Lirios

Sandra Addaí  García Pérez . Regional San Juan de los Lagos

El campo de lirios azulados se extendía más allá  de la vista, un océano de tranquilidad que contradecía la tormenta que llevaba dentro.

Mientras lentamente me arrodillaba junto al cuerpo inerte de mi padre, me pregunté si él alguna vez había contemplado la belleza de este lugar o si su corazón estaba tan marchito que ni siquiera los lirios podrían conmoverlo…

Mis manos aun temblaban, no por el peso de lo que había hecho, si no por el alivio que sentí al saber que el mundo finalmente estaba libre de su presencia. Durante años, soporté su crueldad disfrazada de “paternidad” matando lentamente cualquier vestigio de esperanza que quedara en mi alma, pero… ¿Y ahora?, todo había terminado, aquí en este campo de lirios, su vida se apagó como una vela en medio de la noche. Había soñado tantas veces con este momento pero la realidad era mucho más dulce de lo que jamás podría haber imaginado. Con cada respiración el aire se vuelve más ligero, más puro. Como si los mismos lirios estuvieran agradecidos por la sangre derramada.

No siento culpa, ¿Cómo  podría?, ¿Por qué lo haría?

Aquí entre los lirios, su maldad se desvanece, se convierte en nada. Y yo, por  primera vez en mi vida puedo mirar al horizonte y sentir libertad. Abro lentamente mis ojos y siento cómo ese tranquilo campo de lirios se desvanece reemplazado por las paredes de la realidad, las paredes de esa casa oscura ahora iluminada por las luces rojas y azules que parpadean a través de la ventana permitiendo vislumbrar  mis manos manchadas de sangre…

No siento miedo, a cambio siento una profunda paz acompañada de una sutil sonrisa tirando de la comisura de mis labios. 

Puente
Cinthia Karina García Ledezma
Preparatoria Regional de El Salto