Mi relación con el espejo es voluble,
cambia según mi sentir,
se modifica si el sol brilla
o si el frío quema.
Aunque siempre mis ojeras
impiden que mi vista se nuble.
Las manchas oscuras
representan a mi abuela,
significan mis tíos y tías,
son el futuro de mis primas,
son parte de mi padre
y forman mi persona.
Relatan la historia
de mi paterna familia.
Mas no son solo por herencia,
pues describen mis desveladas,
a veces por tristeza que atropella,
en ocasiones por felicidad abrumadora.
Están por mis lágrimas nocturnas,
dedicadas a mi piel bronceada,
a la cara asimétrica,
a la grasa pesada,
a la cintura grande
y al pequeño busto.
Son el bello cuento
de la vil dismorfia corporal.
También están por mis risas ahogadas,
en medio de la simple noche,
ocasionadas por un capítulo más
dentro de mi lectura,
por un capítulo más
de mi serie favorita,
o por simplemente no desear soñar.
A mis queridísimas ojeras,
me comprometo con ustedes
a ya no cubrirlas con maquillaje,
por respeto a su valor vivo.
Daniela Itzel Esparza Huerta
Preparatoria 19