¿Tiene sentido la existencia humana?

Alejandra Herrera Lara

Preparatoria Regional de Colotlán

Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2018

Resumen

La existencia humana encierra algo más allá que sólo factores biológicos, algo que no podemos ver ni tocar. Hablamos de las cosas que realmente trascienden, que traspasan fronteras y perduran en el tiempo. Todo en el mundo es y existe. Lo que diferencia al ser humano del resto de las especies es la capacidad de elegir y la conciencia que tiene de sí, siempre sujeto a decidir entre una u otra cosa. Esa es su libertad, y como ente individual inserto en una sociedad, debe asumir la responsabilidad de sus actos. La manera en que el hombre se rige moralmente, su patrón de conducta, es lo que llamamos ética. La idea actual del hombre y la existencia humana no es más que el resultado de cómo ha evolucionado este mismo pensamiento. La historia nace con la necesidad de conocer todas aquellas experiencias que nos han llevado a ser lo que somos hoy.

Conceptos clave: existencia, perdurar, capacidad, necesidad, conocer, experiencias.

Los hombres, desde siempre, han querido conocer cuál es la verdad tras muchos misterios o situaciones que suceden o han sucedido a nuestro alrededor a través del tiempo. En un momento han surgido las interrogantes: ¿tiene algún sentido que los humanos estemos aquí?, ¿debemos estar aquí por algo?

La postura del existencialismo es que sólo el hombre decide ser quién es, el hombre es cómo él se quiere, ya que no fue creado por alguien y ha venido aquí sin sentido alguno. Pero, como dice Víctor Hugo en su obra Los Miserables:

“Los animales no son otra cosa que las figuras de nuestras virtudes y de nuestros vicios, errantes a nuestros ojos, los fantasmas visibles de nuestras almas. Tan solo, como animales, no son más que sombras, Dios no los ha hecho educables en el sentido completo del término; ¿para qué? Por el contrario, como nuestras almas son realidades y tienen un fin que les es propio, Dios les ha dado la inteligencia, es decir, la educación posible.”

Sabemos que los humanos vamos a morir y no estaremos más en este planeta. Para tal caso, si al final vamos a dejar de vivir aquí, desde un principio no hubiésemos sido creados. Pero los humanos tenemos uno o incluso más propósitos para existir.

La Tierra es el único planeta en el que sabemos que hay vida, pero podemos pensar que no somos los únicos, y que, quizás, en algún otro lugar del universo, existe alguna otra forma de vida además de la nuestra. Esa o esas formas de vida, si es que las hay, incluyendo a la especie humana, forman parte del equilibrio universal, ya que, si alguno no existiera, ese equilibrio en la naturaleza se rompería. Así como hay planetas, estrellas, agujeros negros, galaxias, asteroides y nebulosas, todo eso es parte de un plan; existen y están aquí porque es necesario que estén. Todo forma parte de un mismo engranaje; no existe nada que esté fuera de lugar.

Todo en la naturaleza tiene un equilibrio, esa es una ley. En las matemáticas la suma 1 + 1 da igual a 2 porque hay una simetría; en física existe proporción de fuerzas; en biología existe la cadena alimenticia, factores bióticos y abióticos dentro de un ecosistema que regulan en la naturaleza; en química, para que los elementos químicos existan, debe haber un balance entre los átomos que los integran; la música existe porque hay armonía entre sonidos y silencios; en ciencias como en la ética tenemos reglas porque debe haber mesura entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Aristóteles dijo que los extremos son vicios; el punto medio es una virtud. Así como en la Tierra, en todas las disciplinas o ciencias hay equilibrios. Podríamos dilucidar, pues, que los humanos estamos aquí para cumplir con un balance en el universo, de manera que, si no estuviéramos aquí, las fuerzas universales o sus leyes no conservarían ese equilibrio.

Los primeros filósofos griegos, llamados los filósofos de la naturaleza, observaban minuciosamente los cambios en la naturaleza y reflexionaban sobre ellos, y sobre su origen. Tales pensaba que el agua era el origen de todas las cosas; Anaximandro, que el origen de todo había sido una sustancia a la que llamó ‘lo indefinido’; Anaxímenes, que el origen de todo era el aire; Heráclito, que todo está en movimiento, que todo fluye, y que Dios se muestra en esa naturaleza llena de constante cambio. Este último, para referirse a Dios o a lo divino, empleó la palabra griega logos, que significa razón, y opinaba que tiene que haber algo como una ‘razón universal’ que rige toda la naturaleza y sus cambios, y a la que estamos sujetos todos.

Demócrito de Abdera pensaba que todo en la naturaleza está conformado por piececitas pequeñas, indivisibles, inalterables y eternas a las que llamó átomos. Dijo que, si algún organismo muere, esos átomos se desintegran, se dispersan y pueden ser utilizados en otro cuerpo; dan origen a algo nuevo. Entonces, se puede pensar que ese es otro propósito, no sólo humano sino de todo en la naturaleza: dar paso a algo más, crear algo nuevo y seguir con este ciclo de vida para conservar el equilibrio hasta que, por las leyes inquebrantables de la naturaleza o razón universal, ya no debamos estar más aquí.

Estos filósofos se preocupaban por develar de dónde vinimos, los cambios naturales. Ellos, con sus sentidos y razón a través de la reflexión, llegaron a descubrir, teorizar y demostrar estas ideas que dieron origen a todo. Fueron capaces de contemplarlo y de dilucidar algunos misterios de la naturaleza. Igualmente, los grandes físicos, astrónomos y matemáticos que han existido en la historia lograron descubrir esas disciplinas y desglosar sus misterios. ¿Será acaso que nuestro propósito aquí también es disfrutar, contemplar, apreciar y descubrir todo lo que esta creación nos muestra? ¿Acaso nosotros como humanos debemos descubrir lo que la naturaleza guarda, así como lo hicieron estos científicos y pensadores? Si es así, si es que somos capaces, está por demás decir que se deben usar esos descubrimientos y conocimientos para el bien del planeta y la raza humana.

Además de ser parte de un plan mayor dentro de las leyes naturales, en esta vida terrenal nuestro propósito es ayudar a los demás. El humano es un ser sociable; necesita de la comunicación y el contacto con alguien más. Inevitablemente necesita de los demás para poder subsistir y confrontar las situaciones que son inherentes a la vida terrenal; no puede enfrentarse solo a situaciones de riesgo; en los desastres naturales, por ejemplo, necesita el apoyo de los otros. Como humanos, dañamos pero somos capaces de reconstruir. También estamos aquí para trascender, para dejar un legado, así como estos filósofos lo hicieron. Vamos a morir, pero la materia no se destruye. Entonces, nuestra alma, nuestra esencia, la huella que hayamos dejado en esta vida, de alguna forma seguirá aquí, y se conservará, quedará y perdurará en algo o alguien más quizá, sólo que no estaremos para verlo.

Se puede llegar a tener muchas teorías, ideas, pensamientos, acerca de cómo vinimos aquí, de por qué estamos aquí y si tiene algún sentido el que estemos. La verdad es que la naturaleza para nosotros siempre va a seguir siendo un misterio, ya que hay muchas cosas que no sabemos, ni sabremos, porque nuestra condición humana nos limita para dar respuestas. Sin embargo, algo que tenemos que tener claro es que realmente vinimos para algo, no somos simplemente algo que vino de la nada y que no sirve para nada. Nuestra creación tiene un propósito. Podemos, incluso, tener más de uno. Nuestro propósito de estar aquí es ser parte de este equilibrio, de estas leyes universales y hasta divinas ya estipuladas. Nada sucede así nada más, todo tiene una justificación y no hay nada fuera de lugar. Todo pasa porque es necesario que así sea. Al morir, damos paso a otra forma de vida, creamos algo nuevo, contribuimos a que el ciclo siga avanzando, y ahí se está demostrando un equilibrio; el nacer y el morir son situaciones naturales que permiten que el equilibrio se conserve. ‘Todo pasa y todo queda’, nada realmente se va por completo, algo de lo que los humanos hemos hecho aquí, quedará, perdurará, se va a conservar, heridas o beneficios. Algo va a trascender a algo o a alguien más en algún momento. Hacemos cosas malas, pero también podemos sanar o reparar aquello que dañamos o que destruimos. Podría ser que, después de todo, tenemos uno o más propósitos para estar aquí.

Bibliografía

Hugo, V. (2017). Vagos resplandores en el horizonte. En Los Miserables. México: Mirlo Editorial.

Machado, A. (2017). «Probervios y cantares», Campos de Catilla. Disponible en: www.rinconcastellano.com

Caminos. Sandra María López Dueñas. Preparatoria Regional de El Salto.
La desgracia abre el alma a una luz que la prosperidad no ve. Gisel Guadalupe Ramos Pérez. Preparatoria Regional de El Salto.
Ante las atrocidades tenemos que tomar partida. El silencio estimula al verdugo. Belén Guadalupe Villegas Reyes. Preparatoria Regional de El Salto.