—Abuelo, ¿qué pasa cuando se mueren las personas? —dije balanceándome en un solo pie, con una voz muy tímida.
El abuelo tomó mi hombro y respondió: —Cuando mueres, los matasanos se limitan a dar una explicación científica, que dice algo así: ha muerto, porque su corazón ha dejado de latir. No es que aquel corazón hueco haya, por la presión de los años, dejara de latir; lo que ha sucedido aquí, es que su alma se ha desencadenado de ese mórbido saco de huesos y se ha librado del cautiverio.
Tragué saliva y le pregunté:
—Abuelo, ¿los muertos son malos?
Y el abuelo sonriendo respondió:
—Teo, ¿acaso yo soy malo?
Arath Azael Castro Mendoza
Escuela Vocacional
Publicado en la edición Núm. 12