En el cielo nocturno de esta nostalgia te he esperado,
A ti, perseida, que ilumina efimeramente sobre mi tierra,
Mantengo la esperanza de tu luz iluminando la soledad del bosque.
A ti, por quien las aves dormidas despiertan para admirar tu grandeza,
A ti, mi perseida perdida, a ti que con miedo te resguardó en lo profundo de mis ríos,
a ti que vas de paso sobre mi espacio y lentamente vas arrasando conmigo y mi naturaleza.
Querido polvo de estrellas, derrama sobre mí tus lluvias de llaneza,
destruye las malezas a tu paso e irrumpe en las noches de tristezas.
Ojalá pudieras admirar de la misma manera mi naturaleza,
Pero tu paso es rápido y tu recuerdo es eterno.
Si pudiera conservar tu brillo, te llevaría desdeño.
Soy una tierra de huracanes y glaciares,
mantengo en mi oleaje los secretos del pasado
para en el viento soltar las caricias que el dolor me ha dejado.
Las heridas en mi sanan como las huellas en la arena,
pero los sueños por sí solos hablan
y en las noches sin luna de repente estallan.
Sé que no te puedo conservar en mí,
que en algún momento tendré que dejarte ir.
No eres mío y jamás lo has sido.
No puedo evitar quedar en oscuridad cuando tu luz se va,
pero un amor que se convierte en odio pesa más, que aquel amor que nunca logró pasar.
Así que con los mares desbordados te miraré alejado, porque sé que mirarás por última vez a esta
tierra,
aquella que en ella te dejo dibujar estrellas..
Alexandra Elizabeth Ornelas López
Preparatoria de Tonalá