Rodríguez se volvía a despertar, se alistaba, iba al trabajo, terminaba, regresaba y dormía. Como siempre, repetía rutina:
Despertar, alistarse, trabajar, regresar y dormir.
Despertar, alistarse, trabajar, regresar y dormir.
Despertar, alistarse, trabajar, regresar y dormir.
Despertar, alistarse, trabajar, regresar y bajar al bar para beber algo en solitario.
Se había puesto a pensar en su básica vida; en la repetición rutinaria, en la repetición, la repetición… Se hartó, subió al departamento, puso un arma en su boca y, presionando el gatillo, impregnó de sus sesos la pared.
Entonces despertó, se alistó, trabajó, regresó y volvió a dormir como todos los días.
René Flores Ortiz
Preparatoria de Jalisco