Andrea Leticia Barajas Montes
Preparatoria Regional de Ciudad Guzmán
Participante del Encuentro Filosófico del SEMS 2019
Resumen
Paridad, igualdad o equidad de género, machismo y feminismo son conceptos que han estado sonando. Eventualmente, se puede recordar que hace cerca de un siglo la mujer no tenía voz ni voto, y ni mencionar siglos anteriores, porque ella, como si de moneda se tratara, estaba aún más devaluada. Hoy en día cada vez se aprueban más leyes en pro de la igualdad de derechos entre ambos sexos; sin embargo, el país todavía no está preparado mentalmente para vivir la igualdad pues, así como existen hombres machistas, también existen mujeres que discriminan a su propio género, el otro extremo que maltrata a su pareja, al igual que hombres que agreden e incluso asesinan mujeres sólo por pertenecer al género femenino. Lo anterior sin duda se debe a la educación que cada persona ha recibido, y para llegar a la equidad primero se debe cambiar la mentalidad.
Palabras clave: Paridad, igualdad, equidad, género, educación, hombre, mujer, mentalidad, discriminación, derechos, oportunidad, costumbres, roles, sociedad.
Durante cientos de miles de generaciones se ha vivido una problemática que afecta a toda la sociedad, puesto que ha venido dañando la integración y la convivencia de las familias; esta problemática es la desigualdad de género a la que las mujeres han sido sometidas.
En el caso de México, el gobierno aparenta una conformación basada en el principio de la paridad de género. Dicen cada día aprobar leyes que favorecen a la equidad, pero, ¿en verdad sucede?, ¿realmente son las mujeres tratadas con igualdad?, ¿es verídica la paridad?, ¿es la sociedad un factor influyente en los roles que debe desempeñar el hombre y la mujer? En México, ¿es necesario alcanzar la paridad de género para el crecimiento y desarrollo de la mujer?
Con este trabajo se pretende defender la neutralidad entre los géneros femenino y masculino, dejar en claro que uno no es más que otro sólo por ser hombre o ser mujer y que, si bien existen habilidades propias de cada sexo, se deben reconocer como tal y no tratar de opacar o entrar en competencia.
Si se buscan escritos del siglo xviii hacia atrás en los que se mencione a la mujer como un ser pensante con las mismas capacidades del hombre, lo más cercano y halagador para el género femenino que se puede encontrar es algo parecido a lo siguiente: Las mujeres
“ni son expertas, ni pueden ni desean serlo en ningún arte, que les falta el ingenio, que los libros salidos de su pluma son todos fríos y bonitos como ellas, que les falta razón para sentir el amor e inteligencia para saber describirlo” (Rousseau, 1758).
Para entonces existía una mínima cantidad de mujeres no analfabetas y una cantidad aún menor de mujeres con profesión, porque se decía que la escuela era sólo para los hombres, y ¿quién lo decía?, por supuesto que ellos; las leyes eran escritas por hombres y para hombres, no les convenía tomar en cuenta a las mujeres:
“Deben aprender muchas cosas, pero sólo las que conviene que sepan” (Rousseau, 1763).
En la actualidad, existe mucha polémica acerca de si las mujeres deben tener los mismos derechos y obligaciones que el hombre y de si son físicamente capaces de lograrlo. Por una parte, debido a su fisiología, sólo las mujeres pueden dar vida y amamantar a su niño en sus primeros meses. Sin embargo, necesitan también del padre para que se pueda dar lo antes mencionado, por lo tanto, los padres deben contribuir al cuidado y crianza de sus hijos.
En el caso del hombre, cuenta con una fisiología apta para desempeñar trabajos pesados, debido a que tiende a desarrollar más músculo en las extremidades que la mujer, pero esto no quiere decir que la mujer no pueda laborar en áreas que requieran intelecto, y que deba quedarse en su casa; al contrario, es necesario tener presentes las habilidades innatas de una mujer en una oficina, en un salón de clases, en un quirófano y en todo lugar; por ejemplo: a la mujer le puede ser difícil el trabajo de albañilería por el esfuerzo que requiere, pero no significa que no le sea posible o no lo deba hacer; sin embargo existe la opción de ser la arquitecta a cargo de la obra así como lo podría ser un hombre.
Si de creatividad y cuidado se trata, la mujer toma el puesto, pues debido a su instinto maternal, siempre está buscando la organización dinámica en todo lo que hace, desde tomar una simple nota, hasta encargarse de un trabajo y tres hijos a la vez, así la mujer adquiere habilidades de liderazgo. Volviendo con el instinto maternal con el que una mujer nace, y que poseerá, aunque nunca sea madre, una mujer siempre va a ser más comprensiva, paciente y calmada, incluso madurará más rápido que el hombre; mientras que éste es más rudo y descuidado. Es obvio que el género define la percepción del mundo; no obstante, existe un factor más importante que define la percepción, que es la educación, crianza y ejemplos recibidos en el desarrollo del individuo.
“Varón pensante, mujer acompañante. Tal distinción es puramente artificial producto de una educación discriminatoria dentro de una sociedad patriarcal” (Wollstonecraft, 1792).
Sin duda, la sociedad mexicana está educada para que las mujeres atiendan a los hombres y para que todo lo que ellos hagan bueno o malo sea bien visto e irreprochable, mientras que la acción de ellas siempre será cuestionada y puesta en duda, los resultados de esta educación son falsos roles a seguir, además de cientos de estereotipos con una mentalidad equívoca. Muestra de ello está en los censos realizados en el año 2018, con motivo de las campañas políticas en todo el municipio de Tamazula de Gordiano, con la intención de generar estadísticas entre los candidatos a la presidencia municipal. De los cinco candidatos, dos eran mujeres; uno de los puntos de la encuesta pedía que el ciudadano describiera si podía o no ser presidente (a) cada uno de los candidatos (as); como era de esperarse, las candidatas sólo tuvieron aproximadamente un 20% de aprobación. Lo impresionante fue que ellas tuvieron más aceptación de los hombres, que dijeron que si su mamá los había sacado adelante con poco recurso, una mujer podía hacerse cargo de un municipio, mientras que la mayoría de las ciudadanas respondieron que la mujer servía para la casa y que no tenía nada que hacer en esas cosas del gobierno. Por supuesto, muchos varones contestaron lo mismo.
En una sociedad con tal percepción del mundo, por más leyes que se aprueben a favor de la equidad y la paridad de género, es imposible que la mujer se pueda desarrollar, primero, porque le enseñaron a que no importa si no va a la escuela, pues al final se va a terminar casando y va a tener hijos. Para eso no se necesita una carrera, es más, ni siquiera el bachillerato. Una niña a la que hacen pensar así, por lo regular abandona los estudios y se convierte en mamá adolescente. Ella a su vez lo transmite a sus hijos y así sucesivamente, esas niñas adultas no son capaces de defender sus derechos porque tal vez no saben que los tienen. De esta manera se crea la perfecta sociedad desigual.
La única forma en la que la mujer pueda crecer y desarrollarse como tal es cambiando la mentalidad y percepción de las personas, para ello es necesario una nueva forma de educar a los niños, pues de esa manera empezarán a crearse generaciones renovadas ideológicamente hablando; dichas generaciones serán capaces de aceptar en cualquier trabajo o actividad a ambos sexos. Por lo tanto, es indispensable la paridad y la deconstrucción de género para poder alcanzar una nueva idea de humanidad; sólo así se evitará la violencia y discriminación por el hecho de ser hombre o mujer.
Bibliografía:
MEDRANO, C. (2019). Vaivén. Consultado en: http://vaiven.sems.udg.mx/
hay-la-obligacion-moral-de-ser-solidarios-con-todo-el-mundo/
ROUSSEAU, J. (1758). Carta a D’Alembert. Ginebra: Tecnos.
— (1763). Emilio, o De la Educación. Ginebra: Alianza.
WOLLSTONECRAFT, M. (1792). Vindicación de los derechos de la mujer. Texas: Taurus.