Lana

Afonía. Sergio Toscano Aceves. Preparatoria Regional de El Salto.

A Lana le gusta tomar mi mano cuando vamos hacia la heladería a comprar nuestro postre favorito cada viernes después de la escuela. Ella cree firmemente que el helado de vainilla cura un alma cansada luego de una ardua jornada escolar. A mí… a mí me gusta cómo se preocupa por ayudarme a siempre estar feliz.


También le gusta coleccionar las hojas secas de los árboles que yacen en el suelo para después pegarlas en su libreta favorita y decorarlas un poco. Ella afirma que, a pesar de estar secas, nunca dejan de estar vivas. A mí… a mí me encanta ver lo emocionada que llega a estar al terminar sus collages de naturaleza marchita.


A Lana le fascina ir al parque que está a unas cuadras de su casa y lanzarse al césped para admirar el cielo azul sobre nuestras cabezas. A mí… a mí se me acelera el corazón cada que se recuesta en mi pecho y me pide que la abrace para después mirarme con sus ojos avellanas con toques rojizos.
A Lana le gusta escribirme pequeñas notas con dibujos de flores para divertirme en clase de Historia, porque sabe que la detesto. Y yo… yo agradezco esos pequeños detalles que me hacen sonreír.


Nadie puede negar que el tiempo que pasamos cerca es demasiado, pero no quiero alejarme ni un segundo de ella. Lana es magnífica, en todos los sentidos posibles, es tan adorable y peculiar al mismo tiempo, y siempre busca el lado positivo de todo. Lo hizo incluso cuando mi hermana falleció hace un par de años. Me ayudó a ver que, así como las hojas marchitas, mi hermana nunca dejará de estar viva para mí.


Recuerdo cómo hace unos días nos encontrábamos en el sillón de su casa mirando una película. No podía dejar de asombrarme con la forma en la que se metía en el filme, sin importarle el género de éste. Tampoco puedo alejarme de todas esas llamadas nocturnas acompañadas de su receta especial de té y sus leves ronquidos cuando se duerme al teléfono. Sé que lo nuestro es complicado y un poco arriesgado. Sé que no la merezco y que debo mantener mis sentimientos en secreto. O al menos eso pensaba hasta que ella me besó en el patio de la escuela con todos observando. Quisiera demostrarle a todos lo mucho que la amo y la fortuna que tengo al poder besarla.


Lana es la chica de mis sueños, la niña a la que amo desde hace años, y yo… yo soy su mejor amiga. Y a mí, a mí me gusta Lana.
 

Rubí González Orizaba

Escuela Vocacional