¿Es posible justificar racionalmente la autoridad moral de las religiones?

Eduardo Mariscal Rentería
Escuela Preparatoria Regional de Tala
Participante del v Coloquio Filosófico del Sems 2016
“Hannah Arendt”
Publicado en la edición Núm. 12

 

 

Abstract

La religión siempre ha tenido autoridad sobre las personas. Algunos siglos atrás, por ejemplo, estaba prohibido el estudio de las ciencias y era imposible buscar explicaciones acerca del mundo si diferían a las que la religión imponía. A través del tiempo, todas las religiones han basado su autoridad en seres divinos, de quienes buscan promulgar su palabra; dicen ser representantes de un ser omnipotente; sin embargo, los líderes religiosos mienten al decir que son el medio de figuración de Dios, pues, en realidad, Dios es el la fórmula que utilizan para  justificar la supremacía sobre las masas. La autoridad moral tiene que basarse en la búsqueda del bien común y en lo que sea mejor para la sociedad, así mismo no corresponder hacia seres divinos de los que a día de hoy aún no se tiene una sola evidencia que pueda hacer posible la comprobación de su existencia.

Desde que la religión se ha impuesto en el mundo, las religiones han tenido una clase de poder o superioridad sobre las personas, más en específico, se trata de una autoridad moral. Una autoridad que nos guste o no ha sido puesta en práctica durante muchísimos años y hoy en día se puede observar cómo la mayoría de las personas religiosas tienen un representante supremo o líder moral, hacen caso de ellos y los adoptan como sus “pastores”. Sin embargo, creo que es imposible justificar racionalmente la autoridad moral de la religión por los siguientes puntos:

  • Los valores morales no dependen en ningún punto de una religión, no se es mejor persona por seguir dogmas religiosos.
  • No es posible justificar una autoridad moral que ha sido impuesta de manera violenta y que ha sido profundamente represora en la historia de la humanidad, como el caso de las religiones (por ejemplo, la Santa inquisición).
  • La autoridad moral de las religiones ha obstaculizado al conocimiento científico y su intención por entender el universo (en épocas anteriores se castigaba a quienes buscaban una verdad diferente a la de la religión)
  • La religión ha sido uno de los grandes limitadores de identidad moral, ya que la mayoría de los creyentes se diferencian a sí mismos (en términos morales) de aquellos que no comparten sus creencias o su fe.

Se supone que existe una autoridad moral cuando las acciones cumplen los valores morales de los que se hablan, es decir, poner en práctica todo aquello que se cree que es correcto. Entonces ¿cómo es posible justificar el dominio ético que ha tenido la religión cuando cada una de ellas se contradice en lo que predican y en lo que hacen? Las religiones han basado su autoridad en el nombre de un Dios del cual nunca se ha mostrado alguna evidencia. Han impuesto valores prometiendo recompensas falsas, así como supuestos castigos para condicionar el comportamiento y las acciones de los seguidores.

Esto lleva al fundamento de que esa autoridad moral ha favorecido a las organizaciones religiosas para obtener beneficios propios como por ejemplo recursos económicos en abundancia. La sede del Vaticano, hogar de la máxima institución católica, es un ejemplo de ello, pues se ha caracterizado por sostenerse de las aportaciones “voluntarias” de sus seguidores, pero ¿cuál es la razón que justifique la obediencia y el seguimiento de la autoridad de su religión? Considero que todo se debe a la ignorancia misma de las personas debido a su necesidad de discriminar lo bueno de lo malo en el mundo, pues a nadie que se le diga que cuando muera va a recibir una especie de paraíso o un infierno eterno dependiendo de sus acciones en la tierra estaría dispuesto a obrar con absoluta libertad, pues necesita actuar de acuerdo con normas espirituales que le garanticen paz interna y la esperanza de un eterno descanso.

Las religiones lo que hacen es tomar esa esperanza de alivio, así como el miedo infundido y usarlo en su favor para establecer una autoridad moral sobre los seguidores. Las religiones establecen sus propias leyes, dictaminan qué es lo que se debe hacer y qué es lo que no, ordenan lo que es moral y lo que no, clasifican los actos buenos y los malos, los actos moralmente adecuados y los que deben evitarse a toda costa.

Nietzsche señala que “No existen fenómenos morales, sino sólo una interpretación moral de fenómenos” (1886: 59). Él se basaba en que los fenómenos no iban acompañados de moralidad, sino que había una interpretación moral de los fenómenos que los determinaba como buenos o malos, algo que considero razonable, pues, ningún acto tiene moralidad por naturaleza, lo que es bueno para algunos no lo es para otros, por lo tanto, todo depende de la interpretación que se le dé y ésta estará determinada por la cultura, el lugar donde se vive, el tiempo o en dado caso y de manera muy influyente por la religión. Podríamos tomar de ejemplo basado en una encuesta desarrollada por Win/Gallup (2015) que señala que Suecia es uno de los países menos religiosos (19% de su población), por lo que las acciones cometidas no se juzgan moralmente correctas o incorrectas por alguna imposición religiosa sino por una autoridad jurídica. Contrario a esto, Bangladesh es uno de los más religiosos (93% de su población), por lo que sus habitantes actuarán de acuerdo con sus dogmas religiosos. Sin embargo, esto no es suficiente para mencionar por qué es injustificable la autoridad religiosa, lo que sí lo es, es que la interpretación moral de las doctrinas religiosas es realmente una percepción que sólo ve las cosas de una manera, de una conveniente para sí mismos limitando la libertad de quienes crean en ella.

Pero ¿ómo podríamos hablar de moralidad cuando por ejemplo en el catolicismo los homosexuales son vistos como  una anomalía y que están contra el diseño de Dios? Basta con señalar su actitud hostil cuando los homosexuales reclaman sus derechos, así como la posibilidad de formar una familia con hijos adoptivos. El caso más próximo de esta hostilidad se refleja con las marchas de católicos en México los últimos meses para evitar las familias con padres del mismo sexo, ocupándose más de seguir sus ideales que por el bienestar de los niños sin hogar, obstruyendo que éstos puedan estar con padres de quienes puedan recibir cariño y que logren desarrollar una vida íntegra.

Pero la injustificación de la autoridad moral de la religión en general no se puede limitar a basarse en la corriente del catolicismo (religión dominante en el occidente), o la falta de coherencia entre los valores que dicen seguir los religiosos y las acciones que realizan; también podemos concebir injustificable una autoridad cuando se busca imponer de manera violenta y represiva como lo hace hoy en día la religión del Islam. El estado islámico ha demostrado ser tan radical pero aun así argumentan tener una clase de moralidad que define lo que sus fieles deben hacer y lo que es traicionar a Dios. Para ellos es justificable que la mujer sea vista más como objeto del hombre que como persona, lo que también tiene su justificación dentro de su moralidad, que una mujer quiera vestir igual que un hombre sea visto como algo inmoral y una falta de respeto para la autoridad de todo el estado islámico. Los musulmanes han demostrado al mundo lo peligrosos que pueden ser con tal de defender sus ideales, Harris (2004: 14) argumenta:

El Islam es una religión proselitista: no es probable que lo que mueve al mundo musulmán  provenga de una doctrina soterrada de racismo o incluso de nacionalismo. Por su puesto, los musulmanes a la vez pueden ser racistas y nacionalistas, pero es probable que si occidente pasara por una conversión masiva al Islam —repudiando de paso todo interés judío por tierra santa— acabaría desapareciendo la base del odio musulmán.

Algo totalmente plausible por lo siguiente: los fieles musulmanes han demostrado lo que son capaces de hacer para que su autoridad sea “respetada” por los demás con ataques terroristas como los recientes atentados en Francia y Bélgica.

Muchos podrán argumentar que la autoridad moral de las religiones lleva a las personas a tener una vida más pacífica y que manifieste amor por el prójimo, que gracias a ello son buenas personas, pero esto es un argumento absolutamente inválido, pues como ya he argumentado, esa autoridad moral de los religiosos los ha llevado a cometer crímenes y reprimir la libertad de quienes piensen diferente, por lo que es incoherente que una religión base su autoridad moral en el amor de un supuesto dios pero sus seguidores manifiesten que sólo hay pocos dignos, pocos con derechos y que llegan a ser tan racistas como la organización de cristianos del Ku Klux Klan.

Entonces, ¿qué lleva a las personas a seguir cierta moralidad? Nietzsche (1878) dice que “Ser moral, tener buenas costumbres, tener virtud; esto significa practicar la obediencia hacia una ley y una tradición fundadas desde hace tiempo”. Esto es totalmente cierto, y en el caso de la religión no es diferente, el problema es que se enseña desde niños lo que es bueno de una manera autoritaria y arrebatando de los niños la oportunidad de ser críticos y reflexivos ante el mundo que les rodea, toma su raciocinio y lo convierte en una manera de ver las cosas determinada y delimitada, creando así una clase de hostilidad contra los que no compartan su fe y a esto le llaman moral, una basada en la palabra de su deidad (su autoridad máxima) y que no debe ser contradicha en ningún momento.

A modo de cierre, si se buscase una explicación más científica, podríamos sugerir que el seguir creencias que mantengan la autoridad religiosa tiene sus bases biológicas, pues el cerebro humano es un generador prolífico de creencias sobre el mundo, es en el cerebro donde se originan nuestros pensamientos, donde se almacenan nuestras experiencias y los conocimientos y también donde surgen las emociones y sentimientos.

Después de todo es creyendo diversas propuestas sobre el mundo como podemos predecir los acontecimientos y calcular las consecuencias probables de cada acto. Las creencias son principio de acción. Independientemente de lo que sean nivel cerebral; son procesos mediante los cuales se representa nuestra comprensión (e incomprensión) del mundo y que guían nuestra conducta (Harris, 2004: 28).

Nuestro cerebro permite la posibilidad de percibir al mundo de cierta forma, adoptar creencias y tomar la decisión de seguirlas. Todo sentido de moralidad, toda interpretación moral es gracias al cerebro, pero me parece inconveniente que se sigan autoridades morales basadas en falsedades como las religiosas.

Finalmente, es imposible justificar la autoridad de las religiones, ya que éstas están representadas por un líder que dice interceder por la autoridad máxima que es un ser supremo del que no hay pruebas. Dios es otro invento del hombre, Dios existe en el cerebro de quien siga una autoridad religiosa, pero la moral se debe dejar en manos de la ética y la axiología, no en lo que basa su autoridad en deidades, pues las enfermedades, la corrupción, las guerras, los abusos y las distintas ramas de las ciencias han dejado claro que ningún Dios puede ser real, por lo que no hay nada que justifique la autoridad moral de ninguna de las religiones.

Bibliografía

  • Nietzsche, F. (2015) Obras maestras. México: Editores Mexicanos Unidos.
  • Harris, S. (2004) El fin de la fe. Estados Unidos: Paradigma.
  • Bbc Mundo (2015) “¿Cuáles son los países más y menos religiosos del planeta?”. Disponible en: http://www.bbc.com/mundo/ultimas_noticias/2015/04/150413_ultnot_encuesta_gallup_paises_religiosos_egn