Yazco donde siempre,
permitiendo que el tiempo
a mis ilusiones ahuyente
con un par de tristes versos.
De mis botas salen raíces,
O quizá sean gusanos,
botados de mi putrefacto pie,
y decorando el cuero agrietado.
La boca me sabe a hierba,
así como tus besos supieron
la noche que tatué tu nombre
en el fondo de mi consciencia.
Tus piernas han dejado
a mis hombros llenos de llagas
que me he empeñado en mantener
a costa de muslos prestados.
No sé en qué puto día vivo
y no me interesa saberlo,
aunque ruego porque sea
noviembre, para despertarte
y saber que aún existen
razones para seguir vivo.
Adolfo González Vega
Preparatoria 7