César Osvaldo Hernández Sánchez
Preparatoria 9
Después de la liturgia, destinado a escoger nueces, se estaciona entre la multitud una ambigüedad plateada, y al bajar tres personas y una sombra, mirando hacia la vaguedad gris de la estancia, vestidos a negro galante y María con peinado de rojo desvanecido, y como guardaespaldas sus hijos de cabello largo, miradas vacías y risas malvadas. Así son, así miran, hasta que eres blanco de su desdicha. Inoportuno momento para el todo. Correr es la viabilidad, y yo desvaneciente ante una bóveda resplandeciente. Los desconocidos se vuelven conocidos que nunca conocerás.