Luna María Cueva García
Preparatoria Regional de Ciudad Guzmán
En el ardor que calcina mi pecho
huyo de un fin eventual
en que seamos llamas extintas
y no seas más que un recuerdo
que no puedo discernir de un sueño.
En la agonía de mis viejas costumbres
alargo las noches
fragmentando memorias de dos
de hojas con la tinta fresca.
Lloro a las cenizas
mientras las brasas me queman los ojos
y recelo de la sequía
en un cuerpo que es tormenta.
Tu llamar es un lamento lejano
cuando estoy en la mar,
repudio tu canto de sirena
para evitar la galerna
a medio verano.
A mi alrededor hay un refugio
de siete pisos
sin ventanas ni puertas,
sus cimientos sobre paja
humedecidos por mi sangre
se derrumban
y veo el techo caer sobre mí
en
cámara
lenta.
Llega antes
la mano que tiendes,
me acurruco en el suelo
a esperar la caída
y dejo perderse tu imagen
entre los restos.