Estoy cansado
de este amanecer rancio
que apesta el café de todas las mañanas
en las que me levanto pensando
qué habrá sido de ti.
Si también te estorba la nostalgia
para tomar el frasco de azúcar.
Si también derramas un poco sobre la mesa
por la magnitud de unas manos que tiemblan
(estragos del insomnio)
con gran destreza.
Si también enciendes tu móvil
para seguirle los pasos al tiempo
y consecutivamente
la esperanza te abandona
con un viejo poema arrugado
bajo la mesa
y una taza sobre el mantel.
Me pregunto
si también tú
te quemas un poco los labios
con un sorbo de café
sólo para recordar
que todavía
puedes sentir algo.
Ángel Camaño Andrade
Preparatoria 2