Y dolió, dolió como el infierno,
dolió desde el pecho hasta el epigastrio,
se sintió como la llegada del invierno
y dolió tanto como el descubrimiento de un hermanastro…
Mi cuerpo dejó de producir acetilcolina
y quedó como un auto sin gasolina.
Dejé de llorar y de moverme
pero su traición nunca dejó de dolerme.
La disnea hizo acto de presencia,
las catecolaminas quedaron guardadas.
Tu voz en mi cabeza me perseguía
y me estrangulaban las palabras nunca gritadas.
Pasó un mes y la cantidad de ateromas aumentó,
la arteriosclerosis se desarrolló
y la oclusión se comenzó a expandir.
Finalmente, mi corazón dejó de luchar y latir.
Vasoconstricción periférica diagnosticaron,
la cianosis periférica era un obvio resultado.
Mis familiares desconsolados quedaron
al mirar que él de mí se había burlado.
María Guadalupe Cruz Esqueda
Preparatoria 5