Glíglico

¿Quién afirma con certeza
que las palabras no pueden jugar
a la trais o a los encantados?

O que cuando viramos entre páginas
les embiste una esquizofrenia maldita
que las tumba, las duerme, las sube al mar.

Que las palabras también se enamoran
y se rebelan, y cuando corren se caen
en los brazos de quien no deben.
Que las palabras, por las noches,
salen de casa y duermen juntas
bajo los puentes
después de festejar con champaña.

Nadie ha visto cómo es que las palabras
ebrias, caídas y medio muertas
juegan al glíglico ni a las jitanjáforas,
ni cómo se columpian en la mano de Cortázar
para liberarse de su descanso  eterno.

Nadie, más que ellas, podría jamás
descifrar el campo fértil que las alberga.
No debe hacer uno más que cantarlas
y jugar con ellas al glíglico
tal y como a la trais.

 

 

Jesús Alejandro de la Torre López
Escuela Preparatoria Regional de Huejuquilla, Módulo Mezquitic
Publicado en la edición Núm. 12