¿Qué soy sin eso?

Bryan Omar Mejia Loreto

Preparatoria Regional de Ahualulco de Mercado

Siempre fui el niño inteligente,

así me llamaban, inteligente y talentoso,

prodigio de alto rendimiento, por delante de la clase

palabras de elogio y afirmación.

Mi familia estaba orgullosa de mí,

un niño inteligente siempre saca 100,

y un niño inteligente tiene el favor de sus maestros,

un niño inteligente sabe la respuesta en clase,

irías a él si no lo supieras,

irías a él solo por eso.

Pero cómo tiembla mi lápiz,

sobre cada examen que estoy haciendo.

¿Qué pensarían de mí si me equivoco?

Un niño inteligente no tiene menos de 100,

soy demasiado para algo inferior.

Inteligente y talentoso. ¿No era eso?

Echo de menos los elogios,

extraño los halagos de mi familia,

es como si todos hubieran olvidado,

lo inteligente que solía ser.

¿Quién soy si no soy él?

El chico con calificaciones perfectas, y una sonrisa en el rostro,

con el que acudían para respuestas en clase,

con el que acudían si no lo sabían.

¿Quién soy sin eso?

Mi lápiz tiembla.

¿Quién soy ahora?

Peguntas retóricas

Perla Stefanya Cardenas Ramos

Preparatoria 12

¿De qué me sirven esos ojos tuyos puestos en mí

si no me vas a regalar tu hambre?

¿Para qué quieres mi atención si no vas

a recibirme con los brazos abiertos del tranquilo mar?

¿De qué me sirve tu atracción si no te

vas a llevar amarrado mi corazón hasta

el triste final de tus días?

¿De qué te sirve la vista

si no ves claramente que estoy

desesperada anhelando tus labios rotos?

¿De qué me sirve enterarme si no me vas a

amar completa?

¿Cuándo será que por fin tendrás

el fuego para iniciar a quemarme?

¿Por qué estoy aquí ahora queriendo

el cuidado de tu alma?

¿Dónde ocurrirá la ocasión en que te robes

aquella tierna flor cargada en tu deseo?

¿De qué me sirven tus miradas

si no te sueltas a la pasión que tanto inhibes?

¿De qué te sirven los labios si

no vas a mojarlos de la adefagia mía?

¿Cómo puedo acabar con la bruta caricatura que cavé a causa tuya?

¿Por qué debo yo escribirte esto si no puedes leer mi mente

como lees mis movimientos a espaldas mías?

Cómeme

Alan Josue Sánchez Tapia

Preparatoria 21

Quiero que me comas por pedazos,

que me cocines

con los ingredientes que prefieras.

Déjame comerte yo también,

déjame probar tu carne

mientras tú pruebas la mía.

Ábreme el estómago, come mis entrañas

y mi corazón, hasta desaparecer mi amor

y mis pulmones, hasta mi último aliento.

No fue tu culpa
Pamela Abigail Romo Raymundo
Preparatoria Regional de San Juan de los Lagos

Me dices las hojas que…

Juan Guillermo Bautista Zamudio

Preparatoria 9

“La libertad es como la mañana.

Hay quienes esperan dormidos

a que llegue, pero hay quienes

y caminan la noche para

alcanzarla”.

-Subcomandante Marcos-

Me dicen las hojas que un día dejará de llover,

que sobre ellas será la luz del sol perseguida,

me dicen las hojas que del monte van a caer,

que en las faldas del cerro será la nueva vida.

Me susurran, me hablan en el viento,

interrumpen el silencio, solo el lamento

de hojas cayendo a mis pies, y me doy cuenta;

un día las balas serán solamente palabras.

¿En qué momento las hojas ya lloran?

¿En qué momento llegará la mañana?

¿En qué momento hasta las hojas son

víctimas también de este sometimiento?

Algún día hasta las hojas lograrán sentir,

hasta van a saber cómo se siente besar,

algún día hasta las hojas podrán escribir

y me dirán: “entonces esta es la libertad”.

A mis hermanos del pueblo africano, cuyo invierno aún no ha cesado.

“Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente aprende a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, entonces también se les puede enseñar a amar, el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario.”

-Nelson Mandela-

La parca y la dama

Daniel Abyzaid Moreno Piz

Preparatoria Regional de Tlajomulco de Zúñiga

La parca ama a la dama blanca llamada Karla.

La abraza, la carga y la alaba.

Karla, callada, pasa la charla a la parca.

La parca la llama ‘Ájala, chaparra, la dama más amada. Anda, parla, alabada dama’.

Acabada la hazaña, Karla apalabra a la parca ‘La banca blanca hará la charla, acabada la

cháchara habrá alabanza’.

La calaca da la danza a la dama, habla Karla ‘¡Ah, chaparra! ganada fama agarra la dama’.

La dama habla ‘Amargada parca, anda a la casa a pactar a la cama’.

La calaca arranca pa’ la casa. Karla anda callada

‘Apaga la flama, parca’ brama la Karla.

La parca acata la mandata.

La calaca y la dama planchan la cama.

La parca alaba a la dama

la agarra, la jala, la acaba, la traga.

Karla lanza a la parca

la caza, la araña, la abraza.

La parca amarra a Karla, y la parca, ya zafada mata a la dama.

Ajna in wounded hand
Manuel Gavilan Ibarra
Preparatoria Regional de Tlajomulco de Zúñiga

Un crisol de verdades es la contemplación filosófica

María Adriana Sotelo Villegas*

*Poeta y docente en la Universidad de Guadalajara, imparte clases de filosofía desde hace 31 años. Ha publicado en revistas literarias y científicas. En la actualidad, es jefa de la Unidad de Vinculación del Sistema de Educación Media Superior.

“La filosofía debe ser estudiada, no por las respuestas concretas a los problemas que plantea, sino por el valor de los problemas mismos.”

Bertrand Russ

El 2020 marcó una nueva realidad para la humanidad, con una pandemia que dejó muchas interrogantes en los sobrevivientes de este fenómeno mundial, sobre todo en jóvenes que, ante las crisis existenciales, generaron nuevas y viejas verdades contradictorias ante la incertidumbre del futuro.

Por ello, este año arrancó con nuevos retos, al manifestar que la presencialidad traería nuevas perspectivas en los contextos actuales, tanto para las y los estudiantes de bachillerato como para sus docentes, que han tenido la oportunidad de plantearse nuevos problemas con sabores añejos. Así, nace una nueva convocatoria para encontrarnos filosofando, entre diálogos y debates, en los cuales la lectura, la revisión, el análisis y la discusión de los temas fue fundamental para dirimir las diferencias en el proceso de las temáticas propuestas en la nueva edición de ensayo filosófico.

A través de los ensayos elaborados por las y los estudiantes del SEMS, se han logrado mantener las más serias preocupaciones relacionadas con el ser, con su mortalidad y trascendencia, con los retos que la vida impone y con algunas sospechas que genera el futuro. Y es que se cumple el propósito filosófico de reflexionar para comprender, de asimilar para proponer o juzgar para revelar nuevas incógnitas sobre la condición humana y los conflictos concebidos por ella.

Ante la diversidad, no es extraño observar como desafío las nuevas formas de convivencia, los cuestionamientos que nacen sobre la construcción social de nuevas identidades, preferencias o maneras de expresar la sexualidad humana. Por ello, ha sido estimulante encontrar en el contenido reflexiones como la de Nelly Guadalupe, alumna de la Preparatoria Regional de Amatitán: “Es tu libertad y solo tú debes aceptar la responsabilidad de tus acciones como individuo en la sociedad”. Esto motiva a pensar en la posibilidad de formar individuos con una conciencia social más comprometida, incluyente y proactiva.

De tal manera, la filosofía tiene un valor más allá que su utilidad, en la formación de las y los jóvenes que transitan la adolescencia con tantas observaciones de su entorno. Filosofar es liberar el espíritu humano en la formación de prejuicios contra otros seres humanos, es ganarle a la desesperanza o al miedo que generan las redes sociales o la narrativa del consumismo y la cultura de masas. A través de la reflexión filosófica, se experimenta la evolución del pensamiento, mediante medios dialógicos que se encuentran de forma natural y orgánica cuando se comparten para reparar las diferencias. 

Perspectiva de una adolescente acerca de la vida

Evelin Michelle Catedral Larios

Preparatoria 16

Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2023

Resumen

La vida es tan significativa, con múltiples conceptos. Pero realmente importa lo que tú creas, cómo llevas tu vida y cómo es que la vives día con día, puesto que cada persona puede llegar a darle un enfoque diferente. En la vida siempre habrá dudas y preguntas de lo que esto significa, pero este escrito muestra el enfoque de la existencia sobre la filosofía y la perspectiva de una adolescente en el tema, con apoyo de frases filosóficas y cómo se interpretan estas en la actualidad, dando un punto de vista distinto de lo que se creía en la antigüedad. Las dudas aumentan cada vez más; por eso, debes detenerte a mirar lo que trasciende en esta vida y si realmente la estás viviendo o solo estas deteniéndote por lo poco que se cree o crees en ti.

En el presente ensayo se documentará un tema particularmente interesante: la vida. A lo largo de la historia, filósofos de la antigüedad (Seneca, Sócrates) y de la actualidad (Judith Butler) han dado su perspectiva de lo que es la vida. Es así que la incertidumbre de la existencia surge cada vez más, pero, ¿cuáles son estas dudas? Estas preguntas sirven para conocer e indagar los misterios más grandes del universo como: ¿qué es la vida?

Dudas como esta han invadido a millones de personas a lo largo de la existencia humana. No solo a los filósofos, sino también a cualquier persona, pues todos en algún momento nos hemos detenido a pensar si las cosas que hacemos tienen sentido. Este ensayo, pues, indagará en la opinión y reflexión de los filósofos y la perspectiva de una adolescente.

La perspectiva de los filósofos se conoce a través de frases y libros que marcaron su trayectoria en filosofía; no obstante, conocer el pensamiento de una adolescente deja una incertidumbre aún más grande, ya que se intentan interpretar dichas frases y preguntas que hay acerca de la vida, como lo es conocer la relación entre el tiempo y la vida. Y es que la existencia es muy instantánea, porque el tiempo que tenemos es muy poco y la vida es muy corta.

La vida es tan impredecible y tal vez lo único que le da sentido es la muerte. Eso piensa una adolescente, que su vida cobrará sentido una vez que llegue la muerte digna ante ella y pueda descubrir que solo era un simple cuerpo existiendo. Sus dudas quedarán inconclusas, creyendo que tenía una buena vida, cuando lo único que ella fue es un simple cuerpo. Viendo que todas las decisiones repercutieron despiadadamente en tu destino, tal vez las elecciones que tomemos no sean las correctas, pero todas, ya sean buenas o malas, llevan a un lugar, quizá mejor, quizá peor.

Solo es cuestión de indagar en la curiosidad de lo que sucederá porque el sentido de la vida es la transcendencia. Es importante marcar la diferencia y poder vivir plenamente, pues la vida es lo que trasciende mientras esperamos afrontar la muerte de una buena manera. La trascendencia de la vida es tan desconocida que nunca se podrá saber qué pasará después; solo queda estar tranquilos y preparados para lo que la existencia nos pueda enseñar, para dejar este mundo con la mejor enseñanza posible. “La verdadera sabiduría nos llega a todos cuando nos damos cuenta de lo poco que entendemos acerca de la vida, de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.” (Platón, 2017).

El pensamiento de un filósofo tan particular como lo fue Sócrates tiene tanta verdad en una frase tan corta, pues deja un razonamiento sobre lo que es entender la vida.

Y como no todo es resolver la duda sobre la existencia, surge la incertidumbre de conocer si la verdadera sabiduría llega cuando entiendes la vida, a ti mismo y lo que te rodea. Es por ello que, más que dar una respuesta ante dichas preguntas, se formulan aún más preguntas para indagar entre aquellos pensamientos o cuestionamientos sobre la vida y lo que sucede mientras esta dura. “Mientras nosotros posponemos, la vida acelera” (Séneca, 2018). 

Otro filósofo particular fue Séneca que, con tan solo seis palabras, sembró el pensamiento de que entre menos nos atreviéramos a intentar algo nuevo, a crear vivencias y a descubrir lo que realmente nos apasiona, más rápido se nos iría la vida, ya que no sabemos cuánto tiempo estaremos aquí.

Es impactante cómo la vida se nos va sin hacer nada de lo que realmente queremos; por ello, es momento de levantarse y empezar a vivir el poco o mucho tiempo que nos queda. “Tampoco creo que la literatura nos pueda enseñar a vivir, pero las personas que tienen preguntas sobre cómo vivir tienden a recurrir a la literatura” (Butler, 2020). El criterio de esta filósofa es de los que más impacto puede llegar a generar, ya que esta frase no solo habla de la vida y cómo se vive, sino de la literatura, su importancia, su relación y por qué se recurre a ella. Es de las mejores frases sobre la relación de la literatura y vida.

Su pensamiento es revolucionario, con un enfoque más adentrado a cómo se vive y de qué manera se contribuye al pensamiento y la cotidianidad, ya que no es solo vivir para ti, sino vivir para hacer el cambio. Aunado a esto, consultar la literatura, el vínculo creado entre la existencia y el impacto que genera una frase, un libro, un escrito, puede enseñarnos cómo se vive y, no menos importante, cómo podríamos vivir.

En la filosofía la vida es un suceso tan maravilloso o fatal que cada quién la interpreta a su parecer y lo único cierto es que siempre existirán esas dudas, ya que nadie tiene el conocimiento absoluto para resolver todos aquellos cuestionamientos. No obstante, los filósofos dedican su vida a solucionar estas dudas.

Hablar de la vida es toda una incógnita, solo sabes lo pasajera e insignificante que es. Pensar como una adolescente es tan confuso y doloroso, todos los días se levanta con mil pensamientos y preguntas. El razonamiento de la vida duele, tener que detenerse para sentir ese golpe de la realidad y ver que tus 17 años solo han marcado sucesos fatales que tal vez después o quizás nunca cobren sentido, pues diariamente analizas cómo se podría generar un cambio desde la perspectiva propia de vida. Aunque muchas veces ni tú conozcas el porqué de las cosas, intentas hacerte un ser de cambio, sobrellevando lo que puede ser la vida. No todo se trata de aprender a vivir; la existencia se va en un abrir y cerrar de ojos, en la sola preocupación de lo que sucederá mañana o lo que se espera que hagas después. Lo único cierto de la vida es lo inesperada que puede llegar a ser.

La vida no se basa en dedicar toda tu trayectoria a darle un sentido porque, como millones de personas dicen, la vida es muy corta, y realmente sí. Nuestra existencia es tan pequeña en la historia que no todos logran hacen el cambio y aunque tratan de buscar el significado de su vida, nunca lo pueden encontrar; se queda un vacío que nunca se puede revolucionar. Algunas historias de vida son tan tristes que nadie imagina que haya cosas tan crueles en este mundo; sin embargo, es momento de tomar conciencia de la existencia, levantarte, amar lo que tienes y agradecer lo que llegará a ti, trabajando constantemente en lo que te apasiona e inspira a poder vivir plenamente.

Bibliografía:

Butler, C. (2020). Cuerpo, memoria y representación. Ciudad de México: FCE.

Platón. (2017). Apología de Sócrates. Ciudad de México: FCE.

Séneca. (2018). Sobre la brevedad de la vida. Ciudad de México: FCE.

Tropicalidad noctura | Pablo Daniel Franco Gonzáles. Preparatoria 9

¿Nuestra identidad virtual determina nuestro valor?

Diana Valeria Reyes de la Torre

Preparatoria Regional de Huejuquilla el Alto

Módulo Mezquitic

Paticipante del Encuentro Filosófico del SEMS 2023

Resumen

Las redes sociales, como efecto de la globalización, son herramientas y espacios en los que en la actualidad nos comunicamos con otras personas, socializamos y exploramos el mundo y sus diferentes facetas. Se nos dice que creemos una cuenta en redes para socializar, para conocer otras personas, explorar, compartir nuestra vida y mostrarnos ante el mundo. Nunca vemos a las personas detrás de sus cuentas en redes sociales, sin embargo eso no nos impide idolatrarlas o embelesarnos con lo que nos comparten de ellos y “sus vidas”. Los seguidores que obtenemos o de los que llegamos a formar parte, pareciera que son el contador de nuestro valor y merecedores de reconocimiento. En realidad, la  cantidad no es el símbolo de tu valor;  con ella solo puede indicar un nivel de  popularidad. Una persona vale por su ser, sus acciones, su empatía, algo que esas cifras no demuestran.

Abramos con la pregunta que dio lugar a la inquisición de este ensayo: ¿el valor de las personas aumenta por la cantidad de followers que tenga en sus redes sociales?

Mi respuesta inmediata ante tal interrogante sería evidentemente que no, pero como en filosofía no es suficiente una negación tan contundente, es necesario introducir la constante incógnita: ¿por qué?

Bueno, yo la contestaré con otra: ¿por qué un número en un espacio digital, supuesto reflejo de la realidad, determina el valor de una persona?

Comencemos definiendo qué es valor. “Cualidad o conjunto de cualidades por las que una persona o cosa es apreciada o bien considerada” (Oxford Languages, 2022).

Entonces, valor es equivalente a las cualidades de una persona. Victor Kuppers de cierta forma expresa algo similar en esta ecuación: V= (c+h) * a. (Global Contact, 2017).

Es decir; Valor es igual a c (conocimiento), más h (habilidad), multiplicado por a (actitud). Entonces, el conocimiento, la habilidad o experiencia, y la actitud otorgan, en conjunto, valor a una persona, pero, en un medio digital como lo son las redes sociales, la cantidad de seguidores es un retrato a todo detalle de estas cualidades.

Las redes sociales y la globalización en conjunto han derribado fronteras territoriales y llevado la comunicación e interconexión a todos los rincones; son parte importante, por no decir principal, en la forma en que percibimos el mundo y la realidad que nos rodea. Por consiguiente, forman parte de nuestra interacción con los demás y la forma en que nos perciben. Es un espacio donde tenemos el control de lo que decidimos mostrar de nosotros; de lo que queremos consumir y cómo consumirlo, donde se puede crecer o aumentar de followers conforme creas más contenido y muestras más. Con solo ser una persona reconocida o famosa se crea un perfil con una mayor interacción. El mundo existe por las imágenes que se muestran en la pantalla. Conocerlo tal como se muestra, teniendo un objetivo y público establecidos, en vez de verlo como lo que realmente es, la urgencia por lograr el mayor alcance posible, confunde la cantidad de followers con el valor de la persona, y eso no es lo mismo.

Actualmente, la persona con más seguidores en instagram es el futbolista Cristiano Ronaldo con más de 576 millones. Distinguido y reconocido atleta, es una persona de mucho valor, pero no por su cantidad de seguidores, sino por la dedicación y determinación en su carrera profesional, por los reconocimientos que crearon su popularidad, la cual lo convirtió en una figura celebre y le dotó una cantidad abrumadora de seguidores. Entonces, como en la mayoría de los casos, ese número evidencia la fama o visibilidad de una persona. Pero, ¿estamos realmente percibiendo a ese individuo a través de las redes sociales o es en realidad la identidad que se forma a partir de la información que se nos proporciona de él la que está siendo valorada?

En un arquetipo más cercano (nosotros mismos) lo que expresamos y transmitimos por redes sociales no es del todo un cúmulo de lo que somos;  es solo un rose en lo superficial, un realce aparente de nuestra realidad. Nadie es 100% sí mismo en redes sociales. Incluso a veces son dos identidades diferentes en mundos diferentes, virtual y real, porque lo que se muestra es el resultado de un filtro de calidad y privacidad. Como usuarios solo mostramos ese 10% de nosotros y de los momentos en los que hacemos cosas interesantes, nos vemos bien, queremos llamar la atención; donde nos mostremos emocionantes o fuera de lo ordinario. Pero no nos pongamos a atacar a las redes por eso, ya que eso es lo que son y para lo que las utilizamos, después de todo sería muy incómodo mostrarte como eres todo el tiempo. “Hemos pasado de los medios emisores a los medios dialogantes (blogs, foros colectivos, redes sociales) que permiten a los individuos del mundo entero compartir, discutir y entretenerse sin verse en ningún momento” (Lipovetsky, 2023).

Ahora el objetivo de la divulgación y seguimiento en redes sociales abre la posibilidad de entrar en el mundo de las celebridades, el vedetismo es la regla a toda publicación, mostrar los realces de una vida, no de años sino de instantes, donde la identidad toma forma de la aparente y diminuta fracción del espacio-tiempo del individuo, donde pareciera que la vida no fuera una montaña rusa con altas y bajas sino una pendiente en ascenso a lo perfecto y estético. En palabras de Lipovetsky: “El mundo mismo ha entrado en el sistema de la celebridad. Lo que no se convierte en imagen y no se mediatiza, no existe” (2023).

Los followers no solo son un impostor del reconocimiento sino también un agente y pase seguro a la farándula y a la difusión como persona y como marca en el mundo digital; por ende, a la herramienta personal hostigante de publicidad que ocupa nuestra atención a diario, que implanta en todo usuario la necesidad de saber más, enterarse más y todo al instante para estar al tanto del mundo globalizado que se refleja a través de su pantalla.

Retomando la reflexión de Lipovetsky: “se busca menos un vínculo comunitario que la embriaguez de los contactos y las <<amistades>> renovadas sin cesar, el contacto infinito, la apertura a todas las posibilidades y a los encuentros, el juego con la propia identidad, <<otra vida>>” (2023).

Entonces bien, si sabemos que lo que una persona es en redes sociales es el fruto de lo que quiere mostrar y no su persona en realidad, no nos tomemos a pecho ni nos evaluemos con base en el fantasma de nosotros mismos, que toma lugar como nuestra carta de presentación al mundo globalizado. Nuestro valor no surge de nuestra visibilidad y popularidad en redes sociales, es más que eso; surge de nuestro conocimiento, experiencia y actitud, aunque tu valor no sea del conocimiento de todos. No todo lo valioso es centro de atención.

Bibliografía:

Anónimo. (2017). Obtenido de Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=OnPZNqtplsQ

Lipovetsky, G. (2023). La cultura-mundo. Barcelona: Anagrama.

Oxford Languages. (2022). Consultado en: https://languages.oup.com/google-dictionary-es/

Letras que rompen

Andrea Monsserrat Torres Vaca*

*Egresada de la licenciatura en Letras Hispánicas por la Universidad de Guadalajara. Colabora en el SEMS desde el 2020.

Leyendo las letras expuestas en estas páginas, no puedo sino pensar en los jóvenes escritores que hay detrás de ellas, y sorprenderme de estas nuevas generaciones de creadores que utilizan sus letras para plasmar en pequeñas o grandes narraciones verdades tal vez incómodas, pero absolutamente necesarias de abordar.

                Son mal llamados la generación de cristal, pero no se trata de una generación que se rompe, sino más bien de una que rompe, que alza la voz para hablar sobre las verdaderas problemáticas que los aquejan, y no solo a ellos, sino a la sociedad en la que vivimos. La salud mental y los temas que la rodean se han convertido en una constante entre los talentosos escritores de cada edición.

                Entre los renglones de los cuentos y los microrrelatos se encuentran vívidas narraciones sobre personajes que se enfrentan a terribles pesadillas, mounstros y batallas libradas en el peor de los escenarios: la mente. No se trata de historias fantasiosas, sino de oscuros relatos que exponen y visibilizan los temores, donde héroe y villano puedes ser tú mismo. 

                En los años venideros, Vaivén será el testimonio palpable de los inquietos y entusiastas escritores que pasaron por las aulas de las preparatorias del SEMS, que a su vez animaron a despertar las letras de otros jóvenes inconformes que encontraron en ella un lugar donde, sin tabúes, pudieron escribir sobre lo que fuera, hablar de lo que realmente importaba.

Consuelo | Preparatoria 9. Kaferin Yamilet Islas Loza

¿Bondad?

Valeria Alejandra Pérez Huerta | Preparatoria 8

Me siento de golpe en la cama, el corazón me late como si acabara de correr un maratón. El sudor frío hace que el cabello se me adhiera a la frente. Siento la boca seca, como si no hubiera tomado agua durante varios días. Las manos me tiemblan. Pero esto solo es resultado de la pesadilla que acabo de tener, del recuerdo golpeándome otra vez. Como si no fuera suficiente tener que revivirlo todos los días, como si no fuera suficiente haberlo vivido en carne propia, no una, ni dos, ni tres veces. Fueron tantas que perdí la cuenta. Al final solo desconectaba mi mente de mi cuerpo para evitar sufrir más, como si aquello fuera posible.

Me entra una picazón por todo el cuerpo, sintiéndome sucia. Culpable. Como es parte de la rutina, me levanto de la cama. Con las piernas apenas respondiendo, me dirijo al baño. Me deshago de lo que uso, quedando desnuda frente al espejo. Al ver mi reflejo, el asco me llega de golpe. Caigo al piso junto al retrete, donde vomito.

Me abrazo tratando de pegar todas las piezas que por mucho tiempo han estado rotas. Un sentimiento amargo me llena el pecho; soy consciente de que después de tanto tiempo aún soy incapaz de verme al espejo. Pero la verdad es que no hay mucho que ver.

Entro con cuidado y lentamente a la tina. La temperatura helada del agua me cala los huesos. Con las piernas pegadas al pecho, tomo el estropajo y lo restriego por todo mi cuerpo en busca de limpiar una suciedad que va más allá de la física, aquella que estará siempre en mí, que de cierta forma me caracteriza. La piel se me siente seca, pálida, áspera, sin vida ni color. El único color que posee es el de las marcas y cicatrices que me adornan todo el cuerpo, aquellas que me recuerdan lo que viví por años. Paso lo que parecen horas tallando la suciedad que nunca desaparece, que todos ven, critican y juzgan, pero que nadie me ayuda a limpiar.

Los comentarios donde me acusan de ser la culpable me golpean, provocando que los ojos se me llenen de lágrimas, las cuales caen como un río por los pómulos pálidos y resecos, mismos que hace tiempo poseían una vida ahora arrebatada. Y con ellas llegan los recuerdos. Son tan reales que pareciera que lo estoy viviendo una vez más. El cómo invadía mi cuerpo, que aún recuerda cada detalle; cómo lo hizo sin remordimientos, sin consideración; cómo solo le importaba satisfacer su repugnante deseo. Vuelvo a sentir sus manos ásperas por todo mi cuerpo, tocando lugares que nunca nadie había tocado antes, que nadie más tocará ya que ni yo soy capaz de hacerlo. Pero la realidad es: ¿a quién le gustaría hacerlo?

“Si no fuera por mí estarías en la calle”.

La frase que usaba todas las veces que quería aprovecharse de mí se vuelve a posar una vez más en mi memoria, atormentándome como si aún no fuera suficiente, haciéndome sentir mucho menos valiosa de lo que lo soy.

Una divina sesión de terapia

Hector Franco Torres Manzano

Preparatoria 5

-¡Buenos días! Pase, recuestese allí. Lo estaba esperando.

—Ojalá yo viera igual de bueno al día —me recuesto sobre una silla reclinable que está en proceso de desbaratarse—. En fin, ¿será que tienes galletas de las de la otra vez? Estaban deliciosas.

La silla resiste mis torpes movimientos.

—Desde luego, aquí están —pone una caja morada en la mesa de centro, junto a mí—. ¿Me podrías recordar tu nombre completo y tu fecha de nacimiento, por favor?

—Claro, me llamo Dios y tengo la edad del universo.

—Listo. Ya tomé nota —empuja sus lentes contra su frente para enfocarme—. Empecemos entonces. ¿Qué te trae por aquí?

—No sé por dónde empezar. Creo que mi trabajo me tiene demasiado agobiado. He llegado al punto en el que mi trabajo se ha vuelto mi vida. Ya no soy capaz de separar mi vida laboral de mi vida personal.

—Ya veo. ¿Te gusta tu trabajo?

—En ocasiones no. Usualmente sí. Crear el universo fue algo muy divertido de hacer. Luego, el mantenimiento que he tenido que hacerle es entretenido, pero lo disfruto de verdad.

—Entiendo. ¿Entonces qué es lo que no te gusta de tu trabajo?

—Está el tema de la Tierra. Parece que se me fue un poco de las manos pues creé demasiadas personas. Aún así, eso de ayudar a la gente me hace feliz. Pero me he dado cuenta de que me hace falta ponerme más atención a mí mismo, me he descuidado un poco. También a veces siento que a nadie le importo, que todos hablan conmigo por puro interés, que solo buscan su propio bienestar, que son egoístas.

—¿Cómo te gustaría que te trataran?

—Me gustaría que hablaran conmigo sobre temas que no fueran peticiones y súplicas. Hablar sobre nuestras opiniones, sobre la trivialidad de la vida, esas cosas. Cosas sobre las que hablan los amigos —no puedo evitar borrar la ligera sonrisa que había mantenido hasta ahora—. También me siento mal al notar que todos me dedican demasiado tiempo a mí. Yo los quiero infinitamente y me gustaría verlos siendo felices, viviendo su vida; eso de que todo el día me tengan en su pensamiento no es sano para ninguno de nosotros.

—¿Has pensado en darte un descanso? Dar menos prioridad a todo lo que sucede en la Tierra.

—No lo había pensado aunque no sé si funcionaría. Además que, como te digo, me hace feliz ayudarles.

—Tú eres tan importante como las personas que te importan.

—Puede ser que tengas razón. Aunque creo que darles menos prioridad no sería suficiente para mí; mi agobio es inmenso. Necesito un descanso pleno, dejar de prestarles atención del todo… Sí, ¡eso haré!

—No, espera. No tienes por qué tomar medidas tan drásticas. Tú eres quien mantiene la armonía en la tierra y quien atiende a las peticiones de…

—¡Muchas gracias, mi estimado! Esta conversación ha sido muy útil —me levanto de la silla esperando no volcarla—. Nos vemos pronto —abro la puerta y bajo las escaleras.

—¡Por Dios! —me parece escuchar detrás de mí—. ¿Qué he hecho?

Sacrificio

Sofía González Barba

Preparatoria Regional de San Juan de los Lagos

Disturbios en la ciudad causados por un golpe de estado, me colocan en la primera fila para defender a mi gente y, aunque el miedo me consume, acepto. Diviso la muerte en una esquina. Parece observarme divertida. Claro, no tiene que moverse ya que voy corriendo hacia ella.

Sálvame | Meily Danae Magaña Montaño. Preparatoria Regional de El Salto.

Desconectado

David Samael Medina Agredano  | Preparatoria 15

“Mi alma al fin descansará de tanto fingir estar bien y encajar en la sociedad que me rodea”, eso es lo que pienso todas las noches. Tomo mi teléfono. Paso un largo tiempo frente a mi pantalla, buscando fuentes de satisfacción. Me ayuda a olvidar mi vida vacía. Cada que indago en mis redes sociales me encuentro las mismas historias de siempre: éxito, fortunas, cuerpos perfectos… es inevitable compararlos conmigo. Cuando menos lo espero, ya estoy contrastando todos sus logros con los míos. Me frustra, me entristece, no lo logro por más que me esfuerce. Entonces, ¿de dónde sale este placer tan ácido? ¿Es placer? Duele. No lo quiero más… El cinturón cuelga.

Ruidos fuertes

Fernanda Rodríguez Alonso

Preparatoria 15

Chocan los trastes una y otra vez.

Pego mi oreja contra la almohada. Mi pie hace movimientos bruscos de un lado a otro.

Mamá está molesta, puedo escuchar cómo suspira cada cinco segundos y le reza a la Vírgen entre dientes, con el grifo abierto.

Me apuro a salir del cuarto. ¡Mierda, ya casi es medio día! Tomo un trapo, seco unos platos, los guardo. Saludo a mamá con precaución, me responde. Tiene el ceño ligeramente fruncido y no hay contacto visual. Seco apurada otros platos más. “Deja ahí, ve y abre las cortinas de tu cuarto, ventílalo, recógelo, haz tu cama”, me dice entre resuellos.

Abro las cortinas y la ventana. Todo es un caos. Zapatos, cintos, ropa, útiles escolares sobre la cama, una pila de libros en la silla, platos con residuos, vasos, maquillaje y calcetines sobre el escritorio; las puertas del closet abiertas porque no cierran. En la repisa, a los cuadernos y papeles les falta poco para estar en el piso. Los materiales de dibujo y bisutería están enredados entre el estambre y ganchos de tejido. Lo único que parece que no está a punto de caerse es el cuaderno de arcoíris que me regaló mi mejor amiga y en el que anoto mis pensamientos.

Tomo algunas cosas y le doy varias vueltas a la casa buscándoles su lugar. A diferencia de otras veces, no sé dónde ponerlos. Los dejo donde puedo con miedo de la reprimenda. Regreso al cuarto, jalo las sábanas para tender la cama, acomodo los peluches, me alejo; es como si el vecino de cinco años hubiera tendido la cama.

Ahora el clóset; empujo la ropa y acomodo los ganchos; mis movimientos se van haciendo más agresivos. ¡Aaaaaah, con una chingada! Trato de colgar lo que está en la cama… si tan solo… entrara… el maldito gancho. ¡A la mierda! Quiero tirar todo.

Me da asco mi cuarto, me doy asco yo, no puedo. Me tiro en la cama y balanceo mi cuerpo mientras abro y cierro las manos, encajándome las uñas en las palmas. Tallo mis piernas, rasco los granitos de mi espalda.

Se abre la puerta; me hago consciente de lo inquieta que estoy, del movimiento agresivo de mis manos y del daño que me estoy causando; inmediatamente me detengo. ¿Realmente lo hice por el mal que me estaba haciendo? Mamá escanea el cuarto con la mirada, su cara es de enfado. Si, ya sé. Suspira. “Ven a desayunar”.

Estoy sola en la mesa. Hay arroz, me gusta el arroz. Está frío, eso no suele ser un problema, pero su textura es rara, se siente como si tuviera pequeños trozos de hielo y al mismo tiempo algo chicloso. Hace un ruido muy extraño, como botas pisando lodo. Es tan desagradable, pareciera que una persona mugrienta y de aliento putrefacto masticara su comida con la boca abierta al lado de mi oído mientras mueve su cara exageradamente con toda la intención de estar jodiendo… Ay, mierda, mejor veo la tele para tratar de no enfocarme en la comida.

No soporto al presentador del programa, su tono de voz, cómo pronuncia ciertas palabras, cómo gesticula. ¡Dios, me desespera tanto! Apenas me doy cuenta de mi mano apretada y la mandíbula tensa a reventar… mis dientes se sienten un poco flojos. No sé. ¡Carajo! Subo los hombros. No soporto el ruido de la licuadora, se escucha como un montón de camiones a toda velocidad, pitando dentro de tu cabeza. Trato de cubrir mis oídos con los codos, obviamente eso no sirve. Hago presión con las manos, voy al sillón, trato de hundirme en él… ya, se acabó, me paro. ¡Mierda, no! Me quedo ahí unos segundos después de que apagan la maldita máquina.

Después de lavar mi plato, recojo lo que mamá lavó. Hay ruido, está limpiando. Yo debería poder hacerlo sola, es mi cuarto. Guardo los tenedores y cucharas, al final los cuchillos… no, no, eso no.

Voy a donde mamá. “Mira los zapatos tirados.” “Tu cama está mal tendida.” “El closet…” Su saliva hace mucho ruido cuando habla. Ya no estoy prestando atención… Igual yo me lo repito suficientes veces al día, no es necesario que me lo diga otra vez. Al cabo de unos minutos, se va al patio.

 Me siento en la cama y azoto la cabeza contra la pared. ¿Qué no había ahí un clavo? Estoy harta de mí. Chocan los platos, dejo todo a medias, aprieto la mandíbula. El cuarto es un asco, suena la licuadora ¿Es tan difícil?

Encajo las uñas en mi cabeza.

Hay botellas en el cuarto.

Veo la ventana abierta.

Campo de margaritas

Carmen Tovar Ruiz

Preparatoria Regional de Etzatlán

Es común escuchar sobre las flores. El pueblo lo sabe, que el campo ya es de trigo y posteriormente será de maíz. Pero, en un principio fue de margaritas, las flores de nubes.

Su hija relató la historia solo una vez, hace ocho años. A través del tiempo las personas han cambiado varios sucesos; que si el padre dio misa o estaba en descanso, que si el lechero pasó a caballo o en burro, que si la tierra estaba mojada o seca. Nadie se ponía de acuerdo sobre el color del vestido de la anciana, solo decían que su bastón resonaba en aquel empedrado con huecos. Sus manos viejas se aferraban al pedazo de madera para subir al ritmo del apuro. Aquel día la gente chismosa rodeaba la calle Zaragoza, asomados por las ventanas y los más desvergonzados tocaban a gritos que les abrieran. Nadie encontró respuestas. Con el paso de los años, concluyeron que no les soltaban la sopa, porque no había nada en el plato. La familia estaba buscando lo mismo que todos.

Doña Lupe solía estar en la primera banca de la plaza municipal, arropada con una cobija de tejido. Cantaba en voz baja y comía los dulces de Don Armando. Los balones rodaban a sus pies y los niños se acercaban. Cuando estaban agachados, les soltaba una pregunta. Cualquiera, decían, pero no fue así, ella ya sabía qué decirles, lo suficientemente bueno para atrapar aquellos jóvenes oídos.

—¿Conocen la historia del niño de las nubes? —susurraba, apuntado hacia arriba.

Entonces se amontonaban. No tenían ni idea del relato, pero cada uno se inventaba su versión. La decían como les saliera, luego discutían sobre la real. Y si ese día había sol, peleaban y retomaban su balón. Algunos se quedaban a escucharla. El niño de las nubes es el encargado de dibujar figuras en el cielo, mece al viento y le muestra el camino perfecto. En las lluvias, el niño sale a tapar con un manto negro a sus compañeras. Entonces se volteaban y señalaban dibujos, aseguraban que veían al muchacho. Es que se pasa rápido, decían. Yo escuché varios cuentos, mi favorito era ese. Llegaba a mi casa emocionada a comunicarle a mi madre sobre esto. La única que nunca nos acompañaba era su hija, Antonia. Se la pasaba en la florería.

Aquel pueblo era famoso por sus arreglos, venían hasta San Juan por ellos. Se rumoreaba que los ramos enamoraban a cualquier pareja. Al ofrecer un racimo de la florería de Lupe, era imposible que te rechazaran. Para ir a la escuela, yo rodeaba el gran campo de margaritas. Tan blanco se mecían los retoños. Yo suspiraba y el susurro de aquellas flores me recordaba a cielo en las mañanas. A doña Lupe le encantaba aquello. Cuando no estaba en la plaza, se la pasaba subiendo la colina para ir a ver las flores. No podía moverse demasiado. Se esforzaba para cantarles a todas. Con su voz de sauce relataba el cuento del niño de las nubes. El paisaje siempre lo llevaré en mí. Cierro los ojos, escucho el sonido de los grandes árboles que seguían del campo, llamándome, recordándome que no me olvide de las historias, que en muchas ocasiones son lo mejor que tenemos. Para los adultos, esto era producto de una mente anciana, de divagaciones rozando la locura; para los niños, magia.

El ser más longevo daba vida a mi pueblo, sonreía sin querer. Las líneas de su cara se acostumbraron a sus pliegues. La gente la quería mucho, se preocupaban por la tos que llevaba desde hace tanto tiempo, por el bastón más raspado, la cobija mal arropada. Ella hablaba poco, a excepción de los pequeños cuando narraba historias. Doña Lupe era toda una leyenda, desde joven apoyó a las familias. Siempre tan amable y honrada que de vieja se sentaba a buscar aquel niño de las nubes. Una tarde subió a paso ligero hacia el campo, tenía prisa de algo o de alguien, quién sabe. Ahí iba, alcanzando su campo. Su blanco cabello se perdió entre las margaritas. Luego, cuando era la hora de cenar, nunca apareció. Su hija avisó a mis padres, luego al de la otra esquina. La voz se corrió, buscándola nos la pasamos. Estaba tan oscuro que dejamos la colina en paz. El sonido del río atraído por la brisa nos congelaba los dedos. En la mañana descubrieron que había una línea de flores pisoteadas, que terminaba a la mitad, y justo ahí, estaba su cobija. Las suposiciones eran muchas, la primera fue si la anciana volaba, que tenía poderes. Otros decían que algún animal había hecho eso, pero no habían encontrado su cuerpo. Buscaron por el arroyo y nada. Los niños tenían la solución, pero la única persona que los escuchaba estaba desaparecida. Entre nosotros creíamos que se la había llevado el niño, aquel de las nubes, que necesitaba de su ayuda.

Hasta el momento, cuando me preguntan por aquello, digo que no se explica, cuando realmente pienso en las nubes. La noticia salió en los periódicos y las radios tomaban fotografías y culpaban a los extraterrestres, a las naves y a una tal área 51. Llegaron los escritores para tomar nota, sacaron una novela que vendió muchísimo. De tanto alboroto del pueblo, ya no se podía andar en las calles sin peligro por alguno de esos automóviles con otro periodista a prisa. Al mes, el presidente mismo interrumpió la puerta de Lupe y exigió una respuesta. Ella narró que estaba trabajando, que dejó a su madre en la plaza y que cuando volvió no estaba. Que la penumbra la acompañaba y que los grillos la habían seguido todo el camino hacia las flores. Tampoco había nada. Decidió bajar y avisar a todo aquel despierto y dormido. Querían respuestas, no creían que no supiera, todos exigían.

—¿Algún otro hijo perdido que la reclamara?— preguntaban los reporteros, empujándose por ser primero.

Por la presión del presidente, respondió que ella era la única viva.

—Tuvo a otro, murió a los doce años. Eso es todo, no quiero seguir hablando —dijo para cerrar la puerta, vender la florería y mudarse a la ciudad.

El campo ya es de trigo, posteriormente de maíz pero en un principio fue de margaritas, las flores de Doña Lupe.