Ella es mi compañera, está dentro de mí las 24 horas del día.
Cada mañana me levanto pensando diferentes formas de pelear con ella o de solamente evitarla. Pero me es imposible.
Ella es mi eterna acompañante en la escuela, en el trabajo y especialmente en mi hogar. Sus pequeñas bromas me cuestan mi estabilidad.
Presiento que acabará conmigo muy pronto. Estoy cansado de luchar, yo solo deseo mi felicidad.
¿Ganó nuestra batalla? Recibí la oscuridad eterna como una vieja amiga; ella ha salido victoriosa. Solo espero que mi familia pueda resistir mi inesperada partida hacia la luz.
José Eduardo Rodríguez Gallegos
Preparatoria 8