sobre el que recae la responsabilidad le está dando una muerte digna y sin dolor alguno que pueda sentir.
También existe la posibilidad de que el enfermo en fase terminal no esté en uso de sus facultades mentales y no tenga familiares que decidan por él. En este caso, ¿la decisión pasaría a los médicos? La respuesta es sí. Si los médicos aplican la eutanasia en un paciente en esas condiciones considero que están haciendo lo correcto y que su ética queda intacta porque están decidiendo darle muerte digna a un paciente solo (estos casos considerándolos en países donde sí es legal la eutanasia).
“La eutanasia consiste en quitar la vida, por acción u omisión, para garantizar una muerte digna y sin sufrimiento. Se trata de una muerte digna sin dolores a personas que no tienen ninguna o pocas esperanzas de vida llena de sufrimiento”
(Galisteo, 2013).
El filósofo Emil Cioran hace pensar sobre la vida y la muerte, hace ver las situaciones desde fuera, con diferentes puntos de vista, sin encerrarse en conceptos diarios, saliendo de las zonas de confort. Realmente es importante reflexionar sobre por qué las personas eligen la eutanasia. Es bueno ponerte en los zapatos de otra persona, tratar de entender por qué están tomando la decisión de quitarse la vida. Peter Singer dijo:
“Considera aceptable la eutanasia voluntaria bajo ciertas condiciones, que el médico previamente lo haya consultado con otro y estén firmes con su decisión y que el paciente esté muy bien informado sobre su estado de salud irreversible”
(Singer, 1995).
Uno puede desear que su vida termine si alguna vez se encuentra en una enfermedad dolorosa e incurable o un accidente donde haya perdido la razón, por lo cual no tendrías la capacidad para decidir. Tendrían que intervenir terceros que actuaran de acuerdo con la petición del paciente o realizar un acto de eutanasia voluntaria (Singer, 1995). Concluyo que la eutanasia es un método muy bueno para morir, pero hay que tener la valentía suficiente para elegir esa opción, considerando lo bueno y lo malo una vez más en mente. Nadie tiene que influir en la decisión porque nadie te debe obligar a vivir o a morir, nadie siente lo de la otra persona. La decisión se toma porque ya se conoce la situación y el método que quieren que se aplique. Por lo tanto morirá humanitariamente, terminando con una vida llena de sufrimiento y agonías.
Si bien la eutanasia podría ser considerada suicidio, ya que la persona lo pide por voluntad, desde mi punto de vista es considerado como un “suicidio bonito”, pues siempre hay que ver las situaciones desde otro punto de vista, desde fuera, imaginarnos en la posiciones de los médicos, familiares cercanos y hasta del paciente; pensar en si nosotros haríamos lo mismo que ellos; entender su situación y así lograr entender por qué lo han elegido; comprender lo que sienten y lo que piensan y no sólo juzgar u oponernos sólo porque nuestros padres o nuestra religión dicen que está mal. Debemos sentir empatía y así tratar de comprender y darnos el tiempo de conocer más sobre esta situación y sobre este tema que no se debe tomar a la ligera. El ser humano tiene el derecho de decidir sobre su propia muerte, de acortar su vida o de seguirla viviendo.
Bibliografía
Aristóteles (s. f.). “Udemonismo, hedonismo, naturalismo, formalismo y utilitarismo”. Consultado en: https://www.monografias.com/ document/F3SEM5TFJDG2Z?lang=es
Cioran, E. (1952). Silogismos de la amargura. París: Tusquets Editores.
Guerra, Y. (2013). “Ley, Jurisprudencia y eutanasia.” Bogotá: Revista latinoamericana de bioética.
Singer, P (ed.). (1995). La eutanasia. Compendio de ética. Madrid: Alianza editorial. Consultado en: www.uca.edu.sv
Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2019
En el siglo que nos ha tocado vivir, sociedad ha cambiado mucho en relación con las épocas pasadas. Las personas nos hemos cuestionado multitud de temas y, entre ellos, se encuentra uno de los más polémicos que ha retumbado en los oídos de mucha gente: el desempeño femenino. En este ensayo trataremos un tema que se relaciona estrechamente: el sistema económico moderno en el cual nos hayamos inmersos y al que la mujer se ha ido introduciendo con el paso de los años. Ese ligamiento conlleva la exigencia justa y necesaria de la visión de su persona, así como el respeto a sus derechos para que sean vistos como los de sus congéneres masculinos, pero nos deja una pregunta al aire y, para responderla, debemos de mirar hacia atrás, tras bambalinas. ¿Es la exigencia de la paridad de género un medio para el real desarrollo de la mujer? En la sociedad en la que vivimos han sucedido grandes cambios con el pasar de los años, que generan multitud de opiniones y, a pesar de su variación, todas ellas aportan hacia el progreso del ser humano. En la actualidad, estamos transitando a través de múltiples conceptos nuevos que se han asomado y que han dado inicio al nuevo milenio. Uno de ellos sin duda polémico pero necesario, es la importancia que ha cobrado el género dentro de la comunidad y su moderación para la equidad. En el transcurso de la historia ganadora hemos visto multitud de personajes que lograron poner en alto la inteligencia humana y mostrarla a su misma especie. No es un secreto para nadie que la gran mayoría esas personas han sido varones, gracias a un sistema que podemos decir con seguridad era totalmente machista. Esto no quiere decir de ninguna manera que las mujeres, en tiempos pasados, hayan sido de menor inteligencia o no tuviesen la capacidad cognitiva para realizar tareas diferentes a las que les eran encomendadas. Pero, ¿cómo pasó eso? Pues bien, fue una bola de nieve que comenzó con el asentamiento del hombre. En un principio, la figura femenina tenía una relación estrecha con la fertilidad y la preservación de la especie humana, dados los requerimientos de esas épocas. Sin embargo, a través del tiempo, la necesidad de procrear pasó a un segundo plano cuando el modo de vida de las personas se volvió menos extremo y pudo tomar un matiz más libertario y que daba pie a la exploración su alrededor. Aquí comenzaron a relacionar características de comportamiento con un género y se comenzó así la construcción del rol que desempeñaría cada sexo en la sociedad en la que habitaba, el cual podía variar de cultura en cultura. Tanto hombres como mujeres fueron educados con esas normas y valores tradicionales que se practicaban en su comunidad, habiendo personas, que se sentían perfectamente cómodas con eso y otras que no. Así, el concepto de mujer que prevalece hasta día de hoy, originado en la sociedad occidental, se fue relacionando con aspectos más delicados y finos, mientras que el hombre se ligó al trabajo más fuerte y aquellos campos que necesitaran una mayor destreza de casi cualquier tipo; me atrevo a decir que eso, en un inicio, fue gracias a las características biológicas que cada sexo presenta, pero poco a poco se fue tergiversando hasta esconder la figura femenina y limitarla a su poca trascendencia histórica. Cuando las mujeres ya no tuvieron una repercusión significativa en la sociedad se les comenzó a considerar un peso más con el cual cargar, haciendo que el género femenino ya no contase con los medios adecuados para desarrollarse en los mismos ámbitos en los que los hombres lo hacían.
Solamente cuando Las mujeres empiezan a sentirse en su casa sobre esta tierra vemos aparecer una Rosa Luxemburg, una madame Curie. Demuestran con brillantez que no es la inferioridad de las mujeres lo que determina su insignificancia histórica: su insignificancia histórica las condena a la inferioridad
(Beauvoir, 1949).
Simone de Beauvoir nos muestra, en esta frase de su libro El segundo sexo, un cierto resumen de la idea que tenemos en mente, en donde el desarrollo depende de la visibilidad de la persona y en donde también la concepción de este y la inferioridad depende de la importancia social de sus acciones. Para ese entonces, llegan los sistemas económicos y se instalan en la población para quedarse. El gigante con el que nosotros tratamos diariamente es el capitalismo. Cuando éste comenzó a integrarse en el gobierno de varios países y sus riquezas comenzaron a circular entre el pueblo, el trabajo rápidamente se vio remunerado y así las personas adquirieron un valor con base en la productividad que pudiesen desempeñar.
“Son todos, hombres, mujeres y niños, meros instrumentos de trabajo, entre los cuales no hay más diferencia que la del coste”
(Marx, 1848).
Si hablamos del coste de cada individuo referenciando a su productividad, la mujer cuenta con algo muy perjudicial para el sistema capitalista que recién estaba emergiendo: el embarazo. ¿Por qué es un problema? Porque reduce la capacidad productiva del individuo, ya que una mujer embarazada necesita reposo por el bien de su salud. Así, pues, la relegación de la mujer se hizo todavía más fuerte, ya que la capacidad del hombre estaba por encima que la de ella por ese detalle biológico.
Entonces, debido a las guerras suscitadas en el último siglo se necesita más mano de obra y ésta sólo puede ser proporcionada por dos sectores: el infantil y el femenil; sin haber opciones, ambos sectores comienzan a cubrir al masculino en las fábricas para satisfacer la demanda, obligando a cambiar los valores clásicos por unos que incitaran al trabajo y al bien común para lograr un propósito. Siendo la rama femenil legal, con el paso de los años, comienzan a exigir el respeto de los derechos laborales y la remuneración correcta de su trabajo, combinada con otros cambios sociales, como la exigencia al voto. Es aquí cuando comenzamos a hablar sobre la necesidad de la paridad de género por respeto a los derechos humanos y la vida laboral digna. Si bien al inicio hay una resistencia a ese cambio, hemos visto cómo el tema de la paridad de género se ha ido popularizando en tiempos modernos, dándole una visión en donde las mujeres se les muestra que su desarrollo será completo si también pueden realizar las mismas actividades que antes eran dominadas por los varones.
Las leyes han cambiado para bien, garantizando que tanto mujeres como hombres cuenten con las mismas oportunidades para tener una vida digna de acuerdo con los parámetros actuales. Tan sólo en México se han abierto ya los congresos paritarios, en donde hay un mismo número de mujeres y hombres. Pero, a pesar de esto, yo no creo que en verdad la paridad de género y su exigencia sea el desarrollo total de la mujer. ¿Por qué?, vamos por partes.
Primero: porque la mujer, en el transcurso de la historia, se ha desarrollado de distintas maneras y conforme a lo que la gente le ha permitido, encontrando cierta satisfacción en esos parámetros; claro, los cambios nacen cuando la gente inconforme alza la voz. Conforme han ido evolucionando las sociedad, ese objetivo también se ha cambiado y, por lo tanto, el enfoque de ese desarrollo se ha visto desde otra perspectiva; las exigencias van cambiando con el paso del tiempo.
Segundo: la paridad de género ha tomado más fuerza en los últimos años. Aquí también tiene que ver el beneficio económico que involucra ésta se introduzca de lleno al mercado laboral. Si ambos sexos se involucran en la producción de capital, éste incrementa a comparación de si sólo uno está dentro. Por lo tanto, podemos ver, desde otra perspectiva, que ese movimiento está regido también por el sistema económico en el que se maneje y, en este caso, al capitalismo de Occidente.
Tercero: La paridad de género no sólo involucra a la mujer, sino también al varón. No es cuestión de que ella tenga que adaptarse a hacer lo que normalmente, en esta cultura, los varones hacen, sino que también los varones deben de integrar en su ser que está bien acercarse a los parámetros considerados tradicionalmente femeninos.
No se trata de que uno sea superior a otro ni de querer forzar a ser iguales a los sexos, ya que cada uno tiene sus características biológicas, son diferentes. La paridad de género debería de equilibrar en oportunidades, de brindar apoyo de acuerdo con las necesidades y de velar por el respeto mutuo de los derechos que se poseen como seres humanos.
“No son los dos sexos superiores o inferiores el uno al otro. Son, simplemente, distintos
(Marañón, s. f).
El querer ver a la mujer como un ser superior al hombre no es de ninguna manera una solución a la desigualdad. La paridad de género en los cargos de poder es importante; sin embargo, se le debe de dar esa oportunidad a ambos sexos y, dependiendo de las capacidades de cada individuo, adquiera el cargo gracias al esfuerzo y dedicación que se ha invertido. Asimismo, se les debe de educar a que no sólo está bien que las mujeres se adapten a los parámetros “masculinos”, sino que también los hombres puedan adaptarse a los “femeninos” sin represalias, formando así una igualdad en un punto medio, en donde ya no haya necesidad de diferenciar entre ambos roles, ya que las oportunidades que se brinden serán adecuados para todos. La paridad de género no debe de ser tomado como el completo desarrollo de la mujer ni del hombre, ya que así sólo estamos queriendo explotar una sola forma de desarrollo personal, cuando, en realidad y dentro de la naturaleza humana, son una cantidad de posibilidades muy amplia.
Bibliografía
Beauviour, S. (1949). El segundo sexo. París: Debolsillo.
Garibay, J. (2016). “¿Cuál es la situación del mercado laboral en México?”. Consultado en: https://www.merca20.com/situacion-mercado-laboral-mexico/
Marx, K. Engels, F. (2013) El manifiesto comunista. Madrid: Nórdica Libros.
Smith, S. (2013). “Marxismo, feminismo y liberación de la mujer.” Consultado en: http://sinpermiso.info/textos/marxismo-feminismo-y-liberacin-de-la-mujer
Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2019
RESUMEN La eutanasia es un concepto que causa gran polémica, ya que se trata de un proceso que lleva a una persona gravemente enferma, sin esperanza de cura, a la muerte. Ese proceso busca cumplir la voluntad del paciente al terminar con su vida y, así, de esa manera terminar con su dolor y sufrimiento. Quienes se encuentran a favor consideran que es una manera de liberar los enfermos desahuciados que ya no tienen más que desdicha en sus vidas. Por otra parte, quienes están en contra creen que se le puede considerar homicidio, puesto que sólo se debe esperar una “muerte natural” y consideran que adelantar la muerte de una persona es un acto inmoral, aunque implique sufrimiento para el enfermo. Lo que nos lleva a las siguientes interrogantes: ¿es moralmente lícito permitir el dolor y agonía de una persona cuando se puede hacer algo para terminar con éste?, ¿la vida a base de dolor sigue siendo vida?, ¿estamos obligados a vivir o podemos decidir en qué momento dejar de hacerlo?
Palabras clave: Muerte digna, suicidio asistido, encarnizamiento terapéutico, eutanasia.
La muerte es más universal que la vida. Todos morimos, pero no todos vivimos.
Sachs
–El mar.Leslie Dariana Becerra Barragán. Preparatoria Regional de El Salto.
Existen dos maneras de expresarse sobre la eutanasia: a favor, como lo expresaré en esta ocasión y en contra. Puesto que la eutanasia es un concepto que causa gran controversia e incluso escándalo en nuestra sociedad, considero que primero debemos saber su significado. Este término proviene del griego eu (que significa bien o fácil) y thanatos (muerte), por lo que etimológicamente significa “buena muerte”. También se le define como adelantar la muerte, a solicitud consciente, de una persona que se encuentra en gran tormento debido a una enfermedad incurable, ya sea mediante el uso de fármacos que resultan letales o mediante la suspensión del tratamiento médico que tenía y de su alimentación por cualquier vía. La eutanasia y el suicidio asistido, a pesar de ser conceptos muy similares, no son lo mismo. En el caso de este último, se le proporcionan los medios necesarios para suicidarse, pero es el paciente quien voluntariamente termina con su vida. Dado que al hablar de la eutanasia es inevitable tratar el concepto de la muerte, daré una breve opinión enfocándome en la relación que tiene con el tema central. Y es que está tan mal vista que se le considera algo negativo a pesar de que es un proceso completamente natural e inevitable. Siempre se le asocia con dolor, tristeza y sufrimiento, pero hay casos en los que es lo contrario, ya que para algunas personas es la manera en que finalmente pueden encontrar libertad, paz y tranquilidad, como lo es para aquellos pacientes que solicitan llevar a cabo ese procedimiento y buscan terminar con una vida llena de pena. Eso nos lleva a las siguientes interrogantes: ¿se debe preferir aliviar los dolores o prolongar la vida?, y ¿tiene el ser humano derecho a decidir sobre su propia muerte? En respuesta a ambas preguntas, considero que cada persona tiene derecho a decidir sobre el final de su vida, es una decisión muy personal, puesto que el mayor afectado es el individuo que decide, sólo él sabe el dolor que lo atormenta y si es capaz de soportarlo o no, por lo tanto, él debe elegir entre seguir viviendo lleno de sufrimiento o aliviar el dolor, aunque eso signifique el fin de su vida, y todos debemos respetar su decisión. Así como lo expresa Singer:
No seremos capaces de abordar convenientemente temas básicos como la muerte, el aborto, la eutanasia o los derechos de los animales hasta que no nos olvidemos de la vieja moral y construyamos una nueva, fundamentada en la compasión y el sentido común”
(Singer, s. f).
Ya que no es compasivo obligar a alguien a vivir para sufrir cada día y carece de sentido hacerlo, por eso se debe dejar la vieja moral y continuar con la nueva, una llena de libertad, compasión y empatía. ¿Acaso vivir lleno de infelicidad, pena y desgracia debe ser considerado vivir? Cuando ya no se le encuentra sentido alguno, ni es posible pensar en motivos para continuar; cuando los momentos de agonía superan a los de dicha, ¿no es más humano terminar con el martirio del ser que poco a poco agoniza de una manera lamentable? A mi parecer, la eutanasia es una práctica piadosa que permite tener una muerte digna y evita dolor a un enfermo quien inevitablemente es infeliz día a día. Pero aún no es aceptado porque gran parte de la sociedad le considera inmoral e incluso hay quienes le llegan a llamar homicidio. Así como se menciona en Cuando la vida ya no es vida:
Sin embargo a nuestra sociedad, contradictoria a más no poder, le parece ‘normal’ mandar a los sanos a la guerra a una muerte segura y a los enfermos en fase terminal, que padecen un mal crónico e irreversible, sufren horrores y piden a gritos la muerte, negársela y obligarles a vivir, si es que eso es vivir, que más bien es sólo prolongar su agonía
(Behar, 2008).
Con lo cual estoy completamente de acuerdo, ya que no me parece humanitario condenar a alguien a que viva una vida llena de dolor, sufrimiento e infelicidad y que no puede hacer nada para evitarlo. Por eso la eutanasia me parece una vía a considerar cuando se busca defender la integridad del individuo mediante una muerte digna que se produce con todos los alivios médicos adecuados y los consuelos humanos posibles.
La experiencia moral se origina en la conciencia de que somos libres para realizar unas posibilidades u otras. Ahora bien, cada posibilidad tiene para el ser humano un valor diferente que suscita preferencias y rechazos. Y siempre pretendemos lograr lo mejor o lo menos malo
(González, 2012).
Y entonces, si buscamos hacer lo menos malo, ¿es justo obligar a alguien a vivir sufriendo a pesar de que sus deseos sean lo opuesto? Yo no lo creo así, dado que esto no traería ningún beneficio. No creo que sea legítimo forzar a vivir a alguien cuando la vida es un derecho, no una obligación. Es por eso mismo que, desde mi perspectiva, el Estado no tiene la facultad de decidir sobre la muerte de los sujetos que lo componen, pues de ser así, podría decidir terminar con la vida de un individuo a pesar de que éste no lo quisiera. Aun así, una gran parte de la población objeta que no es un procedimiento moralmente acertado, que se debe proteger la vida a todo costo y hasta van al extremo opuesto que sería el llamado encarnizamiento terapéutico, el cual es un tratamiento desproporcionado que no ayuda de manera significativa la condición del enfermo y además empeora su calidad de vida, prolongando su agonía, lo que me lleva a lo mencionado en Bioética en ciencias de la salud:
Además nos sentimos autores y responsables de nuestros actos y de los resultados que provocan. El comportamiento moral, entonces, es la búsqueda consiente y la realización libre de lo mejor que puede realizarse, junto con un sentido de responsabilidad por todo ello
(González, 2012).
Hablando de aquellos que se oponen a la práctica de la eutanasia, hay personas que intentan darle justificación a su negativa hablando de “eutanasia sin consentimiento”, lo cual me parece un concepto completamente erróneo, ya que en la eutanasia se le da fin a la vida de alguien por su petición, así que podemos decir que la eutanasia sin consentimiento es inexistente. Por lo tanto, la eutanasia no es mala, es un proceso que permite evitar el dolor de alguien cuando ya no se puede hacer nada más para detener su agonía, como es la situación de los enfermos que tienen enfermedades incurables, en cuyo caso lo mejor que puede hacerse es ser empático, pensar en el dolor del prójimo y la manera para evitarlo, respetar y cumplir sus deseos; de hacer lo contrario sería un acto de suma crueldad. Alargar la agonía y el pesar de una persona, así como hacer caso omiso de su voluntad, es en realidad lo que resulta inmoral. “El espíritu libre vivirá sin amedrentarse por la muerte o la tragedia, tratando de superarse una y otra vez, bajo una actitud de pleno amor a la fatalidad (Nietzsche, s. f.) Basándonos en lo dicho por Nietzsche, estoy de acuerdo en que todos debemos amar la vida y tratar de superarnos día con día. Sin embargo, cuando una persona pierde el amor a la vida y vive sumida en el dolor, lo más compasivo es respetar su decisión, aunque eso conlleve el final de su vida, ya que sólo de esa manera será un espíritu libre.
Bibliografía:
Anónimo. (s. f.) “¿Qué es bioética?” Consultado en: http://www.conbioetica mexico.salud.gob.mx/interior/queeslabioetica.html
Anónimo. (s. f.) “Eutanasia, muerte digna, suicidio asistido ¿Cuál es la diferencia?” Consultado en: https://www.elmundo.es/sociedad/2015/ 10/01/ 560d2c93ca4741da2a8b4579.html
Behar, D. (2008). Cuando la vida ya no es vida ¿eutanasia? México: Pax.
Cúneo, D. (s. f). “El encarnizamiento terapéutico”. Consultado en: https://www.sap.org.ar/docs/congresos/2013/humanismo/presentaciones/cuneo_oencarnizamiento.pdf
Nietzsche, F. (s. f). Consultado en: https://www.filco.es/nietzsche-amar-la-vida/
Sachs, A. (s. f). Consultado en: https://www.marco-russo.com/diario/la-muerte-es-mas-universal-que-la-vida-todo-el-mundo-muere-pero-no-todo- el-mundo-vive-a-sachs/
Sánchez, S. (2012). Bioética en ciencias de la salud. Madrid: Elsevier Masson.
Singer, P. (s. f). Repensar la vida y la muerte. Barcelona: Paidos.
En los albores del siglo XXI,
es evidente que las problemáticas que se suscitan en el mundo son de un cariz
particular. Los seres humanos nos enfrentamos a una realidad que exige un
replanteamiento sobre cómo abordar los nuevos y viejos dilemas.
Ante tales circunstancias la
necesidad de filosofar se hace más imperante. La actividad filosófica se
convierte -como en cada comienzo de un siglo- en un instrumento racional para
poner en la palestra de la discusión, las diferentes perspectivas y argumentos
que emergen del entorno. Lo cual implica inclusive una nueva forma de lenguaje,
una manera distinta de comunicar nuestros pensamientos.
En la Antigua Grecia, Sócrates
utilizaba la dialéctica para llevar a la reflexión a sus congéneres. Este
método aparentemente sencillo en su abordaje, le permitía al filósofo que sus
interlocutores se adentraran poco a poco en el arte de argumentar y defender
sus ideas, el diálogo como el arte que nos lleva a pensar y a comunicar lo que
se piensa. Platón, su discípulo, lo hace plasmando por escrito tales
discusiones.
Nuestro pensamiento está
conformado de palabras y son éstas las que nos acercan a la realidad, a su
interpretación y comunicación. En el presente siglo estas formas de comunicación
se han diversificado. El uso del internet, y de las redes sociales, ha
transformado la manera de manifestar y poner en discusión nuestras ideas
públicamente.
Frente a esto, es importante
que las generaciones actuales se sientan
motivadas a filosofar sobre problemas que plantea el mundo actual, pero más
importante todavía es que plasmen sus ideas de tal forma que permitan la discusión rigurosa sobre ellas. Que se comprenda que
hacer filosofía implica no solamente interpelar a la realidad, cuestionar,
poner en duda saberes establecidos, pensar y dialogar, sino también ser capaces
de llevar a cabo un diálogo más perenne, que involucre la posibilidad de volver
a las ideas, de discutirlas y compartirlas para que sea a través de ello, como
se dé una verdadera transformación de la realidad en todos los sentidos.
Es así como el filosofar a
través de la escritura y específicamente del ensayo, tiene que seguir siendo
utilizado como un método eficaz para plantear discusiones filosóficas y abrir
nuevos espacios para las mismas y, de esta manera, posibilitar el abordaje de
temas que hoy en día necesitan ser analizados desde la práctica de un
pensamiento libre y crítico.
Si bien es cierto que la
sociedad actual nos demanda reflexionar acerca de temas que son producto de los
retos de este siglo, es interesante observar que la atención por los grandes
problemas de la filosofía, como el cuestionamiento sobre el sentido de la vida
y la disertación sobre la muerte, siguen siendo tópicos que motiven el
filosofar. Será tal vez porque, aunque los seres humanos nos encontremos
inmersos en una vorágine de avances científicos y tecnológicos, pareciera que
en lo más hondo de nuestra humanidad seguimos cuestionándonos quiénes somos y adónde
vamos.
Silvia Patricia Arias Abad*
*Estudió filosofía y la
maestría en Estudios Filosóficos en el CUCSH de la Universidad de Guadalajara. Es
docente en la Preparatoria de Tonalá Norte.