Moriste en mayo,
¿lo recuerdas?
Vivías muda,
en el letargo amorfo
de este amargo sofá.
El mundo, asido
en la endeble ventana,
era el espejo agónico
de tu niñez lejana, inerme.
Mirabas el pino
y mirabas la niña
que gozó el otoño,
que exorcizó al futuro
y a sus fugaces demonios.
Niña que fuiste,
que jamás volvió.
El rumor de la metástasis
invade los pasillos
de esta vieja casa,
que se viene abajo
al compás del recuerdo
que mis manos y mis labios
guardan aún de ti.
Te fuiste sin hacer ruido,
sin pelear más de la cuenta.
Has vuelto, amor.
Me miras, aferrada
a los escombros mohosos
de esta madera ya vencida.
Vives, anclada a un
mundo que jamás fue tuyo.
Leonardo Miguel Gutiérrez Arellano
Preparatoria Regional de Santa Anita
Publicado en la edición Núm. 12