Desde una coma hasta acabar mordido

Recuerdo la primera vez que te vi:
llegué tarde a tu entrada a escena,
solo pude mirarte confundido
mientras te desvanecías para volver a actuar.

¿Por qué estás de nuevo aquí?
una respuesta no me vendría tan mal,
me ha costado bastante sonreír
como para que te vuelvas mi femme fatal.

Toma este bálsamo labial
y úsalo hasta que te lo acabes,
que por la forma en la que los mueves
no parecen ser noticias suaves.

¿Cómo es que tu apariencia es tan gastada?
Juraría que guardas retratos en tu ático,
te tomaría tantas fotos que solo vienen de
[pasada, donde
dejas tus huellas manchadas
[de amoniaco.

Odio ser el único al que te postras,
¿será por miedo, pena o inseguridad?
¿O es porque tú misma te amordazas?
Una masoca, una dama y una inmoral
que se alimenta del desprecio de
[cualquier animal.

Eres una espectadora que mete mano,
solo cuando algo no le gusta,
dañas inocentes, un método insano,
tus nudillos dan orden de forma injusta.

¡Responde de una vez!
y deja las formalidades a un lado,
ponme estos tragos amargos en factura,
que con el coraje me haces tragar
cualquier platillo está de más.

Te has llevado a tantos de mis conocidos,
extrañamente te vuelves más familiar,
qué sabrás tú de dependencia emocional,
si eres tú la que rompe los lazos.

Ni un canuto es tan vulgar como tú
que te da miedo inhalar,
pero te llevas los últimos suspiros,
y en un respiro te vuelves a relajar.

Luces más decaída de lo usual,
noto la pena en tu mirar,
te preguntaría qué ocurre,
pero esto tiene que acabar.

Recuerdo tu modus operandi,
no medias palabra con quien se ha ido,
llegas, tomas y te largas,
solo un cuerpo en el sillón.

Entro en cuenta de qué hiciste….
Veo por lo que estás triste,
No fui yo el que llegó tarde
Fuiste tú la que me lo permitió.

Leonel Olua García

Preparatoria 9

Faltas en mi laberinto| César Osvaldo Hernández Sánchez. Preparatoria 9

El ciruelo sin hojas

Manuel Tejeda Enríquez

Preparatoria 4

Me vi sin hojas
Pasó un ciruelo marchito
No sé si era yo en la orilla del camino
O detrás del vidrio, en el automóvil

Me vi árbol, me vi marchito
Pasé y nos encontramos
Espejo de hojas
De frutos

              podridos

El viento me dijo:
Florecerás
Y se fue

                cantándole

                               al

                                               olvido

En tu mesa redonde donde nadie coincide

Leonel Olua García

Preparatoria 9

Padecí de tu ternura
y lo único que tuve
fue una acentuación de tu ruptura,
donde ni tu egoísmo cabe.

De tu amor a tu odio,
de tu atención a tu indiferencia,
tú de un rápido estudio
y yo una lenta diligencia.

Atenué la oscuridad de tu partida,
aferrándome a tu luz confiado y valeroso,
con la mentira que me destruye la vida
y a un lado la verdad de un meticuloso.

No te culpo por irte y cambiar,
te culpo por no llevarte este recuerdo,
que te sujeta de par en par,
por más que me quede poco cuerdo.

Soy solidario y fiel a ti
aunque tus guerrillas se cruzaron,
tu áspera bondad me cegó cual paloma
que no entiende el mensaje de paz de un soldado.

Tú la infiel infeliz consensuada,
con maldad y respeto de aliada.
Fuiste verdad de Dios comprobada
y de Lucifer, lealtad mancillada.

Quería entender mis pensamientos sinuosos,
dejándome llevar por la espina de tu espalda,
resbalando en malentendidos por tu cintura,
conjugando con los dorsos de tus rosas secas.

Usando un “y” cuando ya no coordinamos,
o bien las farsas que nosotros adjudicamos.
Pero contigo como jueza y yo como el responsable,
ni siquiera se salva el verso más amable.

Quedándome vacío por más que abarque,
el amar nos sobrepasó el estanque,
de zarpar mares a mar muerto
y volverse un náufrago
que no puede encontrar el puerto.

Viéndolo en retrospectiva,
noto que siempre hubo un tercero en discordia.
Hubo tantos momentos marcados sobre piedra
que ninguna gota precipitada podría borrar,
pero él fue la cascada entera,
mientras yo era agua templada
de una laguna calmada en La Paz.

Polonesa heroica

Escuchar a la par ‘Polonesa Heróica’ de Chopin.

Me llenas de esa sensación de desespero,

aquella en la que siento que solo corro sin

[sentido alguno.

Corro y no me canso,

corro y no me pierdo.

Luego me atrapas, tu risa se adueña de mi 

[mente y me contagia.

El desespero desaparece, tornándose alegría

[y sosiego.

Se torna diversión pura, me hace sentir en

[un sueño.

Un sueño incluso sin serlo.

Vueltas, rosas, risas y besos, me siento en el

[mismísimo cielo.

¡Después desapareces nuevamente!

Miro a todos lados y me doy cuenta de que

[aquí ni siquiera habías estado.

Entonces despierto.

Despierto de aquel sueño sin encanto que

[dejaste junto con el desespero.

Grito, corro, lloro, te busco.

No estás, ¿dónde estás?

Ah, cierto, me abandonaste.

¡Pues púdrete!

Tú, tus rosas y pasteles pueden irse y hundirse

[en aquel agujero infernal del que salieron.

¡Ah, ¿qué es eso?!

Te escucho en el pasillo, ¿acaso has vuelto?

¡Ja! ¿Otra mujer? Sí que eres descarado.

Deseo que se pudra tu semilla y tu descendencia

[no exista.

Deseo que te encuentres en decadencia y mueras

[en agonía.

¡Hey, parece que sí me has escuchado!

No esperaba menos, el sonido de la ventana

[al romperse no es ligero.

¡Has mandado al enfermero! ¿Es en serio?

En lugar de arreglar las cosas por su peso decides

traicionarme nuevamente y hacer que me encierren.

Me torno una camisa de fuerza, mis

[brazos inmóviles desean golpearte hasta

[quedarme sin cuerda.

Me llevan a un ático lleno de espuma, la sala

[del silencio se rompe en mi garganta y eso

[me abruma.

Me llamas ingrata en un susurro discreto y después…

[Ah, vaya, lo has conseguido de nuevo.

Te afirman que estoy loca, que me falta un tornillo.

Firmas los papeles del psiquiatra y te entregan

el dinero de mi bolsillo.

¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!

Maldito embustero, ojalá te mueras y tus cenizas

[no se las lleve ni el viento.

Deseo que cada paso que des sea directo a tu

[tumba y que cada respiro que sueltes sea

[el mismo que te lleve a la muerte.

Ojalá se te caiga el cabello, termines gordo, sin

[gracia y con más deudas que sueños.

Ojalá que la mujer de enfrente te deje.

Deseo que no le des hijos, que su vientre se

[seque y su desdicha aumente.

Ojalá te des cuenta de que en mis brazos

[estabas a salvo.

¡Yo te daría hijos! ¡Yo te amaría incluso gordo,

[sin gracia y asqueroso!

¡Yo sería tu mujer perfecta!

Tan perfecta, tan divina, femenina y discreta.

¡Yo era tu mujer perfecta!

Mi voz se quiebra en llanto y me miras con desapego. No me dejes, te lo ruego.

Tu mirar se tornó gélido y en tus ojos azules ya eran auténticos hielos.

Me das la espalda, tomando a tu castaña de la mano.

—¡Entonces púdrete! —grité con desespero—. Mi corazón te ama, cruel embustero.

Vanessa Monserrat Razo Domínguez

Preparatoria 9

La fuerza de las palabras

Cada cuando tenemos la oportunidad de coincidir con palabras que nos gustan tanto, que las pedimos para llevar, hasta el fin de nuestros días, pues desafían el mal sueño, un pestilente día o esa mañana grisácea de un gélido invierno. Ese es el caso de la presente selección de poesía en nuestro número 21 de Vaivén: nos da el sentir de sus colores en hábitos diurnos y nocturnos, convertidos en actos amorosos por jóvenes escritores del Sistema de Educación Media Superior de la Universidad de Guadalajara.


Sus poesías son audaces y frescas, describen la forma en la que pueden pintar pieles distantes hasta la fisura de los huesos, entre sus emocionantes vivencias, en las que exponen sus ideas sobre el amor, nostalgia o reflexiones sobre la condición humana en inspiración hecha palabra.


Estos decididos poetas lanzan sus plumas con osadía a las llamas de los deseos, para hacernos apreciar sus más íntimas reflexiones y sus propias luchas cotidianas, producidas por el incesante encuentro con lo efímero y fugaz. Ellos entienden del sentir nacido de la poesía en contraste con la terrible realidad, que embellecen con arte.


De la misma manera, los lectores encontrarán formas de pensar sobre la vida, felicidad, muerte, violencia o las bellas imágenes como la vida contenida en una gota o los miedos de las ausencias. También hallarán mil noches tranquilas, el umbral de sus soledades. Con su poesía no se puede dejar de experimentar todas las emociones liberadas de su alma, ese es el poder de las palabras que rompen, empapan y se apilan entre nosotros.


Les invitamos a disfrutar de estos amantes de la palabra con imágenes que nacen de ella; momentos llenos de esencialidad que nos sobreviven, superan, desesperan, colman, acercan y nos comunican como un vaivén. 
 
María Adriana Sotelo Villegas*
 
*Poeta y docente en la Universidad, imparte clases de filosofía desde hace 29 años. Ha publicado en revistas literarias y científicas. En la actualidad, es jefa de la Unidad de Vinculación del Sistema de Educación Media Superior.

Mi ira comunicando al vacío

Olaf Giovanni Medina Carranza
Preparatoria 9

Miro tan solo lo hueco que es este hogar
tan solo quiero escuchar
pero el sonido se detiene.
Nada se entiende.
 
Me desmayo de tantas palabras absurdas
llenas de mentiras.
Si tan solo dejaran de pensar en sí mismos.
Quizás todos seriamos comprendidos.
 
Estoy despedazando mi ser al explotar,
no quieren dialogar.
La negra y peligrosa noche está llena de sonidos.
Estoy cansado de los incontables silencios.
 
¿Realmente escuchan lo que suelo gritar?
Mis movimientos hablan sobre reclamar,
sin embargo, solo quieren razonar.
Nada de sentir, solo pensar.
 
Solo camino, no me detengo
porque los ecos se han perdido.
Parece que en esta casa es algo prohibido.
En mi corazón veo un temporizador que ha concluido.
 
Son personas importantes para mí
pero cada que lo intentamos
solo estoy soñando;
el encanto se acaba al dormir.
 
Suelo pensar en todas sus palabras
cómo quieren empezar a comunicar.
Es solo tiniebla absurda
pienso en que eso es basura.
 
¿Quieren saber lo que pienso?
Váyanse al demonio con su divinidad,
la voz de la supuesta verdad
quien les dijo que era aquello.
 
Encadenado a mis ideas constructivas.
Encadenado a mi frustración.
Desencadenado de su razón.
Desencadenado de sus expectativas.
 
Cada momento me derrito en calor del ruido
con este dolor
en este sentimiento,
marchitando mi forma de girasol.
 
Genero mi propia música,
el ritmo que me liberará,
que me abrirá a hablar.
Pero nada de lo que dicen los justifica.
 
Ahogados en su propia destrucción.
No necesito hacer algo
yo ya estoy nadando
pero como todos, están en su formación.
 
Mi paciencia ha terminado.
Les diré lo incomodo,
lo que genera lo más bellamente desastroso.
Esto acabará con todo lo sombroso. 
 
¡Fuera la nada!
Entran las voces de mis límites
de mis colores
así acabando con el silencio está es mi jugada.

Tempestad

¿Qué esperas de mí?
No soy la persona con la que quisiste pasar el resto de tus días.
El viento se llevó lo que quedaba de nosotros, se sintió como cuando llevabas el timón. Todo parecía seguro hasta que volteaste el barco y los rastros de nuestro amor fueron aquellas cicatrices que quedaron marcadas en nuestra piel.
Las lágrimas en mis mejillas me recuerdan a la brisa del mar, pero la playa sola se siente como casa, así se siente después de que te marchaste.
La ceniza cae como la nieve y el papel de las cartas se consume en la llama de nuestro recuerdo.
El fuego irradia luz que inunda la oscura y fría habitación, y en esa sensación de desespero que dejaste. Comienza a sonar el eco de la luna, entrando por nuestra ventana.
Y ahí están todas las promesas, sonando al compás del llanto nocturno, causando que las páginas de Hamlet se empapen, haciéndolo más trágico de lo que ya era.
Luego llega la hora de Morfeo. Viene a visitarme y me castiga a través de sueños, proyectando la ligera luz de las velas, en aquella balada tan maravillosa cuando el tiempo no avanzaba y mi desdicha no comenzaba.

Banshee

El alma en pena que atormenta mi pasado hace que tambalee mi futuro.
Los fantasmas de las navidades atormentan años enteros y tengo miedo de que los demonios salgan.
Lágrimas saladas con gritos ahogados retumban en mis sueños y no queda más opción que estar despierto, porque tengo miedo de que al más mínimo movimiento termine cayendo en un pozo sin fondo.
El dolor no considera y me atormenta en bucles eternos durante noches largas.
La habitación desprende olor a cigarrillo, el amargo aroma que acompaña mis mañanas.
Ese reflejo en el espejo muestra todo lo que los demás ven, pero no lo que en realidad pasa.
Sonrisas falsas y emociones vacías.
Cabezas huecas llenas de melancolía.

Vanessa Monserrat Razo Domínguez
Preparatoria 9

La sentencia

A mediodía te dije, Troya,
que amabas de manera ferviente,
y me equivoqué.
Deseaba decirte, sin más correcciones, inclemente
moribunda de tres movimientos
 
sin consideración a los desnudos del enemigo,
indudable extranjera a las costas de tu ciudad
—las costas bañadas de sangre—
tibia a los emblemas de tus honras fúnebres
que fueron maderas ardiendo para los fieles,
—los sagrados ritos—
“Troya, te digo: la odisea de la pasión
es capaz de provocar la caída de una ciudad.”
 
Inspirado en la serie de Netflix
Troy: Fall of a city

El mal sutil

Un filósofo dijo que los males
sordos eran los que nos marcaban.
 
Después de sobrevivir
a las escalofriantes pruebas
de la muerte y el amor
comprendes que el peor de los males,
sutilmente, inquieta la rutina.
El malhumor matinal
es el que se mete entre la fisura de los huesos,
es el estrago protervo, te obliga
a odiar las cosas amadas.
Y comprendes que no es el bullicio
el que trastorna al alma
porque el silencio profundo lastima
más que doscientas voces.

Alma de mujer

Sol quemante sobre la hierba.
Lagos cristalinos se mueven y evaporan,
las tragedias se van, se van.
Son circulares y sombrías
como cementerios escondidos.
Qué placentera es mi soledad,
traveseo como los girasoles
sin nunca dejar mi prado.
¿Necesitaré algo más?
En los hábitos diurnos y nocturnos
las mariposas migraron,
las flores recuerdan
lo delicadas que eran.
¿Qué pido satisfacer?
Yo soy más libre, más joven,
más intensa, me repito.
No necesito nada más.

Final de brasas

Cuando se acabó el amor
y el subconsciente dejó de turbarme el alma
—cuando el frío fue opulento y las brasas disiparon—
la minúscula partícula de esperanza,
a veces sustituta de mis células,
se me perdió entre el contorno de los dedos
y yo no pude,
no quise,
encontrarla.
Cuando se acabó el amor
y el subconsciente dejó de turbarme el alma,
mi mirada no era la tuya,
mi frágil cariño no era para ti
y mis ojos se dilataron otra vez.
Cuando mi cuerpo estuvo en homeostasis
—días después de actuar como un artificio—
me moví a cierta lejanía de tu espectro
y me prometí no volver a amar
sin saber qué era el amor.

Joceline Alejandra Grajeda Pérez
Preparatoria 3

Multiversos | Ana Karen García Robles. Preparatoria 15

En blanco

Ana Paula Peña Pérez
Preparatoria 15

Hay un lugar a lo lejos,
en el que me gusta esconderme,
un lugar amable, tibio,
que me refugia cuando mi entorno es frío.
 
Desde ese lugar,
veo la tempestad,
a través de una pequeña ventana,
y me hace sentir segura.
 
Pero el lugar no es del todo perfecto.
Mientras más tiempo paso ahí, más pequeño se vuelve,
actúa como si se hartara de mi estancia.
Si me descuido, puede sofocarme a muerte.
 
¿Será más fuerte la tempestad de afuera
o la presión de adentro?
No puedo darme el lujo de adivinar,
no puedo darme el lujo de esperar.

La tristeza de la soledad | Alejandra Zoé Enríquez. Preparatoria 9

Expectativa

Volteo hacia abajo, la dirección a la que, por lo regular volteo,
veo mis pies, mis manos, cada vez que los veo son diferentes,
diferentes líneas, diferentes formas
esculpidas por diferente viento y con diferente peso.
 
Camino, y mientras más camino,
mis manos y pies se hacen cada vez más pesados,
siento que en cualquier momento el suelo frágil se romperá,
a pesar de que miro hacia abajo, no hay suelo;
miro hacia arriba, no hay techo.
 
Mis hombros se sienten desgarrados, mis piernas cansadas,
¿Puedo seguir caminando?
No puedo ir más abajo o más arriba,
solo puedo ir adelante,
un camino fijo y claro, pero que nunca cambia.

Rojo, verde y azul

Ana Paula Peña Pérez
Preparatoria 15

El sentimiento corre en las venas,
es algo a lo que no me logro acostumbrar,
no logro retirarlo,
no lo puedo controlar.
 
Varias heridas se abren,
sentimientos de sangre se derraman en consecuencia,
con esa sangre, una sonrisa pintada,
es visible, pero no está ahí.
 
¿Qué sangre puede correr por mis venas?
Traté de observarme mediante otros ojos,
pero me quemé,
me resentí, y me contraje, casi me convierto en nada.
 
Sin expresión, lentamente coso mis heridas,
mis lágrimas tendrán propiedades curativas,
amargo es el aire que inunda el espacio,
no puedo odiarme por mis venas delicadas que corren despacio.

Ideas del hueco

Daniela Itzel Esparza Huerta
Preparatoria 19

Odio cada mañana
porque me levanto viva.
 
Mi garganta
siente la punzada
de una idea pecaminosa.
La mantengo de manera silenciosa,
aunque mi verdadera esencia
grita con fuerza su anhelo
de ser descompuesta
por gusanos hambrientos.
 
¿Es la vida
lo más maravilloso que existe?
¿Entonces por qué quiero
una despedida definitiva?
Deseo decirle adiós
a mi respiración en una huida.
 
El dolor sólo pertenece
a los corazones bombeantes,
por eso es mejor estar
encerrada en la tierra.
 
Una soga me basta,
atarla a mi cuello
será el verdugo que me acaba.
 
Pastillas o cuchillos,
agua o fuego,
son más que suficientes
para ser una cobarde
y eso anhelo.
 
Mi alma
necesita descansar
entre las cuatro paredes
de un hoyo profundo,
para nunca más
volver a flotar
entre esta locura terrenal.

Ella

Daniela Itzel Esparza Huerta
Preparatoria 19

Hoy casi clavé un cuchillo
en el centro de mis costillas,
pues ahí se encuentra
la penumbra de mis pesares.
 
Quise acabar (me)
el sentido de insuficiencia
que se halla en mí
desde la niñez.
 
Quise terminar (me)
con la sensación
hacia la inutilidad
tras cada error.
 
Quise matar (me)
el sofocante llanto,
causado por la carga
de un crecimiento apurado,
más bien obligado.
 
Quise impedir (me)
una dolorosa vida
de un voluble futuro,
no muy prometedor.
 
Pero la visualicé.
Tan etérea como siempre,
la perfección la representaba.
 
Colocó sus manos,
manchadas por el sol
entre las mías y el mango
de aquel amenazante cuchillo
anunciando perforar la desilusión,
poco a poco me lo arrebató,
evitando el peligroso corte.
 
Me miró con compasión,
con sus bellos ojos marrones
que destellaban desesperación.
 
Me besó la frente.
Sus labios sabían a la esperanza
que en mí ya no existía.
 
Finalmente me abrazó
intentando darme vida.
 
Luego se esfumó
en brillos dorados
dignos de su realeza.
Ahí comprendí
que por ella
debo continuar
en este tortuoso camino
llamado respirar.
 
Dedicado a Sandra Huerta

Una batalla mental | Concepción Jovana García Macareno. Preparatoria Regional de Tlajomulco de Zúñiga.

Sol melancólico

Yvanna Romina Espejo Valdez
Preparatoria 9

Háblales sobre lo mucho que brillabas.
Incluso antes del daño que te hice.
Un río de lágrimas desbordó de tus ojos y dejaste de brillar.
Ese último día de amor, tiré las flores que ya se marchitaban.
Y me despedí de ti.
Te llamaba sol y queriendo ayudarte, te apagué.

Fuerza | Lorena Cruz Ojeda. Preparatoria Regional de Chapala

Maldito y perverso

Diana Sheccid Sandoval Aldana
Preparatoria Regional de El Salto

Me alejo, lo veo. No puedo creerlo, es imposible. ¡¿Aún está vivo ese desgraciado?!
Mi corazón se acelera, mis manos tiemblan y no soy capaz de hablar.
¡Impotencia incontrolable!
Grito, vuelvo a gritar, pero parezco un estúpido mimo.
¡Pantomima!, diría mi hermana.
Sin ninguna salida o alternativa más, prefiero acercarme a lo que parece ser mi destino.
 
—¡Vamos, ven por mí de una vez!
No tarda mucho en acercarse.
Debí obedecerlos. ¿Por qué me atreví a retarlos?…
Eso ya no importa ahora, mi final ya está escrito.
Sucede algo inusual… El maldito y perverso se detiene en seco.
¿Qué espera?, pienso demasiado rápido.
El juego llegó a su fin.

Mi señor

Innecesario era golpear,
éramos obedientes.
Simplemente tradición.

Perdón

Jordan Alejandro Vidal Badillo
Escuela Vocacional

Quiero pedir perdón a las mil y una formas de ser que han salido de este cuerpo en su duro intento por florecer.

Quiero pedir perdón por las anochecidas en las que he incomodado a mis molestas voces llorando por un pasado y también por los lamentos injustificados que se dan en aquellas horas tan intempestivas.

Quiero pedirle perdón al viento por darle una razón más por la cual huir desesperadamente de mí.

Quiero pedirle perdón a aquellas personas que tuvieron que soportar mis desgastantes noches en las cuales yo lloraba sin control; desesperadamente, pero les juro con vehemencia que no lo hacía a propósito, pues cuando el miedo y la agonía seguidos por la desesperanza cunden de imprevisto, tu ser se sorprende y pierde el control de sí mismo.

Quiero pedirme perdón por hacer de estos escritos una forma más de traducir mi pena. Quiero pedir perdón por no hallar la manera de salir de este agujero que yo mismo he cavado en contribución con mis allegados. Quiero pedir perdón por esas noches sempiternas, más que eternas en las que mi alma gritaba y yo no le escuchaba. Lamento por haber perdido la cordura cuando esta misma se necesitaba fuertemente. Una disculpa por las risas inoportunas que me salían cuando todo llegaba de golpe y con prisa. En mi defensa, agrego que mi rival es más fuerte que yo; lo acepto: no lo niego. Me hinco frente a él y le permito que me destruya para que después anhele el regreso de un individuo más fuerte. Suscito un tumulto de aflicciones convertidas en penas, que se callan tras oír los duros gritos de mi consciencia andante por aquel camino de mediocridad e invariabilidad. Te ruego con soltura una respuesta, de inmediato, pues si no encuentro la cura de este fracaso, le abriré paso a la llave indiscutible de una patética felicidad:

Algunos dicen que esta última es la clave de la felicidad, aunque pienso que es el puente entre una inmensa melancolía y un mundo de flaquezas interminables…

Lo siento, vida: te he fallado, pues he terminado desnudo y vacío en este mundo repleto de monstruos cuya principal característica es el pudor por su propia esencia.

Abraxas | Cameron Díaz Reyes. Preparatoria Regional de Tlajomulco de Zúñiga