Estoy reservando dolorosas memorias
tras la amenaza de un atroz torbellino.
Removiendo
los íntimos lazos que guardo
con tu cariño arbitrario.
Ya lo sabía,
había simulacros saliendo del teléfono
justo después de cada una de tus despedidas.
Siempre los derribé con cerveza…
aún no te marchas,
aún no…
sigo escuchando tus recurrentes llamadas
a mediodía
en las esquinas del sillón.
¿Qué hago con ellas?
Te alejas,
pero te quedas,
para joderme la cena.
Ángel Camaño Andrade
Preparatoria 2