Ana Paula Peña Pérez
Preparatoria 15
Hay un lugar a lo lejos,
en el que me gusta esconderme,
un lugar amable, tibio,
que me refugia cuando mi entorno es frío.
Desde ese lugar,
veo la tempestad,
a través de una pequeña ventana,
y me hace sentir segura.
Pero el lugar no es del todo perfecto.
Mientras más tiempo paso ahí, más pequeño se vuelve,
actúa como si se hartara de mi estancia.
Si me descuido, puede sofocarme a muerte.
¿Será más fuerte la tempestad de afuera
o la presión de adentro?
No puedo darme el lujo de adivinar,
no puedo darme el lujo de esperar.
Expectativa
Volteo hacia abajo, la dirección a la que, por lo regular volteo,
veo mis pies, mis manos, cada vez que los veo son diferentes,
diferentes líneas, diferentes formas
esculpidas por diferente viento y con diferente peso.
Camino, y mientras más camino,
mis manos y pies se hacen cada vez más pesados,
siento que en cualquier momento el suelo frágil se romperá,
a pesar de que miro hacia abajo, no hay suelo;
miro hacia arriba, no hay techo.
Mis hombros se sienten desgarrados, mis piernas cansadas,
¿Puedo seguir caminando?
No puedo ir más abajo o más arriba,
solo puedo ir adelante,
un camino fijo y claro, pero que nunca cambia.