Estamos en cautiverio. Es un pensamiento que antecede al tedio de la vida, al cuestionamiento del tiempo perdido que parece huir de nuestras manos con cada respiro que damos; un tiempo que ha dejado de tener sentido donde todo lo que es ha sido y todo lo que fue será. En nuestra modernidad donde las emociones han pasado a segundo plano y lo que más importa es el poder adquisitivo, hemos olvido lo importante que es la palabra. En esta se concentra la fortaleza humana de controlar el tiempo, de tomar las riendas de nuestro destino. Es en la palabra donde los jóvenes de este número de Vaivén han encontrado la manera de anteponerse al tiempo, de apropiarse de su voz y hablar de todo aquello que aqueja a su generación.
Esta es una generación desalentada ante las expectativas que el mundo para cernir sobre ella, por la rapidez con la que va el mundo, pero sobre todo que vive angustiada por un tiempo que parece acabarse cuando apenas va empezando. Bajo esta perspectiva, se propone tomar a la poesía como el lugar de seguridad donde alzar la voz, donde las semanas que parecen domingos desaparecen, donde viven los sueños. Es en los versos donde pueden expresar sus ojos que tienen -menos de- veinte años, donde responden a qué es la poesía a través de su contexto. Aunque esta introducción comenzó con un estamos en cautiverio, es la poesía la que nos libera y es la palabra la que hace que el tiempo no sea el perdido.
Es en la lírica donde el cautiverio se convierte en alas, las alas de una generación que está diciendo que lo único perdido son aquellas costumbres que nos ataban a lo imposible y a un molde que ha dejado de funcionar.
Kevin Daniel Beltrán Rodríguez
Estudiante de la carrera de Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara y miembro del Comité Editorial de Vaivén, escribe columnas en el periódico La Gacetita y actualmente está interesado en los estudios de género y la memoria dentro de la literatura.