Pesadilla

Lucero Contreras Lizaola

Preparatoria 9

La situación estaba fuera de alcance y yo no podía soportarlo.

Mi padre pronto llegaría y yo no podía dejar de pensar en los sentimientos que tendría de ahora en adelante. Podría estar decepcionado, enojado, triste… no lo sabía. No podía soportar ni una pizca de algunas de esas emociones, no de él. Su deber era amarme e idolatrarme, y el hecho de que no lo hiciera me generaba más incertidumbre que saber el lugar a donde iría a parar después del veredicto final.

Todos esos hombres disfrazados no paraban de mirar mis manos y hablarme, solo que yo no podía escucharlos por el irritante pitido que no paraba de escucharse en mis oídos, junto con las luces cegadoras, irradiadas de sus bestias metalizadas.

Padre llegó después de dos horas de espera. Sus ojos ya no eran esos dulces que me miraban cuando era niña. Ahora lo único que había era decepción, enojo y tristeza de lo que su hija se había convertido.

Sentía que en cualquier momento mi paciencia explotaría y terminaría haciendo caso a las voces dentro de mi cabeza, aquellas a las que mi doctor les tenía tanto horror e intentaba deshacerse de ellas cada día con las extrañas cápsulas coloridas que me hacía tragar en cada almuerzo.

Los ojos de mi padre empezaron a oscurecerse hasta que fui encerrada en una cárcel oscura y fría. Mis gritos eran insonoros y el aire de mis pulmones se estaba acabando de manera abrupta. 

De pronto sentí cómo alguien me sacudía con desesperación; eso me hizo despertar de mi horrible pesadilla y volver a ver los hermosos ojos azules de mi padre que me miraban con preocupación, consecuencia del arduo cariño que tenía hacia mí.

Entonces toda la neblina se desvaneció. Eso jamás había pasado, yo nunca me habría dejado llevar por mis instintos. Nadie nunca me descubriría; yo siempre era muy hábil a la hora de desaparecer los cuerpos en la comida de mi padre.

Cita

Yhoalibeth Estrada Flores

Preparatoria 8

Ansío verte, amor mío. Camino apurado con flores en mano y tu rostro en mi mente. Cargo conmigo las tantas cartas que te escribí la noche anterior. Miro mi reloj, apresuro mi paso; no quiero llegar tarde a nuestro encuentro.

Logro ver a lo lejos que apenas están abriendo las puertas. Había llegado justo a tiempo, siempre me gustaba ser el primero en entrar al cementerio.

Luna de plata

Luis Fernando Silvestre Romo

Preparatoria Regional de San Juan de los Lagos

Inspirado en: La leyenda del Hombre Lobo

Las garras de plata se veían escritas en el horizonte del frío río que reflejaba la luna, muestras de la violencia de esa… cosa que ya no se podría considerar un humano. Aullidos de desesperación se escapaban de la ya deformada boca de ese hombre, prisionero de su propio cuerpo. Brumosos y grises pelajes brotaban de sus pieles, tornándose por completo en una extrañamente sebosa pero suave melena que se exaltaba a través de su ya más que deformada espalda.

—¡Annye! —exclamó el hombre con una desesperación completamente incalculable.

La chica veía a su pareja con horror ante lo que sucedía. La cita que habían tenido después de ese baile de graduación se había hecho polvo. Su rostro se había llenado de pánico ante la metamorfosis de su cita. Sus pies comenzaron a actuar instintivamente y daban unos pequeños pasos hacia atrás, en dirección al auto. El sonar de las hojas se veía acompañada ante el crujir de los nuevos y filosos colmillos del chico; sus dientes caían en una armonía raramente agradable, dejando el paso para sus nuevos molares.

El joven extendió su mano en dirección hacia su cita en señal de auxilio. Lo peor comenzó cuando las plateadas garras salieron de forma siniestra ante el rechinar de sus dientes; su mano se llenó de pelaje ante los ya dorados y afilados ojos del chico. Esa fue la gota que terminó de rebasar el vaso.

El pánico llenó por completo a la joven, la cual se dio la vuelta y comenzó a correr con todas las fuerzas que sus delgadas y plásticas piernas le permitían. El palpitar de ambos corazones se llevaron a lo unísono, uno lleno de los más primitivos instintos humanos, esos que solo están hechos para garantizar su supervivencia; mientras que el otro…

El “hombre” se abalanzó de forma salvaje a la rubia, atrapándola tal cual un gato a un ratón. Los brazos de la chica se alzaron para protegerse, al mismo tiempo que los gritos se escapaban de su pequeña y maquillada boca. Saliva caía hacia el rostro de la fémina a su vez del frío y lento respiro de… la muerte.

Las garras cortaron sin piedad la suave piel de la chica. Sus fauces comenzaron a arrancarle la cara, la sangre llenaba y se secaba en las hojas del prado. Los gritos se hacían más agudos a la vez que se ahogaban aún más. Los colmillos se dirigieron al cuello de la chica, rompiéndose en el proceso. Las plateadas uñas se habían encargado de deformar el cuerpo de la chica, a su vez que los gritos se apagaron en el acto. El hambre hizo el resto del trabajo.

Al final de todo, en la lejanía, solo se podía escuchar un suave y fuerte aullido ante el alumbrar de esa luna de plata.



Entre granos de oro

Cristofer Isaac García Lozano

Preparatoria 11

Bajo la sombra protectora del roble centenario, Clara descubrió un tesoro olvidado: un antiguo reloj de arena. La madera desgastada y la delicada curvatura del cristal sugerían historias silenciadas por el tiempo. Al dar vuelta al reloj, la fina arena dorada comenzó su descenso, creando un espectáculo visual que la hipnotizó.

Cada grano de arena era un recordatorio tangible de la fugacidad del tiempo. Mientras observaba el constante flujo, Clara se sumergió en una profunda reflexión. En ese pequeño cristal se tejía la esencia de la existencia, la danza efímera de los momentos que se desvanecen como hojas al viento.

A medida que los granos descendían, Clara se vio transportada a su propia línea temporal. Recordó momentos de risas compartidas, lágrimas derramadas y amores perdidos. Cada grano representaba una elección, una oportunidad, un suspiro en el vasto lienzo de su vida.

El roble, testigo silente de incontables días y noches, parecía compartir su sabiduría ancestral con Clara. Mientras la arena seguía cayendo, se dio cuenta de que no estaba atrapada en una carrera contra el tiempo, sino que estaba participando en una sinfonía eterna, una coreografía única que solo ella podía ejecutar.

El murmullo del viento entre las hojas añadió una melodía suave a la narrativa visual del reloj de arena. Clara se sintió conectada con la naturaleza, con la esencia misma del tiempo que se deslizaba como un río constante.

Al finalizar la última danza de la arena, Clara experimentó una profunda calma. Había entendido que, si bien el tiempo podía parecer efímero, su impacto perduraba en las huellas que dejaba en el alma. Guardó el reloj de arena con reverencia, agradecida por el recordatorio de que cada momento, aunque fugaz, contribuía a la riqueza inmutable de su propia historia.

Bajo el roble centenario, Clara se levantó con una renovada apreciación por la danza del tiempo y con la determinación de vivir cada instante con plenitud, sabiendo que su propia historia se entretejía en la vastedad del tiempo que fluía como arena dorada en un reloj olvidado.

Padre e hijo

Yhoalibeth Estrada Flores

Preparatoria 8

—Mami, ¿podemos ir al parque mañana?

—Por supuesto, mi amor.

—¿Papi también puede venir con nosotros?

—¿Quieres jugar con él?

—¡Sí! Hace mucho que no jugamos.

—Está bien, no veo por qué no.

—¿Podemos llevar esta vez la cabeza? Es que las piernas no ruedan tan bien.

Bajo el rosal

Yhoalibeth Estrada Flores

Preparatoria 8

Cuando por las noches llego a casa y veo que no estás, solo suspiro tranquilo. No tengo que preocuparme por eso, sé que sigues justo en donde te dejé.

Alternativas

Mariana Soto Almaguer

Preparatoria Regional de Santa Anita

Siempre las veo en la televisión: rubias, piernas largas, piel lisa. Con una boba sonrisa dominan al mundo. A mí me apodan “la monstrua” por tener todo lo contrario a esos estúpidos estándares, así que sin pensarlo dos veces meto la mano en la pantalla y saco a todas esas mujercitas falsas. “Soy la monstrua”, me digo mientras abro mi enorme dentadura para devorarlas.

Errante

Tonatiuh Tlacaelel Ruiz Rosas

Escuela Vocacional

Camino por la montaña, ¿o es un cerro? ¿O un monte? No sé, aquí el sol pega más fuerte y el viento es más seco; agradecería algo de lluvia, pero mínimo tengo un buen paisaje. Caminar es horroroso. Hubiera traído algo, una guitarra, pluma y papel para escribir algo cuando me caigo de lo cansado. Ningún árbol, ninguna planta, ni la música de los pajaritos, solo ir de aquí para allá. Qué ganas de estar en mi cuarto, comer tripitas con mi familia. Ya quiero dejar esto, es una tortura. ¿Por qué emprendí este viaje? ¿Por qué tuve que morir? Qué aburrido es ser un fantasma. 

Amor intempestivo

José Antonio Canseco Briceño

Preparatoria 15

Sus ojos brillaban en la oscuridad; podía sentir perfectamente su mirada sobre mí, su inocente y temerosa mirada. Aunque estaba abajo, yo podía oler su perfume, un dulce aroma a vainilla que la acompañaba a diario. Mis manos sudorosas tomaron las suyas tratando de calmarla. Podía sentir cómo la sangre corría por sus venas, sus jadeos, el sudor en sus manos, el temblor de sus piernas y las lágrimas en sus ojos. No sabía si sus gritos eran de gusto o de temor. Quería imaginar lo que me pasaría después, pero la tensión y mi mente lasciva no me dejaron pensar. Pero, ¿qué podría pasar? Somos dos enamorados, aunque la gente lo juzgue. Somos la experiencia y la juventud compartiendo la cama. Dicen que el amor no tiene edad. Ella me ama, mas no sabe que me ama; es muy joven, no sabe amar. Doce años, una niña, creo que así se dice. Ella necesita a un hombre que la enseñe a amar. Cuarenta primaveras, suficientes para ser un hombre.

Perplejidad en su entorno
Daira Xenic Campos García
Preparatoria Regional de El Salto

Introducción

Lara sostiene que nuestras experiencias del mundo residen en la lengua, dirigido maravillosamente al equívoco, que heredamos y actualizamos entretanto es usada. ¿Qué es la poesía sino lengua, sistema que nos habita cada que lo ejecutamos por medio de la voz? Dentro de las implicaciones de lo que constituye el ser, repudiamos aquello en donde nos vemos reflejados. La poesía no es sino eso que nos rodea, satisface y vivifica en tanto que somos lanzados a un mundo colmado de suplicio.

Creemos que las palabras son construidas a partir de reglamentaciones clásicas y expresan puramente sentimientos bucólicos, épicos o románticos, enmarcados en una línea del tiempo reconstruida y memorizada por nosotros mismos. Sin embargo, en las palabras se encuentran las vivencias del mundo, el vocablo que en medio del silencio se agita para devenir en grito.

En este número de Vaivén, almas viejas en cuerpos lozanos advierten sobre ser humano: de la desesperación por la compañía, de nacer en ausencia del padre, de las injusticias que inocentes pagan por los impunes; de lo lúdico, lo profano, de la desolación, la corporeidad astrológica, la traición, la persistencia, la resignación y la identidad.

En la lírica externamos eso que nos conforma y reconstruye, que nos repele y atrae, que nos vuelve dóciles e indómitos a la vez. En la lírica nos descubrimos.

Esta generación nos enseña aquello que repelíamos, por temor o por ignorancia.

 Patricia Lizeth Juárez Silva*

*Estudiante de Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara. Ha colaborado en programas como correctora de estilo y en congresos como ponente. Actualmente está interesada en cuentos de lo fantástico, lo siniestro y el horror, así como en la memoria dentro de la literatura.

Colores prohibidos

Fredy Atzel Zamora Acosta

Preparatoria 5

Entre sombras, lobos habitan, yo oprimido e indefenso, envuelto en piel de liebre cuyos colores son un secreto en la montaña.

Bajo el arcoíris, me escondo junto a más liebres, sus pelajes adornados con colores; en este mundo gris donde el amor y los colores están prohibidos.

Aun así, en este mundo oscuro persistimos.

Estallido en mi corazón
Pamela Abigail Romo Raymundo
Preparatoria Regional de San Juan de los Lagos

Delirio

Osvaldo Dario de Luna Villarreal 

Preparatoria 15

Vivir en el río,

¿dejará notar el aire en las burbujas?

Si la imaginación cobrara vida,

¿habrá temor a los delirios?

No hay valor en las palabras,

no hay cambio en las acciones,

no hay intensiones de sanar,

las navajas hechas están para herir.

Ahogarse en aquel río,

¿despertará la quietud de las burbujas?

Si la imaginación cobrara vida,

¿dejará de omitir los delirios?

La ignorancia precisa la situación del llanto,

cruelmente sirve a lo encubierto

se demanda resistencia frente a la fragilidad

se reclama más que lo entregado.

Dormir sin vida en aquel río,

¿denotará la carencia de burbujas?

Si la imaginación cobrara vida,

¿aún se podrá morar?

La tristeza como compañera
Denisse Itzel González Turrubiartes
Preparatoria Regional de El Salto

Constelación hematófaga

Ernesto Gabriel González Santiago

Preparatoria 7

Lienzo de luz

desde mi tobillo apareció

marcándome

Acaricié su rostro

vi a la osa mayor sobre mi piel

bendecida por la luna

Besos la hicieron crecer

piernas, muslos de soles

verdades se mostraron

sobre mi pasado e interior

Sagitario, ascendente a acuario

manchó mi abdomen

Punzadas de mil estrellas

agujas comiendo

entrando a descansar

Alimentan en su nuevo mundo

con granos bajo el manto negro

entre curvas e imperfecciones

arrastrándose el cielo

subió a mi cuello

y ni las almohadas o sábanas

evitaron su hematodipsiáca

noche estrellada

Deu-teranopia

Ernesto Gabriel González Santiago

Preparatoria 7

Pero esos que no ven el cielo

ciegos al verde mundo

                su mayor milagro

congénitos del pecado

se condenan a perderse

en la ausencia de fe

Será necesario arrancarles los ojos

para que Él se apiade

Salvarlos de su daltonismo

                relegados al infierno

por sus cuencas mal hechas

Extraviados en gris

                son animales

que llegaron a cuatro patas

y partirán arrastrándose

                suplicando

al altar vacío que no saben mirar

Para mi querida Pizarnik

Luis Angel Flores Gaeta

Preparatoria 9

Perdón Alejandra

perdón por no saber lidiar con la depresión

te fallé.

Eras la poeta que veía el significado en las cosas comunes

la poeta que me ayudó a saber quién soy

lástima que tú nunca pudiste saber quién eras.

Tus poemas tan crudos, me hiciste saber que tenía sentimientos

tus cartas tan desgarradoras, leerlas me genera una tristeza profunda

tus prosas son tan reales que entiendo tu dolor.

Suerte Alejandra

suerte en tu próxima vida, porque en esta no la tuviste

espero y puedas ser una Alejandra libre y sobre todo feliz.

Te prometo que voy a salir de esto

y cuando salga de esta profunda depresión te olvidaré.

No puedo dormir, leí tus poemas

solo quiero saber qué pasaba por tu mente

leer tus poemas me es difícil

mis ojos pasan por una tormenta, no entiendo.

Miedo, tengo miedo

pero te prometo que se irá, se va a ir volando en el aire

como el diente de león que divaga en él.

El color de mi felicidad
Pamela Abigail Romo Raymundo
Preparatoria Regional de San Juan de los Lagos