Mi amigo

Hector Franco Torres Manzano | Preparatoria 5

Muchos le llaman mi amigo imaginario, pero para mí no hay nada más real. La dieta de mi amigo consiste en una selecta dosis de mis sueños, sazonados con una pizca de realidad; se alimenta de mis pesadillas, le encanta degustar mis inseguridades. Ha aprendido que si se esconde bajo mi cama, nunca lo encontraré, que de esa forma no lograré deshacerme de él. Ahora vivo con miedo. Todos los días salgo a la calle al acecho de su presencia.

La Triada
Alison Estefania Ventura Barboza
Preparatoria 5

Mi asesinato

María Fernanda del Águila Solórzano | Preparatoria Regional de San Juan de Los Lagos

Odiaba las sustancias ilegales. Nicotina, alcohol, droga y tabaco no podía evitar consumirlas. Las alucinaciones, dolores de cabeza eran insoportables. Mi cuerpo no soportó y a la mañana siguiente a mi madre no le sorprendió que mi cadáver saliera de su vientre.

Minifalda

Melanie Yamileth Olivares Carranza

Preparatoria 3

Llevaba una minifalda cuando iba caminando por la acera. Sentía sus ojos acechándome y comencé a caminar más rápido. Él aceleró su paso y en mi mente solo pensaba: que me siga unas cuadras más, que la víctima no voy a ser yo.

Una máscara de felicidad

Yahaira Zarahí de la Cerda de la Cruz

Preparatoria Regional de San Juan de los Lagos

Te miré y sonreías y al día siguiente me dijeron que eras uno más de esos suicidas.

Frustración al respirar
Hitzia Fernanda Cardenas Reynoso
Preparatoria Regional de El Salto

Palabras

Santiago Paul Aguayo Castillo

Preparatoria 15

Entonces caí en una depresión de letras donde todo lo que debía comunicar lo hacía escribiendo en un bloc de notas que siempre cargaba en el bolsillo. Y lo usé tanto que cuando recordé que en teoría podía hablar y lo intenté, descubrí que esto ya no era verdad. Mis labios se movían, pero al hacerlo ya no sonaba absolutamente nada. Yo sabía que no había perdido la voz, sino solo las palabras.

Medallas de honor

Sofía González Barba

Preparatoria Regional de

San Juan de los Lagos

Un, dos y tres. Armas recargadas, granadas explotadas y gritos de guerra se escuchaban. El aire con olor a pólvora combinado con sangre hacía mi estómago revolverse. Los cuerpos de mis compañeros cayendo frente a mis ojos solo me causaban una gran culpa. Corrí unos metros hacia adelante, dando un grito de odio; ya no pensaba con claridad, de igual forma todos vamos a morir.

Un, dos y tres. Sedado de nuevo, había olvidado tomar mis pastillas. “Hospital Psiquiátrico Especial para Fuerzas Armadas” se leía en las paredes de aquel edificio.

La Soledad
Tania Citlally Navarro Hernández
Preparatoria Regional de El Salto

La tarde del frío

Carmen Tovar Ruiz

Preparatoria Regional de Etzatlán

Cuando la tarde se vierte en las olas y las garzas zarpan gustosas. Solo cuando el viento susurra plegarias. Me asomo por la ventana y observo a la misma persona, en la misma postura, en el mismo lugar y me atrevo a decir que estoy pensando en las mismas cosas. Desde aquí no siento el frío pero sé que aquella miniatura tirita. Llevo meses preguntándome la razón de su estadía a esas horas. En la playa las banderas rojas despiden al crepúsculo. Las estrellas asoman sus vestigios, la noche se prepara para caer en la costa, y aquella persona se rehúsa a dejar su lugar. Pensándolo bien, yo hago lo mismo; en diferentes circunstancias, la acompaño en su pena, que con el tiempo se convirtió en la mía. Quisiera ir con la persona de la playa. Solo déjenme un rato, solo déjenme que el frío no me mate.

Él es el culpable

Elizabeth Gonzalez Alba | Preparatoria 9

Las once en punto y, como cada noche desde hace tres meses, él se encuentra sentado frente al espejo de su habitación. Su rostro observa con una mirada fría. El viejo reloj de péndulo es el único sonido que se puede escuchar. Hundido en un mar de arrepentimiento en el que su error es su tormento, gira su cabeza y lo ve ahí. Su mente se llena de culpabilidad mientras la escena se repite en su cabeza. Recuerda lo que su amada dijo antes de morir: “él no es el culpable”. Estalla en ira al recordar esas palabras y piensa cómo ella podía defenderlo, después de que él había robado su amor, y entonces el silencio se rompe con una risa que llena la habitación. Enojado, lo observa y se dirige hacia él, se detiene y lo ve ahí, riendo sin mostrar culpa alguna de todas las desgracias que ocasiona. Debería matarlo, piensa. Al final, él es culpable de que asesinara a su amada. Él al robar su amor lo había provocado. Mira su rostro y recuerda cómo su esposa lo acariciaba y le decía cuánto lo amaba. Simplemente no había podido más y con un cuchillo había arrebatado la vida de su esposa. Entonces sus pensamientos se interrumpen y mira al culpable. Está en la cuna y sonríe mientras lo mira.

Camino de la muerte

María Fernanda del Águila Solórzano

Preparatoria Regional de San Juan de Los Lagos

Al conductor de ese autobús no le importó volcarse en aquel barranco. Pronto estarían muertos, pero después de ver cómo se devoraban unos a otros, no podía permitir que el virus llegara a la ciudad.

Inside
Paulina Guadalupe Salas Barreto
Preparatoria Regional de El Salto

Sobre el eterno Valle Celeste

Alvaro Huerta Hipólito | Preparatoria 10

Y cierras tus ojos. Y tapas tu nariz, como esperando algo del otro lado.

Es en ese momento en que la gravedad te vence por completo, el viento golpea con fuerza tu cuerpo y tus músculos se tensan esperando la inminente llegada. Los segundos se vuelven eternos, como si el tiempo se detuviera completamente, y es entonces cuando lo miras. Con tus ojos apenas entreabiertos, miras el horizonte, la plenitud del todo. La inmensidad se ilumina bajo el primer albor de un Sol de verano. El agua majestuosa resplandece ante ti y dejas de caer. Ahora estás volando, como si de un ave magnífica se tratara. Extiendes tus brazos, tus alas, cierras los ojos mientras sobrevuelas por un océano espectacular, y tu sombra naufraga en las olas. La brisa se encuentra acariciando tu piel, el sonido se diluye bajo una inmensa calma y una sensación sin igual inunda tu cuerpo. Miras la eternidad, tan claramente. Nada, jamás ha sido tan valioso. Lo sabes ahora, todo estará bien… pero no es así.

Abres los ojos, y una realidad abrumadora te azota completamente, sigues cayendo. Lo intentas, intentas con todo tu ser regresar a la altura, pero es tarde, estás apresado en tu inevitable destino. ¿Por qué no lo pensaste? Creías estar tan seguro, pero jamás consideraste los segundos a mitad de la caída, ni aquel horizonte en el medio. Si tan solo pudieras regresar a la cima. Es aterrador, tratas de subir, detener tu caída. Luchas contra la gravedad, forcejeas con el aire, pero ya todo está dicho. Una respiración pesada ahoga tus gritos, el silencio sepulcral del océano presagia el final. Tu sombra, cada vez más cercana, aguarda bajo el abismo, esperando. Sigues luchando, sigues luchado, y entonces todo se apaga.

Todo está bien, ¿no?

Nayari Jaqueline Camacho Sánchez | Preparatoria 9

Tengo miedo de lo que pueda llegar a pasar, tengo angustia de todo, tengo temor de mí. ¿Qué pensará de mí, mi yo pequeña? En realidad, no me importa; todo lo hice por y para ella, supongo. 

Nadie me puede culpar. Todo fue muy fácil; ellos son tan manipulables y, ¿acaso yo tengo la culpa? No, así es, tengo razón. 

Aún recuerdo la primera vez que lo hice, sin razón, ¿o sí? No sé, me gusta esta vida, nadie puede negar que estas zapatillas y este bolso me quedan espectaculares, ¿todo está bien, cierto? 

Ya reflexioné, dejaré de hacer todo este engaño. Mañana mismo buscaré un buen trabajo y poco a poco creceré y compraré todo por mi cuenta; es más, ya mismo busco sugerencias de un buen trabajo. 

Él me volvió a escribir, me tiene un nuevo bolso y yo me alegro mucho porque no quiero salir de mi cama para conseguirlo. 

Sé que estoy perdida, pero no mucho, o tal vez sí. Podré engañar a todos, pero yo sé la verdad. Espero que nadie me vuelva a buscar. Bueno, depende. Ya no sé lo que quiero, no soy feliz y tengo miedo. Tal vez un nuevo y brillante collar solucione todo. Estoy segura de que el dinero me dará toda la felicidad que perdí por su misma culpa. Estoy segura de que pronto todo estará mejor, ¿cierto?  

Claro que no sabías que escribía

Alondra Guelaguetza Esquivel Ramírez | Preparatoria 5

Entraste esa noche a mi cuarto. Ay, madre, ya era demasiado tarde; tarde porque mi vida se había ido junto con el Sol de ese atardecer. Lloraste ríos, tantos que casi inundaste mi cuarto. Mi cuerpo inerte sobre la cama, sin alma. Te acercaste y me besaste hasta consumir varias horas de la noche, como si de alguna cerveza amarga se tratase. Levantaste la cabeza y te encontraste con la libreta que fue mía pero ya no me pertenecía más.

“No sabía que escribías”, susurraste leyendo palabras apresuradas y pensamientos en llamas, pero la mayoría de páginas habían sido arrancadas. Volteaste a ver mi tristeza y todo tuvo sentido en tu cabeza. Me quitaste la piel del pecho con el bisturí de tu curiosidad y ahí estaban todos los poemas que faltaban en la libreta.

Páginas que cicatrizaron mi cuerpo roto durante todas las noches que sola había pasado. Y ahora, entre los rayos del amanecer. Madre, tú pudiste ver que ningún poema sirvió de sutura para el abismo de mi corazón. Comprendí que mi alma no tenía cura pues cada poema que le ponía encima se incendiaba o se diluía en la tristeza inconclusa que desangraba en cada latir. Y solo por esa razón me fui. Nadas entre lágrimas y letras, eso no resuelve nada. Ya no me ames, que es tarde para entender por qué escribía cuando terminé sepultada en mi poesía.

Un excelente regalo

Héctor Daniel Bravo Alvarez | Preparatoria 15

Nunca conocí a mis padres. Desde que tengo memoria mi tía me ha criado. Me contó desde que yo era muy pequeño que mis padres murieron en un accidente. Mi tía ha sido mi madre, pero la odio, porque siempre tuvo un gran favoritismo hacia mi primo, comparando nuestras calificaciones, cumpliendo sus berrinches y poniéndose de su lado siempre que tenía una pelea. No pierde oportunidad para decirme que mi primo y yo no somos iguales.

Hoy es navidad, por fin podré hacerla feliz. Le preparé el mejor regalo. Hace unos días la escuché hablar con una de sus amigas y mencionó cómo los ojos de su hijo son perfectos y desearía observarlos todo el día.

Hace 5 minutos terminé mi regalo. Lo dejé junto a su cama, pero ella está gritando, no la entiendo. Yo solo le regalé lo que ella deseaba.

Una revolución por la paz

A la luz del tiempo, el arte y la literatura han cumplido la tarea de transformar el silencio en un rayo que sacude; se han encargado de ser la vía a través de la cual los silencios, la represión, el coraje, la tristeza y los miedos han podido quedar en libertad.

Es así que, de entre el caos, los seres humanos han descubierto la manera de visibilizar sus emociones y sus demonios, y han podido comenzar a liberarse de sí mismos.

Porque no hay mayores guerras que las internas, la literatura ha sido entonces el lugar en el que las y los soldados han podido forjar sus armas para enfrentarse al enemigo: a sí mismos. Y en esta guerra, en la que se puede caer deliberadamente hasta el fondo, hemos entendido que, aunque la lucha es introspectiva, las batallas terminan mermando el contexto en el que vivimos. Y ahí radica la importancia de ganar.

En estos tiempos modernos, en los que el ser humano atraviesa una aparente crisis de identidad colectiva, más que nunca es importante aferrarnos al camino seguro: al de nosotros mismos. Porque no puede ser de otra manera, ir hacia el interior de cada uno de nosotros es apenas el inicio de una revolución verdadera, una revolución por la dignidad, por la independencia, por la paz. 

Óscar Daniel Gómez Mendoza

Novelista y dramaturgo, estudió la licenciatura en Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara. Colabora en SEMS en el área de Difusión y Extensión desde el 2018.

Cristales refractados

Alvaro Huerta Hipólito

Preparatoria 10

Existes,

tremenda realidad.

Yo te miro,

tú me llamas.

Cautivas mis dolores,

desvelas mis anhelos.

Retrato de un martirio,

el color sepia en mi ruta cotidiana,

lúgubres memorias de mi conciencia.

Eres brisa también,

la presencia extraña en mis intentos.

En vísperas de un cambio,

ilusiones peregrinas alivian un tormento,

vuelo nocturno en nubes de seda,

fugaces delirios asemejan un recuerdo,

donde soy diferente;

y entonces vuelvo,

regresa tu mirada inerte,

y nada se apaga,

y nada ha cambiado.

Anatomía
Dalia Anyuli Romero Reyes
Preparatoria Regional de El Salto