Me gusta pensar en México
como una chocante ola de color.
Cada uno detalla su esencia.
El verde representa
la naturaleza diversa,
los animales endémicos,
la belleza de paisajes
irrepetibles en el mundo.
El blanco expresa el brillo
de la población bondadosa,
con un anhelo de cambio,
de esperanza en la mejoría.
El rosa da las vibras
de una cultura de nobleza,
de abundante comida,
rica en folclor
y envidiables tradiciones.
Aunque el rojo está ganando fuerza,
cubriendo a la nación de sangre,
ocultando el resto de colores.
Hoy solo es visible
la sangre de mujeres
humilladas y sin respiración,
la sangre de estudiantes
que saboreaban un futuro,
la sangre de niños
arrebatados de su inocencia,
la sangre de periodistas
con hambre de verdad,
la sangre de activistas
buscando plenitud.
Aunque intento amar a mi país,
termino sobreviviendo en él.
Daniela Itzel Esparza Huerta
Preparatoria 19