Hagamos una miniatura del mundo
esta vez olvidando la sangre
y las matanzas
tan diminuta
que la geografía de las carreteras
tengan el tamaño
de las arrugas
de la comisura
de tus labios.
Pero que sea
tan concisa e idéntica,
que podamos vernos contemplando al mundo.
Hagamos un idioma nuevo
donde hablen los ojos
y así escribirnos poemas espontáneos
y sonetos en miradas
y así guardar las palabras más hermosas
en recuerdos y no en papeles.
Hagamos un puente alto
por encima de todas las trivialidades
para después lanzarnos de clavado
y darnos cuenta de que sin ellas no seríamos lo que somos.
Hagamos que un segundo se arrastre, que se detenga y dure
hagamos algo
construyamos la miniatura del mundo y cambiémoslo,
aunque se incline y se caiga.
Aranzazú de León Vázquez
Preparatoria 13