En los albores del siglo XXI, es evidente que las problemáticas que se suscitan en el mundo son de un cariz particular. Los seres humanos nos enfrentamos a una realidad que exige un replanteamiento sobre cómo abordar los nuevos y viejos dilemas.
Ante tales circunstancias la necesidad de filosofar se hace más imperante. La actividad filosófica se convierte -como en cada comienzo de un siglo- en un instrumento racional para poner en la palestra de la discusión, las diferentes perspectivas y argumentos que emergen del entorno. Lo cual implica inclusive una nueva forma de lenguaje, una manera distinta de comunicar nuestros pensamientos.
En la Antigua Grecia, Sócrates utilizaba la dialéctica para llevar a la reflexión a sus congéneres. Este método aparentemente sencillo en su abordaje, le permitía al filósofo que sus interlocutores se adentraran poco a poco en el arte de argumentar y defender sus ideas, el diálogo como el arte que nos lleva a pensar y a comunicar lo que se piensa. Platón, su discípulo, lo hace plasmando por escrito tales discusiones.
Nuestro pensamiento está conformado de palabras y son éstas las que nos acercan a la realidad, a su interpretación y comunicación. En el presente siglo estas formas de comunicación se han diversificado. El uso del internet, y de las redes sociales, ha transformado la manera de manifestar y poner en discusión nuestras ideas públicamente.
Frente a esto, es importante que las generaciones actuales se sientan motivadas a filosofar sobre problemas que plantea el mundo actual, pero más importante todavía es que plasmen sus ideas de tal forma que permitan la discusión rigurosa sobre ellas. Que se comprenda que hacer filosofía implica no solamente interpelar a la realidad, cuestionar, poner en duda saberes establecidos, pensar y dialogar, sino también ser capaces de llevar a cabo un diálogo más perenne, que involucre la posibilidad de volver a las ideas, de discutirlas y compartirlas para que sea a través de ello, como se dé una verdadera transformación de la realidad en todos los sentidos.
Es así como el filosofar a través de la escritura y específicamente del ensayo, tiene que seguir siendo utilizado como un método eficaz para plantear discusiones filosóficas y abrir nuevos espacios para las mismas y, de esta manera, posibilitar el abordaje de temas que hoy en día necesitan ser analizados desde la práctica de un pensamiento libre y crítico.
Si bien es cierto que la sociedad actual nos demanda reflexionar acerca de temas que son producto de los retos de este siglo, es interesante observar que la atención por los grandes problemas de la filosofía, como el cuestionamiento sobre el sentido de la vida y la disertación sobre la muerte, siguen siendo tópicos que motiven el filosofar. Será tal vez porque, aunque los seres humanos nos encontremos inmersos en una vorágine de avances científicos y tecnológicos, pareciera que en lo más hondo de nuestra humanidad seguimos cuestionándonos quiénes somos y adónde vamos.
Silvia Patricia Arias Abad*
*Estudió filosofía y la maestría en Estudios Filosóficos en el CUCSH de la Universidad de Guadalajara. Es docente en la Preparatoria de Tonalá Norte.