Mis manos temblaban ante aquel pensamiento que fue transformándose en insufribles gotas de agua que escurrían hasta mis dedos, temerosas de ser descubiertas al caer a la madera vieja. Me mantuve absorto mirando fijamente la cruz que colgaba como una broma cruel que me abofeteaba como el rostro. El hombre que me tenía sometido en ese colchón sobre las sabanas era quien veía de pie detrás del púlpito guiando a su rebaño de corderos. Irónico, pensé, porque era el Padre que profesaba que la homosexualidad y los actos mundanos se castigarían con el pase directo a las brasas del infierno para quienes se atreviesen a blasfemar contra la palabra sagrada de Dios.
Karla Janette Lara Ramírez
Preparatoria 7
– Calor mío.Aranza Berenice Fernández Segura. Preparatoria Regional de El Salto.
La única testigo
Secándose las lágrimas, prometió a la Luna ya no sufrir más. A la noche siguiente la Luna fue testigo de un suicidio.
Selma Rubí Cortez Vaca
Preparatoria Regional de Autlán de Navarro
Canicas Verdes
Estaba tan enamorada de sus ojos, no podía dejar de contemplarlos. No le costó mucho sacárselos con una cuchara para besarlos ya en sus manos.
– Sin título.Josselin Vianey Pulido Romo. Preparatoria Regional de El Salto.
No puedo ver. Todo a mi alrededor es oscuridad. He perdido la noción del tiempo. No recuerdo cuándo fue la última vez que vi la luz del día. Tampoco recuerdo qué fue de mis amigos, mi familia, ni mis compañeros de clase, mucho menos del mundo.
Las únicas preguntas que no dejan mi mente me carcomen por dentro. ¿Alguien está buscándome? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que me llevaron? ¿Por qué me hicieron esto? ¿Cuándo me dejarán ir? Tengo muy pocos recuerdos desde que me llevaron ese día de invierno, fue hace mucho tiempo atrás, o al menos así se siente. Lo único que recuerdo desde ese día es la oscuridad. Puedo escuchar algunos murmullos de vez en cuando, pero nunca logro comprender lo que dicen.
Extraño tanto a mi familia, a mis amigos, incluso a mis compañeros de la universidad, a pesar de que no nos lleváramos muy bien. Extraño tanto a Olivia, a esa hermosa chica castaña que era mi todo… Aún me pregunto si Olivia todavía me quiere, si sufrió con mi partida, o si sigue esperando que me liberen para poder estar juntos de nuevo. ¿Logró ser la bailarina exitosa que siempre soñó? ¿Pudo viajar a Francia como siempre quiso? Está fuera de mi comprensión por qué me llevaron a mí. ¿Por qué lo hicieron? ¿Qué es lo que quieren? ¿Cuál es el motivo por el que me tienen en esta oscuridad? ¿Por qué aún no me liberan? ¿Por qué me arrebataron mi vida?
Sigo sin encontrar la respuesta a alguna de esas preguntas, ya no puedo continuar más aquí, no puedo seguir así. Mi mente me está matando, ya no pienso con claridad, no puedo ni formular una respuesta para mantenerme tranquilo. Quiero irme de aquí, sólo quiero irme. Pero no puedo. No puedo ver, ni escuchar, tampoco me puedo mover. Ni siquiera soy capaz de hablar. Solo escucho las torturas que mi propia mente crea para mí. Ya no puedo con esto.
Trato de gritar, pero nada sale de mí.Trato de moverme, pero no lo logro. Busco una salida, pero no puedo verla. Trato de escuchar algo de lo que dicen los murmullos… …y es una canción. Una canción de los años 1950, tal vez. Mi mente colapsa de emoción, por fin puedo distinguir algo. Intento de nuevo, pero sigo sin poder ver. Intento de nuevo, pero aún no puedo hablar. Intento de nuevo y ahora me pude mover.
La felicidad me invade de lleno, mis sentidos estaban despertando, por fin lo hacían. Me muevo un poco, siento que un peso me impide moverme con libertad. Forcejeo para tratar de liberarme, no paro hasta sentir que lo consigo. La canción aún no se termina, puedo escuchar ese ritmo característico de la época. Siento que poco a poco me pongo de pie. Ahora mismo podría llorar de alegría.
Estiro mi mano y logro tocar mi rostro. Mi mano tiembla, llena de nerviosismo causado por la descarga de emociones y sentimientos que estaba sintiendo. Una pequeña risa se escapa de mis labios involuntariamente y no puedo sentir más euforia ahora. Puedo hablar.
Me cuesta unos segundos acostumbrarme a la habitación tan iluminada. Cuando mi vista se acomoda a la iluminación, puedo reconocer la habitación en la que me encontraba. Era la mía. La cama continúa donde mismo, tan desordenada como la recuerdo. El escritorio está a mi lado, impecable, el pequeño estéreo que siempre usaba está sobre el escritorio, apagado. Miro mis manos y son más grandes de lo que recordaba. Incluso yo soy más alto, mi complexión es delgada, más de lo que esperaba. Siento mi rostro, mis labios, mi nariz, mis ojos…
Mis ojos no están cubiertos. Comienzo a asustarme, ¿qué está pasando? ¿En dónde había estado? ¿Qué me sucedió? Miro al frente y puedo ver a la persona que estaba tocándome. Es Olivia. Ella me mira con cautela, intriga y un poco de miedo. La miro sin poder creerlo. Después de todo este tiempo, aquí está. Ella me sonríe un poco y yo no puedo con la sorpresa. ¿Qué está sucediendo?
—¿André?, ¿eres tú? Su pregunta me descoloca de inmediato, ¿cómo que si soy yo?, ¿tan diferente luzco? —Sí, por supuesto, ¿qué sucedió? No entiendo nada. Su rostro se suaviza y ahora me mira tranquila y con algo de pena. —¿No recuerdas nada? —No, nada. —Bienvenido a casa, te extrañamos. —¿A qué te refieres?, ¿qué está sucediendo? Necesito que me digas, por favor. Mi desesperación es clara, estaba a punto de volverme loco. Nada parecía tener sentido. Todo se veía tan irreal, ¿en dónde había estado?, ¿qué significa todo esto? —Respira, ya todo va a estar bien, estás recibiendo ayuda desde que tus otras personalidades aparecieron. La doctora nos explicó que algún día saldrías tú. Todo está bien. Estaremos bien…
Rubí González Orizaba
Escuela Vocacional
– Atrapada en una pesadilla. Wendolín Murguía. Preparatoria Regional de El Salto.
– Yayo. Omar Adonai Rosales Flores. Preparatoria Regional de El Salto.
Tengo siete años, soy una niña pequeña; le tengo miedo a los monstruos, ellos me quieren atacar, no son buenos. Pienso que deben ser malvados pero mi papá me protege en las noches cuando tengo miedo. Él viene a las 3:00 a. m., cuando todo está oscuro, me abraza y me acaricia el cabello suavemente con su mano peluda, además de que tiene una respiración fuerte y fría que ayuda a espantar a los feos monstruos. No sé por qué mi mami se asustó cuando le platiqué que mi papi me protege de mis miedos. Ahora estoy yendo con el psicólogo y mi mami siempre deja encendida la luz de mi cuarto y me prohíbe apagarla. Extraño las manos peludas y la fría y potente respiración de mi papito, esa era la única forma en que puedo saber cuándo está conmigo luego de que murió cuando lo secuestraron. No entiendo por qué me hacen esto, pero al menos los monstruos ya no aparecen más.
– Plus ultra. María del Rosario Gómez Sánchez. Preparatoria Regional de El Salto.
Hacía un calor del demonio y, además, la luz estaba tan intensa que le
calaba los ojos… bueno, quizá no era tan así, a lo mejor la luz brillante sólo
era consecuencia de la insolación.
Llevaba trabajando bajo ese semáforo todo el día y
casi no estaba vendiendo las campechanas.
Le gritó su patrón. Él la miraba sin trabajar, y
así era desde que ella tenía memoria. La verdad no sabía si su patrón era su
pa’ o si era huérfana; no se atrevía a preguntar tan poco.
—Te estoy viendo, no te hagas pendeja ¿crees que
con esa cara de ojete vas a vender mis productos? Órale, culera, a trabajar o a
la chingada —le amenazó.
Ella respiró profundamente y se fue con la cabeza
gacha. En otros tiempos habría estado feliz de irse a la chingada, muy lejos de
ahí, pero ahora, con sus siete meses de embarazo, la idea de una vida distinta
se había diluido, como acuarela en un vasito de agua.
Sonrió como pudo y siguió vendiendo, coqueteando un
poco con los conductores, cubriendo su vientre con las bolsas de productos, esa
era la clave, lo había aprendió a muy tierna edad, como cinco años atrás,
quizá, a los 12 años… a más tardar a los 13.
En ese momento, nos notó, mirándola desde la
ventanilla del carro, juzgando a su pancita y a su rostro quemado, a su sudor y
a sus pies llenos de ampollas detrás de sus zapatos viejos, su ropa vieja y
sucia, su pelo enmarañado. No dijo nada ni pretendió hacer nada al respecto,
estaba ya muy acostumbrada a que la juzgaran, aunque no supiéramos nada de su
vida ni su historia.
Nos miró de reojo, nos mentó la madre en voz bajita
y siguió vendiendo, caminando entre los carros, disimulando su vientre,
coqueteando.
Todo el problema de su vida había comenzado… desde
siempre.
Desde que tenía memoria estaba en los semáforos,
fingiendo ser la hija de algún otro vendedor o haciendo malabares… el negocio
de la lástima.
Entregaba todo su dinero al patrón y ella a cambio
podía dormir en lo que consideraba su casa (un prostíbulo disfrazado de antro)
y se le daba de comer, aunque no mucho.
Dejó de ser suficiente cuando cumplió 15 años, ya
le habían crecido los senos, y era hora de sacarle más provecho a lo que podía
dar, eso decía el patrón.
La primera vez que la vendió, le dolió mucho,
sangró y lloró. El tipo que la penetró la mordió y le dejó el hombro sangrado;
la ventaja fue que no duró mucho, su problema más grave (según la chica con la
que compartía cuarto) fueron las ampollas que le brotaron en los genitales. Qué
fácil se convierten las flores en tormentos.
Cuando le comentó el problema al patrón, la golpeo
y le gritó: —¡pinche puta!, ni para abrir las piernas sirves.
Terminado el regaño, se puso un condón y la violó,
a ella le dolió más la primera vez, pero le dio más asco esta. El rostro del
patrón era vómito y la sensación que su cuerpo le causa era peor aún, sentir
cómo algo tan desagradable le penetraba, sentir cómo se movía dentro de ella le
causaba una sensación incomparable, tan terrible que no tenía nombre, tan
asquerosa, que sólo quería que su vagina desapareciera para siempre, de todos
modos, ya estaba pedida.
A partir de eso, sus clientes comenzaron a usar
condones, el patrón no quería comprar más pastillas.
La parte buena de esto (le había dicho su compañera
de cuarto) era que ya ningún cliente le parecía repulsivo.
Después de un tiempo, uno de los hombres que la
visitaba se quiso pasar de listo y, sin que ella lo notara, se quitó el
preservativo. En esa ocasión había sido concebido su bebé. Intentó abortar
varias veces. Con misoprostol, con un gancho. Casi se muere. Mejor muerte a
cargar con el brote de eso que tanto odiaba.
Siguió trabajando en eso hasta su primer trimestre,
después de eso su vientre parecía incomodar a los clientes y, como los
ahuyentaba, el patrón decidió mandarla otra vez a los semáforos, a vender
cacahuates y campechanas. Cuando terminaba, hacía la limpieza del prostíbulo.
Le daba asco ver todas las porquerías que había en
las habitaciones de ese lugar, pero no hacía nada, le daba miedo. Paró de
recordar.
Pasó de nuevo junto a nuestro carro, la volvimos a
juzgar desde nuestros privilegios, pero nosotros no sabíamos sobre su gancho.
Terminó el día y regresó a limpiar ese lugar. Se
había encontrado una mancha enorme de sangre en la cama de una de las chicas,
ella estaba en el baño vomitando, pero no preguntó nada, aunque se preguntó qué
le había pasado.
Mientras fregaba los pisos, sintió una contracción
fuerte en el vientre, húmedo entre las piernas.
La chica que estaba vomitando salió del baño al
escuchar el grito y llamó a sus compañeras, que llamaron a una ambulancia.
Ella veía borroso, había mucha sangre, sentía mucho
dolor y escuchaba las sirenas de la ambulancia.
Tenía mucho frío, estaba temblando y se apagaron
todas las luces.
Respiró hondo.
P
A
Z
Sofía Zazhil Román Verde
Preparatoria 9
– Lo que dejó tu adiós.Lizette Jacqueline González Turrubiartes. Preparatoria Regional de El Salto.
Adán soñó toda la noche. Su sueño le fue desconocido y horroroso, mientras su cuerpo sudaba y se estremecía. Justo antes de despertar sintió un vacío en su costado. Al despertar, con una mirada desprendida de todo, sólo observando su costado, se supo frágil y finito, pero completo y amante.
Comenzó a decirles desesperadamente: —¡Oficiales, tienen que ayudarme!, por favor… ese hombre… ¡ese maldito asqueroso! se llevó a mi niña… es tan dulce, tan pequeña. No quiero ni imaginar qué estará haciendo con ella, con su pequeño y débil cuerpo… es una tortura… ¡Ella sólo tiene 11 años!… ¡Rápido, no tenemos mucho tiempo! Si de verdad quieren atrapar a ese enfermo deben irse ya… ¡Vamos, háganme caso!… por favor… su cabello, largo y oscuro, sus mejillas, rosadas y tersas, su piel tan delicada, su suave y excitante aroma… sólo yo puedo tocarla… acariciarla… lamerla…
Creerte para caer en un rezo. Dolor que me pica el cerebro. Sólo se escucha eco en la habitación conocida. Agua cayendo. La siento por todo mi cuerpo. Me pregunto sin palabras. A falta de piel me toman por los huesos y me abren las piernas. Me azotan contra la pared. Tatuajes narcisistas. Me introduce el pene de manera violenta. Siento cómo mi ano se abre, me carcome por dentro. Pienso en matarme, pero no sé en qué momento soy este pedazo óseo que ahora desentierran junto a otros.
Siempre estoy atenta a lo que pueda pasar. Hoy, más que otros días, pues sé que falta poco para que él venga. Y como si del diablo se tratara, aparece abriendo la puerta y soltando maldiciones. No puedo huir, estoy encerrada. Al parecer no le gusta que haga ruido, no detiene su manoseo. Resignada, me quedo quieta. Sólo soy un producto para los humanos.
– Afonía.Sergio Toscano Aceves. Preparatoria Regional de El Salto.
A Lana le gusta tomar mi mano cuando vamos hacia la heladería a comprar nuestro postre favorito cada viernes después de la escuela. Ella cree firmemente que el helado de vainilla cura un alma cansada luego de una ardua jornada escolar. A mí… a mí me gusta cómo se preocupa por ayudarme a siempre estar feliz.
También le gusta coleccionar las hojas secas de los árboles que yacen en el suelo para después pegarlas en su libreta favorita y decorarlas un poco. Ella afirma que, a pesar de estar secas, nunca dejan de estar vivas. A mí… a mí me encanta ver lo emocionada que llega a estar al terminar sus collages de naturaleza marchita.
A Lana le fascina ir al parque que está a unas cuadras de su casa y lanzarse al césped para admirar el cielo azul sobre nuestras cabezas. A mí… a mí se me acelera el corazón cada que se recuesta en mi pecho y me pide que la abrace para después mirarme con sus ojos avellanas con toques rojizos. A Lana le gusta escribirme pequeñas notas con dibujos de flores para divertirme en clase de Historia, porque sabe que la detesto. Y yo… yo agradezco esos pequeños detalles que me hacen sonreír.
Nadie puede negar que el tiempo que pasamos cerca es demasiado, pero no quiero alejarme ni un segundo de ella. Lana es magnífica, en todos los sentidos posibles, es tan adorable y peculiar al mismo tiempo, y siempre busca el lado positivo de todo. Lo hizo incluso cuando mi hermana falleció hace un par de años. Me ayudó a ver que, así como las hojas marchitas, mi hermana nunca dejará de estar viva para mí.
Recuerdo cómo hace unos días nos encontrábamos en el sillón de su casa mirando una película. No podía dejar de asombrarme con la forma en la que se metía en el filme, sin importarle el género de éste. Tampoco puedo alejarme de todas esas llamadas nocturnas acompañadas de su receta especial de té y sus leves ronquidos cuando se duerme al teléfono. Sé que lo nuestro es complicado y un poco arriesgado. Sé que no la merezco y que debo mantener mis sentimientos en secreto. O al menos eso pensaba hasta que ella me besó en el patio de la escuela con todos observando. Quisiera demostrarle a todos lo mucho que la amo y la fortuna que tengo al poder besarla.
Lana es la chica de mis sueños, la niña a la que amo desde hace años, y yo… yo soy su mejor amiga. Y a mí, a mí me gusta Lana.
– Internally screams. Pablo Macías Sánchez. Preparatoria Regional de El Salto.
13 de julio de 2013
Señor Satanás:
Antes que nada, reciba un cordial saludo de mi parte. Le deseo sinceramente que se encuentre muy bien, ¿o muy mal? En fin, que se encuentre usted como de costumbre, haciendo maldades.
Le escribo para decirle que el demonio que le encargué salió defectuoso, o al menos eso parece. Se la pasa dormido en una esquina del techo de mi cuarto. Las pocas horas que está despierto, se dedica a robar la comida del refrigerador y la alacena, se divierte asustando a mi hermanita por las noches y hasta algunas vecinas se han quejado de que les “jalan las patas” en la madrugada.
Y recuerde usted, mi estimado señor, que cuando lo invoqué yo pedí un demonio malvado, vengativo y cruel, que acabara con los que me molestan en la escuela, con la señora chismosa de la esquina que quién sabe cuánto le inventa a mi mamá sobre mí, que si me vio drogándome, que si me vio peleando, que si hago grafiti con pandilleros. ¡Si casi ni salgo de mi casa! Además, no creo que este demonio inútil sirva para asesinar al maldito que atropelló a mi abuelita.
Por lo anterior le solicito que me cambie al demonio o que me devuelva mi alma. Si necesita comprobante de pago, aún tengo el pentagrama bajo mi alfombra. Espero su pronta respuesta.
La riqueza que aporta la inspiración conquistada por la poesía permite
las reflexiones más legítimas del ser. Sus funciones son orgánicas, se alcanzan
por medio de la escritura creativa en contextos mezclados. Entre luces y
sombras, propone en las ausencias o encuentros diferentes voces que nacen dan y
profundidad a nuevos contenidos.
La revista Vaivén en cada número lanza propuestas
que retan las expectativas de lo establecido por su novedad, obligan a nuestros
lectores a renunciar a definiciones preestablecidas a través de rimas íntimas
que muestran la introspección llena de
magia y musicalidad, más exacta del universo juvenil.
De la misma forma, los mejores escritores de la
historia en la literatura han definido a la poesía como un arte mayor de la voz
escrita, pues muestra la realidad más allá de las metáforas, emociones o
pasiones; comunica la visión esencial del mundo y de aquellas cosas que parecen
pequeñas; le da gran sentido a la vida; consiente poner en perspectiva nuestros
afectos, con imágenes emotivas y vitales. Como lo define Jorge Luis Borges:
“Poesía es la expresión de la belleza por medio de palabras artísticamente
entretejidas”. Esta definición podría valer para un diccionario o para un libro
de texto, pero a nosotros nos parece poco convincente. Hay algo mucho más
importante: algo que nos animaría no sólo a seguir ensayando la poesía, sino a
disfrutarla y a sentir que lo sabemos todo sobre ella (Rubiano Vargas, 2006).
Asimismo nuestros jóvenes escritores incursionan en
la poesía con el vitalismo que les caracteriza, algo que fue evidente, porque
potencializan sus perspectivas para desentrañar la esencialidad de las palabras
plasmando sentimientos, elevándolos a un significado universal, humano y con
una riqueza armoniosa en su lengua nativa.
Es entonces que los nombres, las sensaciones, los
momentos cotidianos, sus filias o fobias se vuelven trascendentales. La definición del amor
parece como recién nacida, algo muy elocuente. En ese sentido, es porque algunos
sueños se alcanzan tempranamente ante la poesía y todo se convierte en un
acontecimiento de resignificación ante la vida, la muerte, el heroísmo, el
sacrificio o la fugacidad de los sentimientos.
De esa forma coinciden con los grandes escritores
en cuestiones expresadas desde la antigüedad, con Safo, Bécquer, Paz, García
Lorca, Sabines, Storni o Mistral. Estudiantes de bachillerato han encontrado en
el género lírico un camino infinito hacia la frase corta con profundidad o la
prosa poética llena de sentimientos derramados llenos de símbolos, que nos
superan, desesperan, colman, acercan o distancian.
En este número, Vaivén da oportunidad de publicar a
estudiantes del Sistema de Educación Media Superior, con sus propuestas
producidas en aulas, talleres literarios o cursos de escritura creativa,
inmortalizando así en tinta y papel, apegos, secretos, sucesos importantes
relacionadas con otras expresiones artísticas, donde incluso la pintura puede
ser un tema alterno para permitir recursos ilimitados de imágenes viajeras en el
tiempo y espacio.
Adriana Sotelo Villegas*
* Poeta y docente en la Universidad de Guadalajara, imparte clases de filosofía desde hace 28 años. Ha publicado en revistas literarias y científicas de historia.
Tu nombre tiene alas porque cada que te veo, vuelo. Paso por las nubes, hasta tus pies. Tus ojos son lo único que me mantiene en la tierra.
El viento y yo somos lo mismo Me convierto en los colores del cielo, abajo estás tú, admirando las estrellas. Vivo entre el cielo y el mar, como un espejo
I
Tienes marcas de la Luna en tu piel, como un ser divino, caminas hacia el paraíso. Sobre el agua que te atrapó más de cinco horas, tu hermana en la tierra te buscaba, no fue sino hasta después que se enteró que caíste en la boca del lobo.
II
Ahora nadas entre estrellas, riéndote de nosotros con nostalgia. Al final fuiste biólogo marino imaginaste que eras Pinocho dentro de la ballena, sólo que tú y tu hermano quedaron presos de la vida y la muerte, como un ángel sagradamente perverso, los salvó.
Érase una vez un aldeano entre burgueses, que no disfrutaba de la religión y sus intereses; prefería pintar, bailar, escribir, de vez en cuando cantar y esculpir.
Sus obras no debían ser vistas, pues le costarían su vida y la vida de las mismas; le gustaba más quedarse en casa con un par de libros robados y un par de versos inventados.
Viviendo su vida bajo el mando del rey, queriendo ir siempre por encima de la ley, mantenía la distancia con la aristocracia.
Quería ser trascendente, sin morir en el intento; pero fue un día, tan sólo un momento, que tuvo una visita inesperada; era la guardia real, que destruía sus trabajos; mientras él dormía con sus pocos andrajos.
Intentó hacerle frente a la inminente muerte; sus armas más fuertes eran un par de libros y hordas de sabiduría, que al final no pudieron contra la espada de un asesino de alma fría.