Ana Paula Peña Pérez
Preparatoria 15
Solía tener mariposas en el estómago,
revoloteaban sin parar explorando mi sistema entero,
me hacían sentir en el cielo,
en una realidad distinta.
Un día comí algo extraño,
algo con un sabor algo ácido,
un sabor adictivo que sabía que sin dudar volvería a comer,
que a mis mariposas no les pareció afectar.
Cada día lo digería,
comerlo se volvió un hábito,
mientras yo más comía,
más se movían las mariposas.
Saqué una radiografía,
para descubrir lo lindas que se veían las mariposas,
solo para darme cuenta
de su ausencia fría.
Lo que había comido
resultó ser pesticida,
y lo que sentía como mariposas,
era el ácido encendido por sus cenizas.