
No puedo ver. Todo a mi alrededor es oscuridad.
He perdido la noción del tiempo. No recuerdo cuándo fue la última vez que vi la luz del día. Tampoco recuerdo qué fue de mis amigos, mi familia, ni mis compañeros de clase, mucho menos del mundo.
Las únicas preguntas que no dejan mi mente me carcomen por dentro. ¿Alguien está buscándome? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que me llevaron? ¿Por qué me hicieron esto? ¿Cuándo me dejarán ir?
Tengo muy pocos recuerdos desde que me llevaron ese día de invierno, fue hace mucho tiempo atrás, o al menos así se siente. Lo único que recuerdo desde ese día es la oscuridad. Puedo escuchar algunos murmullos de vez en cuando, pero nunca logro comprender lo que dicen.
Extraño tanto a mi familia, a mis amigos, incluso a mis compañeros de la universidad, a pesar de que no nos lleváramos muy bien. Extraño tanto a Olivia, a esa hermosa chica castaña que era mi todo…
Aún me pregunto si Olivia todavía me quiere, si sufrió con mi partida, o si sigue esperando que me liberen para poder estar juntos de nuevo. ¿Logró ser la bailarina exitosa que siempre soñó? ¿Pudo viajar a Francia como siempre quiso?
Está fuera de mi comprensión por qué me llevaron a mí. ¿Por qué lo hicieron? ¿Qué es lo que quieren? ¿Cuál es el motivo por el que me tienen en esta oscuridad? ¿Por qué aún no me liberan? ¿Por qué me arrebataron mi vida?
Sigo sin encontrar la respuesta a alguna de esas preguntas, ya no puedo continuar más aquí, no puedo seguir así. Mi mente me está matando, ya no pienso con claridad, no puedo ni formular una respuesta para mantenerme tranquilo. Quiero irme de aquí, sólo quiero irme.
Pero no puedo. No puedo ver, ni escuchar, tampoco me puedo mover. Ni siquiera soy capaz de hablar. Solo escucho las torturas que mi propia mente crea para mí. Ya no puedo con esto.
Trato de gritar, pero nada sale de mí.Trato de moverme, pero no lo logro. Busco una salida, pero no puedo verla.
Trato de escuchar algo de lo que dicen los murmullos…
…y es una canción.
Una canción de los años 1950, tal vez.
Mi mente colapsa de emoción, por fin puedo distinguir algo. Intento de nuevo, pero sigo sin poder ver. Intento de nuevo, pero aún no puedo hablar. Intento de nuevo y ahora me pude mover.
La felicidad me invade de lleno, mis sentidos estaban despertando, por fin lo hacían. Me muevo un poco, siento que un peso me impide moverme con libertad. Forcejeo para tratar de liberarme, no paro hasta sentir que lo consigo. La canción aún no se termina, puedo escuchar ese ritmo característico de la época. Siento que poco a poco me pongo de pie. Ahora mismo podría llorar de alegría.
Estiro mi mano y logro tocar mi rostro. Mi mano tiembla, llena de nerviosismo causado por la descarga de emociones y sentimientos que estaba sintiendo. Una pequeña risa se escapa de mis labios involuntariamente y no puedo sentir más euforia ahora.
Puedo hablar.
Me cuesta unos segundos acostumbrarme a la habitación tan iluminada. Cuando mi vista se acomoda a la iluminación, puedo reconocer la habitación en la que me encontraba. Era la mía. La cama continúa donde mismo, tan desordenada como la recuerdo. El escritorio está a mi lado, impecable, el pequeño estéreo que siempre usaba está sobre el escritorio, apagado. Miro mis manos y son más grandes de lo que recordaba. Incluso yo soy más alto, mi complexión es delgada, más de lo que esperaba. Siento mi rostro, mis labios, mi nariz, mis ojos…
Mis ojos no están cubiertos.
Comienzo a asustarme, ¿qué está pasando? ¿En dónde había estado? ¿Qué me sucedió?
Miro al frente y puedo ver a la persona que estaba tocándome. Es Olivia. Ella me mira con cautela, intriga y un poco de miedo. La miro sin poder creerlo. Después de todo este tiempo, aquí está. Ella me sonríe un poco y yo no puedo con la sorpresa. ¿Qué está sucediendo?
—¿André?, ¿eres tú?
Su pregunta me descoloca de inmediato, ¿cómo que si soy yo?, ¿tan diferente luzco?
—Sí, por supuesto, ¿qué sucedió? No entiendo nada.
Su rostro se suaviza y ahora me mira tranquila y con algo de pena.
—¿No recuerdas nada?
—No, nada.
—Bienvenido a casa, te extrañamos.
—¿A qué te refieres?, ¿qué está sucediendo? Necesito que me digas, por favor.
Mi desesperación es clara, estaba a punto de volverme loco. Nada parecía tener sentido. Todo se veía tan irreal, ¿en dónde había estado?, ¿qué significa todo esto?
—Respira, ya todo va a estar bien, estás recibiendo ayuda desde que tus otras personalidades aparecieron. La doctora nos explicó que algún día saldrías tú. Todo está bien. Estaremos bien…
Rubí González Orizaba
Escuela Vocacional