Elías Obed Flores Martín
Preparatoria Vocacional
Resumen
El presente trabajo busca abordar la cuestión filosófica de la libertad en contraste con el determinismo, centrándose primero en una descripción general del funcionamiento del mundo físico a partir de teorías científicas centradas en la física cuántica, para después dirigir todo el conocimiento presentado hacia la concepción de la libertad como objeto de la experiencia humana. En el camino son presentadas las ideas de algunos filósofos y científicos varios, con distintas apreciaciones del tema y de distintas épocas, tales como Bauch Spinoza, Max Scheler, Karl Popper y Frank Wilczek. Con el desarrollo del texto se forma una perspectiva personal sobre la libertad en el campo de la antropología, que busca superar las barreras de una enfoque radical, para posicionar a esta nueva interpretación como útil desde el punto de vista de la experiencia humana.
Palabras clave: libertad, determinismo, física, antropología.
La vida humana está inundada de incertidumbre. Constantemente padecemos los efectos de sucesos aparentemente azarosos y con un altísimo nivel de improbabilidad. El simple hecho de que existamos, es una coincidencia que se deriva, a su vez, de otra multitud de ellas. Con este telón de fondo aún difuso, nos planteamos la gran pregunta: ¿el hombre es dueño de su destino o su vida ya está determinada por una fuerza creadora y omnipresente?
Con el desarrollo de la filosofía a lo largo de la historia han surgido diversas corrientes que intentan hilar los factores que conforman nuestra percepción del mundo para conseguir dar respuesta a esta pregunta. De tal forma es como han emanado corrientes opuestas, algunas que abogan por un verdadero y pleno libre albedrío, al tiempo que otras defienden, en cambio, la idea de una perspectiva absolutista y determinista que entrañan la acción de alguna fuerza que prestablece inequívoca e irrevocablemente el presente y el futuro del hombre, muchas veces derivados a su vez, del pasado transcurrido. Además, sería necesario mencionar otros patrones de influencia en la vida del hombre, sobre todo los relacionados con aspectos socioculturales que forman parte definitiva de su esfera contextual.
El determinismo como resultado de la relación causal
Creo vehementemente en el libre albedrío, en la importancia de las normas morales, en la capacidad infinita del ser humano y en el desarrollo personal de un individuo a medida que se desarrolla en las distintas facetas que conforman su vida. No obstante, tampoco es posible ignorar en su totalidad la influencia que ejercen sobre las personas otros factores externos característicos de las sociedades actuales, tales como el contexto sociocultural en el que crecen los individuos, el nivel de solvencia económica, las personas con las que han logrado entablar una relación, etc. De alguna forma es posible advertir que lo que uno es, y lo que podría ser, es el resultado de una mescolanza de factores interdependientes que siguen patrones complejos; sumamente complejos. Sin embargo, desde una perspectiva aún más determinista, quizás nuestros esfuerzos de cambio son en vano, y lo que somos y podemos ser, ya está determinado por una intrincada relación entre todos los elementos del universo que podrían influir en nosotros.
Sabemos que vivimos en un entorno físico en su totalidad1. Dentro de este universo, se llevan a cabo una cantidad infinitamente grande de interacciones entre las partes más fundamentales2. Por lo tanto, si aceptamos la idea de que las interacciones actuales son el resultado de las interacciones materiales anteriores (precepto que nuestro conocimiento científico actual apoya), y que el futuro se deriva a su vez del estado físico actual, deberíamos dar por hecho también de que nuestra libertad como seres pensantes está de alguna forma determinada por el estado material actual que se relaciona directamente con el pasado y el futuro.
Perspectivas filosóficas y la experiencia humana de la libertad
En este punto me gustaría mencionar a grandes rasgos las perspectivas filosóficas que dos grandes pensadores plantearon acerca del destino del hombre. Por un lado, Baruch Spinoza, sin bien pensaba que el destino del hombre sí que estaba preestablecido, defendió una idea opuesta a la voluntad divina. En cambio, él pensaba que este determinismo estaba anidado en el mundo natural, y que todo el universo, incluyendo la conducta humana, estaba definida por las causas anteriores en una cadena causal infinita. Para él, la libertad no se encontraba en el libre albedrío, sino en nuestra capacidad de comprender y obedecer las leyes universales de la naturaleza (Spinoza, 1677). Por el lado opuesto, Max Scheler pensaba que el destino del ser humano estaba estrechamente ligado con su comprensión de los valores, los cuales Scheler dividió en primarios y secundarios según su nivel de importancia. Estos valores coinciden con los que son vistos en análisis de la moral, como la justicia, el amor, o la valentía. Sin embargo, a diferencia de otros pensadores, para Scheler, estos valores eran extrínsecos a la naturaleza humana (Scheler, 1928). Es decir, existían con o sin la apreciación del hombre. De tal manera, el ser humano es dueño de su destino en cuanto se refiere a comprender los valores y acciona según su intuición emocional.
De estas dos ramas principales de pensamiento, se han desprendido muchas otras con matices únicos. Sin embargo, y como fue mencionado en la introducción de este ensayo, si hubiera algo inmutable que gobierna la experiencia humana3, y que ninguna corriente filosófica ha sido capaz de evitar, es la incertidumbre y el desconcierto. A nuestra experiencia sensible, todo parece ser producto del azar, y es extremadamente complicado predecir los sucesos futuros con los aprendizajes que del pasado hemos logrado recolectar. Ya no tratemos de englobar el universo entero. Aún en sistemas cerrados aparentemente pequeños, los matices del destino se acrecientan a un nivel exponencial a partir de ínfimas alteraciones en el pasado.
Los cambios drásticos de la perspectiva científica sobre la libertad
Definitivamente no podría tratar de asuntos azarosos y probabilísticos sin adentrarme, aunque sea un poco en temas de física. En específico, cuando me introduje en la física cuántica, descubrí un punto de unión sumamente valioso en mi interpretación de la realidad; un punto en el que se interseccionan la física y la filosofía, y es que resulta que nuestro conocimiento actual al respecto apunta a que todo comenzó con un desequilibrio cuántico justo en el inicio del Big Bang. Este desequilibrio propició, dicho de manera muy burda y resumida, que el universo se expandiera y diera lugar a las estructuras colosales que hoy vemos y experimentamos a través de nuestros sentidos. Con esta idea, podemos asumir que, si acaso fuéramos capaces de conocer todos los detalles de ese primer desequilibrio, podríamos construir una especie de función de onda que nos serviría para entender el universo, conocer su pasado, el porqué de su presente y lo que le depara en un futuro (Wilczek, 2022). Todas estas consecuencias que se desprenden de esta hipotética función de onda, se relacionan con la materia, y no podemos olvidar que nosotros somos materia. Todo lo que experimentamos, incluso las sensaciones de nuestro cerebro, son el resultado de complejísimas interacciones de materia. Por lo tanto, esta función de onda, conocedora del pasado, presente y futuro, también podría explicarnos a nosotros y conocer todo a detalle. De alguna manera, nosotros no seríamos más que el resultado de nuestro conjunto de materia siguiendo las reglas de esa función de onda inequívoca.
No obstante, es aquí en donde me gustaría mencionar un parteaguas desde el que podremos desprender una nueva perspectiva, no en contra de la planteada en los anteriores párrafos, sino una más completa y con más apertura, como lo llegó a mencionar otro filósofo, Karl Popper (1945), famoso por su expresión liberalista en su obra “la sociedad abierta y sus enemigos”. Para dar el primer paso hacia esta nueva cosmovisión, considero adecuado seguir con una perspectiva mecanicista4 relacionada con la física, para evitar falsas interpretaciones que aparenten contradecir toda la física antes presentada.Y es que precisamente la visión mecanicista parecía muy tentadora al principio, pues surgió “cuando conseguimos mejorar el control y cálculo tanto teórico como práctico de velocidades y trayectorias, [lo que] nos impulsó a creer que nada escaparía algún día a nuestra capacidad de previsión” (Arana, 2001). Aun con la fuerza de esta prometedora explicación de la realidad, se comenzaron a presentar teorías bastante reforzadas por la actividad experimental que apoyaban una interpretación totalmente probabilística y seguramente azarosa de la realidad. El ejemplo más destacable posiblemente fue el principio de incertidumbre de Heisenberg (1927), que describió la imposibilidad para conocer en un mismo momento la posición y la velocidad (momento) del electrón. Como consecuencia de esta teoría, las propiedades cuánticas no tienen valores definidos hasta que son observadas o medidas. Con esta nueva apertura de la ciencia física se nos hace una gran revelación: “en la mecánica cuántica solo podemos hablar de la probabilidad de que la partícula se halle en algún lugar en algún momento” (Baker, 2020).
La conjunción de la ciencia y la filosofía para abordar la libertad
Al comenzar una nueva época anti-mecanicista, que muchos científicos de renombre como Einstein, tuvieron que aceptar en contra de su voluntad (Einstein. 1926), la física tuvo que tomar un nuevo camino, así como la interpretación de la libertad en el campo de la ética antropológica. A partir de lo antes mencionado, se me ocurre que la libertad, antes pendiente de los avances mecanicistas, pudo tomar un nuevo camino, en el que ya no era solo una ilusión, sino una realidad de nuestra experiencia como humanos.
Mi perspectiva podría interpretarse como una visión altruista que busca sanar las diferencias entre la ciencia causal y nuestro libre arbitrio, pero en realidad no es el objetivo central de mis postulados. Creo que la solución para la interpretación de nuestra libertad, se encuentra anidado en un concepto del cual escuché hablar por vez primera en una obra del premio nobel de física Frank Wilczek (2022). En concreto me refiero a la complementariedad. Este autor trata la complementariedad como algo intrínseco a nuestro universo, y hace alusión a cómo la interpretación de un asunto puede ser completamente distinta según el punto desde el que se le observe.
Además, el mismo Wilczek me introdujo a una nueva vista de la realidad, al explicar la utilidad de “distintos niveles de descripción” cuando se trata de interpretar la realidad.
Antes he dado todo un telón de fondo en gran parte constituido por conocimientos de la física con la intención de ahora conectar todo con el punto inicial de este ensayo: la pregunta de si acaso el hombre es libre o está totalmente subordinado a leyes deterministas del universo.
Creo fehacientemente en las relaciones causa y efecto que describen en gran medida nuestra experiencia, de la misma manera en la que no puedo negar nuestra constitución material y física inexorable a nuestra existencia. Pero las últimas perspectivas de la física nos dejan solo dos caminos: o la materia lleva consigo una intrínseca incertidumbre (que rompería inmediatamente como un determinismo plausible) o el universo es infinitamente intrincado como para que sus interacciones jueguen realmente un papel importante en nuestra experiencia como humanos. De nuevo, la concepción de los distintos niveles de descripción aportaría información relevante sobre los fenómenos que nos interesan en nuestra existencia humana, imperfecta y con capacidades limitadas, al tiempo en el que advertiríamos que, por nuestra propia naturaleza, un determinismo radical basado en relaciones causales, no juega un papel realmente importante en nuestra vida.
Conclusión
Conforme los descubrimientos de la mente y científicos en general se hacen más detallados y precisos, podemos vernos tentados a sucumbir a la idea de que nuestras acciones y nuestro destino está predeterminado por fuerzas más allá de nuestro control. Sin embargo, dejando de lado la determinación en la que la ciencia mecanicista nos puede orillar a creer, podemos advertir que nuestra experiencia subjetiva de la vida nos indica que somos agentes activos, capaces de tomar decisiones y asumir la responsabilidad por nuestras acciones.
Desde la perspectiva mecanicista, tan criticada por Popper, podemos pensar que todo se encuentra ya predeterminado, pero no debemos despojarnos de nuestra responsabilidad ética y moral. Incluso si nuestras acciones están determinadas por una serie de factores genéticos, físicos, químicos, ambientales y sociales, seguimos siendo capaces de reflexionar sobre nuestras decisiones, de considerar su impacto y de elegir actuar de manera ética según nuestros principios.
Es en este punto en donde la perspectiva humanista cobra suma relevancia, ya que, aunque podemos debatir interminablemente sobre la naturaleza del libre albedrío y la libertad somos seres humanos que poseemos, en última instancia, como seres subjetivamente pensantes, nos corresponde enjuiciar nuestros actos por cuenta propia desde un punto de vista crítico y asumir la responsabilidad y consecuencias de cualquiera que sea nuestra actitud hacia el mundo que nos rodea.
No obstante, el desarrollo de la ciencia ha jugado también un papel muy relevante, y aunque es prometedor pensar en una descripción precisa y completa de todo el universo, ello resulta ciertamente impensable si nos detenemos a apreciar la verdadera naturaleza del mismo. Es importante abordar nuestros problemas y cuestionamientos sobre los fenómenos que nos rodean, ya sea en la ciencia o en la filosofía, tomando en cuenta los distintos niveles de descripción desde los cuales los podemos observar.
En resumen, aún si la libertad y el determinismo pueden ser conceptos abstractos y complejos de asimilar, nuestra percepción cotidiana y nuestra capacidad de cuestionamiento nos recuerdan constantemente que somos capaces de tomar decisiones significativas con un impacto relevante en nuestro contexto, y es por ello que nuestra libertad, aun si fuere una ilusión, es algo palpable a nuestra vida y debe ser ejercida con responsabilidad, tomando en cuenta los resultados matizados que nuestra percepción del mundo nos puede arrojar.
Bibliografía
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Einstein, A. (1926, diciembre 4). Letter to Max Born.
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Wilczek, F. (2022). Las diez claves de la realidad. Crítica.