Los espejos son cristales que reflejan la imagen capturada por el rebote de luz, de ese modo al colocarte frente a uno podrás ver tu reflejo como si fuera otra persona.
Nika Ivanov llevaba tiempo queriendo un espejo para su habitación, pero siempre había pensado que sería una mala idea, ya que sentía que no sólo podía reflejar luz. Ella sentía que un espejo en un cuarto podría ser peligroso. Para ella un espejo podría reflejar algún espíritu o incluso robar el suyo; de cierta manera los espejos le daban algo de terror. A pesar de eso, Nika quiso tomar ese riesgo, de esa manera compró un espejo plano y alargado que reflejaba bien su figura.
El primer día estaba emocionada por su nuevo espejo. Lo colocó frente a su cama al no saber bien dónde colocarlo. Todo iba bien, una, dos y tres semanas pasaron antes de que comenzara un problema para la joven, pues con el tiempo se le comenzó a dificultar dormir. Dormía más tarde de lo normal y a veces no y terminaba rendida en el tren de regreso a casa siendo despertada por un extraño o por el llanto de un bebé.
Mientras más pasaba el tiempo las cosas se ponían más extrañas. La pobre joven sentía una presencia de vez en cuando, incluso llegaba a escuchar su nombre a lo lejos, como si alguien le llamase, a veces pensaba en que se estaba volviendo orate y que tendría que visitar a un especialista, con alguna de esas personas que escuchan los problemas de los demás o con los que medican a los que han perdido un tornillo y corren por los pasillos queriendo cazar dragones como Don Quijote.
Al pasar del tiempo esto no cesaba, al contrario, crecía más y más, de poco en poco. Nika comenzaba a ver de reojo algunas sombras o personas y al voltear no había nadie, y ni hablar de las voces dentro de su cabeza. A veces se encontraba en un lugar público y comenzaba a decir en voz alta que se debía guardar silencio haciendo que la gente rumorara sobre su falta de cordura, pero la verdad es que para ella se estaba volviendo algo inefable de explicar su situación actual. La chica había estado pasando por una circunstancia algo extraña, a veces al despertar sentía que alguien jugaba con su cabello, tomaba una de sus manos o se recostaba a su lado, además ella sentía como si alguien más estuviera en su casa, las cosas a veces se caían de su lugar o se movían de un lugar a otro y en ocasiones se podía escuchar como el bufido del gato venía de otra habitación y al revisar se encontraba el felino solo. Nika llegó a pensar en duendes traviesos queriendo molestarla y otras veces pensaba en fantasmas. Hubo días en los que pensó en llamar a un exorcista. Todo se tornó más extraño un día cuando al despertar y tras estirarse un poco se quedó sentada en la cama con la mirada fija al espejo, en el cual su reflejo (o lo que parecía serlo) le sonreía de una manera extraña. No podía creer lo que estaba viendo, fue una sensación que inundó todo su cuerpo y en cuanto pudo cerró sus ojos un momento y al abrirlos aquel reflejo era normal de nuevo.
Estos sucesos la comenzaban a poner nerviosa y a su vez la inquietaban provocando que no se concretara bien y estuviera atónita la mayor parte del día, ya no estaba rindiendo igual que antes y esto daría a consecuencia problemas en su trabajo y círculo social. Sus amistades ya habían notado que se estaba poniendo en un estado algo grave y algunos de ellos le sugirieron ir a visitar a un psicólogo, pero ella siempre se negaba, incluso su madre, quien recientemente había ido a visitarla, le recomendó ir a un psiquiatra. Ella siempre se negaba o decía que iría después para dejar el tema de lado, cabe destacar que no les mencionó nada de lo que estaba pasando a ninguno de ellos y lo poco que mencionaba realmente no era de mucha ayuda, ya que decía cosas como: «No es nada, tal vez de otro mundo, pero nada que no pueda controlar». «Es como una pesadilla, pero al final las pesadillas terminan». «Quizás mañana me veas luchando con algún molino».
Las noches se sentían largas, sólo se ponía audífonos y reproducía música a un volumen alto para no prestar atención a los sonidos que se producían en la casa, podían ser sonidos ligeros como algún objeto pequeño que se dejó caer o de igual manera un sonido algo aberrante. Nika ya estaba muy paranoica con todo este tema.
Como era de esperarse, la falta de sueño empezaba a obligar al cerebro a desactivar ciertas funciones, Nika cada vez era más impulsiva y lenta en su toma de decisiones, de igual manera dañaba otras partes y causaba pérdida de concentración y un empeoramiento general en la memoria. Esto sólo le generó más problemas, pues el bajo desempeño que daba en el trabajo dio por consecuencia que terminaran despidiéndola. Ahora, sin trabajo, tenía más por qué preocuparse. Se mantenía absorta en quién sabe qué cosa.
A veces deliraba un poco y en ocasiones ella charlaba con su reflejo, sorprendentemente algunas por no decir varias veces, su reflejo le contestaba. Y en uno de esos brotes de locura, Nika vio cómo su reflejo le insinuaba acercarse con cierta seña del dedo, simplemente se levantó de la cama acercándose con pasos lentos pero decididos a ir tras el reflejo, y al estar frente a frente con su propio reflejo, extendió su brazo derecho y lo introdujo de poco en poco en el espejo plano, el cual parecía más una entrada a otra habitación. Primero fue su brazo, su pierna y finalmente entró por completo en aquel espejo. Se adentró a lo desconocido.
Desde aquel día se corren muchos rumores sobre lo que realmente sucedió, algunos dicen que falleció en su casa, otros dicen que termino chiflada y otras historias cuentan que se fue a Europa con un hombre adinerado. Sea cual sea la verdad es un hecho que la pobre señorita Ivanov tenía uno que otro tornillo suelto.
Jazmín Alexandra Castro García
Preparatoria 10