“Yo soy amigo de la hermana de un señor
que no vino a la fiesta”
Chava Flores
Según el Diccionario de la Lengua Española de la RAE, invitar es “llamar a alguien para un convite”; instar cortésmente a compartir alimentos y bebidas en compañía de otros. No es extraño, entonces, que la palabra invitación nos haga pensar, a la mayoría de nosotros, en una fiesta.
Para los mexicanos el mundo es festivo. “Todo es ocasión para reunirse. Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la marcha del tiempo y celebrar con festejos y ceremonias hombres y acontecimientos”, dice Octavio Paz. Y esta tendencia bien podría dotar a nuestra imaginación y sensibilidad de habilidades para captar algunas sutilesas del poema.
Los versos, como las celebraciones, tienen distintos ritmos y sonoridades. Los hay serios y cordiales, sarcásticos y ponderados, de apariencia ligera o con momentos filosóficos, íntimos, revolucionarios y, no podrían faltar, hasta agresivos. Para diferentes lectores en distintos tiempos y lugares. Versos para compartir con los más íntimos o para repartir la alegría de su encuentro por las redes sociales.
En todos ellos, lo más importante es la reunión con otro que es al mismo tiempo nosotros. El encuentro en el que somos a la vez sujeto y objeto en el baile de las palabras. “La poesía es la alegría –la dicha- del lenguaje”, señala Wallace Stevens; la fiesta a la que, convidados o no, todos podemos asistir.
Darío Carrillo*
Publicado en la edición Núm. 11
*Darío Carrillo (Guadalajara, Jal., 1972) estudió la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas, en la UV, y la maestría en Estudios de Literatura Mexicana, en la UdeG. Recibió menciones honoríficas en el área de poesía en los Juegos Florales de Lagos de Moreno 2004, Juegos Florales de Lagos de Moreno 2008 y en los Premis Literaris Grau Miró 2008; obtuvo el Premio Ramón Rodríguez de Poesía en el 2005 y el tercer lugar en el Premio Nacional de Narrativa Mariano Azuela 2016. La Universidad Veracruzana publicó su poemario: Knock Out.