La oscuridad comienza a ocultarme del resto. Hace días que no logro ver la luz del atardecer… sólo hay una tonta bombilla palpitando y generando un calor insoportable en mi ser. A lo lejos hay un espejo empañado, lleno de pequeñas letras ilegibles. No paro de pensar en que quizá hoy es él día en que se marche la sombra que me aprisiona en este pequeño cuarto con paredes llenas de números que no logro distinguir…
Despierto, miro cómo mi cuerpo se desvanece poco a poco con el tiempo. Ha llegado la hora de levantarme y cruzar la puerta. Comienzo a moverme lentamente con las pocas fuerzas que tengo, pero algo toma mi pie… escucho aquella voz en mi mente, sin poder moverme… tiran de mí para nunca volver.
Carlos Alberto Montero Ortiz
Preparatoria Regional de Tala