Entre la guerra y el cielo

¡Clock! Puede ser piélago. ¡Clock! Puede ser jamaica.
 
Mi corazón encanece a los 16 latidos, kilómetros y kilómetros de pecados.

Parecí prostituirme, agregarle ceros a mi alma y así me cobijara el rey de la tierra en llamas.
Trepo a la superficie al paso de los gritos continuos desplomándose al lago del sufrimiento eterno. Trepo a la superficie a medida de un milímetro de alteración en este sol negro.
Puedo sentir mi espíritu no querer extinguirse. Espera un poco más por este cuerpo perdido, que se encuentra con piedras atadas a los pies, con apuñaladas emocionales en la garganta, viviendo en círculos repetitivos.
Mis dos ventanas afligidas contemplan en sueños que se aproxima un gran trago de jugo de limón, un escenario agrietándose; percibo mi presente con burlas, esclavitud y ausencia de piedad; siento el manoseo de un cielo sollozando.
Silencio. Abrí paulatinamente mis ventanas: esta atmósfera me he familiar, es siete veces menos densa.
Al parecer hay un grano de azúcar en el salero que me guía a fracturar cariños, ejecutar capullos y emerger enfermedades mortales. Juzgo poseer la certidumbre de que mis actos son a ciegas.
Mi habitación parpadea, es lo único que subsiste; sus migajas de incandescencia consideran reconfortarme; sin embargo, obstruyen su luz un segundo y brota de mi espalda púas colosales. Mis pupilas son conquistadas por el rey de los pigmentos, los huesos colapsando y la sangre ansiosa por explorar se exprime por cualquier abertura. Empero desobstruyen su luz provocando escuchar plegarias esquizofrénicas.
Estoy bastante cochambrosa. Cinco mililitros menos de vida: este ambiente es frígido. Unos actos en ignorancia, unas palabras torcidas me incitan a poner plomo en mi cerebro y me pregunto: ¿por qué yo?
Una gota de piélago, una gota de jamaica se unifican resonando como un vidrio menospreciado, siento ser un papel calcinado; consumar en cenizas, pues grandes o pequeñas obras tiene el poder de gobernar dando brotes malignos.
Grito una voz en mi interior. Padre celestial, padre limpio, imploro me duches en fuego, atemoriza esta milla oscura, nútreme de agua siete veces hasta convertirme en una pasa. En gratitud el rastro de piedras en el sendero me hablará de ti y con ellas edificaré mi hogar cálido.
Inmortaliza el amor de los de mi sangre, acicala mi presencia con palomas blancas en tierras bravías.
El sol está a noventa y tres millones de millas de distancia, y no puedo mirarlo, pero me inclino ante su existencia permitiendo me traspase con su rayo transparente, ceñiré con adoración todos los domingos.
Fe, no permitas que la neblina opaque tu rostro, pues esta noche necesito de tu permanencia; pretendo seas mi sostén hacia el altar, pues ahí se encuentra el pan y el vino esperando mi trago y poder resurgir. Los ángeles tocan melodías mientras rocían agua anormal y me cantan oraciones de paz con arpas divinas.
Ruego la permanencia eterna de tres hombres enfrente de esta moneda, que uno gire y proclame que limpiará mi sangre, me exhiba la salida a todos mis juicios.

Frida Fernanda Romero Aguilar

Preparatoria 9

Materia Cómico | Jenifeer Micheel Valdez González. Preparatoria Regional de El Salto.