Miriam Rodríguez Vázquez
Preparatoria Regional de El Salto
Participante del IV Coloquio Filosófico del SEMS 2015
“Juan Villoro”
Abstract
El uso de animales para el entretenimiento ha estado en nuestras vidas desde que tenemos uso de razón. El zoológico es el referente más directo, pues nos ofrece conocer animales de otros lugares del mundo. Las carpas, los circos, nos mostraban a los animales haciendo piruetas y mostrando inteligencia en actos.
En México existe una cultura de entretenimiento con animales, las peleas de gallos, las carreras de caballos, la charrería, en conjunto con el mariachi y el tequila, son el actual símbolo de la mexicanidad.
En México, la legislación sobre vida silvestre que actúan en defensa de la vida de los animales llevada a cabo por los senadores de la República, tuvo lugar el 26 de enero de este año, cuando se prohibió la utilización de animales en circos y espectáculos con reformas a la ley.
¿Hasta dónde llega la verdadera preocupación del hombre por el sufrimiento de los animales?
El uso de animales para el entretenimiento ha estado en nuestras vidas desde que tenemos uso de razón. A nuestra generación y las pasadas generaciones nos tocó crecer con esa costumbre de ver con normalidad esta situación.
El zoológico es quizá el referente más directo de entretenimiento animal, pues como tal nos ofrece la fantasía de conocer animales de otros lugares del mundo, especies raras y que difícilmente podríamos presenciar en su ambiente natural.
Las carpas, los circos, iban más allá y nos ofrecían a los animales desde otra perspectiva, haciendo piruetas, dando maromas, mostrando inteligencia en actos breves; los animales salvajes, los grandes felinos para ser exactos, siendo amaestrados y obedeciendo órdenes.
En México existe una cultura aún más antigua y más arraigada de entretenimiento con animales, me refiero a las peleas de gallos y a las carreras de caballos, con ellas ha sido reconocida la “mexicanidad” en el mundo, ya que es muy mostrado este tipo de entretenimiento, al igual que las corridas de toros, que aunque no son de origen mexicano, tuvieron gran auge en décadas pasadas en nuestro país.
La charrería, en junto con el mariachi y el tequila, son el actual símbolo de la mexicanidad. La charrería, en sus múltiples faenas, nos muestra el dominio del hombre sobre las bestias y ha sido entretenimiento por siglos en los más apartados rincones de nuestro país.
En México, de algunos años a la fecha, la legislación sobre vida silvestre ha sufrido diversas reformas y adiciones, impulsadas estas por los grupos que actúan en defensa de la vida de los animales. Una reforma de gran trascendencia llevada a cabo por los senadores de la República, a la Ley General de Vida Silvestre, tuvo lugar el 26 de enero de 2015, mediante las cuales, a partir del 8 de junio de 2015, se prohíbe el uso de animales silvestres, terrestres y marítimos, en circos y/o espectáculos itinerantes.
En la Ciudad de México se prohibió la utilización de animales en circos y espectáculos con reformas a la ley para la celebración de espectáculos públicos de la Ciudad de México desde 2014, el problema ahora, y lo estamos viendo en diversas noticias, es que no se legisló razonablemente, ya que la confinación de estos animales que generan un gasto fuerte para sus dueños y ya no producirán una ganancia monetaria, están muriendo, abandonados o enfermos ya que la iniciativa misma de esta reforma no contempló de manera real esta problemática, y aquí cabe una pregunta muy personal ¿se prohíbe con la ley que exploten a los animales y con esto evitar los considerados “maltratos” hacia ellos, pero ahora que están muriendo abandonados no hay problema? ¿Es acaso esto lo mejor que se pudo hacer por estos animales?
Dejando por un momento lo relacionado a los animales silvestres o salvajes, pensemos un poco en los animales domésticos, a los cuales estas reformas dejan al margen.
Desde mi punto de vista, creo que aquellos que “defienden” la vida animal, no se preocupan por saber de dónde proviene la carne o los productos derivados de los animales que esos “defensores” consumen diariamente.
En su libro Tauroética, Fernando Savater (2010) trata el punto de la prohibición de las corridas de toros en la provincia de Cataluña, España, y, desde el punto de vista muy preciso, trata el planteamiento clave sobre los que están a favor y en contra de esta medida, ya que quienes están a favor de esta prohibición, argumentan que las corridas de toros es un espectáculo cruel y brutal, residuo de lo peor del pasado de ese país; mientras que los que están en contra de esa prohibición argumentan que es una manifestación artística de pura raigambre española, es decir, de arraigo en la cultura española. Savater (2010) también está en contra de la prohibición, pero en su libro expone que no es una cuestión folclórica o sentimental, sino filosófica, ya que quienes están a favor no lo hacen por razones estéticas ni dudan que sean tradicionales, lo que cuestionan es su moralidad.
Según el autor, la postura ética de quienes están en contra de estos espectáculos, pasan por alto formas más graves de maltrato a los animales, por lo tanto, según él, esta postura es contradictoria. Hago cita de un pasaje de su libro:
si lo que nos preocupa es el sufrimiento de los animales, el verdadero problema está en los millones y millones que criamos para comernos y llevarnos al matadero, no en los cientos de toros inmolados en las plazas. La auténtica punzada para ciertas sensibilidades morales debe provenir en primer término de que somos carnívoros, no de que somos aficionados a los toros.
… y mientras no se afronte el caso de las granjas avícolas y los mataderos municipales, el cañonazo de la buena conciencia contra la línea de flotación de la fiesta taurina sigue siendo fogueo.
En este sentido, cabe aquí una pregunta ¿hasta dónde llega la verdadera preocupación del hombre por el sufrimiento de los animales?
Como lo relataba al principio, esta misma cultura de entretenimiento con los animales, en la historia de la humanidad ha venido casi a la par con la necesidad de alimentarnos de ellos. No podemos negar que la carne de muchos de estos animales y los productos derivados de ellos, en el caso de nuestro país, son considerados parte de la canasta básica, necesarios para el buen desarrollo de nuestros hijos y de nosotros como adultos: paradójicamente, los considerados animales domésticos, quedan exentos de la reforma.
Uno de los principales argumentos de Savater (2010) en torno a la moral, y que sería materia para debate, es el siguiente: “Quien se complace en el sufrimiento de los animales no viola una obligación moral con ellos, que no existe”.
El hecho de Savater afirme que no existe una obligación moral desde su punto de vista del hombre para con el animal, nos da a entender que, hasta cierto punto, para el ser humano la moral aplica sólo en los casos convenientes.
En otro de sus libros, Ética para Amador, un ensayo escrito para su hijo, algo así como un manual de ética, donde toca los temas de conciencia y responsabilidad moral, el autor nos dice:
Entre todos los saberes posibles existe al menos uno imprescindible: el de que ciertas cosas nos convienen y otras no. No nos convienen ciertos alimentos ni nos convienen ciertos comportamientos ni ciertas actitudes. Me refiero, claro está, a que no nos convienen si queremos seguir viviendo. Si lo que uno quiere es reventar cuanto antes, beber lejía puede ser muy adecuado o también procurar rodearse del mayor número de enemigos posibles. Pero de momento vamos a suponer que lo que preferimos es vivir: los respetables gustos del suicida los dejaremos por ahora de lado. De modo que ciertas cosas nos convienen y a lo que nos conviene solemos llamarlo “malo”. Saber lo que nos conviene, es decir: distinguir entre lo bueno y lo malo, es un conocimiento que todos intentamos adquirir.
Y añade:
A diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos, que es algo que a los castores, las abejas y las termitas no suele pasarle.
Esto es, que en opinión del autor, a diferencia del hombre, los animales no tienen intereses, sólo necesidades e instintos que se fueron acuñando a lo largo de la evolución, pero no intereses. Para Salvater (1991), un interés es algo que se elige, y como los animales no tienen opción de elegir, por consecuencia no tienen intereses.
Desde mi punto de vista, es debido a este existente interés humano, que la moral, con relación al maltrato y sufrimiento animal, queda dividida según nuestra conveniencia, pero más aún, según nuestra necesidad, ya que gracias a la explotación de infinidad de especies animales, podemos alimentarnos, vestirnos, calzarnos; aprovechar diversos utensilios, disfrutar de mejoras en la salud, para lo cual la moral lo acepta, argumentando una necesidad, pero me pregunto ¿por ser una necesidad justifica el sufrimiento de estos animales y lo que no es una necesidad no lo justifica? Si es así, entonces no se trata más que de poder justificar nuestro interés, algo muy común en los seres humanos.
Según la Fight Against All animal Cruelty in Europe (FAACE), fundada en 1987 y que actualmente lleva a cabo campañas para detener la tortura y muerte de los animales en el entretenimiento, uno de sus argumentos es que estos animales no tienen la capacidad de elección, lo cual no está bien, por ello yo pregunto ¿tienen capacidad de elección los animales domésticos, de los cuales consumimos sus derivados? ¿Elegirán la vaca o la gallina que su leche o sus huevos sean consumidos por el hombre? Cuestión de moral.
Luchar en particularidades sin atender las generalidades a fondo, es sólo lucrar con el pensamiento de las personas, es decir, mientras no aceptemos que hay animales que son necesarios para nuestra supervivencia, y que para satisfacer esas necesidades estos animales tienen que ser sometidos algunas veces –por situaciones del proceso ya que somos millones de consumidores– a maltratos o crueldad, seguirá existiendo esta doble moral, la cual buscará la salida más fácil o que no afecte nuestra supervivencia, juzgar parte de la problemática, como lo es el entretenimiento con los animales, legislando, prohibiendo, en lugar de trabajar por garantizar un trabajo para que ésta se lleve a cabo penalizando los maltratos debidamente.
Para nuestros legisladores es más fácil prohibir que buscar soluciones que realmente sean acordes a nuestro comportamiento o necesidades.
Es muy importante salvaguardar las especies del planeta, pero es más importante que entendamos que mientras seamos una sociedad que tienen niños pidiendo limosna, siendo maltratados y muriendo en la calle, no creo que seamos los más indicados para defender otras especies, cuando no podeos defender la nuestra.
Bibliografía
-Savater Fernando (2010), Tauroética, España, Editorial Turipal.
-Savater Fernando (1991), Ética para Amador, Barcelona, Editorial Ariel.
FAACE (1987), -www.stopfunkilling.org/FIGHTS-AGAINTS-CRUELTY-TO-ALL-ANIMALS.html, fecha de consulta: 21 de abril de 2015.