Corría por el extenso bosque, sintiendo el viento golpear mi rostro, la adrenalina por todo mi cuerpo. Jadeé para recobrar el aliento y seguí corriendo. La oscuridad de la noche pudo haber cegado mi vista; sin embargo, veía todo claramente, era impresionante. Sentí la tierra enterrarse entre mis garras, la luna en lo alto (admiro cómo me convertí en su hijo), eso fue el inicio de una nueva era.
Daniela Alejandra Flores Larios
Preparatoria 22