A medida que vamos creciendo y desarrollándonos, nos inundamos de historias. Las primeras tienen una relación directa con la vida cotidiana ¿recuerdas lo que imaginabas en tu niñez cuando con tu juguete favorito emprendías momentos especiales? Las aventuras que vivieron esos muñecos o muñecas, se fueron transformando en aventuras con los amigos o los compañeros de escuela. Ese hecho real siempre ha sido la fuente de la creación, de tus creaciones. Y llega el momento en que escribirlas se vuelve necesario, urgente. ¿Te ha pasado? Necesitas un diario donde registrar esos diálogos, esas escenas, esos momentos alegres, tristes, trascendentes. Ahí está el germen de las narraciones.
La narración consiste en contar algo a alguien. Estructurar organizadamente las ideas para que quien lee o nos escucha pueda imaginarse cada una de las escenas que relatamos. Las narraciones literarias contienen un poco de ficción (aquello que pensamos es posible) y un poco de realidad; inevitablemente, como escritores, dejamos ver algo de nosotros. Cada cuento o microcuento creado, es el resultado de la transformación hecha a eso que se vive día con día. El mérito consiste en saber cómo convertirla, cómo hacer de esa cotidianeidad algo extraordinario. El vuelo de un ave, el amor platónico por el chico que nos gusta, la búsqueda de un libro o el simple hecho de jugar con trompos puede convertirse en el motivo literario. Ése, el deseado.
¿Cómo o por qué nos surge la necesidad de escribir estas historias? Quizá la pregunta no sea la adecuada, la reformulo ¿para qué? ¿De qué serviría que los demás conocieran aquello que imagino al mirar ese vuelo y quizá considerar que es una pequeña niña con polvo de hadas? La respuesta se revela como emergiendo de una nube misteriosa: para hacer de nuestras realidades un lugar más conveniente.
Reyna Hernández Haro*
*Profesora en el CUCSH de la Universidad de Guadalajara. Promotora de lectura en la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco «Juan José Arreola». Ha publicado artículos críticos en algunos diarios, revistas independientes y la relación del psicoanálisis con el arte. Durante el año 2007 fue editora del boletín informativo electrónico El Mexicano Austral de la Asociación de Mexicanos en Chile. Colaboradora como cronista en la revista literaria electrónica Monolito. Docente en el Sistema Universitario del Adulto Mayor de la Universidad de Guadalajara.