Comenzaré por el final: te amo, siempre tuyo y posdata, solo en caso de que las ideas me abandonen. Y es que, ¿cómo retener las palabras, si lo único que mi léxico quiere conservar son aquellas que posean las letras de tu nombre? Vetusto el sentimiento que aún me ha de acompañar; en tu presencia se viste de gala y yo Intento discernir si Venusto ser puede existir o mi Indulgente corazón habrá de perdonar engaño cometido a mi mente perdida. En mi egoísmo te pido no vuelvas a volar, Ángel caído, que Necesito la ataraxia que produce tu latido junto al mío.
Obed Alistair Montes Hidalgo
Preparatoria 15