En esta extraña época se pone a prueba la esperanza; pulsa la necesidad de sentir sorpresa o algo que nos conmueva o nos haga apreciar la belleza a través de la narración. El arte de saber contar historias para comprender la condición humana o hacer un encuentro cotidiano con muchas vidas; despertar la capacidad del recuerdo para emocionarse o comprender la complejidad del mundo en ciertas situaciones o circunstancias, que llevaron a los protagonistas de una historia en momentos decisivos a convertirse en el antihéroe o villano o la regeneración de su vida ante el sacrificio, el engaño o su propio esfuerzo.
Las historias bien contadas, como lo hacen nuestros jóvenes participantes en la revista Vaivén, nos hacen caminar en el tiempo y el espacio, recrean los más locos escenarios para vivir y con ellos las experiencias que modificaron el sentido de su vida percibir, nos dan una visión sublime de la realidad, convirtiendo cada hoja de papel en muchos mundos o universos, donde los actores principales son tan diversos como ricos en sus características y motivaciones para ser o existir.
Son ligeras migraciones a la intimidad de su imaginación enriquecida por colores y aromas que impresionan nuestra lectura, con ello comprobamos que no hay una edad específica para ser un buen tejedor de ficciones. Sus experimentos narrativos nos dejan a veces sabores agridulces por la crudeza de la temática, pero también nos impresiona la madurez para tratar asuntos trascendentales que afectan su manera de representar el dolor, la felicidad, el placer o el amor, la vida y la muerte.
Asimismo, nos dejan en claro, a través de su cosmovisión referida, que el reto de un adolescente no es la edad sino abrirse paso en este mar de información, la posibilidad de no confundirse con su voz original o no dejarse llevar por los cantos de las sirenas sin dejar en claro lo que quieren decir, no sólo para ser sino también para legitimar su existir, el mismo Lovecraft nos dice en su ensayo “El horror sobrenatural en la literatura»:
…Los genuinos cuentos fantásticos incluyen algo más que un misterioso asesinato, unos huesos ensangrentados o unos espectros agitando sus cadenas según las viejas normas. Debe respirarse en ellos una definida atmósfera de ansiedad e inexplicable temor ante lo ignoto y el más allá; ha de insinuarse la presencia de fuerzas desconocidas, y sugerir, con pinceladas concretas, ese concepto abrumador para la mente humana: la maligna violación o derrota de las leyes inmutables de la naturaleza, las cuales representan nuestra única salvaguardia contra la invasión del caos y los demonios de los abismos exteriores» (1999).
Es, entonces, una constante presentada a través de sus textos la catarsis de sus emotivas letras, proporcionadas por la escritura creativa de estos jóvenes escritores, seres sensibles ante el legado de los autores que les han dejado una presencia en su quehacer literario, descubriendo lo mejor de la humanidad cuando se destruye el caparazón que esconde tanta abundancia de historias bien contadas.
Óscar Daniel Gómez Mendoza *
* Novelista y dramaturgo, estudió la licenciatura en Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara. Colabora en el Sems en el área de Difusión y Extensión desde el 2018. Ha impartido clases de inglés y español, así como diversos talleres de creación literaria. En 2018 dirigió la obra de teatro Toska y en 2019 Celestiales, obras escritas por él mismo.