Crecí entre manos ajenas,
Donde el abrazo no llevaba su nombre.
Mi madre, una visita entre estaciones,
Mi padre, una sombra que nunca volvió.
El hogar eran pasos firmes y cálidos,
Unas manos viejas que cuidaron de mí
Sus brazos tejieron mi refugio,
Su voz, un farol que me iluminó al existir
En las tardes largas y calladas,
Construía mundos con manos pequeñas.
Imaginaba lo que nunca existió,
Y todo lo que el tiempo no me concedió.
En las noches miraba las estrellas,
Preguntando si ellas sabían mi historia.
El silencio contestaba con ternura,
Y la luna susurraba que no estaba sola.
El frío me enseñó a ser fuerte,
A caminar con las manos vacías,
Pero, en mi infancia quebradiza,
Aparecieron luces en la neblina.
Abril Estefania Damian Hinojosa
Preparatoria Tonalá «Dra. Ruth Padilla Muñoz»

Ana Sofia Amezcua Oropeza
Preparatoria 8