Estaba tomando mi café cuando vi la aterradora silueta de una dama con largos cabellos al fondo de la habitación. Yo no le temía a los fantasmas.
—¡Chúpame ésta! —le grité, agresivamente.
Y efectivamente, me la chupó; pero ya muerto uno no siente placer.
Jesús Misael Chávez López
Preparatoria 9