Titanio

Indagar en lo más oscuro es estar dispuesto a quemarse en seis o siete grados,
la quintaesencia no se colorea por sí sola ni dispone de fotosíntesis o algún mecanismo de auto-alimentación.
Sentado en el tren, mientras al chico de al lado le tiembla la pierna,
recuerdo el pulso sudoroso de un chicloso placer que masticamos al ritmo del colchón;
las pupilas caóticas, los colores ausentes,
las caricias constantes, los recuerdos presentes,
las jugadas probables, los paisajes mentales,
las fumadas restantes, los idóneos sobrantes,
las directrices etéreas, los ángulos perfectos,
las placenteras tragedias, los ejes expuestos…

Porque si el perro no estuviese encadenado, habría salido disparado desde su correoso y eterno hacinamiento. La victoria era el humano, la sangre hervía en dirección carnívora, hueso que sin duda se masticaría con mucho estrés.
“Mi rabia será la gangrena de su garganta”.
Los nudillos han lijado la pared que les limita,
la guerra me quitó la sonrisa y apretó mi quijada,
eliminó los rencores al invertir las visiones,
volviste a la realidad,
y ahora eres
lo que no solías ser…
Voces horizontales, verticales, diagonales,
una enchilosa biopsia craneal, lobotomía quimérica,
disonancia cerebral, simbiosis misteriosa,
matices más intensos, ilusiones puntiagudas,
desmotivación persistente, ansiedad sin origen…
Una cuerda áspera trepa y rosa la entrepierna,
un diente encarnado en la tráquea que se hunde en el lodo,
un violento enfrentamiento controla mis oídos,
escalofríos sudorosos con mareos y delirios,
comezón bajo el esternocleidomastoideo,
congestión muscular, contracción esquelética,
paranoia excesiva, urticaria genital, ladrillos en la uretra…

El último brillo del sol viajó para susurrarte:
“Todas las lunas que encendiste, cargabas mis sueños de combustible, ahora dejo de quemar, porque ya no me deseas”.

 

 

Luis Isaac Lamas Estudillo
Preparatoria del Centro Universitario UTEG Américas
Publicado en la edición Núm. 12