El mecanismo de la princesa

Agnus Dei. Érik Alejandro Sánchez Calleja. Preparatoria Regional de El Salto

Me encuentro frente a una escalera, en forma de espiral. Volteo hacia arriba, no alcanzo a ver algo, todo está oscuro, sólo puedo ver los escalones metálicos, y blancos. Recostado bajo mis pies, en el escalón, hay un bebé, lo tomo en brazos. Conforme voy subiendo los escalones, tras de mí se hacen cada vez menos visibles, la misma oscuridad que emana, cada vez más violenta, los va consumiendo uno a uno hasta desaparecerlos, es envolvente y se asemeja a un líquido espeso, denso y profundo. Me pregunto hasta dónde llevará esto, cuánto habremos de recorrer. Cada paso es lento, pausado, congelado, y la espiral de escaleras se ensancha, se vuelve a juntar, se arremolina, pero no deja de elevarse, aunque más que elevarse por momentos pareciese que no hay extremos, que no hay abajo y arriba, un lado u otro, sólo nos movemos a través de la dinámica espiral. El entonces bebé crece conforme avanzamos, ya es un niño, un adolescente, un adulto… Cada paso lo aturde y confunde más, está angustiado; con él va un miedo primigenio. De esa profunda oscuridad voces, sonidos, algunos aromas y destellos fulminantes surgen en nuestro movimiento por la espiral, eso excita al hombre. Lo llevo de la mando, su rostro es irreconocible, cambia mucho.


*
Hemos llegado a la cima antes de si quiera habernos dado cuenta. El bebé, ahora un anciano, va conmigo. Nos encontramos en una especie de edificio; el viento golpea fuerte, es gélido, abrazador; el cielo está estrellado. 
Al borde del edificio, frente a nosotros, visualizo una figura ondeante; me acerco, es una mujer de cabellera blanca, su cabello se mueve como si de las propias olas del vendaval se tratara. No alcanzo a ver su rostro, su cabello no me lo permite; lleva puesto un gran vestido blanco, de aquella seda con la que tejen los sueños, se mueve impetuoso; está descalza, su piel blanca, profundamente blanca, contrasta con el lóbrego y caótico lugar. Parece una princesa.
Doy un paso, intento acercarme a aquella inusitada pero bella mujer. El viento es frío y pesado, pero por momentos creo ser yo quien alberga lo gélido en su interior. Me pregunto cómo es que aquella mujer puede resistir tal cosa con apenas esa vestidura, casi una sábana.
Ella se me acerca, pareciese polvo por la manera en que se mueve y es frágil, mucho. Está frente a mí, con una de sus manos me toca la mejilla y luego me levanta suavemente el mentón, la otra la recarga en mi hombro. Su presencia es cálida; sin embargo, me sigue pareciendo distante frente al frío que yo albergo. ¿Qué nos separa?, ¿qué nos une?
El anciano cae y con un último esfuerzo me tira débilmente de la mano, y con una voz jadeante me proclama:
—Por favor, dame tiempo.
No entiendo a qué se refiere. —Yo no puedo ofrecérselo, el tiempo no me pertenece —le respondo.
Se desploma. La bella princesa ni se inmuta, sólo me observa y, musitando, me pregunta:
—¿Qué harías si el fin del mundo estuviese en tus manos?
La bella princesa me tendió de su mano un antiguo mecanismo, un reloj de bolsillo, pesado de viejas, actuales y futuras historias. —Si abres la tapadera, el mundo acabará —continúa.



*
Fue entonces demasiado tarde. La cumbre de la vida. Sólo en los límites, sólo en la cima es cuando se ve lo que se ha logrado, lo que se ha conseguido.
El tiempo devoró a los hombres y a toda criatura, la noche pierde a todos en su interior, eso es lo que queda, al vacío se nos arroja; y no hubo salvadores ni redentores, gobernantes o dictadores, reyes ni reinas ¡No hubo pueblos ni reinos enteros o criatura alguna sobre ese mundo que pudieran evitarlo! El líquido oscuro, el líquido amniótico de la existencia ahogó al viejo mundo.
Un destello, una explosión.
Yo soy la muerte, el destructor.
00:00. Despierto. Soy un recién nacido en el principio de la espiral, ¿cuánto he de recorrer hasta volver? El miedo primigenio me toma en sus brazos, me acompaña.
 
 

Osvaldo Ambriz Martínez

Preparatoria 6

En busca de la Luna llena. Carla Lidia Velázquez Chávez. Preparatoria Regional de El Salto.