Cuando llegue la noche y te marches, esa noche
entre soledad y angustia moriré. No sé cómo
decir que no te vayas, que te quedes… Eres y serás
como ella al llegar la mañana; desaparecerás como por arte de magia.
Las horas y los minutos no contarán el tiempo
que, por desvelo, quebré con las manecillas del reloj.
Ni el mundo, ni las estrellas, ni el universo
podrán expresar mis tantas sonrisas y lágrimas derramadas por tu adiós.
Cuando llegue la noche y te marches, entonces
estarás lejos de mí, o yo de ti, o los dos de ambos.
Ay, musa de mis mártires, y bien amada de mis sentires,
no vueles tan lejos, porque estaré muriendo cada vez que suspires.
Rubén Alcántar Rodríguez
Preparatoria Regional de Ciudad Guzmán