Dorian Hernández Vázquez*
Uno pensaría que, mientras más viejo se va haciendo, le van interesando problemas acordes a su edad. Pero de ser cierto esto, todas las personas de la misma edad reflexionarían sobre problemas similares. Estas hipótesis son fáciles de poner a prueba; basta con mencionar en un salón de clases de bachillerato los temas que al profesor le preocupan. Si notara que los alumnos no están enterados, la afirmación se cumpliría. De igual modo, si les preguntara a los alumnos sobre sus temas de interés, es posible que el maestro no tuviera idea de ellos o una muy vaga.
Cuando trasladamos la cuestión a la investigación filosófica, la cosa empeora. Los problemas filosóficos son muy curiosos; por un lado, pueden coincidir entre investigadores porque alguien los puso de moda. Quizás, hubo un autor con ideas y argumentos lo suficientemente fuertes para mover la reflexión hacia una dirección. Por otro lado, cada quien trabaja sus temas de interés, y las discusiones filosóficas pueden versar en persuadirnos sobre cuáles son los problemas relevantes. Pero, nuevamente, los temas encuentran pensadores según el criterio de la edad. Sin embargo, está sucediendo algo a lo que debemos prestar atención: los problemas coinciden sin importar el criterio ni la edad; es decir, estamos reflexionando sobre las mismas cuestiones. ¿Por qué? ¿Qué ha pasado que en todos los niveles educativos y de investigación existe un interés generalizado sobre temas tan similares?
En los siguientes ensayos filosóficos notaremos esta intuición. Por ejemplo: Ander Santos Ponce sostiene que, en la actualidad, no tenemos la posibilidad de ejercer nuestra voluntad. La publicidad capitalista, el internet y los algoritmos, nos despojan de la ilusión de practicar la voluntad consciente y, para ser libres, debemos dominar el conocimiento y la voluntad. También, Danna Sánchez Robles afirma que, si nos preguntamos si es necesario que el arte tenga un compromiso social, es muy probable que la respuesta sea no, y pone muchos ejemplos de ello. El arte es un medio para representar la realidad, el cual es valorizado según ciertos valores éticos; por lo tanto, el arte tiene el objetivo de darle mantenimiento a la cultura y a la historia. Por último, Alexis Martínez Benítez nos dice que vivir en un mundo consumista ha robado nuestra identidad y ha mercantilizado lo que somos, nos hace ajenos a nosotros mismos. No somos lo que consumimos ni lo que participamos del espectáculo. La autenticidad es posible si nos resistimos al consumismo.
*Licenciado en Filosofía y maestro en Estudios Filosóficos por la Universidad de Guadalajara, es profesor en la Preparatoria de Tonalá desde 2015. Imparte las asignaturas de filosofía y ética, así como la de comprensión de la ciencia.